Archivo de enero, 2017

La factura de la luz: asignatura pendiente

Por Raquel Duque – Abogada de Aletra

recibo eléctrico

La electricidad forma parte del día a día de todos y cada uno de nosotros, es un elemento imprescindible en nuestra vida cotidiana. Pero a pesar de que tenemos que pagar (y mucho) por ella, a la mayoría de nosotros eso de entender la factura nos parece un estudio inasumible.

Bien es verdad que hace años la factura de la luz no era más que una división de columnas numéricas y apenas se describían los conceptos objeto de facturación. ¡Qué ilegibles eran aquellas barras con filas de números de fondo amarillo! La cosa ha cambiado, desde hace un par de años, las facturas de la luz se están transformando y son mucho más fáciles de entender que antes. Lo que pasa es que todavía tenemos el resquemor de aquella ilegibilidad y comprender la factura es una asignatura pendiente para la mayor parte de los consumidores.

Pero amigos, ¡va siendo hora de presentarnos al examen! No podemos continuar evadiendo entender un gasto del que depende, como decía, nuestro día a día: poner la lavadora, pasar la aspiradora o cocinar puede ser mucho más caro si no entendemos cómo funciona la facturación de la electricidad y las opciones que tenemos.

Es cierto que por uno mismo, de entrada, es algo complicado, pero si me permitís, os voy a dar unas pistas que serán una buena base para que continuéis investigando:

La diferencia entre el mercado libre y el mercado regulado

El mercado de la electricidad está “semi-intervenido” y existe un mercado regulado donde el Gobierno controla los precios ofreciendo tarifas protegidas para los consumidores (bono social o tarifa de último recurso) y otro libre donde los precios los deciden las empresas.

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Si la energía cambia todo cambia, ¿incluso el proceso de globalización?

Por Domingo Jiménez Beltrán – Presidente de la Fundación Renovables

energía eléctrica

La primera revolución industrial se hizo con el carbón, la segunda con el petróleo y la tercera se hará, sin duda, abandonando ambos como base para combustibles y carburantes y dando entrada a nuevas energías, las procedentes de fuentes renovables, y se podrá incluso revertir muchos de los escenarios territoriales y globales que se propiciaron con estos materiales combustibles.

El carbón y el petróleo, como materias de alto poder energético y fácilmente transportables y almacenables, han permitido durante décadas (aunque con diferencias entre el mundo desarrollado o en vías de desarrollo) la deslocalización tanto de los sectores productivos como de los propios procesos urbanos, que además venían facilitados por la deslocalización de grandes estructuras de generación eléctrica basadas en los combustibles fósiles y las grandes redes de transporte de ésta.

A esta simplificación tecnológica de los procesos de planificación económica y territorial se ha unido la posibilidad de forzar las economías de escala en ambos procesos, que ha permitido el desarrollo de grandes polos industriales, en muchos casos especializados (industria química, metalurgia, automovilística…), y, por supuesto, grandes urbes. Todos con un factor o constante común, ser grandes consumidores de la energía que llegaba en forma de carbón, petróleo, gas o electricidad.

Este proceso extendido a nivel mundial, la llamada globalización, ha tenido como resultado una deslocalización y especialización de las estructuras productivas no solo industriales, de trasformación o de servicios, sino incluso agrarias, junto con un proceso de incremento y concentración de la población urbana que ya supera el 50% a nivel global y el 70% a nivel europeo y en ciudades cada vez más grandes.

Esta globalización simplificada o simplista y basada en el acceso deslocalizado a la energía, que podría considerarse como una optimización tanto de los sistemas productivos como de los asentamientos urbanos propiciados por la economía de escala, la especialización y el acceso a servicios ha tenido resultados no deseables.

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¿Qué apps producen más contaminación?

Por José Luis García – Área de Energía y Cambio Climático de Greenpeace

Aplicaciones

Cuando nos conectamos a internet, es todo tan fácil y rápido que no sabemos lo que hay detrás. Cuando subimos, bajamos y compartimos archivos en “la nube”, ¿dónde van? ¿cómo afecta al planeta en que vivimos?

