LOS APUNTES DE ECONOMÍA PRÁCTICA Y FAMILIAR de Joan F. Domene

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Clase de economía elemental

La economía se ha convertido en el tema estrella de la campaña electoral por obra y gracia de las noticias negativas sobre el paro, la inflación, las hipotecas, la bolsa,… Pero también por las promesas de rebajas de impuestos o de cheques variados que día tras día nos ofrecen algunos candidatos como si de una subasta se tratara.

Pero, ¿sabemos qué es la economía? ¿Tenemos suficiente información y formación para discernir cuál de esas propuestas es la más conveniente? O simplemente, para entender lo que está pasando. Sinceramente, creo que, en general, no.

Por eso me he permitido la libertad de recoger aquí un vídeo que muestra de forma didáctica y sencilla cómo tener una ligera idea de todo aquello que afecta a la economía. Sí, ya sé que tiene un aire que recuerda a las historietas de Walt Disney, pero es lo más potable que he encontrado buceando en YouTube.

La economía -pues- es consumo, inversión pública, seguros, comercio, industria, ahorro, empleo, beneficios («el ‘afán de lucro’ es uno de los elementos fundamentales de la economía»),… O sea, casi todo, aunque a veces tengamos tendencia a desentendernos de ella porque se nos presenta como algo muy complejo o como algo que no va con nosotros.

¿Que pasará con los tipos en Europa?

La Reserva Federal acaba de anunciar una nueva rebaja de medio punto de los tipos de interés en Estados Unidos para dejarlos en el 3%. El martes pasado ya los bajó 0,75 puntos con lo que en ocho días han caído 1,25 puntos. Con estas dos medidas, el banco central estadounidense pretende estimular el crecimiento económico y alejar el fantasma de una recesión, con la esperanza de que la inflación se mantenga bajo control.

La pregunta que nos podemos hacer es: ¿Y en Europa qué? Pues, a pesar de que el máximo responsable del Banco Central Europeo (BCE) ha negado cualquier posibilidad de que acabe siguiendo los pasos de sus colegas de los EE UU, cada vez son más las voces que pronostican que también habrá caídas de tipos, desde el 4% actual, en los países de la zona euro, entre los que se encuentra España.

Hay un argumento de peso en contra, que ya ha apuntado el propio BCE, y no es otro que el elevado nivel de precios que hay en la eurozona: la inflación media está en el 3% (la española en el 4,2%) cuando el límite tolerable es el 2%.

Pero cada vez hay más argumentos a favor. Primero, la más que previsible desaceleración de la economía, por ahora menos profunda que en el caso norteamericano, reclamará medidas similares a las que estos días ha adoptado la Reserva Federal para estimular la actividad. Y segundo, el euro sigue estando en un nivel muy alto en relación al dólar y castiga las exportaciones de las empresas europeas frente a la de sus competidoras estadounidenses, que suman un dólar barato a unos tipos bajos.

Por lo tanto, no es extraño que el mercado apunte a que a finales de año veamos el precio del dinero en Europa en el 3,5%. Quizá con un recorte de 0,25 puntos antes o inmediatamente después del verano y otro antes de acabar el año. Porque cada vez son más los que creen que el BCE irá cambiando de actitud a medida que la realidad económica le obligue a ello.

La Bolsa cae, pero el euribor también

Efectivamente, la Bolsa exagera y amplifica el efecto tanto de las buenas como de las malas noticias. Hoy un nuevo ejemplo: el anuncio del presidente del Banco Central Europeo (BCE), Jean Claude Trichet, de que no tocará los tipos de interés ha vuelto a hundir las bolsas europeas. Igual que ayer subieron por la decisión de la Reserva Federal estadounidense de bajarlos, la perspectiva de que el BCE no seguirá los mismos pasos ha devuelto el pesimismo a los mercados bursátiles.

Pero mucho ojo. Aunque la atención de las informaciones económicas sigue fijada en el sube y baja bursátil, están pasando otras cosas que pueden ser muy favorables para la economía en general y para nuestros bolsillos en particular. Y la Bolsa cae, pero también esta bajando el euribor, el índice al que están referenciadas la mayoría de hipotecas.

Como se suele decir, no hay mal que por bien no venga. Y por mucho que Trichet y los suyos se emperren en mantener el precio del dinero en la eurozona en el 4% (en los EE UU se colocó ayer en el 3,5%), los mercados acabarán dictando su ley y el BCE deberá replantearse esa resistencia a tomar una decisión que, sin duda, aliviaría la situación financiera de muchas familias.

