Archivo de septiembre, 2023

Las afueras de Pablo García-Casado: canon poético personal

Gracias a Enrique Cebrián e Inés Roncal por la ayuda y los consejos.

Algunas canciones que sirvan de acompañamiento para la lectura

¿Es Las afueras el libro que más me impresionó en los noventa? ¿Es merecedor de ser parte del canon oficial de la poesía española? Sí y sí. Sí porque lo primero es subjetivo y lo segundo parte de la opción libre de un lector en su propio motel. Habitaciones para todos. Mi edición es la tercera. Compruebo que lo compré en 2007, así que más bien sería el libro con el que empecé el siglo, aunque la obra venía de ser finalista del Premio Nacional de Poesía y había ganado el Premio Ojo Crítico de RNE. Las afueras era una década entera, porque valía haberlo empezado en 1997 o en 2007. Entre medio las afueras de las ciudades ya eran parte del corazón y la manera que tenía Pablo García Casado de extender los textos tenía algo de arterial, con una rítmica de sistema circulatorio, extendiéndose como la raíz de un árbol, en un fraseo supuestamente anárquico, como si al morder la sangre se derramara, Espadas como labios de Vicente Aleixandre, el desorden del polígono y la tristeza, donde nada sucede, donde el desierto, en una década, se hizo diamante y ciudad. Lee el resto de la entrada »

La boca aigua de Renaldo & Clara (2023)

Llega el cuarto LP de Renaldo & Clara, La boca aigua, donde la suave electrónica touch french se abre hacia especias distintas. S’està millor al carrer con el sonido urbano de los Streets y un poco de fraseo macarra tropicalismo, no solo de tecnopop vive Clara, hoy toca agachar las rodillas y buscar la vertical y la horizontal con el transportador de ángulos. Mirar El riu y pensar en Helena y el Donosti Sound con unos toques de sintetizador.

Cuando vuelves a Stereolab o te levantas por la noche y el agua que sale del grifo tiene la temperatura perfecta, ni demasiado caliente ni como si hubiera salido del frigorífico, así sabe Per tu el que faci falta. Suavizar la vida a base de canciones, hacer del tiempo una medida apetecible, descansar del cansancio de vivir con unas cajas de ritmo domesticadas y unos sintetizados que expurgan mal rollo mientras conduces y escuchas Retrovisor. Algo de Tina Weymouth en Encaix, mi Rita Lee sumida en un baño relajado de simuladores de Korg y Roland, ahí donde el tiempo se ha detenido y no tiene intención de moverse.

En “Palma” los sonidos son programados, son corazones arreglados de manera adecuada para bailar con ritmo y suavidad. No pidas que las luces de la pista se muevan con demasiada velocidad. Aquella película delirante del tío Bob, la tarántula es un track infinito, un James Joyce desesperado para un verano que nunca llega.

Todas las canciones están co-producidas por Clara Viñals junto a Innercut, Joan Borràs e Hidrogenesse y el disco está editado por Primavera Labels. Aquí se puede hacer con un ejemplar en vinilo.

Algunas palabras sobre Los divagantes de Guadalupe Nettel

Hay comienzos de curso mágicos, hay libros que los permiten. Los relatos contenidos en Los divagantes de Guadalupe Nettel editado por Anagrama son el alimento perfecto para superar adversidades y reconciliarse con la vida, aunque, como dice la canción, “A veces duela”.

Imaginen personajes que son nutricios, situaciones donde se intercambia la realidad con la magia, el deseo queda preso de la casualidad, historias que son fragmentos efímeros que te dejan saciado porque, en unas pocas páginas, tienes suficiente para recuperar la fe. En la palabra, en la literatura, en las historias. Las tuyas y las de los demás. Porque solo con escritoras como Guadalupe Nettel lo propio y lo ajeno se mezclan y confunden con pasión primeriza.