Como explica este sencillo vídeo, en realidad “la nube” está compuesta por cajas, miles de cajas, o mejor dicho, discos duros, miles de discos duros, donde se guardan los archivos digitales, esas fotos, videos, gifs, memes, apps, mensajes, etc., que compartimos. Esos discos duros están en edificios que conforman centros de datos. Y cada vez hay más, puesto que cada vez hay más tráfico en internet. Al fin y al cabo, eso es internet, tráfico de datos. En 2015 generamos 4.423 trillones de bytes de contenido digital, que si fueran música equivaldrían a 526 billones de canciones, que si se reprodujeran una tras otra sonarían durante más de cuatro mil millones de años (casi la edad de la Tierra).

Pero no todos los servicios demandan lo mismo. Son los vídeos los que más datos demandan: el 63% de todos los datos de internet en 2015. Y como cada vez se hacen y se mueven más, para 2020 serán el 80%. Es lógico, pues un vídeo es una sucesión de miles de fotos.

Para mantener todos esos centros de datos, se necesita mucha, mucha energía, en forma de electricidad. ¿Cuánta? No voy a marear con más cifras, así que quedémonos con que si internet fuera un país, sería el sexto del mundo en consumo energético.

Lo que determina el impacto ambiental de internet es, fundamentalmente, dónde se ubican los centros de datos y qué electricidad consumen. Si se ubican en un país o estado donde la electricidad se genera sobre todo quemando carbón, el impacto ambiental en forma de CO2 es descomunal. Pero si para funcionar contratan un suministro de energía renovable, todo ese CO2 se puede evitar.

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El Gobierno no quiere que baje la luz

Por Jorge Morales  – Director General de Geoatlanter

Factura de la luz Por increíble que parezca, lo ha puesto por escrito. El impacto presupuestario de una menor recaudación tributaria —mayoritariamente relativa al IVA— es razón suficiente para que el Gobierno haya vetado un proyecto de ley impulsado por el Congreso de los Diputados.

El fondo, cómo no, es del famoso autoconsumo. Ese “atentado” que algunos “desalmados” pretenden perpetrar contra el sistema eléctrico español poniéndose unos paneles en el tejado para ahorrar unos euros en su factura de la luz a la vez que —qué cosas— contribuyen a ser más sostenibles con su deteriorado entorno. Luego nos quejaremos de que nos prohíban circular en coche por las ciudades…

Lo más grave es que en este caso, por mucha obsesión que tenga el Gobierno con el autoconsumo, el contexto es irrelevante. El argumento no es, como en otras ocasiones, que al dejar de pagar una parte de su factura los “desalmados” impongan al resto mayores cargos (lo de que las eléctricas ingresen menos por vender menos no se contempla). Es que la rebaja en la factura implica una menor recaudación de impuestos. Principalmente el omnipresente IVA y el impuesto especial de electricidad.

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El bono social debería ser historia

Por Hugo Morán – Exdiputado

velas

Es muy probable que con ocasión de estas fiestas recién concluidas haya recibido usted alguno de esos regalos que podemos definir como tecnológicos, y que sirven tanto para arreglarnos algo la vida como para complicárnosla aún más. Y es también posible que ya dispusiese antes de algún aparato similar con algún año de existencia -aunque fuesen sólo tres o cuatro ya serían suficientes como para considerarlo de otra generación. Lo de la obsolescencia programada es un tema de enjundia, así que voy a centrarme exclusivamente en esos cuadernos de instrucciones cuasi-enciclopédicos (ahora ya es el propio dispositivo el que te va guiando) que ocupan, preocupan y desesperan al ilusionado agraciado con el detalle de Reyes.

Lo primero que podrá comprobar al enfrentarse al nuevo “gadget”  es que por muy experto usuario que fuese de su aparato anterior, su experiencia no le servirá prácticamente de nada, y que aquella guía de uso que hubo de memorizar para poder ajustar todas sus funciones no es sino un estorbo a la hora de enfrentarse a la nueva realidad que tiene en sus manos. Así que antes de pulsar el primer botón, tire el viejo manual de instrucciones al cubo del reciclaje.

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Una política energética a merced de las lluvias

Por Laura Martín Murillo – Directora de la Fundación Renovables

Lluvia sobre la tierra

Ahora que se ha cerrado el año, es un buen momento para analizar la generación eléctrica de 2016, con el informe de avance de Red Eléctrica y hacer una reflexión sobre alguno de sus datos.

