40 años de ‘Rebeldes’: así empezó su carrera Tom Cruise

La Navidad es fascinante, en términos televisivos. A los refritos con los mejores momentos de las cadenas y la gente cantando se les suman, sin excepción, algunos grandes títulos que son para las criaturas de ahora, supongo, lo que era para nosotros ver a Charlton Heston en alguna aventura bíblica. Me refiero a que si, entre el 22 de diciembre y el 6 de enero, te da por hacer un poco de zapping, vas a encontrar:

a) El señor de los anillos.

b) Harry Potter.

c) Algo de Bourne.

d) Misión: Imposible.

Es así y lo sabemos. Lo dicho: el «Charlton Heston haciendo cosas bíblicas» del siglo XXI.

Y la cuestión es que en una de estas estaba yo, quién sabe qué día de las vacaciones navideñas, cuando en algún canal estaban poniendo la primera de Misión: Imposible, precisamente, que se estrenó hace casi (casi) treinta años y que, este 2024, verá en salas su séptima entrega: Sentencia mortal. Parte Uno. (Esto suena a Las reliquias de la muerte cosa mala). No pude menos que darme cuenta de que por todos nosotros pasan los años. Incluso por Tom Cruise.

Tom Cruise antes y ahora

Del famosérrimo actor llama la atención que, en realidad, no tiene demasiadas películas. En sus más de cuarenta años de carrera suma apenas cincuenta títulos, y varios de ellos son cameos en proyectos ajenos e incluso cortometrajes. No muchas superestrellas de Hollywood pueden presumir de haber alcanzado su nivel de éxito con tan «pocos» trabajos.

La clave, claro (es fácil decirlo), está en haber hecho una cuidadosa selección de los guiones. Entre sus trabajos de los últimos veinte años, y además de la saga de Misión: Imposible, encontramos auténticas joyas como Minority Report, Leones por corderos, Valkiria, Oblivion o el regreso de Top Gun. Y también algunas apariciones estelares que le han ayudado a mantener un toque de fabuloso humor, como fueron Austin Powers: Miembro de Oro o —mi favorita— Tropic Thunder, en la que interpreta al «villano» Les Grossman, cuyo baile pertenece ya a la historia del cine.

¿Sería justo decir que la primera de Ethan Hunt, en 1996, fue la que le hizo dar el salto definitivo? No, no sería justo. Cruise llegó a Misión: Imposible, que fue la primera película que él mismo produjo y en la que se puso a los mandos de Brian de Palma, después de haber pasado con mucho tiento por la gran pantalla y de haber tenido mucho cuidado con los proyectos en los que se embarcaba. Y es que el actor, que empezó en comedias adolescentes, en cuanto protagonizó Top Gun, ya en 1986, se convirtió en un ídolo que pasaría después por Cocktail, Rain Man, Nacido el cuatro de julio, Algunos hombres buenos Entrevista con el vampiro.

Antes de estos títulos, serios, relevantes e incluso icónicos, estuvo la que yo creo que fue el paso intermedio entre su inicio y su después, que no fue otra que Risky Business, donde fue protagonista absoluto y tuvo la oportunidad de brillar.

Ahí lo tenéis: en 1983, con 21 años y solo dos años después de su debut, Tom Cruise protagonizó una de las escenas más emblemáticas e imitadas del cine de todos los tiempos.

Pero, ¿y antes de esto?

Su trabajo inmediatamente anterior, tal vez lo recordéis (de hecho, se estrenaron el mismo año) fue Rebeldes (Outsiders), que considero personalmente bastante mala pero que pervive porque era una película sobre adolescentes rebeldes, basada en la novela homónima de S.E. Hinton, que enfrentaba, en 1965, a dos bandas: una pobre (los Grasientos) y una rica (los Dandis). Tenían el éxito asegurado, y quedó en el recuerdo por haber tenido más guaperas por metro cuadrado que cualquier otra película de la época: Matt Dillon, Ralph Macchio, Patrick Swayze, Rob Lowe, Emilio Estevez y, sí, Tom Cruise fueron sus protagonistas. Y a Cruise lo veíamos así interpretando a Steve Randle:

tom-cruise-rebeldes

El año anterior, había coprotagonizado junto a otros dos jóvenes actores (que no terminaron sus carreras con la misma fama) Ir a perderlo… y perderse. Con el título, probablemente, ya se dice todo, pero os comparto que la sinopsis reza que «En 1965 —¿se puede saber qué nos pasaba en los ’80 con los años ’60?— cuatro adolescentes viajan a Tijuana para pasar una noche de fiesta». No soy una experta, pero estoy casi segura de que «una noche de fiesta» es un eufemismo para «ir a perder la virginidad a un prostíbulo».

Con todo, este fue su primer papel protagónico, al año siguiente de debutar, y es que esa primera vez (ante la cámara, me refiero) se dio en 1981, con un pequeño papel como Billy, que tenía apenas algunas frases, en Amor sin fin (Endless Love), un drama romántico, adolescente también, protagonizado por Brooke Shields.

De Cruise llama la atención, no solo su apariencia, en la que casi no podemos reconocer al actor que es hoy, sino también su voz, todavía aflautada a sus diecinueve años.

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