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Un árbol centenario recreado con cientos de miles de tacos de madera

'Middle Fork' - John Grade (Foto: John Grade)

‘Middle Fork’ – John Grade (Foto: John Grade)

Fue necesario invertir un año y buscar la colaboración de cientos de personas para construir la minuciosa estructura hueca, que ahora se expone suspendida por numerosos hilos transparentes, de manera horizontal, para que los visitantes puedan explorar mejor los recovecos del interior.

Middle Fork es una pieza escultural que reproduce, con cientos de miles de pequeños tacos de madera, el tronco de un árbol de 140 años de edad. El autor del proyecto es John Grade (Minneapolis – EEUU, 1970), un artista que reflexiona en sus obras sobre el deterioro natural, la erosión, la capacidad de la naturaleza para conseguir que todo desaparezca o se mimetice por completo con el paisaje.

A más de 25 metros de altura, Grade y un equipo de ayudantes, con ayuda y consejos de expertos arboricultores, escalaron con cuerdas el árbol original, una Tsuga del Pacífico que vive en los bosques de North Bend (Washington), una localidad cercana a Seattle y famosa por ser escenario de Twin Peaks, la extraordinaria serie de televisión creada por David Lynch.

Fueron dos semanas de trabajo intenso en los que crearon moldes: subieron con arneses, con cubos llenos de yeso y agua para cubrir por partes el tronco y las ramas, que protegieron con aluminio para que no tuviera contacto directo con el material. «Fue muy gratificante, porque creó la oportunidad de sentirnos unidos de una manera íntima a los detalles», recuerda el artista, entrevistado en un vídeo sobre el proyecto.

Bajaron los moldes con delicadeza, con un sistema de poleas, para luego unirlos de nuevo en el estudio. La dimensión hacía imposible que trabajara solo y Grade pidió la colaboración de «cientos de personas» que no se limitaron a realizar la tarea mecánica de cubrirla con tacos de madera de cedro, sino que modelaron las pequeñas piezas que colocarían, escogiendo largos diferentes y creando en el gigantesco árbol artifial columnas de agujeros rectangulares pero irregulares.

'Middle Fork' - John Grade (Foto: John Grade)

‘Middle Fork’ – John Grade (Foto: John Grade)

La obra se exhibe ahora en el espacio de arte MadArt de Seattle, defensor del arte «nuevo e inesperado» y pensado para alojar en sus instalaciones obras de gran tamaño. Permanecerá allí hasta el 25 de abril, luego viajará a la Renwick Gallery —uno de los centros del Instituto Smithsonian en Washington D. C.—, a Londres y a otras ciudades todavía por confirmar. Cuando termine su periplo, el tronco volverá al lugar en el que empezó todo, el bosque de North Bend donde lo estará esperando el árbol original. El autor abandonará allí la pieza para que se descomponga poco a poco, fundiéndose con la naturaleza.

Helena Celdrán

Los ‘spots’ de David Lynch: perfumes, test de embarazos, coches, café, espaguetis…

— Una mierda. Una jodida y completa mierda.

Sin término medio y con breve, tajante y gruesa concisión. Esta era la opinión de David Lynch en 2007 sobre la cada vez más frecuente, rentable y molesta publicidad por emplazamiento en el cine: la colocación de un producto o marca dentro de la narrativa de una película, una entrada extra de dinero previa al taquillaje que hace ganar a los productores estadounidenses unos 6.000 millones de dólares al año por insertar una determinada marca de coche, ordenador o producto comercial en la trama de los filmes.

La postura radical del cineasta le ennoblece porque tiene mucho de trampa y nulo respeto por el espectador convertir una película en un mampara de anuncios, pero resulta curioso considerar que ningún otro director ha trabajado tanto para la publicidad como Lynch, que ha firmado decenas de spots para televisión desde finales de los años ochenta del siglo pasado [relación incompleta, con posibilidad de bajar los vídeos] para ayudar, eso sí, con mucho estilo, a vender perfumes, coches, marcas de café, pasta, un test de embarazo, un DVD de Michael Jackson, consolas…

Esta es una selección de algunos de los más llamativos anuncios del amigo-enemigo de la publicidad con la invitación a que elijan ustedes por sí mismos cuál es el mejor y comprueben si es cierto, como me sucede a mí, que algunos de los spots son bastante mejores que las tediosas películas que Lynch nos ofrece desde, digamos, 1999, cuando firmó el último largometraje decente de su carrera, Una historia verdadera.