El primero es que las energías renovables han aumentado su contribución al mix nacional, elevando su cuota al 41,1% frente al 36,9% del año anterior. Estos cuatro puntos de diferencia, desde luego buenas noticias, han sido causados principalmente por el incremento de la hidráulica, que aumentó un 25,1% su producción de electricidad respecto a 2015. El aumento de la eólica, un 1,7%, también contribuyó a generar un mix un poco más limpio, pero la ventaja fundamental vino de las precipitaciones.

En 2016 llovió más en España que en el año anterior y un 16% por encima de la media histórica lo que se tradujo en importantes beneficios para la sociedad y la economía española: la agricultura, los ecosistemas y también la producción energética se vieron favorecidos.

Gracias a la lluvia terminamos el 2016 con un mix más limpio. Por sus efectos también se usó menos carbón y así abandonamos la bochornosa posición de ser el país que más había aumentado el uso de carbón para electricidad en 2015. En 2016, de hecho, se redujo su consumo en casi un 30%, aunque la subida de los precios de este combustible en relación con la del petróleo también influyó en el resultado.

Sin embargo, como los resultados no han venido marcados por medidas de transición energética, en 2017 seguimos estando a merced de los elementos meteorológicos. No se instaló potencia renovable nueva, no se cerraron o se aprobaron planes de cierre para las centrales más contaminantes. Si llueve, seremos más renovables, si no llueve, lo seremos menos.

En el informe de avance de Red Eléctrica también se menciona que las temperaturas suaves contribuyeron a contener la demanda energía. Como sufrimos en menor medida periodos extremos de frío y calor, la demanda creciente no aumentó más allá de un 0,8% en el año pasado.

Con la poca importancia que se le ha dado dentro de las políticas energéticas del actual Gobierno a la mejor gestión de la demanda y a la eficiencia, en los próximos años nos podríamos ver sometidos a las mismas incertidumbres: si las temperaturas son extremas, la demanda se disparará, si tenemos la suerte de tener climas más benignos, reduciremos el consumo de electricidad.

Resulta muy decepcionante que, en pleno Siglo XXI, tengamos que enfrentarnos a una realidad como esta. Los resultados energéticos de España los marcan los agentes meteorológicos y no las políticas energéticas. Sería un error culpar de este hecho a las energías renovables, que efectivamente dependen de las condiciones climatológicas, pero que pueden combinarse para sacar más partido a los diferentes elementos.  Un año menos lluvioso tendremos menos hidráulica, pero si hacemos lo que corresponde, tendremos más solar.

Pero es que, además, el clima en España está cambiando y está destinado a cambiar mucho más en los próximos años. Seguir por este camino es muy peligroso. Nuestra temperatura media podría aumentar hasta 5 grados para 2050 y se espera que las precipitaciones se sigan reduciendo de manera creciente en toda la Europa mediterránea. De aquí en adelante lo que podemos esperar son menos lluvias y temperaturas más extremas.

Parece que ha llegado el momento de aprobar una ley adecuada de cambio climático y transición energética, dejar de bailar la danza de la lluvia y evitarnos un bochorno internacional.

La verdadera historia sobre los Reyes de Oriente

Por Juan Castro – Gil – Abogado y Secretario de Anpier

Cuenta la historia que tres Reyes Magos, venidos de lugares muy lejanos y siguiendo una estrella luminosa, hicieron miles de kilómetros para agasajar al hijo de Dios que había venido para morar entre nosotros.

La historia no está mal, pero yo tengo un amigo en el Heraldo de Judea que me ha contado otra versión un tanto diferente.

Al parecer, sí hubo bastante consenso entre todo el pastoreo de la zona, en que el bueno del muchacho tenía visos de divinidad pues, por un lado, disponía de claras dotes para que la muchedumbre se acercase a su alrededor y, por otro, había conseguido, milagrosamente, que la estrella más rutilante del firmamento se instalase justamente encima del pesebre en el que se habían tenido que refugiar sus padres.

Tanto fervor causó el advenimiento del muchacho, que una multitud de pastores fueron inmediatamente a junto del Rey Herodes a exigirle que preparase una ley para impedir que el pequeñín se muriese de frío en aquel portal. Los tres comerciantes que vendían, a precio de oro, la madera para calentar a los judíos, les habían cortado el suministro por falta de denarios para poder pagarlo.

