LOS APUNTES DE ECONOMÍA PRÁCTICA Y FAMILIAR de Joan F. Domene

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Al IPC le sale competencia

Al indice que utilizamos tradicionalmente para medir el nivel de precios en nuestro país, el IPC, le ha salido un modesto competidor aunque se presente a si mismo com el IPC real. Su puesta de largo en internet es reciente y ofrece datos aún más demoledores de los que nos deja la estadística oficial.

La declaración de intenciones de su(s) promotor(es) es clara:

Esta web nace con el propósito de ofrecer un Indice de Precios de Consumo alternativo, no oficial, tratando de recoger en él solo los productos que afectan de forma más inmediata al ciudadano, especialmente a las rentas mas bajas. Hemos realizado los cálculos basandonos en productos que son de consumo habitual y en la mayoría de casos básicos e indispensables (pan, leche, electricidad, combustible…) y descartando la mayoria de los que actualmente se usan para el cálculo oficial, entre ellos por ejemplo, el precio de las flores, operaciones de cirugia estética,o joyas, que entendemos no suponen un gasto ni cotidiano ni necesario.

Con lo que el ciudadano tendrá aún más motivos, si cabe, para dudar de la representatividad de ese Indice de Precios de Consumo que regularmente tantos dolores de cabeza provoca a nuestros gobernantes a pesar de no ser, supuestamente, totalmente representativo del gasto medio de una familia.

Un paso más, pues, hacia una mejor comprensión de cómo evolucionan los precios en nuestro país que, sorprendentemente, tiene un precedente cercano dentro de la propia administración, con los datos que el Ministerio de Industria, Turismo y Comercio nos ofrece mensualmente sobre la variación de los precios de una selección de alimentos (pdf).

La conclusión, se mire por donde se mire, es siempre la misma. Una cosa es la estadística oficial y otra muy diferente es la realidad que nos encontramos día a día al llenar la cesta de la compra.

El subidón de Año Nuevo

El 1 de enero se ha convertido ya por derecho propio en el Día Mundial del Subidón de Precios, al menos en nuestro país. Al ya tradicional encarecimiento automático de cambio de año que registran servicios básicos como el agua, la luz, el teléfono o el gas, los transportes públicos y algunos impuestos, hay que añadir en esta ocasión novedades como la penalización para los coches contaminantes en el impuesto de circulación o el dichoso cánon teoricamente antipiratería sobre móviles, MP3 y PDA. Y todo eso, por supuesto, nos pilla con la guardia baja, por la resaca de las uvas y las campanadas y el ambiente festivo postnavideño. O sea, que casi ni nos enteramos

Además, a lo que nos sube «por decreto» hay que añadir lo que se encarece por otras causas, como las hipotecas con un euribor disparado, o los alimentos, que siguen descontrolados.

Lo peor de todo es que esos incrementos de precios, los unos y los otros, estarán muy por encima de la inflación prevista por el Gobierno para 2008, que es del 2%. En la mayoría de casos los aumentos son como mínimo del doble.

A cambio nos ofrecen una discretísima mejora del salario mínimo, todavía de los más bajos de Europa, una subidita de pensiones y un pequeño retoque en el IRPF. Eso sí, cuando negociemos aumentos salariales en los convenios no debemos pasarnos de ese más que improbable 2%. En definitiva, muy poca cosa para tanto subidón como nos espera.

Solbes no va a la compra

A estas alturas resulta sorprendente escuchar al vicepresidente económico del Gobierno, Pedro Solbes, contrastado conocedor de la materia, diciendo que igual hay una «subida española» del precio de los alimentos «a la que habrá que prestar atención». Nos dice que sabía que algunas materias primas como el cereal estaban disparadas en los mercados mundiales, pero que desconocía que esa subida pudiera tener un efecto sobre los precios de los alimentos que cada día compramos en el súper. Por ello, añade, no se esperaba un índice de precios al consumo (IPC) tan malo en octubre. Si las previsiones se confirman, la inflación habrá crecido cerca de un punto (0,9 décimas) y pasará del 2,7% al 3,6%, el mayor incremento desde agosto de 2006.