Georgia Coffee (1991)

La supuesta refracción de Lynch por la publicidad por emplazamiento no era tan radical en 1991, cuando la marca de café japonesa Georgia hizo cuatro anuncios con el permiso y asesoramiento del cineasta aprovechando los decorados y la participación de algunos de los actores de Twin Peaks, entre ellos el agente especial del FBI Dale Cooper (Kyle McLachlan), que en la saga de spots intenta resolver la desaparición de una joven japonesa.

We Care About New York (1991)

Uno de los anuncios más coherentes con el ideario de Lynch —el submundo bestial que yace bajo la normalidad— fue el spot que dirigió en 1991 para una campaña de educación cívica para mantener limpia la ciudad de Nueva York. Con la ayuda del director de fotografía de sus mejores películas, Frederick Elmes, responsable de la luminosa turbiedad de Terciopelo azul y Cabeza borradora, el director metió el pánico en el cuerpo a los neoyorquinos mostrando a los seres que viven en el inframundo de la megalópolis.

Who is Giò (1992)

Grabado para un perfume de Giorgio Armani, Lynch recuerda esta minipelícula de dos minutos y medio como el spot «más libre» de los que ha dirigido. Las localizaciones son en Los Ángeles, donde el ambiente era muy tenso porque los tribunales acababan de declarar inocentes a los agentes de Policía que golpearon brutalmente al taxista negro Rodney King. Cuando el equipo estaba grabando la escena del baile en el club. «Allí estábamos, gente de todas las razas pasándolo bien y el exterior era un infierno», dijo el director.

Clear Blue Easy (1997)

Un spot para un test de embarazo lanzado a bombo y platillo en EE UU en 1997. El anuncio de Lynch, con la impagable metáfora visual del reloj con los números sustituidos por las palabras YES y NO, tenía a los clientes de cabeza porque esperaban algo mucho más raro y tenebroso, pero la versión les encantó. Fue el debut ante la cámara de la modelo Marisa Parker, a quien Lynch obligó a someterse al test para que la escena fuese creíble.

Dangerous (1993)

Lynch dirigió una breve introducción para Dangerous: The Short Films, DVD que recopilaba los videoclips de Michael Jackson.

Barilla (1993)

Gerard Depardieu cocina pasta Barilla para una niña que se acaba de caer de la bicicleta.

Sun Moon Stars (1994)

Daryl Hannah a las órdenes de Lynch anunciando un perfume de Karl Lagerfield.

Obssesion by Calvin Klein (1998)

Los tres primeros anuncios publicitarios de alto que presupuesto y total libertad creativa que firmó Lynch fueron para el perfume de hombre Obssesion (Kalvin Klein). Se lanzaron los tres spots a la vez y cada uno está inspirado en una cita de un escritor, ninguno de los tres, por cierto, demasiado lynchiano: F. Scott Fitzgerald, Ernest Hemingway y D.H. Lawrence. Hubo un cuarto, basado en Gustave Flaubert, pero fue retirado de circulación.

Parissiene (1998)

Surrealista anuncio de Lynch para los cigarrillos suizos Parissiene. Se emitió sólo en cines, antes de la película, y los empresarios demostraron un gran gusto cinematográfico: también encargaron spots a Roman PolanskiRobert Altman, Jean-Luc Godard y su esposa Anne-Marie Miéville, Giuseppe Tornatore y Ethan y Joel Coen.

Nissan Micra (2002)

Lynch sostiene que le gustó tanto el encargo porque se enamoró del Micra nada más ver el coche. El coche es presentado de una manera sensual y misteriosa mediante un lenguaje inventado mediante el cruce de palabras:  spafe (spontaneous + safe), simpology (simple + technology), smig (small + big), aggrendly (aggressive + friendly).

Play Station 2 (2006)

Nada es lo que parece. El cervatillo gana la batalla en este anuncio para la consola de Sony.