En “La impronta” hay un misterio que se deja acompañar por la muerte, como si la enfermedad diera prestigio al recuerdo. Dos manos ajenas que, de pronto, encuentran un estadio de paz liofilizado por el desinfectante y la sensación de lo prohibido. Aquello que está escondido suele aparentar ser más apetitoso. “La cofradía de los huérfanos” es un juego de espejos que se reflejan dentro de la mente de la protagonista, entre deseo y realidad. Una vez más, familia y secretos, indicios son el mejor combustible.

Uno de mis cuentos preferidos comienza con una cita de una de mis escritoras favoritas, Liliana Colanzi. “Jugar con fuego”, con título como de canción de Andrés Calamaro o de Bomba Estéreo, comienza a deslizarse entre las rendijas familiares de un mundo ya devastado, contagioso en sus enfermedades, asustadizo… una madre que cocina el caldo de la paranoia mientras cree más en la manifestación de lo pagano que en la realidad que los rodea. Una huida, un espíritu, una mentira, el panteón que niega lo urbano termina por hacer florecer el salvajismo adolescente, ese frío ardor encapsulado que es capaz de convertir cuerpo y alma en cenizas en unos instantes.

Y si el anterior era magnífico, “La puerta rosada” es excepcional. Si el rosa es el color tras el que se esconde lo porteño, aquí el sinsentido mágico y abstracto lo aportan efluvios de Mújica Martínez, Bioy Casares, Eugenia Calny o Silvina Ocampo. Todo en una erección antigua, un hombre apagado, una mujer fugaz que crece y decrece, como el paso del tiempo, algo circular y divergente. La noche es vainilla dulce, donde lo que fue no podrá ser si rasgamos con la elegancia que hace Guadalupe, lo más básico de la realidad. Unos pocos pesos, un alivio, una goma de borrar que nos lleva a eliminar las arrugas, el cuerpo flaco y hambriento, el que reescribe el futuro. Edgard Neville estaría orgulloso.

“Un bosque bajo tierra”, donde el término araucaria y predio te devuelven al misterio. Donde un árbol muerto puede ser abuelo y puede ser hermano. Jim Jarmusch en sus películas de Nueva Orleans, Fellini en la belleza de la naturaleza. La familia desestructurada que es un árbol podrido, con cierta majestuosidad externa y podredumbre en el interior. Pero la familia, otra vez la familia, muestra raíces fuertes, savia y sustento, entomología y sangre, todo dura hasta que termina. No siempre es evidente. La protagonista es raíz nueva sin saberse semilla. Es más, sabe, intuye, que le falta un dedo de la mano en la contabilidad de lo familiar. Negarse a la muerte y esperar el alivio mínimo de un espectro. Ese aire de tenebroso terror de principio de siglo. ¿De qué siglo, me preguntas? De todos los siglos. Porque siempre hay moribundos que se dejan atraer por la vida y fantasmas que no saben lo que lo son hasta que intentan huir de su lugar de condena. Y allí, ella, raíz o mito, atrapada hasta convertirse en la nueva araucaria.

«Mi vida en otro lugar” es un bandazo en el libro. Solo sobrevive el juego de los espejos, de las imágenes distorsionados, el intercambio, el interino en el lugar del otro. Ahora es un hombre, y es actor, y vive en Barcelona. Y el árbol es un piso, pero la muerte y la enfermedad siempre están presentes. Y, claro, ella es danesa, como Gertrudis, y será viuda, en un fuerte parpadeo de lugares y edificios. Suerte de sustitución, milagro, ya lo he dicho antes, de interino. Un rey, el Ubu Rey. Y Alfred Jarry. Y Els Joglars. Y la muerte. Con su amiga, creo que ya lo he dicho antes, la enfermedad. Y en “Los divagantes”, que da título al libro, hay pájaros y hay exiliados. México que abre sus colonias prefabricadas a toda la izquierda revolucionaria de Sudamérica. Entre dos décadas se mezclaron los acentos y se perdieron los corazones, enterrados demasiado profundos bajo la tierra del exilio. El cierre de libro retoma, de alguna manera, el ambiente infeccioso y pandémico de “Jugar con fuego” pero llevándolo a una chispeante distopía que nos acerca a los gustos de clásicos como Ballard o Philip K. Dick, pero que han crecido últimamente en lengua española con las aportaciones de Michel Nieva. El sueño y su inducción, la noche eterna, la vida simulada, la reducción de la piel… todo encerrado, encapsulado, en raciones perfectamente preparadas. Todo sabor será imitado en el futuro.

