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Si la arquitectura te rodea, deberías empezar a fijarte en ella

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Arquitectura y vino

Tenía ganas desde hacía tiempo de escribir un post sobre arquitectura y vino. Las memorables obras de Gehry, Richard Rogers, Iñaki Aspiazu, Maziéres, o incluso Zaha (?) o Calatrava (???)….está bien, comencemos de nuevo.

No seré yo el que descubra la relación que en los últimos años ha habido entre las grandes bodegas y los arquitectos de postín, que con mayor o menor acierto han construido nuestras vegas vinícolas con obras sin igual. Y sobre ésto tenía yo ganas de hacer un post.

Pero siempre que lo empezaba me entraba un horrible sopor que sospechaba sería mayor en el lector, allá al otro lado del teclado, hasta hacerme posponerlo durante meses.

Cada una de esas arquitecturas -con alguna mínima excepción- ha sido conocida y difundida por su espectacular aspecto exterior. Formas y volúmenes nacidos en ordenadores de Londres o Los Angeles hechas desde miles de kilómetros para albergar los caldos mientras fermentan en nuestros cercanos terruños. No me preguntéis donde, pero hay algo que me chirría por algún sitio. No son las arquitecturas, que son por supuesto impactantes y espectaculares, ni los diseñadores de relumbrón, ni por supuesto que los vinos, ese producto del trabajo del hombre y de la fuerza de la tierra, no pueda modernizar su envoltorio, su aspecto o incluso esa capacidad de marketing tan abandonada tradicionalmente en nuestro país. No sé. Es otra cosa.

En estas estaba, cuando me invitaron a una cata de vinos en una pequeña bodega del Alto Alberche, una zona que tradicionalmente no es conocida ni por sus vinos ni por su arquitectura, y mientras el director de la bodega nos contaba con entusiasmo juvenil, como transforman esas viñas nacidas de la piedra en uvas garnachas que dotan al vino de esa fuerza que explota en las papilas gustativas y revisten nuestro animo de taninos y sabores de fruta, yo como de costumbre observaba paredes y techos, ya me conocéis.

Entrevigado construido con duelas o listones de barrica

Entrevigado construido con duelas o listones de barrica

 

Al observar aquellos entrevigados realizados con duelas -listones con los que se forman las barricas- pensé que a diferencia de otras bodegas en las que la arquitectura, el exterior, el envoltorio se ha convertido en lo importante, a veces incluso por encima del vino que cobija, en este lugar – que nadie visitará por su arquitectura – incluso el hogar del precioso caldo está construido de tal manera que te sientes dentro del proceso, dentro incluso de la barrica, mirando siempre hacia el motivo principal, el nacimiento y crecimiento del vino. Y os puedo asegurar que así me sentí, por que la buena arquitectura, como el buen vino, es la que te hace sentir, y para eso siempre hace falta algo más, de lo contrario el arquitecto se convierte en escultor.

En fin, Frank, Zaha, Richard, o incluso tu, Santi, no me lo toméis a mal, que vuestras bodegas son maravillosas, no es una crítica, es solo que esos pequeños e ingeniosos detalles constructivos salidos del espíritu humano, últimamente me hacen pensar si en arquitectura no debemos volver a replantearnos algunas cosas, desde dentro.

Nota del arquitectador: Para curiosos y  aficionados a los caldos de uva la bodega es la Bodega Garnacha del Alto Alberche en Navaluenga, Ávila.

 

 

Arquitectos de anuncio y anuncios de arquitectos

Uno ve los anuncios y no da crédito.