David Lynch Organic Coffee (2012)

La última demencia del director fue el lanzamiento de una marca de café con su nombre para venderlo en exclusiva en la cadena de supermercados Whole Foods, donde compran los pijos de los EE UU —familia Obama incluida—. Como prólogo y vaticinio del desastre comercial que se avecinaba, dirigió un vídeo ante el que sólo vale la consternación y, como muchas de sus películas, la promesa de no verlo por segunda vez.

Ánxel Grove

Una animación para recordar a los personajes de ‘Twin Peaks’

El recorrido comienza con el pájaro —un Thryomanes bewickii, nativo del norte del continente americano— posado sobre la rama de un pino en un paisaje de cielo invernal: la primera imagen de la cabecera de la serie de David Lynch.

Desde que se estrenó en la televisión en 1990, Twin Peaks sigue conquistando a quien la ve de nuevo y al que tiene la suerte de descubrirla por primera vez. Al principio se presenta como una serie clásica —la investigación del asesinato de la joven Laura Palmer en un pueblo ficticio del estado de Washington— pero pronto Lynch embauca al espectador en un micromundo atemporal, un conjunto de personajes y escenarios que presentan el universo oscuro al que nadie quiere entrar pero todos están ansiosos por ver.

Las mentes creativas no dejan de encontrarla estimulante y los homenajes se multiplican en la red: de colecciones de moda y broches a tatuajes o videojuegos para Atari que nunca existieron. Twin Peaks illustrated (Twin Peaks ilustrado), del diseñador gráfico e ilustrador Martin Woutisseth, sigue con la dinámica de fervorosa admiración que levanta la serie sin necesidad de reemitirse o reeditarse en el enésimo formato.

En la animación están presentes todos: el Agente especial Dale Cooper, la mujer del leño, el Doctor Jacoby, Shelly Johnson, Donna Hayward, Audrey Horne, Leland Palmer, el enano de la habitación roja… El artista invirtió tres meses para recrear los personajes y después compuso el vídeo con una sucesión de escenarios y objetos que los unen en una hilera de recuerdos para todo el que haya visto las dos temporadas. La música es de Silencio, un grupo estadounidense de Pittsburgh (Filadelfia) influido por la atmósfera etérea de las piezas de Angelo Badalamenti, el compositor estrella de Lynch.

De apariencia sencilla y realización compleja, la pieza fue un reto para Woutisseth, que se apresura en aclarar que los retratos no son producto de un filtro de Photoshop, sino de la suma de pequeñas capas superpuestas («entre 100 y 250») para configurar a cada personaje. Al final de la animación, aprovechando los créditos, el autor demuestra la complejidad de cada retrato desmontando entre otros a Laura Palmer, al agente Cooper, al gigante y —por supuesto— a Bob enseñando los dientes en una terrorífica mueca.

Helena Celdrán

Twin Peaks Illustrated -Cooper

Twin Peaks Illustrated - Audrey

Twin Peaks Illustrated - Log Lady

Twin Peaks Illustrated -Waiter

Twin Peaks Illustrated - Stairs

Twin Peaks Illustrated - Laura Palmer

Twin Peaks Illustrated - Bob

El primitivo videojuego de Twin Peaks que nunca existió

El supuesto cartucho para Atari 2600 del videojuego 'Black Lodge'

El supuesto cartucho para Atari 2600 del videojuego ‘Black Lodge’

«¡Un día en el FBI nunca había sido así antes! Eres el Agente Especial Dale Cooper y te has encontrado atrapado en la Logia Negra, un lugar surreal y peligroso entre mundos. Intentes lo que intentes, no pareces poder encontrar nada salvo la misma habitación y el mismo pasillo, no importa a dónde gires».

Así comienza la sinopsis que encabeza el libro de instrucciones del misterioso juego de consola. Black Lodge (Logia Negra) es el videojuego de Twin Peaks para Atari que nunca existió y está diseñado a partir de las características técnicas y estéticas de los juegos de la Atari 2600.

