LOS APUNTES DE ECONOMÍA PRÁCTICA Y FAMILIAR de Joan F. Domene

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Al IPC le sale competencia

Al indice que utilizamos tradicionalmente para medir el nivel de precios en nuestro país, el IPC, le ha salido un modesto competidor aunque se presente a si mismo com el IPC real. Su puesta de largo en internet es reciente y ofrece datos aún más demoledores de los que nos deja la estadística oficial.

La declaración de intenciones de su(s) promotor(es) es clara:

Esta web nace con el propósito de ofrecer un Indice de Precios de Consumo alternativo, no oficial, tratando de recoger en él solo los productos que afectan de forma más inmediata al ciudadano, especialmente a las rentas mas bajas. Hemos realizado los cálculos basandonos en productos que son de consumo habitual y en la mayoría de casos básicos e indispensables (pan, leche, electricidad, combustible…) y descartando la mayoria de los que actualmente se usan para el cálculo oficial, entre ellos por ejemplo, el precio de las flores, operaciones de cirugia estética,o joyas, que entendemos no suponen un gasto ni cotidiano ni necesario.

Con lo que el ciudadano tendrá aún más motivos, si cabe, para dudar de la representatividad de ese Indice de Precios de Consumo que regularmente tantos dolores de cabeza provoca a nuestros gobernantes a pesar de no ser, supuestamente, totalmente representativo del gasto medio de una familia.

Un paso más, pues, hacia una mejor comprensión de cómo evolucionan los precios en nuestro país que, sorprendentemente, tiene un precedente cercano dentro de la propia administración, con los datos que el Ministerio de Industria, Turismo y Comercio nos ofrece mensualmente sobre la variación de los precios de una selección de alimentos (pdf).

La conclusión, se mire por donde se mire, es siempre la misma. Una cosa es la estadística oficial y otra muy diferente es la realidad que nos encontramos día a día al llenar la cesta de la compra.

De morosos y ‘morrosos’

Pedro Solbes sigue manteniendo que los que hablan de crisis en España exageran. Quizá sí. Pero peor es dar la espalda a los problemas y no atajarlos antes de que vayan a peor. Lo del IPC en el 4,4% no es ninguna broma. Ni la situación de muchas empresas que empiezan a sufrir en sus carnes ya los efectos negativos de la morosidad.

Hasta un 30% ha crecido la cifra de impagados bancarios en los últimos meses en el mundo empresarial, y alrededor de un 20% los fallidos, o sea los que ya no se cobrarán. La construcción por motivos obvios encabeza el ranking de los que deciden devolver las facturas antes que pagarlas, seguida por todos los sectores que cuelgan de esa actividad. El mal, sin embargo, no es exclusivo de la actividad económica que más está sufriendo la desaceleración porque hay otras muchas industrias que también padecen sus efectos.

Me lo comenta una autoridad en la materia como Pere J. Brachfeld, profesor de finanzas de la Escuela de Administración de Empresas (EAE) y reputado ‘morosólogo’. Acaba de publicar el libro Memorias de un Cazador de Morosos, donde habla de la morosidad como de un mal arraigado en la cultura española desde los tiempos del Lazarillo de Tormes y la picaresca.

Los datos oficiales avalan su tesis de un importante crecimiento de la morosidad, aunque es cierto que aún está en niveles bajos, pero cabe esperar que seguirá creciendo. Y lo peor, me dice, es que no sólo dejan de pagar los que no tienen dinero, sino que muchos otros a los que él llama ‘morrosos’, que sí están en condiciones de hacer frente a sus deudas, se apuntan al carro e intentan sacar provecho de la situación para tener una mayor tranquilidad financiera. Con lo cuál, se agrava aún más la situación.

Y aquí la estadística también está de su parte: la media europea de las empresas que retrasan sus pago deliberadamente aún estando en una buena situación económica es del 35%. Ese porcentaje se eleva (y mucho) hasta el 62% en el caso de España, según un informe europeo publicado en 2004.