Temeroso del pueblo, hizo llamar a los tres grandes mercaderes que monopolizaban el sector, para que le diesen su fundada opinión sobre aquel acontecimiento. No tardaron mucho, pues ya venían con sus camellos llenos de regalos para agasajar a Herodes, ante la muy cercana subasta para la concesión de nuevas instalaciones de generación, creada ex proceso para ellos.

Como si fueren auténticos reyes vestidos con ricos ropajes y lustrosas coronas, se pasearon por delante del portal subidos a lomos de sus camellos y con una increíble corte de pajes que los asistían. Cuál fue su sorpresa que pasaron completamente desapercibidos. Entre la sonrisa del bebé y el calorcito que daba la brillantísima estrella que adornaba el portal, la muchedumbre harapienta no les hizo ni caso. Ni siquiera reparó en ellos un pequeño pastor con sombrero rojo que hacía de cuerpo detrás de un matorral.

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Los balances de las multinacionales petroleras se derrumban

Por Manuel Peinado Lorca – Catedrático de la Universidad de Alcalá

planta

Las multinacionales petroleras más grandes del mundo están en serios problemas porque sus balances económicos acusan los mayores costes de producción, la caída de los beneficios y el aumento vertiginoso de la deuda financiera acumulada tras años de pérdidas. Castigados por la cada vez más baja Tasa de Retorno Energético (EROI), los días de gloria de los gigantes petrolíferos altamente rentables han llegado a su fin. Todo lo que queda ahora es una sombra de la que una vez fuera una poderosa industria que, como comenté en un artículo anterior, se verá obligada a continuar canibalizándose para extraer la última gota de petróleo.

Desgraciadamente, los analistas energéticos, todos ellos economistas sin nociones de los principios elementales de la Termodinámica, no tienen ni idea del desastre financiero que está teniendo lugar en la industria petrolera mundial por el desplome de la EROI y continúan elucubrando con análisis economicistas y apuntes contables que, como prueba palpable de que el papel lo aguanta todo, ilusionan a los inversores y a un público que no está preparado para lo que viene. Para proporcionar una visión más realista de una industria en desintegración, veamos los datos de siete de las compañías petroleras más grandes del mundo.

Para evitar que el mundo cayera en un colapso total durante la crisis financiera de 2008, la Reserva Federal y los bancos centrales de todo el mundo, con el BCE a la cabeza, imprimieron más papel moneda que en toda la historia. Como efecto colateral de la impresión masiva de dinero (y de la compra de activos) por parte de los bancos centrales, el precio del petróleo alcanzó un récord de más de 100 dólares por barril (U$/b) durante más de tres años. Mientras que las grandes compañías petroleras presentaban resultados con elevadas ganancias debido al alto precio del crudo, invertían una gran cantidad de capital para producirlo.

Como puede verse en la Figura 1, la suma total de la deuda a largo plazo del grupo de las siete multinacionales petroleras más grandes del mundo aumentó de 227.000 millones en 2012 a 272.000 millones en 2013. Toda una paradoja: la deuda aumentó en 45.000 millones, casi la misma cantidad que los pagos totales por dividendos (44.000). No perdamos de vista los 17.000 millones de flujo negativo de caja ese mismo año, pero la diferencia entre dividendos y deuda refleja que las siete principales multinacionales petroleras pidieron dinero prestado en 2013, cuando el petróleo estaba a 109 U$/b, para mantener felices a sus inversores.

Desde la crisis mundial de 2008, las siete principales compañías petroleras han visto cómo su deuda total combinada se cuadriplicaba, pasando de 96.000 millones a los 379.000 millones de deuda actual. Parecería lógico pensar que, habiendo disfrutado durante más de tres años de un precio del petróleo a más de cien dólares el barril, estos gigantes energéticos habrían reducido su deuda o, al menos, la habrían contenido. Desgraciadamente para ellas, el coste de reemplazar reservas, producir petróleo y repartir “ganancias” con los accionistas superó los ingresos de un petróleo caro.

Figura 1. Cifras en miles de millones de dólares americanos ($). (SRSrocco Report).

