Hay un libro fantástico, escrito por Marcos Ordóñez (que a lo mejor os suena porque escribe sobre teatro en el Babelia de El País), que se titula «Comedia con fantasmas«, donde yo descubrí a Ernesto Pombal; un director teatral español que en los años 20 representaba Shakespeare por los pueblos,
Hay que hacer Shakesperare como si hubieras bebido muchísimo vino. Tienes la cabeza encendida y el cuerpo flotante, dices cosas que jamás dirías estando sobrio. Y, además, te estás meando.
Que puso en pie espectáculos teatrales con toda clase de efectos especiales, mecanismos con los últimos adelantos técnicos del momento, que dejaban al público y a la crítica boquiabiertos. Que a su llegada a Madrid, en 1929, decidió poner en pie «Las aventuras del barón Múnchausen«, donde la superficie de la luna eran tres toneladas de arroz teñido de azul, donde aparecía en escena un globo aerostático DE VERDAD hecho con ropa interior femenina, y un juego de transparencias permitía simular que una bala gigante cruzaba el escenario.
Después vendría Sin novedad en el frente:
«(…) en el escenario surgían, en hileras, como para una foto, los muchachos protagonistas, sonrientes, felices y vestidos de calle, tal como llegaban al cuartel al comienzo de la obra. Luego empezaba a oírse, muy lejos, un redoble de tambor, que iba creciendo, y por efecto de la transparencia, se les veía avanzar, ya con cascos y uniformes, cada vez más y más soldados que iban llenando el escenario, mientras los tambores daban paso a un estruendo de antiaéreos, bombardeos y ráfagas de ametralladora. Cuando se disipaba el humo y se hacía el silencio, se habían convertido en un ejército de esqueletos que avanzaba todavía un poco más, hasta quedar inmóvil, a pocos pasos del público, mirándoles desde sus cuencas vacías mientras, en mitad de aquel silencio absoluto, empezaba a caer una cortina de nieve artificial que hacía las veces de telón.»
Después Jane Eyre, y ya en Barcelona 20.000 leguas de viaje submarino, con agua de verdad.
Y más, que descubrí en el libro de Ordóñez. Y más personajes del teatro español de esa época y del cine español posterior; del cine y del teatro español hasta los 70. Historias y personajes con los nombres cambiados, pero nada difíciles de identificar. Y que vosotros también podéis descubrir gracias a esta «Comedia con fantasmas» que además, ahora, se vende en edición de bolsillo por 5 euretes.
Ah… por cierto… Ernesto Pombal no fue Ernesto Pombal. Fue Enrique Rambal, y existió. DE VERDAD. Y Orson Welles lo consideró un genio cuando vio uno de sus montajes teatrales en Madrid.