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Bolsa Amarilla y Piedra Potente de Derby Motoreta’s Burrito Kachimba (Primavera Labels-Universal Music, 2024)

Es el momento de la vuelta, de seguir construyendo la leyenda, de permanecer o simplemente ser. Así que la banda afina percusiones y guitarras, se abre con el sonido de sangre hirviendo, de las tumbas de la sal con las que las heridas de “Seis pistones” cicatrizan. Efectos y un toque mesiánico en lo más profundo del Desierto de Tabernas. La banda, con “El chinche”, mezcla moto, callejeros, Los Chichos pasados por el filtro de Salvador, el fraseo macarra de Hermética, aceras, intoxicación y arroz con tomate. Todos piensan en GONG y los García-Pelayo, guitarras sureñas, da igual el del continente que elijas. Hombres de las Praderas, acostumbrados a las esquinas turbinas: “Prodigio” suena a los Babasónicos pasados por el Sonido Tartesos o Los Módulos en tramadol. Plazuela y Califato, “Ef Laló”, con sintetizadores abstractos. Cuervos negros que se negaban a volver, hermanos de almanaque de los personajes de Fernando Navarro. Pasamos y seguimos en “Ef Laló”, cánticos sencillos, primarios, más allá de todo está la guitarra de Tomatito el día que le pasó el pedal Antonio Arias para que bebiera del más antiguo de los manantiales. ¿Cuánta sed traías aquellas mañana que no había nadie que te calmara? “Daddy Papi” con una recortada, tienes la sangre del wahwah, en los momentos de calor, el séptimo día, con Carlos Saura, llegó Puerto Hurraco.

Un sencillo como “La fuente” que empieza con pedrá, que ya es un guiño suficiente, pero la inversión rítmica y las guitarras son como respirar el helio de un dirigible (aunque, en la época clásica, la venerable, lo que había dentro era hidrógeno, mucho más explosivo). Con la introducción hipnótica de “Manguara”, como un resto de civilizaciones perdidas, oxígeno de banda sonora de Erich Von Daniken, las llamas azuladas, como una viñeta de Jodorowsky, “Gun gun” devuelve la trepidación, aunque sea medio tiempo, despierta la mañana, hermana pequeña de la madrugada, el aguardiente que encharcaba los pulmones de Ray Heredia, el desierto de guitarra donde conviven Emilio Dueso y Kid Congo Powers. Veníamos de un coliseo y hemos llegado, pesados por toda la historia que carga el burro en sus alforjas, hasta “Pétalos”. Ya avisábamos que Derby Motoreta’s Burrito Kachimba traían canciones intoxicadas de la semilla de la buganvilla y esta es una muestra de ello. Crujidos de radio imposible, en “Manteca” ángeles rubios que te llevan al límite, donde cielo y tierra copulan y un paso más te hace caer en los versos de Pedro Salinas que tan bien regurgitan Les Conches Velasques. Todo arde, en sus ojos, la banda, tiene algo de incendio.

El último corte, “Tierra”, como un sitar enterrado bajo el olivo, momentos de nylon y huerto, mira el almendro y la pimienta, mira cómo la postal tiene todavía algo de carmín. Es una noche de doce canciones, una noche agotada que espera que llegue la primavera, que traiga apetito este abril que se nos ha echado encima, con muerte y calor, con este compendio de rock ibérico, esta muesca de tenebrismo y luciérnaga que es Bolsa Amarilla y Piedra Potente de Derby Motoreta’s Burrito Kachimba