Está claro que el señor Solbes no va a la compra, porque si lo hiciera se habría dado cuenta de por dónde iban las cosas. Pero lo más grave es que no debe leer los periódicos que, desde hace semanas, publican informaciones sobre los efectos de los movimientos especulativos sobre el precio del cereal que están encareciendo el pan, la pasta, la carne de vacuno, la leche, los yogures, los huevos… y cualquier producto que dependa de esta materia prima.

Como máximo responsable del servicio de vigilancia de la competencia y atenten contra el bolsillo de los ciudadanos, debería prestar más atención a estos asuntos. Lo del superávit de las cuentas públicas está muy bien y es para felicitarse, pero el déficit creciente de nuestras modestas y caseras cuentas privadas también es cosa suya.

Porque además de tener que pagar más de lo debido por productos de primera necesidad cuando llenamos la cesta de la compra, ese repunte de la inflación nos hace más pobres ya que nuestro dinero vale menos. Y al erario público no le irá mucho mejor: si en noviembre se mantiene esa tendencia alcista de los precios, el Gobierno tendrá que rascarse el bolsillo para compensar a los pensionistas por el desvío del IPC respecto del 2% previsto a primeros de año.

Todo por las nubes

Explicamos hoy en 20 minutos que el precio de los alimentos básicos ha aumentado en lo que llevamos de año cerca de un 11%, casi cuatro veces más que la infliación (2,7%), que es lo que, andando como deben las cosas, crecerán nuestros sueldos.

Pero por lo que veo no es lo único que sube. Acabo de leer lo siguiente en la web de la Cadena Ser.

La Bolsa española, el petróleo y el euro están alcanzando esta mañana los niveles más altos de su historia. El petróleo -el barril de Brent- ha llegado a alcanzar por primera vez los 90 dólares, pero ha cedido algo y está ahora por debajo de esa cota, en 89 dólares con 60 centavos. Un encarecimiento del crudo mitigado en buena medida en Europa por la subida en paralelo del euro, que ha rebasado hoy, por primera vez, la barrera del dólar con 44 centavos llegando a 1,4436. (…) El Ibex-35 ha superado también por primera vez los 15.700 puntos, está ahora en 15.718, en una sesión en la que constructoras, energéticas y bancos se anotan las mayores subidas..

No se puede decir que el hecho de que suba el precio del petróleo sea positivo, aunque precisamente el alza del euro frente al dólar lo compensa porque ayuda a abaratar nuestra factura energética, que se paga en la divisa norteamericana. Por lo que respecta a la bolsa, qué decir, unos cuántos se beneficiarán de esas subidas a la espera de las próximas bajadas, que les permitirán volver a comprar acciones a buen precio para poder venderlas con pingües beneficios en el momento que haya otra subidita.

Cirugía estética para el IPC

El Indice de Precios de Consumo (IPC) contará a partir de ahora las operaciones de cirugía estética, los productos dietéticos, los alimentos infantiles, la homeopatía y el fisioterapeuta. Se trata de actividades que cada vez pesan más en el gasto de las familias españolas y que el índice que mide la evolución de la inflación en nuestro país no recogía hasta ahora.

El Instituto Nacional de Estadística (INE), que elabora el IPC mensualmente recogiendo más de 200.000 precios, ha decidido excluir otros bienes y servicios que con el tiempo han quedado desfasados como el tejido para confección, la tela para tapizar o el servicio de reparación de algunos electrodomésticos.

En principio todo muy lógico y muy normal si no fuera porque cabe sospechar que no se da un paso de este calibre sin medir las consecuencias para algo tan delicado como el nivel de inflación del país, del que dependen por ejemplo los salarios o las pensiones de millones de personas. Y puestos a pensar mal, es de esperar que si se toma esta decisión es porque se sabe que el resultado va a ser mejor del que tenemos actualmente: España es uno de los países con los precios más elevados de Europa, un lastre para la competitividad de las empresas y una seria amenaza para el ahorro de las familias.

