LOS APUNTES DE ECONOMÍA PRÁCTICA Y FAMILIAR de Joan F. Domene

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La deuda pública se come los ahorros

Las valoraciones de derecha a izquierda sobre la subida de impuestos anunciada ayer por el Gobierno y las líneas básicas del Presupuesto del Estado para 2010 coinciden en señalar la insuficiencia y la arbitrariedad de las medidas presentadas por la vicepresidenta económica, Elena Salgado. Y otra lectura coincidente: las clases medias vuelven a pagar el pato.

Se entiende que Zapatero prefiriera no asumir el coste de comunicar un ajuste fiscal tan discutido como de dudosa eficacia y cediera tal ‘honor’ a la titular de Economía.

El misterio, por fin, fue desvelado y supimos lo que durante estos días se nos ocultaba. Nada de impuestos ecológicos y la tributación de las Sicav de las grandes fortunas permanece intacta. Bajo el pomposo epígrafe de «Un esfuerzo fiscal colectivo para garantizar la protección social y la sostenibilidad de las cuentas públicas», el Ejecutivo concretó sus medidas:

– Eliminación de la deducción de 400 euros en el IRPF

– Subida del tipo general del IVA en dos puntos (del 16% al 18%) y del tipo reducido en un punto (del 7% al 8%), a partir del 1 de julio de 2010. El tipo superreducido se mantiene al 4%.

– Subida del tipo de gravamen de las rentas del ahorro del 18% al 19% para los primeros 6.000 euros y el resto al 21%

– Bajada de 5 puntos en el Impuesto de Sociedades para las pymes con menos de 25 trabajadores y ingresos menores a 5 millones de euros, que mantengan o creen empleo (tipo del 25% al 20%). Medida equivalente para los autónomos.

A parte de la escasa oportunidad de un aumento de la presión fiscal cuando aún buscamos la salida de la recesión más profunda que han vivido el mundo y este país en décadas, parece claro que tanto ruido va a traer escasos ingresos adicionales: 10.950 millones de euros, de los cuáles 6.500 en 2010 y el resto en 2011.

De esos 6.500 millones, 4.100 provendrán en 2010 de la retirada de la subvención de los 400 euros, que aportará 1.600 euros adicionales en 2011. Lo que pone en evidencia los efectos muy limitados del ajuste fiscal.

Gastaremos más en deuda que en infraestructuras o servicios públicos

Hay muchos más datos y múltiples interpretaciones sobre los mismos, pero uno de los más sorprendentes es la ambiciosa intención de reducir el déficit público del Estado (la diferencia entre lo que se gasta y lo que se ingresa) del actual casi 10% a un 5,4%.

Si los gastos reales se van a reducir un 3,9% gracias a ese «esfuerzo de austeridad» pregonado por Salgado, ¿de dónde saldrá el resto de los ingresos? Porque ya hemos visto que de la subida de impuestos, pocos.

Pues del crecimiento económico, nos dicen. Vamos a empezar a remontar en el segundo trimestre de 2010 y en el tercero se confirmará la recuperación, anuncia la ‘vice económica’. Derroche de optimismo gubernamental que no sabemos si responde a una previsión real o a la necesidad de cuadrar unos números que, según muchos expertos, no hay por donde cogerlos.

Algo que nos debería procupar, sin embargo, es que a pesar de esa presunta reducción del déficit público, el peso de la deuda pública sobre el total de la economía española va a pasar del 53,4% del PIB en 2009 al 62,5% en 2010. Quizá «es un dato inferior a países de nuestro entorno» e inferior a la media de la zona euro, como dijo Salgado, pero no por ello deja de ser procupante.

Y aún más si nos fijamos en la distribución de los gastos para el año que viene. Si bien el gasto social acapara el 51,6% del total, observamos con preocupación que destinaremos al pago de esa deuda pública más recursos que a las infraestructuras y a inversión en I+D+i juntas. Y también más que al conjunto de los servicios públicos (jueces, policías, Defensa, etc…).

Por tanto, austeridad quizá sí, pero menos de la necesaria. Y para aquellos que preconizan menos impuestos y más inversión pública una advertencia: parece claro que con tanta protección social y tanto plan de rescate para salvar bancos y cajas ya no hay margen para más endeudamiento.

Solchaga apoya la subida de impuestos

Si hay que recortar el déficit fiscal (la diferencia entre lo que ingresa y lo que gasta el estado), no más alternativa que la subida de impuestos. Es la opinión que ha manifestado esta mañana el ex ministro socialista Carlos Solchaga durante un encuentro con la Asociación de Periodistas de Información Económica (APIE) en Madrid.

