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«Vale, no lo haré», dijo Elvis antes de quedarse dormido para siempre

Elvis Presley, 1956 (Foto: Alfred Wertheimer)

Elvis Presley, 1956 (Foto: Alfred Wertheimer)

Elvis. Algo más que un nombre propio. Quizá el perímetro completo de una frontera. Todo empieza y acaba en Elvis: la inocencia, la rebeldía, la sensualidad, la canción…

Si todo monarca tiene una vida secreta, la del Rey es tan asombrosa como él mismo: un camionero coronado; un muchacho de pueblo amarrado a las faldas de mamá que, sobre un escenario, es capaz de conseguir que la reina del baile se quite la falda; el mejor cantante de rock, quizá el único necesario, pero también una persona vacía, simplona, casi una caricatura…

El Cotilleando a… de esta semana está dedicado a Elvis Presley.

1. Cuando Elvis Aaron Presley tenía 15 meses fue arrastrado por un tornado en su pueblo natal, Tupelo (Misisipi – EE UU). Estuvo a punto de morir. Algunos majaras sostienen que durante el suceso el bebé fue abducido por alienígenas, que le dotaron del don del canto y la seducción.

2. Durante los servicios religiosos de la Asamblea de Dios, una congregación pentecostalista, el bebé gateaba hasta el coro e intentaba acompañar el gospel.

3. A los 10 años ganó el segundo premio en un concurso de talentos. Cantó vestido de vaquero la canción Old shep, que grabaría años después. Le tuvieron que subir a una silla para que alcanzase el micro.

4. De adolescente trabajó como acomodador en el cine Lowe’s State, en Memphis. Lo despidieron tras pillarle robando caramelos del ambigú.

5. Elvis era rubio. Se teñía de negro el pelo porque deseaba parecerse a Roy Orbison.

6. Odiaba el pescado. Cuando compartía mesa con alguien prohibía que sirvieran cualquier tipo de plato con pescado.

7. Le encantaban las galletas. De todo tipo.

8. A pesar de que le gustaba cantar en directo, todos sus conciertos fueron en territorio estadounidense. Jamás cantó en Europa pese a que los empresarios no dejaban de hacerle ofertas millonarias. Cuando se emitió vía satélite el concierto Aloha from Hawai (enero de 1973), los ingleses se quedaron sin verlo porque la BBC se negó a comprar los derechos.

9. Era un defensor de carácter casi apostólico de las anfetaminas. Las probó por primera vez en 1958 cuando hizo el servicio militar en la base de Friedberg (Alemania) -su único viaje a Europa-. Le invitó un sargento.

10. En el año anterior a su muerte (16 de agosto de 1977) tomó unas 10.000 pastillas. Sufría de glaucoma, cirrosis, colon irritable, incontinencia (actuaba con pañales), adicción a las anfetaminas, los calmantes y otras drogas y paranoia.

11. Tenía un médico en nómina, George Nichopoulos, Doctor Nick. A veces le inyectaba a Elvis una solución salina como placebo. La licencia médica de Nichopoulos fue anulada tras un largo proceso judicial. Ahora trabaja como asesor de seguros médicos para una empresa de paquetería.

Elvis Presley, 1956 (Foto: Alfred Wertheimer)

Elvis Presley, 1956 (Foto: Alfred Wertheimer)

12. Elvis grabó quince canciones que contienen en el título la palabra blue (azul, pero también triste o tristeza).

13. También grabó (y apareció cantándolas en películas) canciones demenciales: Queenie Wahini’s Papaya, Yoga Is as Yoga Does, There’s No Room to Rhumba in a Sports Car

14. Elvis odiaba a los Beatles. Le parecían estirados como personas y malos como músicos. El agente de Presley, el pérfido Coronel Tom Parker, le obligó a conocerlos, en 1965, para que las fotos del encuentro salieran en los diarios.

15. Admiraba al ultraconservador presidente Richard Nixon. Cuando éste le recibió en la Casa Blanca, en 1970, Elvis apareció con un traje de terciopelo negro y un cinturón de oro. Nixon le dijo: «Vistes de forma extraña, ¿no?». Presley respondió: «Señor presidente, usted tiene su show y yo tengo el mío». Nixon le nombró agente honorario anti narcóticos por promover una campaña contra el consumo de drogas.