No hay nada artificial en este libro, uno de los mejores en lo que va de año para los habitantes del Motel Margot. Disfrutando de la primera hasta la última historia. Apasionante.

Paprika de La Bien Querida (2022)

Veníamos avisados, cuando estrenó “La perra del hortelano”: era el retorno de la voz más representativa del pop español, alejada de modas y artificios, capaz de recorrer un camino angosto en el que el nivel en la creación ha sido siempre superlativo, llegarán en breve nuevos temas. Paprika (editado por Sonido Muchacho) podía traer muchas especias extras, como así ha sido. La Bien Querida o Ana Fernández-Villaverde siempre ha demostrado un inconformismo estilístico, su ductilidad -desde sintetizadores a guitarra española, de copla al afterpunk, de la rumba al tecnopop bailable-, un cambio constante para no salirse de la dirección adecuada, la de la artista más inteligente e inspirada de la escena española.

La recuerdo de otras épocas y otros lugares

Pero no hemos venido a hablar de eso. Y ninguna decepción en la escucha del LP completo: desde el chachachá confesional de “Esto que tengo contigo”, un hit inmediato, rompedor y con un punto de arrebato coplero hasta el tecnopop cálido de escuela mixta (más italodisco que sonido de bajo mancuniano, con algo de Donosti Sound) que es “La voz de tu amo”, incluyendo la lubricidad incontrolable que destila el texto. Una lubricidad a celebrar por el abismo al que las artistas se suelen enfrentar cuando se muestran tan transparentes, aún en las metáforas. Qué hermoso piano, guitarras acústicas abiertas, violines y una estructura de cante jonde, lírica de pop clásico en “Átame”, entre la última Rosenvinge y los tiempos de óperas egipcias.

En “Datbay” la paleta de estilos hace que lo sencillo se convierta en pluralidad, un ritmo de bachata, una sensualidad casi incómoda, ritmos latinos sintéticos, de eso que sobre el alma dejas que crezca hasta que la deja, el alma, completamente excitada. Tropicalismo de tecladillo, pero elegante, como esas dobles y triples voces que elevan el cántico por encima de la bailanta. Y “En la cruz de Santigo” la voz de Santiago Motorizado aporta el contrapunto para el minimalismo salsero, con un piano minúsculo y esa guitarra de punteo limpio tan de La Plata y el penúltimo rock sónico. Jugando en terreno conocido, pero que, de alguna manera, impregna el ADN.

El mismo que la rumba del olvido, con ese fantasma del caño roto que bebe vinagre y emula a María Jiménez, este ADN, el de “Mala hierba”, junta a Ana con Tulsa en un desfile de palmas y cante. Jota de los Planetas se eleva narcótico con “No es lo mismo” en una continuación de telenovela indie sobre la que varias generaciones han edificado su idea del amor. Cerramos con “En paz”, entre la bruma del sueño, el viaje de la ceniza al espacio, con sonido de polvo de estrellas. Un cierre cósmico que dejará satisfecho al fan y hará fan a los olvidados por la vida.

