«¿Dónde puedo conseguir un casimerito (o ksi-merito)?»

Esa pregunta, en tono de desesperación, se la escuché el año pasado por estas fechas a varios padres, en mi entorno laboral y familiar. «¿Qué son los casimeritos?», pregunté la primera vez que escuché el término, con mi antena bloguera desplegada. Y así fue cómo me explicaron que eran unos muñecos procedente de México, de pequeño tamaño, que se habían popularizado mucho en España desde Youtube.

Los casimeritos (o ksi-meritos mejor dicho), sin entrar en si son bonitos o feos, son supuestos bebés neonatos de otros planetas con nombres de resonancias mexicanas como Machincuepa o Ansinita a los que hay que quitar el cordón umbilical al desembalarlos de la caja, que es su incubadora, y llevarlos siempre a cuestas prodigándoles cuidados. Así, en teoría, la cosa no parece demasiado original. Hay multitud de muñecos que encierran historias semejantes.

Los Ksi-meritos son un éxito gracias a Youtube. Los son por aparecer en numerosos canales infantiles, entre ellos el de una youtuber ya adulta llamada Enfermera Tania, supuesta experta en cuidados neonatales que explicaba cómo cuidar a estos juguetes e impulsada por Distroller, la empresa fabricante de estos juguetes.

Los niños los habían visto en vídeos, los querían, estaban en las cartas destinadas a Papá Noel y los Reyes Magos, pero el juguete era Mexicano y resultaba una proeza conseguirlo. Una proeza y un gran desembolso. Me hablaron de gente consciente del fenómenos y espabilada que había venido de México con varios de estos muñecos y se los habían quitado de las manos por precios muy superiores a los cien euros, de encargos a gente que viajaba allá, me mostraron en Wallapop o milanuncios ofertas de estos muñecos a precios astronómicos que volaban. Como poco había que apoquinar ochenta euros por un muñeco que en México se puede encontrar por 25. Ríete tú de la reventa de entradas de conciertos.

La ilusión que tenemos como padres de ver cumplidas las peticiones de nuestros niños, el deseo de no romper la magia de estos días, encierra la trampa de vernos atrapados en peticiones imposibles o de muy difícil cumplimiento. Realmente los beneficios del juego simbólico, que son muchos, el disfrute de jugar cuidando a un muñeco, no debería estar vinculado a que ese muñeco sea un ksi-merito y deberíamos ser capaces de transmitírselo a nuestros hijos. Pero ese es otro tema.

La cuestión es que el año pasado fueron un fenómeno en España. Los que consiguieron uno fue dejándose un dineral y muchos no pudieron lograrlo. Este año llegaron a España, a El Corte Inglés, y me consta que se agotaron en un suspiro, porque conozco padres que apenas tardaron un día en ir a buscarlos y ya no quedaban. En la web de la empresa también figuran ya como agotados. Así que me da la impresión de que este año se va a repetir la misma película.


¿Qué es lo que me parece más interesante de todo este asunto?
Pues que ejemplifica muy bien cómo Youtube influye en los deseos de los niños, cómo de manera exponencial está marcando qué quieren, que no son solo estos muñecos, hay muchos otros productos cuyo éxito ha nacido esa red. También que los padres tenemos que extremar el cuidado sobre esa plataforma cuando hablamos de la infancia. Nuestros niños menores de diez años no se mueven por Instagram, Facebook o Twitter, les damos desde bebés móviles y tabletas con la música del Cantajuegos y en menos tiempo del que creemos están viendo canales de Youtube protagonizados por productos y no por música, que les crean necesidades innecesarias.

Y la industria lo sabe y cada vez va a desplegar más tropas en ese territorio. Os dejo un párrafo con una reflexión que hizo José Antonio Pastor, presidente de la Asociación Española de Fabricantes de Juguetes (AEFJ), para un tema publicado hoy mismo en 20minutos sobre la próxima campaña navideña.

«Se ponen cosas de moda sin que haya habido ninguna publicidad que los adultos hayamos visto, que van por otros medios. Pero al final el juego está, la necesidad del niño de jugar también. Los juguetes se mueven por otros lados, pero se mueven. Nosotros como industria nos debemos adaptar. Este martes presentábamos un estudio en el Instituto Tecnológico del Juguete y una de las claves era que los niños quieren ser youtubers. Los talentos digitales se llaman ahora. Lo que sea. Están ahí, se ven y tenemos que incorporarlos, utilizar los medios que tenemos para llegar a los niños allá dónde estén».

Hay todo un universo diseñado para atraer al público infantil en Youtube. Un universo de profundidad abisal formado por youtubers de todo tipo, más y menos recomendables, plagados de publicidad manifiesta y subterránea. Y una mayoría de esos contenidos aportan poco o nada, no vamos a engañarnos.

No es un ataque a Youtube ni mucho menos. Hay youtubers fantásticos, divulgadores maravillosos que nos ayudan a entender mejor la música, los libros, los lugares que queremos visitar como turistas. Comunicadores estupendos, con criterio y ética, para formarnos una idea sobre si ese videojuego o esa película merece la pena, nos puede gustar. Os recuerdo que defendí a Luzu aquí mismo no hace mucho.

Pero también hay mucha morralla y no podemos dejar a los niños navegando por ese vasto océano sin supervisión. Hay que conocer lo que ven y dirigir su rumbo, buscando aquello que suma y descartando lo que es un mero aparcaniños audiovisual, que les tiene tranquilos y sin molestar, y además expuestos a una publicidad poco controlada.

1 comentario

  1. Dice ser mimi

    sino me equivoco ahora tienen su propio corner en el corte ingles…

    15 noviembre 2018 | 12:47

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