16. Adoraba a los animales. En la mansión de Graceland vivían la tortuga Botwie, una manada de diez perros, algunas cacatúas, patos, gallinas, un mono, un pájaro mynah, el caballo Rising Sun -que enterró en el jardín de la casa junto a las tumbas de sus padres, su abuela y su hermano gemelo, que murió en el parto-…

17. Su mascota favorita era el chimpancé Scatter, que murió por una crisis hepática. Era alcohólico.

18.  Cuando Elvis vivía andaban por el mundo unos 200 imitadores. Hoy se calcula que hay casi 500.000.

19.  Las últimas palabras de Elvis antes de morir se las dijo a su novia, Ginger Alden, que le advirtió que no se quedase dormido en el suelo del cuarto de baño. Fueron: «Vale, no lo haré».

20. Sobre su mesilla de noche estaba el libro que leía esos días,  A Scientific Search for the Face of Jesus (Una búsqueda científica de la cara de Jesús).

Ánxel Grove

Vivir con Ochs

Phil Ochs (1940-1976)

Phil Ochs (1940-1976)

Leo en el diario con más circulación de la ciudad en la que vivo (la supuestamente liberal San Francisco) una reseña sobre el documental del que hablaré más tarde.

Tuve que repasar varias veces la pieza para darme cuenta de que la última línea, destacada en negritas, no era una broma:

Advisory: Tea Party members may take exception to the opinions offered in this movie.

O sea:

Advertencia: los simpatizantes del Tea Party pueden ofenderse con las opiniones expresadas en esta película.

Luego, preparando esta entrada, encuentro un largo artículo sobre el mismo documental en la web del World Socialist Party de los Estados Unidos.

El mensaje es menos grotesco que el consejo para que los ultramontanos no se acerquen, pero el protagonista del documental no se libra de los varapalos.

Le acusan de «reformista», el más terrible adjetivo que se puede aplicar desde el marxismo, y de «irrelevante». Los adjetivos son munición de grueso calibre entre la ortodoxia del materialismo dialéctico: Stalin no necesitaba otra cosa que la acusación de reformismo para, como poco, enviarte de por vida al gulag.

El hombre que recibe golpes en las dos mejillas -en la derecha por peligroso y agitador, en la izquierda por burgués y aliado de la explotación- es el cantante y compositor Phil Ochs.

Cartel de "Phil Ochs: There But For Fortune" (Kenneth Bowser)

Cartel de "Phil Ochs: There But For Fortune" (Kenneth Bowser)

Acaban de estrenar un documental que le hace justicia. Se titula Phil Ochs: There But for Fortune. Lo dirige Kenneth Bowser.

Participan amigos, familiares, músicos, alguna celebrity (el actor Sean Penn, que durante años intentó buscar dinero para producir, dirigir en interpretar una película sobre la vida de Ochs). Se recuperan momentos notables de la vida del cantautor y se reproducen por primera vez grabaciones nunca vistas de actuaciones.

Como advierten los diarios conservadores: absténgase si comulga con la derechona. Como advierten los apostólicos marxistas: absténgase si cree que la socialdemocracia implica revolución.

Ochs nació en 1940 en El Paso (Texas – EE UU) y se ahorcó en 1976 en Far Rockaway (New York – EE UU).

Durante los 36 años que permaneció en el mundo dio fe de su carácter único de variadas maneras.

Cantó canciónes de protesta en la misma época que Bob Dylan. Casi en los mismos lugares. Algunas de las de Ochs (como I Ain’t Marching Anymore y The Ring of the Revolution) eran tan buenas como las de Dylan.

Acudió a cuanto mitin, manifestación o acto de protesta le invitaron. Fue el primer músico en firmar una declaración contra la guerra de Vietnam.

Dylan y Ochs fueron amigos y ejercieron una rivalidad que, a principios y mediados de los años sesenta, tuvo un espíritu de fair play. Tras un tiempo la camaradería se fue al garete: Dylan era una superestrella egomaníaca y no admitía la cercanía de tipos tan directos como Ochs. Cuando éste criticó la imaginería surreal de las letras de Dylan, éste le expulsó a gritos de la limusina en la que se desplazaban: «Sal del coche, Ochs. No eres un cantante folk, ¡eres un maldito periodista!«, le reprochó.

En 1968, Ochs sufre una profunda crisis de fe. Los asesinatos del senador Robert Kennedy y Martin Luther King, la brutal represión policial contra los manifestantes –entre los que estaba Ochs– en la Convención del Partido Demócrata en Chicago y la victoria del ultra conservador Richard Nixon en las presidenciales le hicieron descreer de su país y su generación. Nunca fue el mismo. Se sentía «muerto espiritualmente».