Miqui contra el mundo: la huella de los Smiths en España

Hoy no podía faltar un hilo musical en este Motel Margot: solo amor y belleza en 180 segundos

Uno siempre termina volviendo a los Smiths de un modo u otro. Los meses de la pandemia me los pasé recuperando el libro The Smihs (música, política y deseo) editado por Errata Naturae en 2014. Fueron los días en los que England is mine me había decepcionado y todavía no había llegado a mis ojos la montaña rusa de despropósitos que era Shoplifters of the World. Aunque vista en la distancia la primera tiene algo más de punk, de John Constantine, de Neil Gaiman inventando Mitos de Lovecraft en el mundo de Conan Doyle y Morrissey tocando las teclas de su olivetti como si fuera el piano infinito que define el mundo. En la película England is mine la llegada de Johnny Marr se convierte en un momento tenso cuando empieza a toquetear sus singles de vinilo. La elección -que no se ve en pantalla- parece satisfacer a Morrissey, transmutado en James Dean y contemplando al teddy boy que va a convertir sus melodías y sus versos en canciones. Que en 2021 para lo único que se han puesto de acuerdo Morrissey&Marr haya sido para permitir semejante exabrupto como es Shoplifters of the World me hace sentirme todavía peor con England is mine.

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Algunas palabras sobre Fake News de Daniel Gascón (2023)

Un dibujo. Otro dibujo. Mariano Gistaín. Un presidente del Gobierno emborrachándose el día de la moción de censura. Confiar en el PNV. El PNV leal. Lealtad del PNV. El chiste se cuenta solo. Llegará el presidente matemático con la calculadora en la mano, todo suma, llevar estampitas de Santos y una foto de Leonard Cohen a una oposición. Y una de Cthulhu, por si acaso. Llamar a los golpistas y marcar sus palitos en tu lado, llamar a los amigos de la ETA, los simpatizantes de la ETA, los que llevan la misma colonia de la ETA. De alguna manera hay que quitarse el olor a muerto, como aquel ciervo que iba en la parte de atrás de la camioneta. Tú me entiendes. Daniel Gascón está cerca de Luis Sánchez Pollack y de Woody Allen. Pero eso ya lo han escrito los demás. Los que han escrito antes que yo sobre este libro. Este libro se llama Fake News y lo ha publicado Daniel Gascón en Debate.

Una semana difícil para el Presidente del Gobierno: la comida basura no es marca España, como tampoco la dieta mediterránea. Y eso que los países que mandan usan mantequilla para hacer los sofritos, pero ellos saben que es mejor freír las verduras, porque cualquier manipulación de los animales se puede considera acoso sexual. Aquellas flatulencias de las hamburguesas, el gitano que le enseñó la cola a los independentistas en el trullo. Gitanos montando la resistencia unionista en Cataluña. Arroz quemado. A todos nos gustaba el socarrat. La diferencia entre el azúcar caramelizado del almidón y que se te queme el arroz es como la inquisición y la mentira. Seguimos con las grandes recetas: chilindrón para el pollo, ¿mejor si pillamos un pollo? Pollo express, pollo a domicilio, ¿Por qué el pollo nunca sube de precio? Pero si la cesta de la compra está disparada. No hablo de ese pollo, maldito asesino de animales. Vegans go speed. La comida del hotel donde fuimos de vacaciones era muy mala. Sí, y las raciones escasas. Es un chiste del Inserso que nunca pasa de moda.

Tabarnia: Albert Boadella ha tenido más enemigos que James Bond. Todos los malos del mundo han ido a por él. Lazis y Franco. Supongo que es una demostración de lo que te puede suceder si eres coherente y no te callas ni ante la estupidez ni la tiranía. Eso, también provocado por la diversidad étnica y social, de los miserables. Evitar la endogamia de estos colectivos que podría parecer contraproducente, no es efectivo en absoluto. Nunca llegarán a extinguirse. Solo prolongaremos la agonía. Todos los libros de Brendan O´Brian -compañero de tertulia de Ignacio Martínez Pisón-, remiten al nuevo éxito de Alizz: Mercé Rodera, Eduardo Mendoza, Enrique Vila-Matas, El Último de la Fila (aunque Quimi Portet ha acabado en Vic tocando con los Trogloditas, nunca mejor el nombre de una banda), Rosalía y Pau Gasol. A los Estopa los asustaron la vez que escribieron en redes sociales que no querían la independencia. (VIENEN LOS DE SIEMPRE A ECHAR A PERDER EL ANTIFASCISMO. Le dijo Albert Camus a Jean Paul Sartre)