La Bolsa exagera

Si algo está claro después de estos dos días de altibajos bursátiles es que la Bolsa tiende a exagerarlo todo. Ni el lunes se hundía la economía, a pesar de que los índices de todo el mundo se pegaron unos soberanos batacazos; ni este martes se han aclarado las dudas sobre el futuro de la economía a pesar de que la mayoría -incluido nuestro Ibex 35- han cerrado con signo positivo.

Los expertos culpan del crac del lunes más al miedo a lo que puede pasar en Estados Unidos, que parece a las puertas de una recesión, que a razones estrictamente objetivas como el criticado plan de exenciones fiscales de Bush para reactivar su economía. De la misma forma, podemos atribuir a la esperanza -tras el fenomenal recorte de tipos de interés estadounidenses de 0,75 puntos– los buenos resultados de hoy. ¿Y mañana? Veremos.

Por lo pronto, los inversores de Wall Street parecían menos optimistas que sus colegas europeos y el índice de la Bolsa de Nueva York empezó la sesión cayendo de forma notable, aunque a media sesión empezó a enderezar el rumbo y parecía que, por una vez, la sangre no iba a llegar al río.

Y puestos a buscar el lado positivo de las cosas, no podemos perder de vista que tras el tremebundo traspiés bursátil del lunes hoy se han producido un par de noticias muy favorables como el descenso del euribor, que marcó hoy su nivel más bajo desde abril de 2006, o la caída del precio del barril de petróleo.

Peligro: Aumento de sueldo

Lo peor que le puede pasar a la economía en las actuales circunstancias de precios disparados, repunte del paro y caída de la confianza de los consumidores es que a alguien se le ocurra subir los salarios. Es la advertencia que acaba de hacer el presidente del Banco Central Europeo (BCE), el francés Jean Claude Trichet, para meternos el miedo (más?) en el cuerpo.

Ni se nos ocurra pedir un aumento de sueldo porque eso dispararía la ya preocupante inflación, que está en el 4,3% en España y en el 3,1% en el conjunto de los países de la zona euro. Ambas bastante lejos del 2% que el BCE considera como límite soportable. Por encima de ese nivel, avisa el guardián del euro, tan sólo podemos esperar nuevas subidas de tipos de interés. Lo que nos faltaba.

Las advertencias de Trichet siguen la línea de la teoría clásica de la supuesta espiral precios-salarios, defendida recientemente también por el gobernador del Banco de España, Miguel Angel Fernández Ordóñez. Si los precios se disparan, como ha sucedido y sigue sucediendo, y los sueldos no se mueven, cabe esperar que el consumo se frene, se venda menos y los precios acaben bajando y, por tanto, la inflación. Si sucede lo contrario, y se combinan precios altos y aumentos salariales, los costes de producción aumentan y se encarecen más los bienes y servicios. El resultado es una escalada inflacionista.

O sea, que encima de que se encarecen los alimentos, los combustibles, los transportes, las hipotecas, etc., no tenemos derecho a reclamar que nuestro jefe nos aumente el sueldo porque acabaríamos hundiendo la economía. Pues lo tenemos claro con las teoría clásicas.

Ahora bien, si nos fiamos del vicepresidente económico, Pedro Solbes, no debemos preocuparnos porque «sólo» estamos en una etapa de desaceleración y no en una crisis, lo que -asegura- nos irá de perlas para sanear nuestra economía. Y ni se nos ocurra decir lo contrario, no vaya a ser que alguien pueda considerarnos malos patriotas. Lo que hay que ver.

La banca gana y el resto pierde

Hay expectación por saber qué nos explicará mañana el vicepresidente económico del Gobierno, Pedro Solbes, durante su comparecencia en el Congreso para hablar de la situación económica. Después de escuchar anoche a Zapatero en la Cadena Ser, uno se imagina por dónde van a ir los tiros.

El presidente del Gobierno ha admitido que «es verdad que ha habido algunas incertidumbres económicas», pero ha trazado un balance positivo de la legislatura en materia económica: «Hemos crecido, hemos ahorrado y hemos repartido».

O sea, que previsiblemente nos dirá que la economía crece (aunque sea de forma poco sana), se crea empleo (no importa su con un alto nivel de precariedad y con salarios bajísimos) y las cuentas públicas están en superávit (pese a que otras cuentas, las de las familias, sean claramente deficitarias).

Estaba pensando en ello justo cuando ha caído en mis manos la portada de Expansión y he visto estas dos noticias justo una al lado de otra.

