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Algunas palabras sobre El designio de Laura Pérez Vernetti y Javier Pérez Andújar (Autsaider comics,2024)

Barcelona después de todo. El autor Javier Pérez Andújar, con Laura Pérez a los lápices, publica El designio en Autsaider Cómics, una historia donde se mezcla el ocultismo, el urbanismo y el rock ácido, Buenos Aires-Barcelona-R’lyeh

Catalanes todos, más allá de la distopía, El designio profundiza en el pasado y en el futuro ácido de la Ciudad Condal. Como la nieve gris del comienzo de El Eternauta, volviendo a las catacumbas de BCN: Ocaña y Nazario, los tebeos de Sabino Méndez, Enrique Vila-Matas en las historias de Ramón de España. La avenida de la luz (volveremos a ello, claro, y a Federico, a Jiménez Losantos). Unas ginebras, el Barrio Chino, el Maki, se nos lo llevaron por delante, creyeron que lo habían derruido, aplastado… y ahora, al ritmo del Gato Pérez haciendo La Balsa por rumba, se eleva, como un monstruo de Lovecraft, expandiendo sus ventosas desde la calle La Cera.

El Designio es tóxico, es blanco y negro, es trashumante, entre este mundo y el otro, cualquier otro, en realidad. Los zombis, los muertos vivientes, se convocan con el single de “El muerto vivo” de Peret. Reproducido al revés. Y dos escenas, la primera el guiño a El exorcista (eso sí, pasado por Flandes y el Políptico de Gante) y la otra, volver a “Línea mortal”, 1990, con todos los jóvenes que ya no lo son, yendo y viniendo de la muerte como si fuera un paseo de adrenalina y sopor.

Aunque el diseño chino de la máquina del más allá me recuerde a Philip K. Dick, la presencia de jazz y Argentina es un rescoldo de la presencia de los Makaroff (en especial, claro, Sergio) como el Tarot y el paganismo, la contracultura en manos de un sacerdote, es un barrio obrero con espiritistas, como lo único salvable de la serie “El otro lado”, con Berto Romero, barcelonés de adopción, un poco charnego. Maravilllas la presencia/ausencia de la historia, con sus chutas de insulina, sus farmacias, su tristeza, el amor por “El largo”, porteño y músico, mientras escucha el “Out of time” de REM y suena la mandolina de “Losing my religion”.

Encontrarse al espíritu de Copito de Nieve en el zoo, con su cuerpo devorado por los cocodrilos, unos versos de Alejandra Pizarnik (emparentada en la vida/muerte con Maravillas por su sección de suicidio y barbitúricos) o el afiche del Omega de Enrique Morente&Lagartija Nick (eligiendo en la máquina de jukebox la versión de “Priests”, lógicamente). Más portadas de vinilos: “Wish you were here” de Pink Floyd y la canción de los Zombies, “Groenlandia”. Bonezzi como alto sacerdote de Ngwame’Ngaa (volvemos al principio)

La idea de muerte y vida, de la semántica básica: ¿Vuelvo o no vuelvo? Como una canción de The Clash. El sacerdote, la culpa, la distopía, el charnego, el sol y sombra, las cabezas de toros, madre e hijo monstruosos y venéreos, tóxicos ahogados entre las hierbas oscuras de Barcelona. Si piensas en Casandra yo pienso en la peña flamenca, donde se hace una versión de Charly García, de “El tuerto y los ciegos”, Casandra Lange. La muerte y los tebeos de Hazañas Bélicas que me guardó durante décadas mi padre. La guerra mundial, la guerra de Corea. La Lanza de Longinos, Federico en Barcelona, el año del mundial de Naranjito, la Rendición de Breda convertida en un videojuego de mundo abierto, un sandbox pesadillesco. Todos los gatos de Don Gato, todas las máquinas de Miqui Puig, los aullidos en el garaje. En el diario de Maravillas, susurro de Neil Gaiman, los dioses españoles que se ocultan en Barcelona son transfusiones de sangre, flamenco, Europa después de la lluvia deja a un montón de vampiros con sed. Lo mejor es la sangre de toro, Palomo Linares y un minotauro alcoholizado.

Volvemos a la Avenida de la Luz, donde se ocultan todos los restos de Barcelona. Incluyendo a un baturro, cantando una jota, frente a la tienda donde se dispensa chocolate (el dulce y la resina). Y, de fondo, suena la guitarra de Robert Fripp entrecruzada con la de Adrian Belew.

Un tebeo poliédrico, psicótico, epatante, un tebeo donde sumergirte, en cada uno de sus calles, espacios vitales, sustancias y canciones. Ya no se hacen tebeos así. Maravilloso. Para entrar en sus páginas y no volver a salir. Palabra de Onlyou (hágase la noche y la oscuridad)