La inteligencia del ser humanoes la capacidad que tiene para adaptarse a la realidad.Xavier Zubiri, filósofo. (San Sebastián, 1889 - Madrid, 1983)

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Tragedia en el norte de África

Mientras Marruecos promociona el mega proyecto turístico de Saïdia a bombo y platillo en Fitur —la feria de turismo que se celebra en Madrid estos días—, los ecologistas aseguran que está a punto de consumarse la mayor tragedia ecológica que pueda imaginarse en el norte de África.

Pero, este es el camino elegido por Marruecos para desarrollar la zona. El objetivo es conseguir 10 millones de turistas antes de 2010; ahora apenas llegan al año siete millones. Y para lograrlo nada mejor que arrasar con la costa virgen que queda y convertirla en ciudad de vacaciones.

Así, Saidía, ubicada a escasos tres kilómetros de Argelia, en la desembocadura del río Moulouya —segundo en importancia del país—, va a pasar de ser un paraíso natural de dunas y bosque bajo, a convertirse en una urbanización gigantesca con decenas de hoteles, ¡decenas, sí!, chalets adosados o individuales de lujo, campos de golf, lagos artificiales, puerto deportivo, una autovía y un aeropuerto en las inmediaciones… Y… más allá de esto, nada. La nada porque por aquí no hay mucho más que ver. En total son 700 hectáreas urbanizadas, 30.000 camas hoteleras (17.000 en hoteles de 4 y 5 estrellas) y 13.000 chalets

Y todo esto en la orilla este del río… que, en la oeste ya existe (y existirá si sobrevive) un Parque Natural con 200 especies sólo de aves, la mayor reserva del país. “Demasiado cerca de la desembocadura del río, que tiene un ecosistema muy rico», ha afirmado Alaoui El Kebir, del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en Rabat. “Y un millón de visitantes anuales a la zona puede ser su ruina”, concluye.

Pero esta obra gigantesca que ha acabado con el paisaje y la vida natural de la zona no es responsabilidad solamente de Marruecos. En ella y de sus planes destructivos participan Fadesa (ejecutora), Viajes Barceló, Iberostar, Globalia, así como otras compañías belgas y holandeses, o los grupos estadounidenses Kerzner y Colony Capital. A todos les importa un bledo el medio ambiente.

“Les llamamos Los destructores por aquí. Han destruido ya seis kilómetros de dunas y matado a miles de tortugas sólo para que se pueda ver el mar desde la cornisa», ha dicho R. B., un ambientalista local. Pero Fadesa tiene carta blanca para aplanarlo todo; sólo ha dejado un pequeño trozo de bosque. «Podrían al menos haber dejado algunos de los árboles para los campos de golf, pero incluso esos fueron arrancados de raíz», cuenta otro ecologista.

Fadesa afirma que el proyecto Saïdia creará 8.000 empleos directos y más de 40.000 indirectos en una región pobre y aislada desde 1994, cuando Argelia cerró su frontera con Marruecos. Pero los ecologistas anuncian la consumación de la catástrofe en un día no lejano: «Si el calentamiento global es el que se prevé, el Complejo Fadesa podría quedar bajo el agua en el 2050”, ha dicho María Snoussi, profesora de Ciencias de la Tierra en la Universidad Mohamed V de Rabat

Ecología y desarrollo… ¿Son compatibles?

Por el Estrecho de Gibraltar pasan cerca de medio millón de barcos al año; una autopista que está a punto de colapsarse. Y para más inri, del lado español, entre Algeciras y Tarifa, está El Parque Natural del Estrecho, un espacio que pretende consolidarse como Reserva de la Biosfera, y que no admite ya mucha más presión ambiental.

Pero el desarrollo es un monstruo, una especie de trituradora que no acepta límites. Del lado de Marruecos, frente con frente a Tarifa, están construyendo un puerto gigantesco que está acabando con todo —el Tánger Med— y que va a ser el puerto más grande de África y uno de los más grandes de Europa. En su entorno han desaparecido aldeas, playas idílicas y hasta montañas.

Del lado español, en Tarifa, enfrente, a 14 kilómetros, ya están maquinando hacer un gran puerto de pasajeros y quién sabe si también de mercancías en un futuro no muy lejano… Y claro, los ecologistas han puesto el grito en el cielo. Tarifa, paraíso de los surfistas, y uno de los pueblos costeros andaluces que aún “conserva” mejor su pasado marinero, puede convertirse en una gigantesca terminal de pasajeros, la más importante de África en esta zona, por ser la más próxima.

Así que el debate está ahí. Servido. ¿Desarrollo, progreso, o preservación del medio ambiente? Supongo que lo ideal sería atender a los intereses de todos; a los de aquellos que creen que Tarifa está bien como está y los que entienden que no puede perderse la oportunidad de convertir a este pueblo en el otro pilar de ese puente marítimo que, necesaria e inevitablemente, unirá en la próxima década a España, Europa y Marruecos.