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Si la arquitectura te rodea, deberías empezar a fijarte en ella

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Arquitectura vertical que se hunde con la crisis

De las muchas cosas que nos ha traído esta crisis hay algunas que me atrevo a decir que tienen su puntito. Su puntito morboso y apocalíptico, y por supuesto nada tan apocalíptico como una ciudad o un edificio abandonado. Películas de zombies o mundos en el que solo unos pocos humanos o un único y solitario héroe sobreviven entre edificios reconquistados por malas hierbas y semillas que crecen indefinidamente hasta reventar muros y cimientos, nos llegan desde las pantallas para crear un ideario en nuestra mente. Una paleta de escenarios que se empiezan a materializar en la vida real merced a un trabajo sencillísimo: el abandono.

¡La del tercero! ¿Me subes ese calcetín que se me cayó?

¡La del tercero! ¿Me subes ese calcetín que se me cayó?

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Y como el abandono provocado por la falta de parné llega a todas partes, empiezan a surgir edificios como este de Johannesburgo que traigo hoy y que si un día fue la construcción residencial más alta del continente africano, en cuyas inmediaciones hubo incluso planes para ubicar una pista de esquí cubierta (¿¿??), hoy se ha convertido en un autentico y literal pozo. Un pozo de historias donde la suciedad y el detritus se acumulan en su gigantesco patio.

Un edificio que otrora fue un lujoso residencial, se transformó merced al paso del tiempo entre premuras económicas, en un lúgubre pozo de apabullante altura donde historias de robos, suicidios y delincuencia adornaron su triste existir. He podido leer que tras un intento de rehabilitación que la falta de dinero también detuvo, el edificio hoy no es ni el ostentoso gigante que fue, ni el angosto pozo de oscuridad que aparece en las fotos, sino un lugar a medio camino entre ambos.

Personalmente no puedo dejar de pensar en una famosa escena cinematográfica, donde el irrepetible Constantino Romero  nos descubrío con su maravillosa entonación cierta paternidad sospechada durante muchos minutos previos. A ver si la ciencia ficción no era tan ficticia y  el futuro nos está llegando sin darnos ni cuenta.

Lo que la bola de cristal no pudo ver

Vosotros pensaréis que en la construcción todo es un proceso calculado y respaldado por unos números, y así es, podéis estar tranquilos. Aunque… algunas veces……(traveling de cámara y fundido en negro).

Esto me lo ha contado mi socio mil veces, así que os coloco en mis orejas y le pongo a él a escribir:

A lo largo de mis años de formación en el campo del cálculo de estructural, he aprendido numerosos conceptos y modelos construidos sobre una base científica en la que apoyar el diseño de las estructuras que construimos.
Normalmente dichos modelos y conceptos tienen su lógica en la obra….pero de vez en cuando todo eso se va al garete, y te das cuenta de que lo que hay bajo tus pies -o sobre tu cabeza- solo se sujeta porque Dios quiere, concepto este último que habría que buscar en libros de teología o esoterismo, más que en tratados de ingeniería.
Momentos tan místicos los descubres cuando revisando un edificio antiguo, compruebas que uno de los apoyos de la viga principal de madera está total y absolutamente podrido. Y te preocupas.
Lo que sucede al comprobar que el otro apoyo de la viga también está totalmente podrido no es preocupación, sino acojone. Dejas de dar golpes con el martillo, miras en silencio al resto de personas que están contigo, mientras telepáticamente nos preguntamos como se está sujetando el suelo que en ese mismo instante estás pisando, y lentamente  abandonas el lugar, no vaya a ser que a aquella ruinosa estructura le dé por recordar la lógica estructural y el suelo se caiga.
Con casos como este me doy cuenta de que soy un técnico sin fe.
En una ocasión comprobé como esa fe estructural puede mover montañas e incluso sujetar edificios.
Estaba trabajando en la rehabilitación de una vieja nave para instalar una discoteca, y necesitábamos quitar un pilar, pues molestaba. Ya sabemos que los pilares los ponen los arquitectos para jodernos la vida a la hora de aparcar. El caso es que la carga de ese pilar a eliminar la llevaríamos a otro pilar, ya bastante cargado por cierto. Ordené descubrir la cimentación de este último pilar para ver si aguantaría la carga y me fui para casa.
-Ring, ring
– Hola Jose Manuel, mira hemos abierto la cimentación del pilar que nos has dicho…y queremos que vengas a verlo.
Raudo y veloz me presento en obra y compruebo que la cimentación del pilar, por llamarle algo, es …inexistente. Pedí que todo el mundo saliera de la nave y ya fuera llamé al arquitecto.
-Hola Mengano, hemos abierto el pilar que queremos sobrecargar…..y….no tiene cimentación…
– Si ya me ha contado el jefe de obra, pero no te preocupes Jose Manuel… mi mujer ha consultado en la bola de cristal y dice que no se va  a caer
No estaba bromeando sobre las dotes adivinatorias de su mujer con la bola de cristal. Una carta astral que se le cayó unas visitas más adelante, y algunas amenas charlas con él me lo confirmaron.

-¿Tu ves algo, quillo? – Na de ná, chacho, será mejor calcular la estructura por el método tradicional

Mi escepticismo racionalista, me aconsejó apear la estructura, y arreglar aquel desaguisado sin contar mucho -ni poco- con las fuerzas del más allá.  
Acertó, el edificio no se cayó.
En lo que sí se equivocó fue en la carta astral, que preveía un futuro prometedor a la discoteca y sin embargo cerró al segundo mes de funcionamiento. Antes de que ni él ni yo hubiésemos cobrado nuestros honorarios.

Nota del arquitectador: Mi socio no es como yo, es un tipo muy cabal y muy serio. Podéis creer a pies juntillas todo lo que dice.