Ahí radica el problema. Una de las desventajas de cargar con una deuda es la cantidad creciente de intereses que la compañía tiene que pagar para sufragarla. Si miramos la Figura 1, la brasileña Petrobras marcha a la cabeza del grupo deudor: la carga financiera de Petrobras casi se quintuplicó al pasar desde 21.000 millones en 2008 a 109.000 millones en 2016. Acumulando deuda, también tuvo que pagar más para amortizarla. En esos ocho años, los pagos por intereses crediticios de Petrobras aumentaron desde 793 millones en 2008 a 6.000 millones en 2016. Para sus accionistas está siendo un desastre: el incremento de los intereses de la deuda impidió que la compañía pagara dividendos en los últimos dos años. En cambio, en el trienio 2009-2011, mientras que el mundo se apretaba el cinturón, Petrobras pagó dividendos por valor de 19.500 millones de dólares.

Petrobras, como el resto de sus colegas, es un ejemplo perfecto de cómo la caída de la EROI castiga a una petrolera desde sus entrañas hacia afuera. La penosa situación de la petrolera carioca es la siguiente: si usted es accionista, no cobra dividendos, y si invirtió fondos (en bonos de la compañía, o en fondos que tuvieran inversiones en ella) para recibir intereses más altos, despídase porque nunca obtendrá su inversión inicial. Así las cosas, inversores y accionistas se quedarán con dos palmos de narices. Este es lo que sucede durante la etapa final del anunciado colapso de la industria petrolera. Y eso explica que los grandes inversores como el fondo soberano de Noruega o la Fundación Rockefeller, cuyos patronos lograron su vasta fortuna con el petróleo, hayan retirado sus inversiones en la industria de los combustibles fósiles.

Figura 2. Cifras en miles de millones de dólares americanos ($). (RSRrocco Report).

Otra consecuencia negativa de la caída de la EROI en los balances financieros de las compañías petroleras es la disminución de las ganancias, ya que el coste de producir petróleo aumenta más lo que el mercado puede pagar por el crudo. Para poder entender la mala situación financiera de las multinacionales petroleras, hace falta mirar hacia atrás y comparar la rentabilidad de la industria con el precio del petróleo. Para encontrar un año en el que el precio del petróleo era similar al de 2016, tenemos que regresar a 2004, cuando el precio medio del crudo era de 38,26 U$/b frente a los 43,67 del año pasado (Figura 2). Sí, el precio del petróleo era más bajo en 2004 que en 2016, pero las compañías petroleras no se quejaban porque ese año el ingreso neto combinado de las siete petroleras fue de 99.200 millones. Todas ellas obtuvieron pingües beneficios en 2004 con un precio del petróleo de 38,26 U$/b. Sin embargo, el año pasado, las ganancias netas del grupo se desplomaron un 90% (10.500 millones), incluso cuando el precio del petróleo había aumentado en más de cinco dólares el barril. Solo cuatro obtuvieron ganancias en 2016, mientras que tres perdieron dinero (Tabla 1).

Tabla 1. Ingresos netos de las siete petroleras más grandes del mundo. (SRSrocco Report).

Además, la situación financiera está mucho peor debido a que el apunte contable «ingresos netos» no tiene en cuenta los gastos de capital o los pagos de dividendos de las empresas. En cualquier caso, está claro que la rentabilidad de las principales compañías petroleras se ha esfumado incluso con precios del petróleo más elevados.

Otro indicador que proporciona una muestra aún más inquietante del descenso de la EROI es el desplome del «Retorno del Capital Empleado» (ROCE por sus siglas en inglés), una ratio de contabilidad usada en finanzas, valoración y contabilidad. Es una medida útil para comparar la rentabilidad relativa de las empresas después de tener en cuenta la cantidad de capital usado. El ROCE es el cociente entre los beneficios antes de intereses e impuestos y el capital invertido. En 2004, las siete compañías anunciaron un ROCE de entre el 20 y el 40%. En la década siguiente el indicador se desplomó drásticamente y ahora se registran los dígitos más bajos (Figura 3).

Figura 3. Retorno del Capital Empleado. (SRSrocco Report).