Quizá por eso otra de las reformas introducidas en esta operación de cirugía estética al IPC es la inclusión de 36 nuevos municipios, de los cuales 31 tienen menos de 50.000 habitantes. Así, a bote pronto, y quizá pecando de falta de rigor estadístico, es de suponer que en general los precios en estos municipios «pequeños» tenderán a ser más bajos que en ciudades medianas o grandes capitales.

Con estas operaciones quizá podamos recortar nuestro eterno diferencial de inflación con la media europea de una tacada sin necesidad de introducir las mejoras que nuestra economía reclama desde hace años para combatirlo. Es decir, saldremos más guapos en la foto, pero nuestros males por la falta de liberalización de algunos sectores y servicios seguirán siendo los mismos si no los atacamos de raíz.

Los pisos frenan, pero no paran

Cada nuevo dato confirma lo que algunos ya decíamos hace unos meses. El mercado de la vivienda en España está experimentando un «aterrizaje suave», como le gusta llamarlo a los economistas. O sea, que siguen subiendo los precios, pero a un ritmo inferior al que lo habían hecho hasta ahora. Más allá de las proclamas triunfalistas del Gobierno, que no se resiste a apuntarse el tanto de que en 2006 los precios hayan crecido «sólo» un 9% –o sea, tres veces más que la inflación y los salarios–, parece claro que el panorama del sector en nuestro país está cambiando.

Se venden menos pisos y se tarda más tiempo. La desaceleración de los precios, que crecieron en 2006 la mitad que tres años atrás (subieron un 18,5% en 2003), es sólo uno de los factores que explican el fenómeno. Las estadísticas del Ministerio de Vivienda constatan además que ya no se venden tantas casas –en el tercer trimestre de 2006, un 12% menos que el anterior– y que cada vez es más largo el tiempo que transcurre desde que un piso se pone a la venta y aparece un comprador. En la segunda mitad del año pasado prácticamente se duplicaron los plazos. Y en eso tuvo mucho que ver el encarecimiento progresivo del Euribor, el principal índice de referencia de las hipotecas. No olvidemos que por mucho que se modere la subida de los precios: a) son aún muy altos, b) aunque menos, siguen subiendo, y c) el aumento de los tipos de interés hace que los créditos hipotecarios sean cada vez más caros.

El parón del precio del suelo es otro de los factores que explican el optimismo con que el Ministerio del ramo afronta este 2007. Ciertamente, cabe destacar que también se haya moderado su crecimiento, aunque en las grandes ciudades sube más que en las pequeñas. Y que las operaciones de compraventa de terrenos hayan caído un 30%. Pero habrá que ver en qué medida ese frenazo viene dado por las incertezas abiertas por la nueva Ley del Suelo, que está en trámites parlamentarios, o por un enfriamiento d la actividad constructora en nuestro país. No olvidemos que en los últimos años se han edificado en España 800.000 viviendas al año, tantas como las que se construyen anualmente en Francia, Alemania y el Reino Unido juntos.

Los expertos matizan el optimismo gubernamental. Los que conocen el sector y no necesitan sacar partido político de las estadísticas nos dicen que nos preparemos para aumentos del precio de la vivienda de entre el 5% y el 8% en 2007. Y al final estará más cerca del 8% que del 5%. Los mismos expertos no pueden evitar esbozar una sonrisa cuando se les plantea la posibilidad que, siguiendo esa evolución, los precios de los pisos puedan bajar aquí como en Japón o en los Estados Unidos. Es una posibilidad que no contemplan ni en el más extremo de los escenarios para los próximos años. Y además, alertan de que sería un desastre para los que han invertido todo su patrimonio en la adquisición de una vivienda. Una caída del precio los haría automáticamente más pobres.

La deuda familiar aprieta, pero no ahoga. Paralelamente a esa desaceleración de la vivienda, se observa un menor crecimiento de la deuda de las familias, aunque bastante más moderado que en el caso de los pisos. El importe de los préstamos hipotecarios sigue subiendo a un ritmo del 20% anual, según el Banco de España, el menor aumento desde 2003. En 2004 creció un 24%.