Comercializada por primera vez en 1977 y consolidada a lo largo de los años ochenta, fue la primera en tener cartuchos intercambiables y arrasó en el mercado europeo y estadounidense permaneciendo en venta durante 14 años, creando una legión de fans que aún hoy suspiran por las estética primitiva de aquellas aventuras sencillas pero efectivas.

El juego de 2011 es obra de Jak Locke, fan de los videojuegos arcade, e imita las características técnicas de los juegos de Atari. El escenario es uno de los más sugerentes de la historia de la televisión: la Logia Negra y la Habitación Roja forman parte del universo de Twin Peaks, la serie creada por David Lynch, emitida entre 1990 y 1991, que comienza con el descubrimiento del cadáver de Laura Palmer.

Locke reproduce, con la limitación tecnológica de la consola, el submundo que el Agente Especial Dale Cooper visita en sueños en varias ocasiones y en el que pasa casi 20 minutos durante el último capítulo de la serie. El autor ofrece la descarga gratuita del juego para PC y Mac y adjunta en formato pdf un libro de instrucciones de obligada lectura para poder manejar al protagonista en su misión.

Cooper debe escapar de su doble maligno, que comienza a perseguirlo sin descanso por el monótono laberinto de estancias delimitadas siempre por el telón rojo. Debe ganar puntos evadiendo a varios enemigos y en el recorrido encuentra entre otros al enano bailarín, a Laura Palmer (que puede paralizar con sus chillidos a Cooper), a Leland Palmer, a varios buhos, a un caballo blanco e incluso al temible Bob.

Helena Celdrán

'Black Lodge'

'Black Lodge'

Black Lodge

David Lynch recupera los pezones ardientes

Los pezones ardientes

Los pezones ardientes

Pezones ardientes desaparecidos. Solamente David Lynch, el boy scout turbio, el poso de café amargo, el perro costroso, podía originar una frase de tal calaña.

Ahí están, a la izquierda. Un par de pezones ardiendo.

«¡Quiero encontrar mis pezones ardientes!», solía reclamar Lynch de vez en cuando. Los había perdido durante el montaje de la mejor de sus películas, Blue Velvet (1986).

Desobediente como siempre, Lynch hizo una primera versión de casi cuatro horas. Al borde del síncope, los productores le obligaron a dejarla en dos, una duración más convencional. El director metió tijera y cortó los pezones en llamas.

Charol rojo

Charol rojo

Junto con otras escenas mutiladas -la de los zapatitos de charol rojo de la izquierda, por ejemplo-, aquel metraje se quedó en el suelo del estudio y el equipo, agotado tras el proceso de grabación y edición, lo olvidó por completo.

Durante 25 años todos dieron por perdido el material. Lynch, que suele olvidarse de sus hijos tras el parto, simplemente decía de vez en cuando: «¡Quiero encontrar mis pezones ardientes!».

Un técnico de la productora MGM, David Gross, le tomó la palabra y, con maneras de inspector de homicidios, rastreó los inventarios de la empresa para intentar localizar la película cortada de la que nadie sabía nada. Estaba a punto de abandonar, convencido de que el material había acabado en la basura, cuando en septiembre localizó 50 minutos de película sobrante de Blue Velvet en un almacén de Seattle.

"Mira hacia abajo"

"Mira hacia abajo"

Ya está a la venta una edición en blue-ray que conmemora el cuarto de siglo de la película. Como contenido extra incluye los 50 minutos desechados, mínimamente editados bajo supervisión de Lynch, que no ha contemplado abordar una edición ampliada, un director’s cut, de Blue Velvet, como vienen reclamando desde hace años las muchas cofradías de fanáticos del film.

Hasta ahora sólo se conocían fotos fijas de las escenas cortadas: las habían añadido a la edición especial de 2002 y circulaban por Internet en montajes de vídeo bastante logrados.

