Brutal, demoledora, impactante. Así ha sido mi experiencia al terminar de ver WACO, la miniserie de Paramount Network creada por John Erick y Drew Dowdle, basada en los libros A Place Called Waco de David Thibodeau y Stalling For Time: My Life As An FBI Hostage Negotiator de Gary Noesmer, que narra uno de los hechos más sangrientos de la historia de las sectas en Estados Unidos.
Los americanos, que son expertos en reflejar en sus ficciones cualquier acontecimiento de su pasado, tanto de forma patriótica como para clarificar u ofrecer una visión crítica, nos muestran en esta ocasión el retrato que desmonta la «verdad oficial» del asalto del FBI a la casa de los davidianos en el Monte Carmelo (Texas), que acabó con un aparente suicidio colectivo en el que murió casi un centenar de personas, entre ellas más de veinte niños.
WACO la serie se encarga de mostrar la otra cara de la moneda: el relato de los supervivientes y de Gary Noesmer, el agente mediador que negoció con David Koresh, el líder de la secta, durante los más de cuarenta días que duró el asedio.
La historia, vista desde este punto de vista, es notablemente diferente y pone en tela de juicio lo que se divulgó a la opinión pública. También es apasionante por su fuerza narrativa que, durante sus seis episodios de duración, es capaz de trastocar nuestros prejuicios y hacernos vislumbrar los acontecimientos desde una perspectiva más profunda y crítica.
Sobre la apabullante contundencia dramática del relato se forjan unas actuaciones sensacionales. Taylor Kitsch, el guapo adolescente Tim Riggins en Friday Night Lights, realiza un trabajo interpretativo de intenso carisma en la piel del iluminado Koresh, cuyo carácter tenaz y educado contrasta con nuestra imagen mental de un fanático.
Al otro extremo del conflicto, Michael Shannon (Revolutionary Road, Boardwalk Empire) se mete en la piel de Gary Noesner, un agente que rechaza los métodos radicales y violentos de sus superiores y confía en la capacidad de la negociación para saldar el conflicto sin víctimas.
Shannon, pese a su buen trabajo actoral, queda ensombrecido por un Kitsch que se adueña de la pantalla en cada aparición, y el personaje no consigue estar dibujado con la misma brillantez que el de Koresh.
El relato, que va creciendo en intensidad a medida que se suceden los episodios, concluye con un clímax apoteósico que nos aplasta por la dureza y conmoción de los hechos acontecidos. Y el final nos lleva a meditar sobre la capacidad de los gobiernos para manipular a su antojo aquellos sucesos que evidencian su error de juicio y mala praxis.
Esto no quita para que sigamos pensando que David Koresh fue un oportunista manipulador que decidió que la poligamia con menores era un designio divino (aunque, según las leyes de Texas, está permitido casarse con un niño de catorce años con el consentimiento paterno). Sin embargo, ni la acumulación de armas que, en principio, fue el detonante del asalto, ni creerse el nuevo mesías da derecho al gobierno a gasearte.
Si queréis forjaros vuestra propia opinión, os la recomiendo. Ha sido una de las series más interesantes que he visto en lo que va de año.
Mis Puntuaciones
Ya sabéis que he escrito un par de libros que esperan ansiosos que les echéis un ojo. Las series de mi vida, donde hablo de ficciones como The Wire, Los Soprano, Mad Men, Breaking Bad y otras joyas que quizás queráis descubrir.
es una serie interesante que refleja la locura desde dos puntos de vista, una ocacionada por una supuesta voluntad divina y otra ocacionada por el ego y orgullo del buro investigativo del FBI, ahora la serie permite analizar el comportamiento de los mas razonables de cada uno de los grupos, aunque a su vez lo mas debiles opacados por quienes se creen dueños de la razon y por ende de la accion, en lo personal la serie podria haberle dedicado un poco mas al proceso investigativo pero me gusto bastante saludos desde Argentina
19 noviembre 2019 | 02:01