A mí, los que me impactan sobremanera hasta que mis allegados me piden calma y que deje de echar exabruptos y espumarajos, son aquellos en los que un impoluto o impoluta profesional de la construcción, con su casco reluciente a modo de soldado imperial mira un plano que con gesto elegante acaba de sacar de su cartera de piel y ante la mirada sonriente del operario, (también impoluto) indica (que no ordena) amablemente aquello que debe ser hecho sin demora.

los arquitectos

Aquí, los arquitectos. Vamos, lo normal.  Fotos de imagerymajestic. Freedigitalphotos

 

El operario, que por alguna extraña razón, lleva un peto y una camisa de cuadros, -indumentaria que jamás se ha visto en una obra- asiente y agradece al mismo tiempo esa genial idea con la que está tan de acuerdo. A veces, incluso enarca las cejas y parece decir: ¿cómo no se nos habrá ocurrido antes?

Es en  estos momentos cuando la bilis me sube e inunda el cristalino de mis ojos. Es el peor momento para te pongas a mi alcance. Mi familia, establece un perímetro de seguridad y clausura prudentemente todo acceso hasta mi persona.

Y es que la imagen que de la arquitectura y la construcción trasciende está a años luz de la realidad.

Especialmente en ese casco blanco e impoluto.

No, ‘my friend», en la obra todo sucede tras una capa de polvo y el trabajo en equipo, en general, parece ser una lucha entre aquello que uno pretende y lo que pretenden los demás, que por definición suele ser opuesto.

Del peto ni hablamos.

El casco. Ese casco blanco, virginal, suele estar mil veces mancillado por golpes, arañazos, graffitis y años de dar tumbos por las obras y en mi caso, en el maletero del coche, entre las botas de goma, llenas de barro seco y algunas muestras de materiales que llevan tanto tiempo allí, que sospecho que me las dieron en el concesionario.

Los planos. Es materialmente imposible mantener un plano seco (en cuanto lo abres, llueve) sin ensuciar y sin arrugar.

La ropa. En este trabajo sería mejor ir desnudo. Si te arreglas de más, das mala imagen, distante y casi prepotente y por supuesto esa americana tan chula que te has mercado en el «máximodutideturno», se mancha de algo que no sale. Jamás sale. Y si no te arreglas, peor, quedas como un perro-flauta. Ah, y también te manchas, de eso no te libra nadie.

Y todo junto hace que cuando veo ese anuncio de seguros con ese modelo vestido de Ken arquitecto, Ken operario y esa Barbie promotora, me salten los puntos de aquella operación de hernia de hiato y me vuelva un sociópata.

Nota del arquitectador: El texto es de antes de conocernos tu y yo, querido lector, de aquella época oscura en que no atracaba en estos puertos, pero hay cosas que no pasan de moda jamás. Como los lamparones de hormigón en la americana.

Las verdaderas razones de la Ley de Servicios Profesionales

El gobierno trabaja en estos días en un borrador de la nueva Ley de Servicios Profesionales que, en lo que afecta al tema de este blog, elimina la reserva de actividad de las profesiones de Arquitectura y Arquitectura Técnica. Es decir, que los proyectos de tipo residencial, religioso, cultural, etc, podrán ser redactados y dirigidos además de por arquitectos y arquitectos técnicos/aparejadores como lo son en la actualidad, también por ingenieros.

Esta situación llevará a que por ejemplo un ingeniero industrial, cuya formación en determinadas materias (instalaciones del edificio, electricidad, fontanería  aire acondicionado,etc.) no se cuestiona en absoluto, pueda realizar el proyecto del Guggenheim y dirigirlo, o que un ingeniero agrícola  con competencias para realizar una pequeña nave de uso ganadero, pueda realizar y dirigir el proyecto y la ejecución de tu casa, querido lector.