A pesar que se ha mostrado más bien optimista sobre la evolución de la economía española -«vamos a salir de la crisis igual que el resto de países, como mucho tres o cuatro meses más tarde», ha dicho convencido- Solchaga ha advertido que, viendo la evolución del gasto público y la extrema rigidez de los Presupuestos del Estado, sólo queda aumentar los impuestos.

Otras medidas como la austeridad que piden los empresarios desde la CEOE o el incremento de la lucha contra el fraude que reclaman los sindicatos son en su opinión «voluntaristas» porque no significarían en ningún caso un aumento importante de los ingresos.

Tampoco está muy convencido que con ese aumento de la presión fiscal el Gobierno sea capaz de ingresar los 15.000 millones de euros que se propone. Pero si a ello se le une la anunciada retirada de la subvención de 400 euros, se acercará más a ese objetivo.

El ex ministro sólo ha lamentado «la falta de decisión» del Ejecutivo de José Luis Rodríguez Zapatero a la hora de plantear la reforma fiscal y la falta de concreción de las medidas. Si no lo tiene claro, que no hablen de ello, ha venido a decir, y que nos lo concreten en su momento en el proyecto de ley de Presupuestos.

Entre los impuestos que se verán afectados por la subida prevista, ve claramente que el IVA -excluyendo el tipo superreducido del 4%- deber ser uno de ellos aunque ni el Gobierno, ni los empresarios ni los sindicatos lo acaban de ver claro. Pero es el único en el que hay un cierto margen, dice Solchaga, porque está por debajo de los niveles de otros países de nuestro entorno.

El ex político, que trabaja ahora en el sector privado desde su despacho Solchaga Recio & asociados, ha basado su optimismo en las pequeñas noticias que van apareciendo diariamente y que dejan entrever «algún brote verde» en el horizonte.

A su vez, ha criticado que la prensa (o una parte de ella) parece empeñada en hacer «titulares gordos» y catastrofismo incluso a partir de informaciones o datos que pueden tener una lectura positiva.

Sólo ha admitido un punto negro en todo el panorama económico: el paro, que crece en España mucho más de lo que lo hace en los países de su entorno que también están sufriendo la crisis.

Por eso reclamó que el pacto social que desde muchos sectores se pide debería centrarse en la reforma del mercado de trabajo, pero «no para hacer el despido libre» ni para llegar a acuerdos superficiales, «o como díria un amigo mío, para cambiar el color del mono de los trabajadores».

Tres letras para salir de la crisis: U-V-W

Los expertos parecen coincidir en que antes de final de este año veremos algunos indicios serios de que empezamos a salir de la dichosa crisis, aunque ni de lejos la habremos superado totalmente porque -avisan- los escasos e incipientes «brotes verdes» siguen estando rodeados de demasiadas malas hierbas.

La duda que se plantea ahora mismo es cómo será esa salida:

rápida (en forma de V) con un crecimiento alto y sostenido tras haber tocado fondo

lenta (en forma de U) con algunos (o bastantes) meses aún de dificultades económicas y una lenta y progresiva recuperación

con un rebote (en forma de W) que supondría una aparente mejora inmediata de la situación para volver a caer nuevamente al cabo de unos meses y tener que esperar de nuevo para recuperarse

Peridis, en El País del 24-05-2009

Por ahora, la hipótesis que parece tener más defensores es la de la recuperación en forma de U. Hoy mismo, en el Financial Times, publica un artículo recogido por Expansión que ofrece argumentos contundentes sobre ello.

1. El empleo sigue cayendo drásticamente en EEUU y en otros países: en las economías avanzadas, el índice de desempleo superará el 10% en 2010.

2. Las pérdidas de las instituciones financieras se han socializado. Esto limita la capacidad de prestar de los bancos, de gastar de los hogares y de invertir de las empresas.

3. Los consumidores necesitan reducir el gasto y aumentar el ahorro; los endeudados consumidores se enfrentan a la caída del precio de la vivienda y de los mercados de valores, de sus ingresos y del empleo.

4. El sistema financiero, a pesar de las medidas adoptadas, sigue estando sumamente deteriorado. .

5. La baja rentabilidad limitará la disposición de las empresas a producir, contratar personal e invertir.

6. El aumento de los grandes déficit fiscales amenaza con desplazar la recuperación del gasto del sector privado.

7. Si la demanda interna no crece a un ritmo suficientemente rápido, la recuperación del crecimiento global será más débil.