Y yo, inocente de mí, me pregunto: Si el ahorro está cayendo y estamos más endeudados que nunca, ¿de dónde sacan bancos y cajas de ahorro tanto beneficio? Analizando las cifras uno se da cuenta de que la mitad de esos 30.000 millones van a parar a los bolsillos del Santander (8.414) y el BBVA (6.119). Esta semana se abre la temporada de presentación de resultados bancarios con Banesto y empezaremos a conocer más detalles.

Pese a todo, 2008 no pinta muy bien para las entidades financieras, que han perdido parte de su valor en Bolsa por las incertidumbres ante el futuro: Ahora bien, los que lo tenemos crudo seguro somos el resto de ciudadanos que, según cálculos de Expansión a partir de los datos del INE, pagaremos 1.000 euros más al año por el imparable aumento de los precios. Eso, sin incluir la hipoteca, que es otro dolor de cabeza para muchos.

Esto tiene mala pinta

Vaya manera de empezar el año. Las noticias económicas de estos primeros días de 2008 no invitan para nada al optimismo. Los precios, el paro, la confianza de las familias, el petróleo,… todos y cada uno de esos indicadores -fundamentales para nuestros bolsillos- parecen confirmar los peores temores con que despedimos el 2007.

. Los precios. El avance del IPC de diciembre nos pinta una panorama del año incluso peor del que ya nos anunciaba el de noviembre. Según el dato conocido ayer, que será definitivo el 15 de enero, los precios habrían crecido en 2007 un 4,3%, el mayor incremento de la década. Casi nada.

Para rematar este capítulo, nos enteramos de que lo del 4,3% puede sonar a risa si nos fijamos en el importante encarecimiento de algunos productos básicos a lo largo del año: la leche, el pan, la harina de trigo, el aceite de girasol, los huevos y el pollo han subido un 20% -o sea, casi cinco veces más que la inflación- en 2007, según el Ministerio de Industria, Turismo y Comercio.

. El paro tampoco pinta nada bien porque, aunque el dato global de un aumento del 5,27% del número de desempleados a lo largo del pasado año puede decir poca cosa, lo cierto es que hay algunos detalles concretos referentes al mes de diciembre como para estar más que preocupados:

– La construcción se lleva la peor parte porque la aparentemente buena noticia del frenazo de los precios de la vivienda va acompañada de un parón en la actividad del sector y una caida del empleo.

– Aunque en el conjunto de 2007 la contratación crece un inapreciable 0,5%, en el mes diciembre ha caído un 9% en relación al año anterior. Y seguramente sin las contrataciones navideñas extra de por medio hubiera sido bastante peor.

. El petróleo, por primera vez en la historia, superó este miércoles los 100 dólares por barril en EE UU y acumuló una subida del 58% (!) a lo largo de 2007. Frente a tan contundentes datos hay poco que comentar.

. ¿Y cómo está la confianza de las familias ante tal panorama? Pues mal. Los informes del Banco de España y del ICO confirman que los españoles cada vez lo vemos más negro, por mucho que algunos mensajes gubernamentales intenten maquillar una realidad que, cada día que pasa, se presenta más cruda.

Pintalabios rojos contra la crisis de 2008

«Los economistas» -me decía un venerable profesor- «son los mejores predictores del pasado». Con este precedente, me guardaré muy mucho de realizar cualquier previsión sobre la evolución de la economía para el año que viene. Aunque ya os avanzo que, a juzgar por la opinión mayoritaria de los expertos, la cosa no pinta nada bien.

El motor de la economía mudial (Estados Unidos) está francamente averiado tras la crisis de las hipotecas basura, el bajonazo del precio de la vivienda y algunos otros desmanes. Pero además, para el nuevo año, a esa situación francamente mala se le añaden las incertidumbres que generan las elecciones presidenciales de noviembre de 2008.

El carburador (China) empieza a mostrar síntomas de debilidad: los precios se disparan, la mano de obra barata empieza a escasear y el crecimiento tiende a estabilizarse. Y no parece que unos simples Juegos Olímpicos, los del próximo verano en Pekín, vayan a afectar ni para bien ni para mal al gigante asiático.

Si le añadimos a tan poco halagüeño panorama el más que probable frenazo económico europeo, los precios del petróleo aún muy altos y el euribor y otros tipos de interés que se mantendán cerca de sus máximos históricos (con lo que las ventas de viviendas seguirán cayendo pese al frenazo de sus precios), la cosa pinta realmente mal.

Concretar mucho más sería, además de una temeridad, el primer paso hacia el fiasco. Por muchos índices económicos que se barajen, con sus múltiples cálculos, variables y derivadas anexos; o por muy reputado que sea el gurú de turno encargado de anunciarnos la que nos espera, la probabilidad de acertar es más bien baja.