"Rehearsals For Retirement" (Phil Ochs, 1969)

"Rehearsals For Retirement" (Phil Ochs, 1969)

En 1969 edita un disco titulado Rehearsals For Retirement (Ensayos para la jubilación). En la portada, una foto de su propia tumba. La lápida dice: «Phil Ochs (estadounidense). Nacido en El Paso, Texas, 1940, Muerto en Chicago, Illinois, 1968».

En 1970 declara que ha encontrado una nueva luz: «Seré mitad Elvis Presley, mitad Che Guevara«. Actua con un traje de lamé dorado y acompañado por un grupo eléctrico. Interpreta arreglos rockeros de sus viejos éxitos y versiones de Buddy Holly. Su público le abuchea.

Empieza a beber hasta caerse borracho. Consume Valium de forma compulsiva. Se siente bloqueado.

En 1971 visita Chile, donde Salvador Allende había sido elegido presidente el año anterior. Ochs conoce al cantante y compositor Víctor Jara. Intiman y se hacen amigos. Hablan de grabar juntos.

Ochs se desplaza a Uruguay, donde canta en un acto político izquierdista. Le detienen y le expulsan a Argentina. La policía le espera en el aeropuerto para ingresarlo en prisión durante varios días. Cuando le sueltan, regresa a los EE UU.

Tras el golpe de estado militar de Pinochet contra Allende y la cruel muerte de Jara, Ochs organiza en el Madison Square Garden de Nueva York el concierto benéfico An Evening with Salvador Allende (Una tarde con Salvador Allende). Participan Pete Seeger, Dennis Wilson (The Beach Boys) y el viejo rival Bob Dylan, que atiende la llamada de Ochs en el último momento y logra que el Madison Square Garden se llene.

En 1973 Ochs viaja a Etiopía, Kenya, Malawi, Sudáfrica y Tanzania. En este país es atracado y le intentan estrangular. Las heridas causan daños irreparables en las cuerdas vocales. A la depresión se suma la paranoia. Afirma que el ataque fue organizado por la CIA.

Phil Ochs, a lo Presley

Phil Ochs, a lo Presley

En mayo de 1975, para celebrar el final de la guerra de Vietnam, Ochs organiza un concierto en Central Park. Acuden 100.000 personas para escuchar a Harry Belafonte, Odetta, Pete Seeger y Joan Baez, que acompaña a Ochs en las últimas canciones. Nunca volvió a cantar en público.

Cada vez bebe más. Sigue imaginando conspiraciones en su contra del FBI y la CIA. Asegura que la única salida para su carrera es contratar al agente de Elvis, el Coronel Tom Parker o, como segunda opción, al Coronel Sanders del Kentucky Fried Chicken.

En 1975 asegura que se llama John Butler Train y que éste ha asesinado a Phil Ochs. Cree que alguien desea matar ahora a Train como venganza. Va siempre armado con un cuchillo y un martillo. No tiene un céntimo y empieza a dormir en la calle.

Sus amigos le ingresan en un sanatorio. Le diagnostican trastorno bipolar y depresión. Al parecer, genéticas. Su padre las había padecido.

En enero de 1976 se va a vivir con su hermana. El 9 de abril se ahorca.

Años después de su muerte se desclasificaron informes del FBI sobre Ochs: quinientas páginas en las que aparece como una persona «subversiva» y «peligrosa» para la seguridad nacional. El nombre de Ochs aparece varias veces mal escrito (Oakes) y hay informes datados tras su muerte en los que sigue etiquetado como «potencialmente peligroso».

El documental Phil Ochs: There But for Fortune quizá no se estrene nunca en España, donde la figura de Ochs es poco menos que secundaria. Esa es la razón por la que ocupa la primera entrega de la sección Top Secret -donde recuperaremos a personajes u obras en la sombra-. Sus discos siempre fueron difíciles de encontrar hasta la eclosión globalizante. Casi nadie demostró demasiado interés por un tipo incómodo, radical, arbitario y de comportamiento incomprensible en la última mitad de su carrera. Además, hace pensar demasiado.

Un apunte final que acaso convenza a alguien, por vía indirecta, de la necesidad de vivir con Ochs. Cuando le preguntaron a Neil Young en quién se inspiraba contestó: «En Phil Ochs y Bob Dylan. Por ese orden».

Ánxel Grove