Por si esas razones no fueran suficientes, hay dos más que pueden empeorar las cosas (y cambiar la aparentemente inevitable U por una recesión de doble fondo, en forma de W).

8. Las rebajas de tipos y el aumento del gasto público para salir de la crisis tienen difícil arreglo. Si se aumentan los impuestos (como se ha anunciado en España) y se recorta el gasto y se frenará la recuperación. Pero si los Estados mantienen grandes déficit presupuestarios, tendrán que pagar más a los compradores de esa deuda.

9. Los precios del petróleo, la energía y la alimentación que ya crecen por encima de lo que el mercado aconsejaría podrían subir más por culpa de la especulación.

A pesar de todo, hay que ser optimistas. Aunque no sepamos exactamente cómo será la salida, estamos consiguiendo limitar esa incertidumbre que ha hecho casi tanto daño como la propia crisis.

Claro que las autoridades y los agentes sociales y económicos deberán de ponerse las pilas más de lo que lo han hecho hasta ahora para que eso sea una realidad más pronto que tarde.

Lecciones de un Nobel para Obama

Barack Obama, desde este martes nuevo presidente de los EE UU, deberá aprovechar la ola de simpatía que despierta entre la población norteamericana para poner a trabajar inmediatamente a los cracks de su equipo económico y empezar a aplicar con rapidez su plan anticrisis.

Es el principal consejo que le lanza Paul Samuelson, un veterano economista norteamericano que fue asesor de Kennedy y ganó el Premio Nobel de Economía en 1970, en una entrevista publicada en La Vanguardia.

La administración norteamericana gastará 825.000 millones de dólares en dos años para sacar a la primera potencia mundial del callejón sin salida donde la especulación de altos vuelos (en algunos casos, delictiva) y la falta de regulación la han llevado: a una situación aún peor que la Gran Depresión de los años 30.

Aunque hay quien piensa que esa astronómica cantidad de dinero -que se destinará a inversión pública y a rebajas de impuestos– se quedará corta ante la magnitud del desastre porque que Obama tiene por delante un reto descomunal.

El venerable Samuelson, autor del manual más usado a lo largo de la historia en la carrera de Económicas, se muestra crítico con los recortes fiscales que sólo beneficiaran a los ricos, mientras las clases populares siguen sufriendo el paro y las estrecheces económicas.

En cambio apuesta ciegamente por las obras públicas, sin preocuparse demasiado por el déficit, como primer paso imprescindible para crear empleo y remontar el vuelo. Por eso anima a Obama y a los suyos a ponserse a la tarea desde ya: “Tiene un periodo de luna de miel (…) Debería darle al hierro con el martillo mientras esté candente”.

Lo cierto es que el futuro de nuestra propia economía depende de que Estados Unidos sea capaz de hacer sus deberes y superar con éxito esta profunda crisis. Si Obama lo consigue, nos será más fácil volver a la senda del crecimiento y dejar atrás la recesión, que ha llegado para quedarse… al menos en 2009.

Ya hay chistes sobre el plan E

El Gobierno ha lanzado esta semana en Internet el aparentemente ambicioso «Plan Español para el Estimulo de la Economía y el Empleo» -bajo la marca comercial Plan E– quizá saliendo al paso de algunas críticas sobre su falta de habilidad para presentar con la debida coherencia la multitud de medidas que ha puesto en marcha para intentar luchar contra la crisis.

Dos días después de tan solemne lanzamiento, ya corren por ahí algunos chistes alusivos a la iniciativa que, con cierta dosis de humor, pretenden restarle la trascendencia que algunos le han querido dar:

¿Saben por qué sale ahora el Gobierno con el Plan E? Pues porque le han fallado el Plan A, el B, el C y el D…

No me negarán que tiene una cierta gracia.

Para los interesados, el Plan E según Zapatero en el siguiente video:

La verdad es que no se puede negar cierta habilidad a la hora de empaquetar y ponerle el lazo a esa retahíla de medidas económicas lanzadas por el Ejecutivo, aunque -y siento ser tan pesado- si la liquidez que el Gobierno inyecta a los bancos no llega a las pequeñas y medianas empresas en forma de créditos, será mucho más difícil superar la maldita crisis.


2009: Feliz crisis y próspera recesión

Si el 2008 que nos deja ha sido el año de la dichosa crisis, el 2009 que estrenamos será, sin duda, el de la recesión. Es la única cosa en que coinciden todos los expertos, organismos internacionales y servicios de estudios: este año tendremos un crecimiento negativo. ¿Hasta cuándo? ¡Quién sabe! Aunque prácticamente nadie comparte el optimismo utópico de Zapatero, que prevé la salida de la crisis a finales de 2009. ¡Ojalá!