En la Figura 3 se puede ver que BP tuvo el ROCE más bajo (19,68%) del grupo, mientras que Statoil tuvo el más alto (46,20%). Si promediamos las cifras más altas y más bajas, el promedio para el grupo fue del 29%. Ahora, compare ese porcentaje con el promedio de 2,4% en 2016, y eso sin incluir los rendimientos negativos de BP (-0,64%) y Chevron (-0,84%), respectivamente. Aunque no hayan sido negativos, obsérvese el desplome del ROCE de Statoil que ha experimentado una caída experimente un descenso desde el 46,2% en 2004 a menos del 1% en 2016, todo un síntoma de que algo huele muy mal en esa compañía. Debemos recordar que el alto Roce obtenido en 2004 por las compañías se sostuvo en un precio de petróleo de 38 U$/b, mientras que los ROCE de un solo dígito de 2016 se derivaron de un precio más alto (43 U$/b). Estas son malas noticias porque el mercado no puede permitirse un alto precio del petróleo a menos que la Reserva Federal y los bancos centrales vuelvan a darle a la manivela del dinero con programas de estímulo QE (Quantitative Easing).

Veamos ahora la Figura 4, que muestra como la caída de la EROI está destruyendo a las principales compañías petroleras del mundo. El gráfico presenta los flujos de caja, es decir, los flujos de entradas y salidas de caja o efectivo en un período dado y, por lo tanto, es un indicador importante de la liquidez de una empresa. En 2004, las siete compañías petroleras disfrutaron de un flujo de efectivo neto combinado menos dividendos de +34.000 millones; en 2016 el flujo era negativo: -39.100 millones. Eso quiere decir que, en 2004, después de que estas petroleras pagaran sus gastos de capital y abonaran los dividendos a sus accionistas, les quedaban 34.000 millones netos. Sin embargo, en 2016 las mismas compañías tenían un agujero de 39.100 millones después de pagar gastos de capital y dividendos. Por lo tanto, muchas de ellas tuvieron que pedir prestado para pagar dividendos.

Tabla 2. Flujo de caja de las siete petroleras más grandes del mundo. (SRSrocco Report).

En la Tabla 2 se puede ver cómo las siete principales compañías petroleras mundiales obtuvieron en 2004 más efectivo de las operaciones (139.600 millones) en comparación con 2016 (118.500 millones). Ese extra de 21.000 millones en efectivo operativo se obtuvo en 2004 en comparación con 2016 aunque el precio del petróleo era más bajo. Sin embargo, lo que realmente ha perjudicado el flujo de caja libre del grupo de petroleras es el mucho mayor gasto de capital (117.500 millones) en 2016 en comparación con los 67.700 millones en 2004.

Por tanto, el menor efectivo operacional y los mayores gastos de capital han tenido un gran impacto en los balances de estas compañías petroleras. Esa es precisamente la razón por la que la deuda a largo plazo se dispara, especialmente en los últimos tres años, cuando el precio del petróleo cayó por debajo de los cien dólares en 2014. Para seguir contentando a sus accionistas, muchas de las compañías están pidiendo dinero prestado para pagar dividendos. Lamentablemente, endeudarse para pagar a los accionistas no es un modelo de negocio prudente a largo plazo.

Figura 4. Flujo de caja menos dividendos para el total de las siete petroleras más grandes del mundo. (SRSrocco Report).

Las principales compañías petroleras del mundo seguirán operando con un precio del petróleo en torno a los cincuenta dólares. Aunque algunos analistas pronostican que está próxima una subida de los precios del crudo, la bonanza no durará mucho. Sí, es cierto que los precios del petróleo podrían subir más durante algún tiempo, pero la tendencia será menor a medida que las economías mundiales empiecen a contraerse. Conforme los precios del petróleo bajen a cuarenta dólares o menos, las compañías petroleras comenzarán a recortar los gastos de capital aún más. Por lo tanto, el ciclo de precios más bajos y el desmoronamiento continuo de la industria petrolera mundial se acelerarán.

Hay una alternativa que podría proporcionar a estas compañías petroleras un colchón: que la Reserva Federal y el Banco Central Europeo pongan de nuevo en marcha la imprenta monetaria a una escala aún más grande, pero eso traería como resultado una inflación severa y posiblemente una hiperinflación. Pero esa no sería una solución a largo plazo del mal, sino simplemente otro parche de una serie de parches que solo están retrasando lo inevitable.

La inminente quiebra de la una vez todopoderosa industria petrolera será la sentencia de muerte de la economía mundial. Sin petróleo, la economía mundial se detiene. Por supuesto, esto no ocurrirá de la noche a la mañana. Tomará tiempo. Sin embargo, la evidencia muestra que ya se ha producido una herida considerable en una industria que ha proporcionado al mundo el petróleo que tanto necesita desde hace más de un siglo.