Este muerto está muy vivo: película franquista con secuela incluida. Lo mejor del Valle de los Caídos es la serie (y el tebeo) de García y el final de Balada Triste de Trompeta de Alex de la Iglesia. Lo llama momento histórico el presidente matemático: un pequeño paso para el hombre, pero uno enorme para el ANTIFASCISMO. Federico Jiménez Losantos sabe que la maldición de la momia de Franco provocará que las esporas de la estupidez liberada se extiendan por España (con perdón) sin provocar ningún cambio. Ni a mejor ni a peor. Tenemos siempre los que se muestran inmunes a esas esporas, las esporas de la estupidez. Como esos emperadores, esos faraones, que tomaban pequeñas dosis de veneno para estar preparados en caso de intento de envenenamiento. Arsénico, Rhodes y el Peronismo, la momia de Evita, Médem (¿Julio?, no el de las patillas teñidas), Luis Cobos es facha porque lo dice Rhodes, Rhodes tiene nombre de piano. Piano Rhodes, Fender.

Las camisas viejas de viejas a nuevas, de nuevas a nacionalistas, de nacionalistas a independentistas. En la antigua Convergencia (y Unió, el padre de la Constitución), todos lo hicieron a la vez, todos y todas, todes, Catalanes todos de Javier Pérez de Andújar. Ahí está esta parte de la historia explicada. Yo heredé varios libros de mi abuelo Antonio. Eran de Fernando Vizcaíno-Casas. Avisaba. No le hizo caso nadie. Y eso que vendió un montón de ediciones. El facherío lo compraba y lo dejaba en un estante. Y en aquella época había mucho. Fachería y estantes. Tenías que hacer sitio para el baile de fotos cambiantes, con distintos líderes. Tu abuelo era facha. Sí, claro que era facha. Y también era mi abuelo. Murió sin entender muy bien la fusión. ¿La nuclear? No, la de los falangistas y los requetés. Al final los carlistas han terminado siendo antiespañoles y dejando su sitio en El Sadar a los cachorrillos de la ETA: pero oye, que son nuestros vecinos.

«¿Dónde vives ahora, Octavio? Estoy en todos los sitios. En todas las riberas, en todas las fronteras. Vamos a repetirlo, no hay nadie más antiespañol que un español. Ni más prudente con las nacionalidades históricas que un españolazo. Al resto de los españoles les da igual. Como mucho si la selección pierde algún jugador bueno. Pero, cuando lleguemos a ese puente ya lo cruzaremos».

A veces te imaginas si Cataluña, País Vasco+Navarra+la parte de Logroño que se decida en referéndum, Galicia (con c o z), el País Valenciano, las islas Baleares, las Canarias y las ciudades que hay que devolver a Marruecos porque patatas, se independizaran y realizaran asociaciones culturales y comerciales libres igual inventaban ESPAÑA (con perdón). ¿Y Aragón, mamón? Pues vamos cambiando, básicamente asumimos los intentos de ridiculizarnos de Cataluña, tratamos de demostrar desde la Plaza San Francisco de Zaragoza que la gente de Teruel que está más cerca de Valencia y los de la frontera con Soria son una masa uniforme en lengua y destino en lo universal mientras pasas las MAZ y ya están los de Huesca celebrando los goles que le meten al Zaragoza. ODIA MADRID, es la mejor manera de demostrar que eres español. El Ferrol del Caudillo, Gijón de Carrillo. Mucho has leído a Vizcaíno-Casas.