La ocasión motiva este pertinente Cotilleando a… (sin caer en el spoiler: si no la han visto, que deberían, pueden seguir leyendo) sobre una película donde bailan una danza macabra salida de una caja de música infantil un gusano con cuerpo de hombre, un joven voyeur, una mujer enferma (le gusta que le peguen) por estar demasiado cerca del mal, bombonas de popper, rémoras sociales, el club La Costa de los Bárbaros, balas que son cartas de amor, cadáveres que permanecen de pie, viciosos hurones-humanos, una prostituta ajada moviéndose en el techo de un coche con una canción de Roy Orbison…

En fin, una bastardía entre el vernaculismo de la ilustraciones de Norman Rockwell sobre el happy american way of life y El Jardín de las Delicias de Jerónimo Bosch, la gangrena que sufre una pequeña ciudad hermosa sólo en apariencia…

Y, claro una oreja cortada… «Hazlo por Van Gogh», diría el gusano.

La oreja

La oreja

 1. La oreja que el jovencillo Jeffrey Beaumont (Kyle MacLachlan) encuentra al comienzo de la película entre la hierba de un descampado está expuesta al público en el museo de la tienda Movie Madness, en Portland-Oregon (EE UU).

2. El papel de Jeffrey -un alter ego de Lynch, que parece, como el personaje, un detective a medias curioso y a medias pervertido- fue ofrecido al redneck Val Kilmer. Gracias al cielo, no aceptó porque el guión le parecía «pornográfico». Cuando la película se estrenó y fue consciente del patinazo se jactó en entrevistas de que había estado a punto de ser el actor principal, pero no había podido hacerlo por «motivos de agenda». Lynch también pensó en su amigo, el cantante y actor Chris Isaak, pero le parecía «demasiado guapo». A cambio utilizó dos de sus canciones: Gone Ridin’ y Livin’ For Your Lover. Unos años después le dirigiría en el vídeoclip de Wicked Game (1990).

Kyle MacLachlan e Isabella Rosellini

Kyle MacLachlan e Isabella Rossellini

3. La torturada (con motivos) Dorothy Vallens -cuyo nombre de pila es un homenaje a la Dorothy de El Mago de Oz, una de las películas favoritas de Lynch- iba a ser interpretada por Hanna Schygulla, que rechazó el papel. Lynch tenía en mente ofrecérselo a Helen Mirren, pero antes de hacerlo conoció por casualidad a Isabella Rossellini, hija de  la actriz Ingrid Bergman y el director neorrealista italiano Roberto Rossellini, en un restaurante de Nueva York. Según ha contado un testigo, Lynch dijo a Rossellini: «Eres tan guapa que podrías ser la hija de Ingrid Bergman». Conociendo al carácter venusino del director, es probable que no se tratase de un ardid para caerle bien a la actriz. Tras el rodaje de Blue Velvet, Lynch, que se acaba de divorciar de su primera esposa, y Rosellini, que había estado casada hasta 1982 con Martin Scorsese («él se casó conmigo y con mi padre, al que adoraba como director»), empezaron a vivir juntos. Rompieron en 1991. «David fue el amor de mi vida, pero él no pensaba lo mismo sobre mí. Todos mis instintos me decían que éramos una pareja feliz. Estaba equivocada», declaró Rossellini, que tuvo que recibir terapia sicológica para superar el trauma de la ruptura.

Dennis Hopper e Isabella Rossellini

Dennis Hopper e Isabella Rossellini

4. Nadie quería ser Frank Booth, el personaje sociópata, sadomasoquista, adicto al sexo seco (sin penetración), poliorgásmico iracundo, gangster e inhalador de vasodilatadores. Varios actores fueron tanteados. La primera opción era Steven Berkoff, que se excusó diciendo que «en el papel no hay nada excepto destrucción». Robert Loggia adujo que Booth era «demasiado repulsivo». Cuando Lynch envió el guión a Dennis Hopper, el actor le llamó a las pocas horas: «Tengo que interpretar a Frank porque ¡yo soy Frank!». El personaje, el mejor de la carrera de Hopper, es inolvidable. Nadie puede dormir tranquilo tras considerar que en el mundo puede haber alguien que se parezca a Frank Booth.