El objetivo, según el borrador filtrado es ganar en competitividad pensando que al incluir en el paquete de los posibles técnicos que redacten un proyecto a unos cuantos miles más de personas, aunque sus conocimientos no sean ni de lejos los específicos necesarios para realizar el trabajo, los precios bajaran y harán más apetecible embarcarse en una aventura inmobiliaria o hacerse una casa.

arquitecto al infierno3

Reflexionando sobre algunas cosas he llegado a la conclusión de que esto es una falacia que me preocupa más allá de mi propia vida profesional, y lo es por varias razones:

1.-Los precios de los honorarios de los técnicos, que ya están liberalizados desde hace años, son hoy en día vergonzosamente bajos y no solo por la crisis, sino por que hay una competencia feroz y se está ofertando incluso por debajo de costes con el único afán de sobrevivir. Como ejemplo les diré que tengo ya muy pocos compañeros que redacten proyectos o dirijan obras, y como muestra un cercano compañero y amigo con más de treinta años de experiencia como arquitecto técnico que hoy trabaja como taxista. Y gracias. Resumiendo, los precios de proyectos y dirección de arquitectos y aparejadores ya son muy bajos.

2.-Las profesiones reguladas con reserva de actividad, tienen una responsabilidad civil que los profesionales cubren con seguros que cuestan un riñón  No basta con pagar un seguro anual ni con pagar las muchas veces elevadísimas cuotas complementarias por obra o proyecto. Además hay que seguir pagándolas durante diez años aunque abandones la profesión y acabes trabajando como taxista pues la responsabilidad sigue ahí, incluso siguiendo en tus herederos (increíble pero cierto). Es decir, es imposible bajar más los precios.

3.-El número de profesionales que se dedican al sector es hoy en día disparatadamente alto, baste dar el siguiente dato (según el CSCAE):

En 1990 había 9 escuelas de arquitectura, 18.885 arquitectos.

En 2012 había 15 escuelas de arquitectura, 31.800 arquitectos.

El número de arquitectos por habitante se ha multiplicado por 10 desde 1970.

Llegamos a concluir que el número de técnicos es ya excesivo.

4.-El número de universidades que imparten arquitectura se ha multiplicado también  pasando de 3 en 1970 a 31 en la actualidad, lo que provoca que en los próximos años unos 30.000 arquitectos nuevos se incorporen a los ya 50.000 ejercientes en la actualidad, por lo que el mercado va a saturarse aún más de arquitectos en los próximos años.

5.-El coste de los honorarios de arquitecto más aparejador en el coste total de una vivienda para el usuario final es solo del 2-3,5% aproximado del precio de venta en promociones grandes y ha sido incluso menos en los años en los que el coste de la vivienda se ha disparado, luego queda claro que el coste de los técnicos nunca ha sido el problema del precio de la vivienda.

6.-Unido al exceso de técnicos específicos en construcción en los últimos años, se ha reducido como todos sabemos la actividad en el sector a prácticamente cero, y mucho me temo que trás las bajadas de precios de los últimos años el mercado tampoco se reactiva, pues el problema para comprar una casa ya no es su precio, sino el acceso al crédito. 

7.-Ningún promotor inmobiliario va a embarcarse en una aventura inmobiliaria por que los honorarios de técnicos se tiren aún más por el suelo (bajen medio o incluso un punto). No lo harán, señores políticos,  porque el mercado hoy en día esta muerto,  y así seguirá mientras los bancos no abran el grifo y el mercado laboral se active.

8.-La competitividad incluye la mejora en la competencia en el mercado, lo cual no se consigue aumentando el número de personas que hagan una cosa, sino haciéndolo con los más formados, con la formación más completa y específica. Si hay que explicar que los más apropiados para hacer arquitectura son los arquitectos, mal vamos.

Termino este post indicando que si hay una actividad que está perfectamente liberalizada y a la que cualquiera, sin tener en cuenta ni su capacitación ni su formación, puede acceder, es la política.  Meditemos si queremos para la arquitectura lo mismo que para la política.

Nota del arquitectador: Mira que os pedí un dibujo a través de twitter para ilustrar este post y al final me ha tocado hacerlo a mí a las tantas de la mañana. Desde luego es que no ponéis nada de vuestra parte. Parecéis arquitectos, coño.