Trastornos alimenticios desde la infancia, hay mucho que los padres podemos hacer

«Qué bien me come mi niña. Mira, tu hermana se ha comido todo lo del plato. Podías aprender de ella. ¿Quieres un helado postre?»

«Estos pantalones ya no te valen. Ay, vas a acabar con un culo como el de tu madre»

«Está muy gordita sí, pero ya tendrá tiempo para adelgazar cuando sea mayor»

«Mora que gorda se ha puesto mi amiga Esperanza, hacía años que no la veía. Como ha perdido esa chica»

La pulsera libélula, que une a quienes se recuperan de anorexia y bulimia.

Frases como esas las oído pronunciar, incluso el mismo día y con los niños a los que hacían referencia delante, escuchando. Vieja y mala costumbre esa de hablar con los niños delante, de ellos, pero como si no estuvieran.

Frases que muestran nuestra propia obsesión con el peso y la apariencia y que contagian a nuestros niños pequeños. Decimos a nuestros hijos que la belleza está en el interior, pero nuestros actos inculcan lo contrario.

Van calando junto con los modelos y mensajes que reciben de los medios de comunicación, películas, cuentos… Hasta qué ya no les sorprende la pregunta de «si pudieras cambiar una parte de tu cuerpo ¿Cuál cambiarías?»

¿A qué edad dejan de desear alas con las que volar, el pelo rojo o directamente se ríen confusos ante esa pregunta? Pues cada vez antes y con mayor frecuencia por desgracia. Hay casos documentados de niños que empiezan a tener trastornos alimenticios con siete y ocho años. A partir de los diez no es extraño en absoluto.

Anorexia prepuberal la llaman los expertos. Se me ponen los pelos de punta.

Los Trastornos de la Conducta Alimentaria son enfermedades que afectan preferentemente a mujeres adolescentes y jóvenes. En las últimas décadas la incidencia y la prevalencia de estas enfermedades han aumentado de manera alarmante, y también se ha descrito un inicio a edades cada vez más precoces. En la Sección de Psiquiatría Infanto-juvenil del HCU de Zaragoza se han atendido aproximadamente 470 casos de TCA en los últimos 20 años. Las edades estaban comprendidas entre los 10 y los 24 años, y aproximadamente un 15% eran menores de 14 años en el momento en que se hizo el diagnóstico.

Hoy, 30 de noviembre, es el Día Internacional de Lucha contra los Trastornos de la Conducta Alimentaria, y es un buen momento para recordar que hay mucho que podemos hacer por nuestros niños.

Podemos luchar por contrarrestar la presión ambiental no sometiéndoles a mensajes contradictorios, siendo nosotros ejemplos de expectativas realistas, mostrándonos a gusto en nuestro pellejo y valorando la belleza física en su justa medida, que tampoco es tanta.

Recordad, la misión de las madres es enseñar a sus niños que son preciosos.

Deberíamos ayudar a nuestros hijos a quererse, a aceptarse, a saberse seres humanos únicos merecedores únicamente de amor y respeto en sus relaciones futuras.

Deberíamos darles las armas para que sepan luego enfrentarse a las presiones que les llegarán de fuera.

No es lo mismo decirle a nuestra niña: “¡Qué guapa estás con lazo!” que decir “¡Qué fea estás sin él!”.

Y que si luego deciden maquillarse, llevar tacones o buscar un tipazo en el gimnasio, lo hagan felices y conscientes de que ellos siguen siendo preciosos y únicos sin el maquillaje, los tacones o los músculos.

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