5. «Esa palabra». En cada frase que pronuncia Booth durante la trama aparece la palabra fuck (en inglés, joder) o alguno de sus derivados (fucker, fucking…). Sólo otro personaje la pronuncia una vez y es a instancias de Booth. En una de las escenas más intensas, el parlamento del personaje, dirigiéndose a Jeffrey, es: «No sigas siendo buen vecino con ella o te enviaré una carta de amor, ¡desde mi corazón, jodido! ¿Sabes lo que es una carta de amor? Es una bala de una jodida pistola, jodido. Si recibes una de mis cartas de amor estás jodido para siempre. ¿Entiendes, jodido? ¡Te enviaré derecho al infierno, jodido». Durante el rodaje, Lynch nunca dijo en voz alta fuck. Cuando ensayaba con Hopper le señalaba el término en el guión y le decía: «Di esa palabra».

6. «El bebé quiere follar». Es el grito de reclamo de Booth en la escena de la violación ritual -así la llama Lynch- de Dorothy. Antes del rodaje el director pidió a Isabella Rossellini que no llevara ropa interior bajo la bata de terciopelo azul, pero que no le dijese nada a Dennis Hopper, que se enteró de la ausencia de bragas cuando le abrió las piernas a la actriz. Era la primera escena que rodaban juntos. Mientras transcurría, según ha recordado Rossellinni, Lynch no dejaba de reírse.

Frank Booth y su máscara de placer

Frank Booth y su máscara de placer

 7. El gas. Lynch había escrito en el guión que Booth era un adicto a la inhalación de helio, pero Hopper adujo que quizá fuese ridículo que el personaje tuviese la voz acelerada y propuso como sustituto el popper, la droga euforizante y vasodilatadora que aumenta el placer sexual.

8. Lumberton. La acción transcurre en un pueblo ficticio, Lumberton, un lugar que parece un organismo con vida propia, donde las rosas de los parterres tienen un brillo sospechoso y el cielo actúa como una membrana pegajosa. El lugar donde se rodó la película se llama en realidad Wilmington, un pueblo tranquilo de Carolina del Norte. Al principio del rodaje en exteriores muchos vecinos iban de picnic a la grabación, pero pronto empezaron a escandalizarse. La Policía de la ciudad prohibió al equipo rodar de día.

8. In Dreams. «En los sueños, camino contigo. En los sueños, te hablo. En los sueños, eres mía. Siempre. Para siempre», dice la canción de Roy Orbison que aparece en una de las secuencias más fascinantes y turbadoras de Blue Velvet. Big O no dió permiso para que la usaran, pero Lynch encontró una triquiñuela legal para hacerse con los derechos. Cuando vió la película en un cine, a Orbison no le gustó nada que asociasen su música con un tema tan turbio y quiso demandar al director. Lynch le pidió una cita y le hizo entender que In Dreams es una puerta hacia otra realidad. Orbison quedó tan convencido que grabó un clip con imágenes de Blue Velvet.

David Lynch e Isabela Rosselini (Helmut Newton, 1992)

David Lynch e Isabela Rosselini (Helmut Newton)

9. Lágrimas de un niño. Según Lynch -poco amigo de explicarse- Blue Velvet es la única de sus películas en la que es capaz de verse a sí mismo. Nació de un recuerdo de su infancia: volvía a casa del colegio con su hermano y vieron cómo una mujer desnuda y en estado de shock caminaba a trompicones por la calle. Lynch se puso a llorar. Quiso mezclar aquella impresión con el espíritu satinado -aunque algo grotesco- de la canción Blue Velvet, interpretada por Bobby Vinton, que abre la película.

10. País «inocente y horroroso». La película, que costó muy poco dinero (unos 6 millones de dólares) para la media de la época, despertó pasiones: algunos críticos la compararon a una moderna adaptación de Kafka («si alguien es mi hermano, es él», dice Lynch) y aplaudieron el uso del simbolismo y las metáforas. Otros la acusaron de ser una película enferma y un canto a la misoginia. Meryl Streep, la Reina Madre, dijo que no le había gustado nada y señaló a Isabella Rossellini como una libidinosa que había dictado su papel. Lynch, que sólo volvió a firmar una obra maestra  (Twin Peaks), se puso sociológico y explicó su idea de los dos mundos en convivencia (el soleado de la superficie y el podrido de los subterráneos): «Así son los EE UU para mí. La vida es naíf e inocente, pero horrorosa y enferma al mismo tiempo».

Ánxel Grove