Lo único cierto es que el panorama está tan negro como ha descrito con extraordinaria precisión el gobernador del Banco de España: «Los consumidores no consumen, los empresarios no contratan (y despiden, añado yo), los inversores no invierten y los bancos no prestan». Es decir, nadie está haciendo el papel que le toca en este montaje de la economía global que tantos dolores de cabeza nos está dando.

A pesar de todo, las fechas en que estamos invitan a agarrarse a cualquier indicio medianamente positivo como la bajada de los tipos de interés y el abaratamiento de las hipotecas, la caída del precio del petróleo y la moderación de los precios. Se trata de factores determinantes que pueden evitar que salgamos del fuego de la crisis para caer en las brasas de la recesión.

Eso sí, los que hayan hecho los deberes en 2008 (con reducciones de costes, mejoras en sus estructuras y maximización de la eficiencia) lo tendrán más fácil para aprobar la difícil asignatura de 2009.

¿Dónde están los créditos?

El sistema financiero mundial se hunde y los gobiernos han ido al rescate de su banca, comprando activos de buena calidad, para darles liquidez -o sea, para que tengan dinero en sus cuentas- y evitar el desastre que podría representar la parálisis total del sistema.

España no ha sido una excepción, pese a la supuesta solvencia a prueba de bombas de nuestras entidades financieras. La condición repetida hasta la saciedad por los responsables gubernamentales es que esa «ayuda» tiene como objetivo que el dinero que el Estado pone en manos de los bancos tiene que llegar a los ciudadanos y a las empresas, cosa que parece no está sucediendo.

El caso es especialmente grave en el caso de la pequeñas y medianas empresas que necesitan una cantidad mínima de dinero para mantener su actividad durante el tiempo que pasa entre que compran un bien o servicio y lo venden a sus clientes. ¿Cómo hacen frente a sus costes fijos (sueldos, gastos generales, impuestos,…) sin ese llamado «activo circulante»? Pues con mucha dificultad si no pueden disponer de crédito.

Y si las empresas no pueden hacer frente a la mecánica diaria del negocio el resultado más probable es el cierre y el aumento del paro. De ahí la insistencia por conseguir que bancos y cajas sean sensibles y hagan circular el dinero que les llega. El mismo presidente del BCE, Jean Claude Trichet, les amenazó ayer con no bajar más los tipos de interés si no se ponen a la tarea inmediatamente.

O sea, que esperamos que los 2.115 millones que adquirió el Gobierno en la primera subasta de compra de activos financieros, el 20 de noviembre pasasdo, empiecen a regar las cuentas de familias y empresas para engrasar la maquinaria económica y acelerar la salida de la crisis (o evitar que la que hay se haga más profunda). De todas formas, según los expertos, no parece que el resultado fuera demasiado positivo.

Por cierto, mañana se adjudicarán otros 7.885 millones (los 5.000 previstos más los 2.885 que sobraron en la primera subasta) que esperemos sirvan para algo más que maquillar las cuentas y que se traduzcan en una inyección de energía en la economía real.

¿Quién maneja el timón económico?

Un ex altísimo cargo del Gobierno se preguntaba recientemente quién maneja realmente la política económica de nuestro país. Razón no le falta, pues visto lo visto, parece que la Moncloa va por un lado -con su tozudez por estar en la sobrevaloradísima reunión del G20– y el ministerio de Economía del discreto Pedro Solbes por otro. El hecho es que no parece el mejor panorama para afrontar una recesión como la que tenemos a las puertas, tras confirmarse que el tercer trimestre del año la economía cayó un 0,2%.

Algunos hechos pueden aclararnos esas dudas. Y, como si de un cóctel se tratara, sólo hay que cogerlos y mezclarlos para tener el resultado final:

. las imágenes de los siete grandes banqueros del país departiendo con Zapatero en la Moncloa

. el aviso del primer banquero español, Emilio Botín, advirtiendo que mucho cuidado con pasarse con la regulación de los mercados

. la petición de su ‘segundo’, Alfredo Sáenz, de que el Gobierno debe mantener en secreto qué bancos y cajas reciben fondos del futuro plan de rescate del sistema financiero que prepara el Gobierno

. y la asunción por parte del Ejecutivo, con su secretario de Estado económico –David Vegara– al frente de que así se hará

Parece del todo inaceptable el secretismo y la opacidad que financieros y gobernantes reclaman justo en el momento en que las familias temen por sus ahorros y, más que nunca, lo que necesitan es información y transparencia. Eso por no hablar de que transferir fondos públicos al sistema bancario a escondidas es terreno abonado para la corrupción.