Peligro: Aumento de sueldo

Lo peor que le puede pasar a la economía en las actuales circunstancias de precios disparados, repunte del paro y caída de la confianza de los consumidores es que a alguien se le ocurra subir los salarios. Es la advertencia que acaba de hacer el presidente del Banco Central Europeo (BCE), el francés Jean Claude Trichet, para meternos el miedo (más?) en el cuerpo.

Ni se nos ocurra pedir un aumento de sueldo porque eso dispararía la ya preocupante inflación, que está en el 4,3% en España y en el 3,1% en el conjunto de los países de la zona euro. Ambas bastante lejos del 2% que el BCE considera como límite soportable. Por encima de ese nivel, avisa el guardián del euro, tan sólo podemos esperar nuevas subidas de tipos de interés. Lo que nos faltaba.

Las advertencias de Trichet siguen la línea de la teoría clásica de la supuesta espiral precios-salarios, defendida recientemente también por el gobernador del Banco de España, Miguel Angel Fernández Ordóñez. Si los precios se disparan, como ha sucedido y sigue sucediendo, y los sueldos no se mueven, cabe esperar que el consumo se frene, se venda menos y los precios acaben bajando y, por tanto, la inflación. Si sucede lo contrario, y se combinan precios altos y aumentos salariales, los costes de producción aumentan y se encarecen más los bienes y servicios. El resultado es una escalada inflacionista.

O sea, que encima de que se encarecen los alimentos, los combustibles, los transportes, las hipotecas, etc., no tenemos derecho a reclamar que nuestro jefe nos aumente el sueldo porque acabaríamos hundiendo la economía. Pues lo tenemos claro con las teoría clásicas.

Ahora bien, si nos fiamos del vicepresidente económico, Pedro Solbes, no debemos preocuparnos porque «sólo» estamos en una etapa de desaceleración y no en una crisis, lo que -asegura- nos irá de perlas para sanear nuestra economía. Y ni se nos ocurra decir lo contrario, no vaya a ser que alguien pueda considerarnos malos patriotas. Lo que hay que ver.

Esto tiene mala pinta

Vaya manera de empezar el año. Las noticias económicas de estos primeros días de 2008 no invitan para nada al optimismo. Los precios, el paro, la confianza de las familias, el petróleo,… todos y cada uno de esos indicadores -fundamentales para nuestros bolsillos- parecen confirmar los peores temores con que despedimos el 2007.

. Los precios. El avance del IPC de diciembre nos pinta una panorama del año incluso peor del que ya nos anunciaba el de noviembre. Según el dato conocido ayer, que será definitivo el 15 de enero, los precios habrían crecido en 2007 un 4,3%, el mayor incremento de la década. Casi nada.

Para rematar este capítulo, nos enteramos de que lo del 4,3% puede sonar a risa si nos fijamos en el importante encarecimiento de algunos productos básicos a lo largo del año: la leche, el pan, la harina de trigo, el aceite de girasol, los huevos y el pollo han subido un 20% -o sea, casi cinco veces más que la inflación- en 2007, según el Ministerio de Industria, Turismo y Comercio.

. El paro tampoco pinta nada bien porque, aunque el dato global de un aumento del 5,27% del número de desempleados a lo largo del pasado año puede decir poca cosa, lo cierto es que hay algunos detalles concretos referentes al mes de diciembre como para estar más que preocupados:

– La construcción se lleva la peor parte porque la aparentemente buena noticia del frenazo de los precios de la vivienda va acompañada de un parón en la actividad del sector y una caida del empleo.

– Aunque en el conjunto de 2007 la contratación crece un inapreciable 0,5%, en el mes diciembre ha caído un 9% en relación al año anterior. Y seguramente sin las contrataciones navideñas extra de por medio hubiera sido bastante peor.

. El petróleo, por primera vez en la historia, superó este miércoles los 100 dólares por barril en EE UU y acumuló una subida del 58% (!) a lo largo de 2007. Frente a tan contundentes datos hay poco que comentar.