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Daño físico de MontePerdido (2023)

Daño físico es el nuevo material de MontePerdido, editado por Sonido Muchacho en este 2023. Un exabrupto a tiempo, deseo de ser piel roja, punk pop sin vergüenza, el nuevo material de MontePerdido sabe cómo la sangre después de morderte el labio (o después de que te lo muerdan). Canciones como “Daño físico” son un directo al estómago del alma, sensible sin ser sensiblero, con una energía de guitarras que recuerda a los mejores momentos de Farmacia de Guardia o los Zoquillos. Entre el Riot Grrrl de madrugada y policías que avisa de la resaca de la vida, escuchas “No estoy bien” y sabes que hay alguien de tu lado, aunque sea escuchando las guitarras, aunque sea pidiendo a su hermana mayor que le enseñe a tocar la batería de “Año 2k”. Nos detenemos en el tiempo de dulzura, a base de sustancias de la felicidad con receta, en “Vas a petar”. La sociedad española, la sociedad de la química, la que te levanta con un vaso de agua, un café y un blister agujerado, como tu moral.

foto de Sergi Albert

Bego (voz), Dani (batería), Diego (guitarra), Tomás (guitarra) y Willo (bajo) son la lava que baja por las calles, un volcán encendido que despierta a las generaciones que se han ido quedan atrás a base de una sección rítmica armada para la batalla y unas letras saciantes y urgentes. Cerramos con “RIP”, una manera de dejar claro que la muerte es el principio de todo, la renovación más radical, con las voces repetidas, coros y gritos, escucha a NoVeasNo o Fun People y, quizá recuerdes que hasta las Dum Dum Girls hicieron un cover de los Smiths. Porque ellas, ellos, elles querían ver gente y querían ver luces. Que el romanticismo no está peleado con la rebelión es una de las cosas que le queda a uno claro cuando escucha este devoto manual de rabia.

Algunas palabras sobre Huntington Beach de Kem Nunn

La editorial Libros del Asteroide nos lleva hasta 1984, Estados Unidos, la guerra del Vietnam todavía presente en las heridas sin cicatrizar, punks que hacen surf, moteros que mastican odio, trabajadores humildes con seis latas de cerveza como premio, la playa, el sol, la juventud como el único bien del penúltimo estrato de la sociedad. Un libro absolutamente magnífico que debería estar en la vitrina, en el estante, bajo la cama de cualquier amante del género.

Calor sin mal, cerveza para esperar, la cerveza como sala de espera, un autobús que se prolonga hasta el infinito, extraña relación entre hermanos. Llegar a la playa, un papelito en la mano, el recuerdo de un pezón duro entre los dedos, buscar un lugar donde dormir entre las colmenas baratas que rezuman marihuana y desencanto. Piscinas de cloro y veneno, quinta línea de playa, cada vez más lejos, cada vez más cerca del fondo del infierno. El papel arrugado, las iniciales, listas de teléfonos, es 1984, personas que llevan tanto tiempo solas que no recuerdan cómo se habla con otra persona. Comer pan de plátano. Iker quiere su parte de la arena de playa. Iker no quería su parte del desierto. Demasiada arena del desierto. Punk, surfistas y ángeles del infierno. Las motos rugen enfermas. Iker busca iniciales en mingitorios cuando ya no quedan listas de papel. Era un mundo sencillo, un mundo de encuentros, un mundo en el que nadie te iba a echar de menos. No existen compartimentos.

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La masacre de Potes: Alberto Contador en la Vuelta 2012

El 27 de mayo del 2011 estoy sentado en una habitación de hotel en Barcelona y veo el final de la etapa 19 del Giro de Italia. Esa noche toca Pulp en el Primavera Sound y yo solo creo en tres cosas: Alberto Contador, la americana de Jarvis Cocker y el amor europeo. El chico de Pinto, con la cabeza sellada por las grapas de la tragedia y la resurrección dominaba el Giro de Italia a su antojo. Hasta entonces solo Miguel Indurain lo había conseguido domar. El Giro, la carrera donde el Tarangu, José Manuel Fuente, fumaba un paquete de Marlboro la noche antes de las Tres Cimas de Lavaredo, soñando despierto, moribundo ya, con derrotar a Eddy Merckx. Fuente y Perico bajando el Gavia en la etapa de la edición de 1988 con la nieve cubriendo el mundo.