Ciertamente, el sistema bancario español ha sido alabado por la resistencia al contagio de los activos tóxicos derivados de las hipotecas basura estadounidenses, pero eso no le da carta blanca para hacer y deshacer.

El Banco de España, más que nunca, debe implicarse en la vigilancia de ese reparto del dinero que sale de nuestros impuestos y va a los bolsillos de los banqueros, no para su beneficio, sino para evitar un colapso financiero que ponga en peligro los ahorros de millones de familias.

Medallista rico, medallista pobre

En plena resaca olímpica, llega la hora del balance y de ver si la cosecha medallista de los nuestros en Pekín es o no aceptable. Pero, ¿tiene algo que ver la economía con los éxitos o los fracasos en los Juegos? Los datos parecen decir que no, aunque muestran algunos resultados sorprendentes.

Si comparamos la riqueza de cada país medida por su producto interior bruto (o sea, el PIB) con los metales conseguidos en la cita pequinesa vemos al país anfitrión liderando el medallero por delante de los Estados Unidos, intercambiando las posiciones que ocupan en la clasificación de las primeras economías mundiales. Quizá es un aviso de lo que nos espera en el futuro y en Wall Street harían bien en ir tomando buena nota de ello.

–>(Hacer clic sobre las tablas para ver la lista completa)

Les siguen países que están a la cabeza en ambas listas, aunque alternando diversas posiciones, como Japón, Alemania, Rusia, el Reino Unido o Italia. Y se cuelan dos potencias emergentes como la India y Brasil, con mejores resultados económicos que deportivos ya que ocupan la 4ª y 9ª plaza por su espectacular ritmo de crecimiento, pero India está en el puesto 50º del medallero (con 3) y Brasil en el 23º (con 15). O México, 12ª economía mundial y 36º país del medallero.

Más sorpresas: sucede a la inversa con países como Ucrania (33º por PIB y 11ª posición en el medallero), Jamaica (la economía nº 124 del mundo y 13ª en medallas, por delante de España), Kenia (74º y 15ª) y Etiopía (72º por PIB y 18ª en el medallero).

¿Y España? Pues, si tenemos en cuenta los dos parámetros, podemos decir que está más o menos donde le toca, aunque haya países como Australia y Corea del Sur -o la misma Jamaica del centelleante Usain Bolt– que le han tomado la delantera olímpica viniendo desde posiciones económicas inferiores.

Sr. Zapatero, se dice crisis: cri-sis

No entiendo el empecinamiento del presidente del Gobierno, el Sr. Zapatero, en no reconocer que estamos simple y llanamente en una crisis económica. Una crisis como tantas de las que ha habido en el pasado y como las que habrá (sí, lo siento) en el futuro. Ni más ni menos.

Me parece lamentable que nuestro máximo dirigente político se esfuerce en buscar mil y una expresiones más «políticamente correctas» -aunque económicamente incorrectas- para describir la situación actual.

Especialmente porque no le considero tan limitado como para no darse cuenta de las dificultades que estamos atravesando. Además, los datos económicos (inflación, paro, tipos de interés, hipotecas, ahorro, confianza de las familias,…) se encargan de recordárselo día tras día.

O sea, estamos ante una cuestión puramente semántica. Pero es que ni por esas. Si nos atenemos a una de las definiciones que nos ofrece la RAE de la palabra «crisis», la explicación no puede ser más adecuada al momento presente: «Situación dificultosa o complicada».

Señor Zapatero, sinceramente, ¿diría usted que estamos en una «situación dificultosa o complicada»? Sólo hay que leer los periódicos y ver y oír las noticias. Hoy, por ejemplo, en la prensa:

. La banca echa mano de las provisiones especiales por el parón

. El frenazo recorta 200.000 cotizantes de la Seguridad Social en un solo mes

. El paro sube en junio por primera vez desde 1993

. El petróleo alcanza un nuevo máximo en 144 dólares

. La banca refuerza sus equipos de riesgo con expertos en morosidad

¿Hay alguien que crea realmente que no estamos en una crisis? Sí, sí, cri-sis. Y lo peor de todo es que la negación de la realidad puede ser un freno para superar esta «situación dificultosa y complicada».