Bragas menstruales: una buena opción para cualquier mujer, sobre todo para aquellas con discapacidad y niñas que empiezan con la regla

Hoy, 28 de mayo, es el Día de la Higiene Menstrual, cuyo objetivo es concienciar y educar sobre la importancia de seguir hábitos saludables, un día para erradicar mitos e informarnos con naturalidad y rigor. Un buen día para que os hable de algo que tengo pendiente hace demasiado: las bragas menstruales.

Pero antes, tengo que remontarme un par de años en el tiempo, a una conversación con una amiga que tiene una hija adolescente con discapacidad intelectual. Un feliz torbellino rebosante de sonrisas que acababa de empezar con la regla. Recuerdo perfectamente a esta amiga contándome, con muy buen humor, todo hay que decirlo, la odisea que suponía gestionar la menstruación. «Ponerle un tampón es imposible, pero las compresas se le mueven, le molestan, se las quita, y las lía muy gordas. Su hermano mayor, que es un santo, está curado de espanto y me ayuda a ponerle y quitarle las compresas sin el menor problema».

Aquello que me contó entonces, lo he visto repetido más tarde. Adolescentes con discapacidad intelectual para las que ni compresas, ni tampones, ni copas son la mejor opción, con las sus familias y educadores tienen que trabajar para que puedan gestionar su menstruación de la manera más autónoma y correcta posible. Con ellas en mente, me topé con la existencia de las bragas menstruales y me planteé que, de ser cómodas y seguras, podían ser una buena respuesta. Además de para mujeres con discapacidad, también para niñas como mi hija, que con once años está a punto de tener su menarquia y que ya me ha dejado claro tras leer el altamente recomendable manual ilustrado ¡Hola menstruación! que tampones y copas tampoco le atraen nada en un primer momento.

Pero no solo podían ser buenas compañeras para mujeres con diversidad funcional o que empiezan a menstruar. Yo soy la primera que nunca me he sentido cómoda con tampones; me resultan especialmente incómodos al principio y final del ciclo y solo los he usado en situaciones de fuerza mayor: piscina y playa ineludibles, pero imaginar ese algodón empapándose en mi interior de agua de piscina o mar nunca ha sido santo de mi devoción. Intenté la copa menstrual, porque a mi alrededor hay mujeres felicísimas con ella, pero no acababa de sentirme segura y me parecía una solución engorrosa fuera de casa. Así que mi universo ha estado casi exclusivamente limitado a las compresas durante tres décadas.

Para comprobar si eran una buena alternativa, nada mejor que probar su eficacia y comodidad en primera persona. Estuve indagando y pronto me quedó claro que las bragas menstruales más baratas, de calidad más cuestionable, no iban a ser una buena solución. Otra amiga me confirmó que unas de ese tipo que compró por internet pueden ser un buen complemento a la compresa, copa o tampón, pero no valen por sí solas. Son más semejantes a las típicas bragas que tenemos asimiladas a los días de regla por su comodidad con un punto extra de seguridad, que un sustituto a otros sistemas.

Una de las braguitas de Cocoro.

Durante varios meses he podido probar bragas de dos marcas de calidad para flujo abundante, Saforelle y Cocoro, y la verdad es que este producto se ha convertido en algo sin lo que ahora me costaría mucho vivir. Ya no he vuelto a usar compresas, con lo que eso supone de ahorro y sostenibilidad.

Tenía muchas dudas cuando me lancé a este testeo, dudas que imagino compartirán muchas personas. La primera, y probablemente la más importante, es si eran capaces de aguantar el flujo sin escapes. Es difícil afirmar con toda seguridad que serán del todo fiables para todas las mujeres, pero en mi caso no ha habido ningún accidente y las he puesto a prueba a conciencia, saliendo a correr e incluso montando a caballo (eso con las Saforelle, que son algo más recias). Ninguna noche hubo la menor fuga, y yo soy de las que de noche necesita una compresa especialmente grande y concebida para ese momento del día, y aún así a veces me fallaban. A día de hoy voy con ellas con la absoluta seguridad de que no va a pasar nada.

La segunda es si son cómodas. De nuevo solo puedo hablar por mí, y sí que lo son. Importantísmo, porque me consta que para las mujeres con discapacidad puede ser algo especialmente relevante. Es cierto que son más robustas (las Cocoro algo menos) que las bragas que acostumbro a llevar, pero en ningún momento molestan. Bien es verdad, que son bragas que no conviene que nos aprieten y que no van a permitir el uso de esa ropa que requiere lencería que no marque, en color o en ajuste a la carne. Son negras y grandes, los pantalones blancos ajustados y los vaporosos vestidos semitransparentes tendrán que esperar en el armario días mejores.

La tercera gran duda. ¿Son prácticas? ¿No es un engorro andar limpiándolas? No me lo han parecido en absoluto. De hecho me sorprendió lo fácil que quedan perfectas a poco que se las frote bajo un grifo con agua templada y un jabón adecuado. Lo más importante es no meterlas en la lavadora (al menos con programas fuertes, las Cocoro aguantan un máximo de 30 grados sin suavizante) y no esperar, lavarlas cuanto antes. Si se las puede poner a secar al aire y al sol, mucho mejor.  Yo he estado lavando la de la noche a primera hora de la mañana bajo la ducha. Durante el día un par de ellas me han bastado. Es decir, que me he apañado perfectamente con tres unidades. Y pese a llevarlas ocho o diez horas, no experimenté ninguna sensación desagradable, como humedad por ejemplo.

Vamos a la cuarta y última pregunta. El precio. ¿De verdad compensan? Es cierto que no son bragas baratas. El culotte ultra absorbente de Saforelle se puede encontrar por un precio que oscila erte 22 y 29 euros. El equivalente de Cocoro son algo menos de 30 euros. Es decir, que tres bragas suponen una inversión de entre 80 y 90 euros. Un paquete de compresas de 32 unidades pueden costar unos cinco euros, pero en un par de ciclos se ha terminado. Un paquete de 20 tampones ronde los 3 o 4 euros. Pero a la larga es más económico, sin entrar en su sostenibilidad, exactamente igual que sucede con las copas menstruales, que también son más caras.

No digo que sean la mejor solución para todo el mundo, ni mucho menos, pero no os las estaría recomendando si no me hubieran convencido. Es una alternativa menos conocida, pero igual de válida que merece la pena sopesar. Tal vez especialmente en casos como el de mi amiga y su hija.

1 comentario

  1. Dice ser LaCestitadelBebe

    Hola,

    la verdad es que no las conocía, imagino que hay mercado para cada necesidad, gran invento!

    Besos!

    Anabel

    08 junio 2020 | 14:47

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