. ¿Y cómo está la confianza de las familias ante tal panorama? Pues mal. Los informes del Banco de España y del ICO confirman que los españoles cada vez lo vemos más negro, por mucho que algunos mensajes gubernamentales intenten maquillar una realidad que, cada día que pasa, se presenta más cruda.

El subidón de Año Nuevo

El 1 de enero se ha convertido ya por derecho propio en el Día Mundial del Subidón de Precios, al menos en nuestro país. Al ya tradicional encarecimiento automático de cambio de año que registran servicios básicos como el agua, la luz, el teléfono o el gas, los transportes públicos y algunos impuestos, hay que añadir en esta ocasión novedades como la penalización para los coches contaminantes en el impuesto de circulación o el dichoso cánon teoricamente antipiratería sobre móviles, MP3 y PDA. Y todo eso, por supuesto, nos pilla con la guardia baja, por la resaca de las uvas y las campanadas y el ambiente festivo postnavideño. O sea, que casi ni nos enteramos

Además, a lo que nos sube «por decreto» hay que añadir lo que se encarece por otras causas, como las hipotecas con un euribor disparado, o los alimentos, que siguen descontrolados.

Lo peor de todo es que esos incrementos de precios, los unos y los otros, estarán muy por encima de la inflación prevista por el Gobierno para 2008, que es del 2%. En la mayoría de casos los aumentos son como mínimo del doble.

A cambio nos ofrecen una discretísima mejora del salario mínimo, todavía de los más bajos de Europa, una subidita de pensiones y un pequeño retoque en el IRPF. Eso sí, cuando negociemos aumentos salariales en los convenios no debemos pasarnos de ese más que improbable 2%. En definitiva, muy poca cosa para tanto subidón como nos espera.

Pintalabios rojos contra la crisis de 2008

«Los economistas» -me decía un venerable profesor- «son los mejores predictores del pasado». Con este precedente, me guardaré muy mucho de realizar cualquier previsión sobre la evolución de la economía para el año que viene. Aunque ya os avanzo que, a juzgar por la opinión mayoritaria de los expertos, la cosa no pinta nada bien.

El motor de la economía mudial (Estados Unidos) está francamente averiado tras la crisis de las hipotecas basura, el bajonazo del precio de la vivienda y algunos otros desmanes. Pero además, para el nuevo año, a esa situación francamente mala se le añaden las incertidumbres que generan las elecciones presidenciales de noviembre de 2008.

El carburador (China) empieza a mostrar síntomas de debilidad: los precios se disparan, la mano de obra barata empieza a escasear y el crecimiento tiende a estabilizarse. Y no parece que unos simples Juegos Olímpicos, los del próximo verano en Pekín, vayan a afectar ni para bien ni para mal al gigante asiático.

Si le añadimos a tan poco halagüeño panorama el más que probable frenazo económico europeo, los precios del petróleo aún muy altos y el euribor y otros tipos de interés que se mantendán cerca de sus máximos históricos (con lo que las ventas de viviendas seguirán cayendo pese al frenazo de sus precios), la cosa pinta realmente mal.

Concretar mucho más sería, además de una temeridad, el primer paso hacia el fiasco. Por muchos índices económicos que se barajen, con sus múltiples cálculos, variables y derivadas anexos; o por muy reputado que sea el gurú de turno encargado de anunciarnos la que nos espera, la probabilidad de acertar es más bien baja.

Visto lo visto me quedo con el indicador que este domingo proponía el profesor José Luis Nueno en el suplemento económico de La Vanguardia. Se trata del lipstick index (o índice del pintalabios) que, al parecer, se atribuye al Leonard Lauder, presidente de una multinacional cosmética.

Según este novedoso índice, las ventas de barras de labios -especialmente las de color rojo- se disparan en tiempos de crisis porque, según la teoria, las consumidoras combaten al mal tiempo comprando cosméticos y especialmente pintalabios (baratos, supongo).

