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Siempre busco la manera de acabar una serie cuanto antes... para ponerme a ver otra.

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Mario Conde: una vergüenza televisiva

Imagínate que te encargan hacer una serie sobre un personaje tremendamente antipático para cualquiera con un mínimo de sentido común. Menudo marrón, ¿no? Empiezas a buscar cómo plantear el biopic en cuestión, si deberías contarlo desde una visión, de otra o desde todas. Ya sabes de antemano que te van a dar hasta en el carné de identidad, puesto que vas a contar a través de la tele la vida de alguien peculiar. Tras tu brainstorming y las divagaciones que conlleva, tomas la decisión: escribirás el guión en base al libro del protagonista, en el que él se presenta a sí mismo como una persona encantadora y víctima de las conspiraciones de la oligarquía dominante.

Entonces ocurre lo previsible. Que haces una soberana basura de miniserie por tu mala cabeza, además de por haber elegido como documentación principal la historia que cuenta ese ser despreciable para una gran parte del público (con la excepción de los de su cuerda, claro). Y la culpa no es de nadie más: solo es tuya. Eres el único responsable de que te haya salido una hagiografía por optar por un guión que incluye la más sesgada de las visiones sobre tu estrella.

Foto: telecinco.es

Foto: telecinco.es

Antes de darte ese baño de realidad te toca preparar la serie en sí. Has de elegir a los actores, que deberán guardar un cierto parecido con los personajes de la historia real. Tu casting deberá ser extremadamente minucioso, ya que te dispones a relatar algo que estará bajo el paraguas de esa frase tan grandilocuente como es «basado en hechos reales».

¿Lo consigues? No. Porque algo mal planteado y con una concepción infame está condenado a tener unos intérpretes desastrosos.

Exceptuando a tu protagonista, que está correcto, te das cuenta de que el resto son un mondongo. En concreto, los elegidos para los roles de presidente del Gobierno, líder de la oposición y rey de España llegan a ser gloria pura. Inolvidables por lamentables, tanto por su caracterización como por su interpretación. Pero bueno, ya que vas a beatificar a tu personaje principal, que el resto parezcan tontos no supone mayor problema para ti. Aunque puede que solo te des cuenta tras ver lo que has hecho en la tele de plasma de tu salón.

También te tocará apostar por un ritmo u otro para las tramas, ya que el objetivo de toda ficción que aspire a gustar al público es lograr que éste no se pierda. Que pueda seguir con facilidad lo que pasa en un momento u otro. Dado que ya estás metido por completo en tu propio despropósito, no lo haces. No hay manera de engancharse a tu creación. Has conseguido todo lo contrario: es un suplicio. Es aburrida hasta poder llamarla coñazo. Es una mierda y una vergüenza, vamos.

Siempre se han llevado a la pequeña pantalla historias de villanos que generan auténtica pasión en el espectador. Gente que consideraríamos repugnante si nos hubiese tocado tratar con ellos, pero que en una adaptación televisiva gustan y atrapan. Incluso llegas a ponerte de su lado, por ese afán que tenemos de empatizar con el malo de la historia por el simple hecho de que nos gustaría ser como él. Y todo porque nos lo muestran como un ser auténtico, que no es tan malo, y que solo pretende defender lo suyo. Aunque eso conlleve cometer unos cuantos delitos.

Foto: telecinco.es

Foto: telecinco.es

El problema es que el protagonista de este post no entra ni por asomo en ese selecto grupo que acabo de describir. No entusiasma, sino que genera rechazo. Porque Mario Conde es un ladrón que se creyó más listo de lo que era y al que procesaron por robar fondos del banco que presidía. Que además tiene el honor de poseer dos condenas firmes, una del Tribunal Supremo y otra de la Audiencia Nacional. Y que encima según su serie es un ejemplo de cómo lograr el éxito, además de un damnificado por los poderosos.

En definitiva, un delincuente presentado como un héroe desde una historia televisiva. Y nada más. Pero eso no parece importar a Mediaset, que por mucho que se empeñe en lavar su imagen no lo va a conseguir. Aunque solo les haya faltado decir en la miniserie que obró la paz en el mundo.

Pero el hecho es incontestable. Y es que Mario Conde es un saqueador, por muchos libros que escriba y a pesar de todos los biopics y programas especiales que le quiera dedicar Telecinco.

Lo que pienso de la miniserie en sí creo que ha quedado bastante claro. Aunque lo más triste es que la ficción española sigue, y seguirá, zombi. Y para eso no hay antídoto a la vista.