Visto lo visto me quedo con el indicador que este domingo proponía el profesor José Luis Nueno en el suplemento económico de La Vanguardia. Se trata del lipstick index (o índice del pintalabios) que, al parecer, se atribuye al Leonard Lauder, presidente de una multinacional cosmética.

Según este novedoso índice, las ventas de barras de labios -especialmente las de color rojo- se disparan en tiempos de crisis porque, según la teoria, las consumidoras combaten al mal tiempo comprando cosméticos y especialmente pintalabios (baratos, supongo).

Si los pronósticos son acertados y el indicador funciona de verdad, ya podemos prepararnos. Nos cuenta el profesor Nueno que una fabricante de ingredientes para pintalabios le ha comentado que ¡ya ha recibido para 2008 un 28% más de pedidos que en 2007!…

Supersolbes al rescate

José Luis Rodríguez Zapatero ya tiene a su fichaje estrella para las elecciones de 2008: Pedro Solbes. Contra todo pronóstico, el actual vicepresidente económico ha aceptado ser el número 2 del PSOE por Madrid y continuar en su puesto en el caso de que los socialistas obtengar una mayoría que les permita gobernar.

Una jugada maestra que va a limitar considerablemente el margen de maniobra del PP, que había convertido ya a la economía en su estandarte electoral, quizá suponiendo que la más que previsible ausencia de Solbes de las listas generaba una sombra de incertidumbre de la que podía sacar algún un rédito electoral.

La escenificación del sorprendente compromiso de Solbes no podía estar más calculada: Zapatero le invita a seguir en su mítin dominical -«Pedro Solbes nació para esto y es claro que todos queremos que siga en esto»- y al día siguiente él acepta muy gustosamente. Tema zanjado. Si el superministro económico ha puesto o no condiciones para seguir puede ser motivo de debate. Pero parecería increíble que no lo hubiera hecho.

Por lo pronto sabemos que quiere que se reduzca el papel de la Oficina Económica del Gobierno, que asesora directamente a Zapatero, para evitar las sorpresas desagradables que se llevó en el pasado cuando Miguel Sebastián estaba al frente.

Quién no recuerda las incómodas explicaciones que Solbes tuvo que dar en el Congreso por la supuesta operación lanzada por la mencionada oficina para desalojar a Fernando González de la presidencia del BBVA. O las sonadas discrepancias con más de un ministro sobre cómo financiar algunas de las iniciativas gubernamentales.

Si Solbes ha acabado aceptando el reto de ZP, alguna garantía tendrá de que todo eso no se va a volver a repetir.

Solbes no va a la compra

A estas alturas resulta sorprendente escuchar al vicepresidente económico del Gobierno, Pedro Solbes, contrastado conocedor de la materia, diciendo que igual hay una «subida española» del precio de los alimentos «a la que habrá que prestar atención». Nos dice que sabía que algunas materias primas como el cereal estaban disparadas en los mercados mundiales, pero que desconocía que esa subida pudiera tener un efecto sobre los precios de los alimentos que cada día compramos en el súper. Por ello, añade, no se esperaba un índice de precios al consumo (IPC) tan malo en octubre. Si las previsiones se confirman, la inflación habrá crecido cerca de un punto (0,9 décimas) y pasará del 2,7% al 3,6%, el mayor incremento desde agosto de 2006.

Está claro que el señor Solbes no va a la compra, porque si lo hiciera se habría dado cuenta de por dónde iban las cosas. Pero lo más grave es que no debe leer los periódicos que, desde hace semanas, publican informaciones sobre los efectos de los movimientos especulativos sobre el precio del cereal que están encareciendo el pan, la pasta, la carne de vacuno, la leche, los yogures, los huevos… y cualquier producto que dependa de esta materia prima.

Como máximo responsable del servicio de vigilancia de la competencia y atenten contra el bolsillo de los ciudadanos, debería prestar más atención a estos asuntos. Lo del superávit de las cuentas públicas está muy bien y es para felicitarse, pero el déficit creciente de nuestras modestas y caseras cuentas privadas también es cosa suya.

Porque además de tener que pagar más de lo debido por productos de primera necesidad cuando llenamos la cesta de la compra, ese repunte de la inflación nos hace más pobres ya que nuestro dinero vale menos. Y al erario público no le irá mucho mejor: si en noviembre se mantiene esa tendencia alcista de los precios, el Gobierno tendrá que rascarse el bolsillo para compensar a los pensionistas por el desvío del IPC respecto del 2% previsto a primeros de año.