Si los pronósticos son acertados y el indicador funciona de verdad, ya podemos prepararnos. Nos cuenta el profesor Nueno que una fabricante de ingredientes para pintalabios le ha comentado que ¡ya ha recibido para 2008 un 28% más de pedidos que en 2007!…

Supersolbes al rescate

José Luis Rodríguez Zapatero ya tiene a su fichaje estrella para las elecciones de 2008: Pedro Solbes. Contra todo pronóstico, el actual vicepresidente económico ha aceptado ser el número 2 del PSOE por Madrid y continuar en su puesto en el caso de que los socialistas obtengar una mayoría que les permita gobernar.

Una jugada maestra que va a limitar considerablemente el margen de maniobra del PP, que había convertido ya a la economía en su estandarte electoral, quizá suponiendo que la más que previsible ausencia de Solbes de las listas generaba una sombra de incertidumbre de la que podía sacar algún un rédito electoral.

La escenificación del sorprendente compromiso de Solbes no podía estar más calculada: Zapatero le invita a seguir en su mítin dominical -«Pedro Solbes nació para esto y es claro que todos queremos que siga en esto»- y al día siguiente él acepta muy gustosamente. Tema zanjado. Si el superministro económico ha puesto o no condiciones para seguir puede ser motivo de debate. Pero parecería increíble que no lo hubiera hecho.

Por lo pronto sabemos que quiere que se reduzca el papel de la Oficina Económica del Gobierno, que asesora directamente a Zapatero, para evitar las sorpresas desagradables que se llevó en el pasado cuando Miguel Sebastián estaba al frente.

Quién no recuerda las incómodas explicaciones que Solbes tuvo que dar en el Congreso por la supuesta operación lanzada por la mencionada oficina para desalojar a Fernando González de la presidencia del BBVA. O las sonadas discrepancias con más de un ministro sobre cómo financiar algunas de las iniciativas gubernamentales.

Si Solbes ha acabado aceptando el reto de ZP, alguna garantía tendrá de que todo eso no se va a volver a repetir.

El IRPF de Rajoy, calderilla para el PP

El anuncio del líder del PP, Mariano Rajoy, de que los trabajadores y pensionistas que ingresan menos de 16.000 euros al año no pagarán el impuesto sobre la renta si llega al Gobierno es sólo una parte de la batería de rebajas fiscales que los populares preparan para las elecciones de marzo.

1 ¿Qué otras rebajas se preparan? En su conferencia sobre vivienda de septiembre, el PP ya anunció su intención de rebajar el IRPF. Pero, además, propuso exenciones en el IBI para alquilar viviendas desocupadas, un tipo superreducido del IVA a las viviendas que no cuesten más de 160.000 euros, rdfsdeducir el impuesto de transmisiones patrimoniales, eliminar el impuesto de actos jurídicos documentados para la vivienda y rebajar el impuesto de plusvalías de los municipios.

2 ¿Qué consecuencias tendrían? Todas las medidas supondrían un descenso de los ingresos tributarios, que reducirían las arcas públicas del Estado, pero también de las comunidades autónomas y los Ayuntamientos. El temor de estas administraciones es la falta de concreción sobre el coste que tendrán.

3 ¿Se sabe cuánto se dejaría de ingresar? No. Se calcula que sólo la del IRPF puede costar entre 5.000 y 25.000 millones de euros, según el Gobierno. El PP dice que se compensaría por una mayor actividad económica. La última reforma del impuesto de la renta, la cuarta desde que se creó en 1977, ha costado 4.500 millones.

4 ¿Qué dicen los expertos? La legislación tributaria es muy compleja y prefieren esperar a conocer los detalles de la propuesta de Rajoy. Aún así, alertan de que no es bueno bajar los impuestos cuando la economía está en una fase de debilidad como la actual.

5 ¿Cuándo se aplicaría el nuevo IRPF del PP? Si el PP ganara las elecciones de marzo de 2008, en la declaración de la renta de 2010.