La UCI iba detrás de Contador. Contador estaba desatado. Llevaba ganando desde el principio de temporada. Todo lo que se le ponía por delante, caníbal como Eddy, salvaje como Hinault. Yo quería que se lo llevara todo: la regularidad, la montaña, mil etapas, que llegara de rosa y, luego, de rojigualda al Tour de Francia. Era un día pestoso el de la llegada a Macugna, lluvia antes de la jornada siguiente, la de llegada a Sestriere. Por delante iba Paolo Tiralongo, italiano del Astana y Purito Rodríguez, español del Katusha saltó a por él buscando la etapa. El movimiento provoca un latigazo de Contador que deja en evidencia a sus dos rivales directos, Vincenzo Nibali y Michele Scarponi. Contador llega hasta Purito y lo sobrepasa. Alcanza la rueda de Tiralongo, leal gregario de Contador hasta el año anterior, cuando ambos corrían para el equipo Astana. Contador le susurra: «Vamos, tranquilo, la victoria es tuya». Tiralongo, 33 años de gregario, se levanta del sillín, hace un último esfuerzo, pedalea los trescientos metros hasta la meta con Contador a su espalda, a un milímetro. A menos de un milímetro. La distancia de la generosidad.

Aquella tarde del 27 de mayo del 2011, con aquel canal de Eurosport en flamenco, estallé, enfadado. Quería que Contador ganara, que ganara siempre. Pero amigo, en el ciclismo hay pactos, amistades, hoy por ti, mañana por mí. No sabía aquel mayo de 2011, el día que tocaba Pulp en el Primavera Sound, que al dejar ganar a su amigo Tiralongo, Alberto Contador acababa de sellar su victoria en la Vuelta a España de 2012.

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Plegaria para pirómanos de Eloy Tizón

La espera ha terminado. Vuelve el flautista, vuelve el engatusador, el hombre de las píldoras sabrosas, las páginas agridulces. Después de los momentos que hicieron estremecer a todo el Motel Margot, después de leer “La velocidad de los jardines” y “Técnicas de iluminación”, después de convertirme la religión amplia y pagana de Tizón, llega “Plegara para pirómanos” editado, como siempre, por la mejor editorial de cuentos de España, Páginas de Espuma.

Y comenzamos. Y comienzo, Eloy, porque te escribo a ti porque tú me escribes, tú, Erizo, mi compañero de este septiembre. No he olvidado que me hiciste volver a sentirme vivo tras la oposición, tras el confinamiento, tras toda la enfermedad y toda la tristeza. Me diste luz, de Garray a Cuenca, de Guadalajara a Ateca. Aquella plegaria, mi propia grafía desastrosa, acumulando zapatos que te hacen daño, en las palabras dedicadas a una mínima ciencia ficción es donde los buenos escritores se mueven. No, escritores no, contadores de historias. Escapar de lo social, dejar un hueco en lo cotidiano, una ligera apertura para que se cuele el terror, la fantasía, el terror. La clave es una máquina del tiempo donde uno se sienta cómodo manipulando el espacio-tiempo, las leyes básicas, el barro del personaje. En la rotonda de Xavier todos los mutantes buscan la manera de salir, adicción, librerías de lance, un escritor que no existe, un Tizón que se hace constructor del extrañamiento. Internet es una piscina en calma donde hay pequeñas islas pulp. Un castillo. En la página 17. Si hay un castillo hay un hombre. Y si hay un hombre en el castillo es que yo estoy vivo y vosotros estáis muertos. Erizo pelea contra Camilo José Cela y juega con los números reales, desordenados en el libro de las arenas de Jorge Luis Borges. ¿Hacía ciencia ficción Cela, Eloy? ¿Se puede hacer ciencia ficción, Octavio? Hacer es un verbo horrendo, tiene algo de divinidad. Yo soy un tigre de alma oscura, un lado desconocido, un colectivo de escritores que ganan tiempo, una esponja (el animal antes de ser parte de la ducha): si las cosas funcionan es mejor no tocarlas. VHS. Volveremos a lo analógico, a lo que está escondido. Ese es nuestro terreno, Tizón.