6 ¿A quién beneficiaría? A unos siete millones de contribuyentes, la mayoría mileuristas y pensionistas, que ingresan menos de 16.000 euros al año.

7 ¿Cuánto recauda ahora el IRPF? En 2006, 62.813 millones de euros, el 28% de los ingresos tributarios totales. Le siguen el IVA (25%) el Impuesto de Sociedades (17%) y los impuestos especiales (alcohol, tabaco, gasolina), con el 8,4%, y el resto.

Solbes no va a la compra

A estas alturas resulta sorprendente escuchar al vicepresidente económico del Gobierno, Pedro Solbes, contrastado conocedor de la materia, diciendo que igual hay una «subida española» del precio de los alimentos «a la que habrá que prestar atención». Nos dice que sabía que algunas materias primas como el cereal estaban disparadas en los mercados mundiales, pero que desconocía que esa subida pudiera tener un efecto sobre los precios de los alimentos que cada día compramos en el súper. Por ello, añade, no se esperaba un índice de precios al consumo (IPC) tan malo en octubre. Si las previsiones se confirman, la inflación habrá crecido cerca de un punto (0,9 décimas) y pasará del 2,7% al 3,6%, el mayor incremento desde agosto de 2006.

Está claro que el señor Solbes no va a la compra, porque si lo hiciera se habría dado cuenta de por dónde iban las cosas. Pero lo más grave es que no debe leer los periódicos que, desde hace semanas, publican informaciones sobre los efectos de los movimientos especulativos sobre el precio del cereal que están encareciendo el pan, la pasta, la carne de vacuno, la leche, los yogures, los huevos… y cualquier producto que dependa de esta materia prima.

Como máximo responsable del servicio de vigilancia de la competencia y atenten contra el bolsillo de los ciudadanos, debería prestar más atención a estos asuntos. Lo del superávit de las cuentas públicas está muy bien y es para felicitarse, pero el déficit creciente de nuestras modestas y caseras cuentas privadas también es cosa suya.

Porque además de tener que pagar más de lo debido por productos de primera necesidad cuando llenamos la cesta de la compra, ese repunte de la inflación nos hace más pobres ya que nuestro dinero vale menos. Y al erario público no le irá mucho mejor: si en noviembre se mantiene esa tendencia alcista de los precios, el Gobierno tendrá que rascarse el bolsillo para compensar a los pensionistas por el desvío del IPC respecto del 2% previsto a primeros de año.

Todo por las nubes

Explicamos hoy en 20 minutos que el precio de los alimentos básicos ha aumentado en lo que llevamos de año cerca de un 11%, casi cuatro veces más que la infliación (2,7%), que es lo que, andando como deben las cosas, crecerán nuestros sueldos.

Pero por lo que veo no es lo único que sube. Acabo de leer lo siguiente en la web de la Cadena Ser.

La Bolsa española, el petróleo y el euro están alcanzando esta mañana los niveles más altos de su historia. El petróleo -el barril de Brent- ha llegado a alcanzar por primera vez los 90 dólares, pero ha cedido algo y está ahora por debajo de esa cota, en 89 dólares con 60 centavos. Un encarecimiento del crudo mitigado en buena medida en Europa por la subida en paralelo del euro, que ha rebasado hoy, por primera vez, la barrera del dólar con 44 centavos llegando a 1,4436. (…) El Ibex-35 ha superado también por primera vez los 15.700 puntos, está ahora en 15.718, en una sesión en la que constructoras, energéticas y bancos se anotan las mayores subidas..

No se puede decir que el hecho de que suba el precio del petróleo sea positivo, aunque precisamente el alza del euro frente al dólar lo compensa porque ayuda a abaratar nuestra factura energética, que se paga en la divisa norteamericana. Por lo que respecta a la bolsa, qué decir, unos cuántos se beneficiarán de esas subidas a la espera de las próximas bajadas, que les permitirán volver a comprar acciones a buen precio para poder venderlas con pingües beneficios en el momento que haya otra subidita.