«Vivo el 26 de agosto en simbiosis completa. Más bien soy un parásito de tus cuentos, Eloy. Todos lo somos un poco. Buscamos una migaja, un trocito de cuerda, algo de lo que podamos tirar para construir nuestros propios cuentos. Primero hablas de hacer, ahora de construir, Octavio. Los relatos no son legos, son palabras, las palabras no tienen necesidad de esconderse porque nadie las reclama. Literalmente me dejarás siempre insatisfecho, Tizón. Pues haz como Erizo, Octavio, busca todos mis libros y mis rarezas y mis colaboraciones y mis participaciones colectivas. ¿Soy yo parte también de esta estrofa, soy el puente, soy el estribillo de la plegaria?»

Malcon Lowry, no te lo he dicho, Eloy, pero lleva unos meses persiguiéndome. Primero fue con el libro póstumo de José Luis Rodríguez García, luego al recordar el volcán que llevaba mi amigo Sergio Algora tatuado en el pecho. Otro gran cuentista. Y, claro, el volcán que poseía Rodrigo Fresán. Una historia, una mujer mexicana, muy rica, una finca infinita, tanto lujo que se permitían tener un volcán en mitad de la tierra.

Mucha agudeza, le dices a Erizo. Sale del mar, tiene garras, es un mestizaje de Providence. Un instante, recordar el día que robé un arma de un muñequito de GIJOE en el Corte Inglés y un dependiente me pilló. En la papelería hay más cosas, hay un diario. Mi padre, el día que me detuvieron los de seguridad, empezaba su diario. Una primera página que marcaba el tono del mismo. Spiderman sigue llorando la muerte de la Stacy. La han revivido tantas veces que no sabes muy bien cómo terminará la historia. Eloy, a tus personajes les falta disciplina para el malditismo, pero eso es un detalle muy elegante, dónde vamos a parar. Timidez, quedarse quieto, pintarse la cara con betún, la Ray Milland Band. Sí, otra vez, Pipo y compañía.

Ceguera, escozor, Navidad, padre, siempre un padre, como un poncho o un traje. Todos acabamos poniéndonos el disfraz de padre. Primero el de hijo, luego del de padre y, al final volvemos a ser hijos porque nuestro padre ha envejecido. Mientras viajo al final de la noche contigo, siguiendo el fuego en los ojos de los personajes, la gasolina de las historias de Tizón. Amor, papel, clónicos soviéticos, anécdotas, como si la vida no tuviera suficientes incógnitas tú le añades alguna en tus historias. No hay ni un solo monstruo. Por eso es más complicado crear el terror, el misterio, el realismo fantástico. Cigarrillos que se vuelven a encender a pesar de haberlos aplastado. Cigarrillos rebeldes. Sea África o el Palacio de Buckingham, da igual. Volver a Detroit. La ciudad esqueleto que está en otros libros, no importa. No sigo por ahí. Los pistones son ángeles que vuelan, que alimentan los paisajes, cañerías tóxicas, un vengador, tóxico, también, claro. NO MAN´s LAND como en aquella saga de Batman. Las plumas de los ángeles dejan caer la caspa del diablo. La caspa es de mala calidad y hay que fumarla con pipa. Pipa de vidrio. Paco. Thomas, Dumars, Aguirre, Mahorn y Laimbeer. Y el microondas y el gusano. Coches, coches hambrientos, gallinas y chicos malos. El otro erizo sigue en el camino. Puntiagudo como tus historias.

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