Algunas palabras sobre Barcelona fantasma de Ramón de España (Vegueta Ediciones) Primera parte

Es una aventura la captura del espíritu, bien lo sabe el que creyó entre los borrachos y los desaparecidos, personas y lugares que ya no existen como afirma Ramón de España en la portada de esta selección de columnas aparecidas en Crónica Global. Una Barcelona post franquista y pre pujolista, con Tarradellas y su «Ciutadans de Catalunya, ja sóc aquí!» abriendo el futuro antes de que el dictador blando, el pequeño mártir de la Moreneta devorara con la elegancia del que salía a por croquetas, tebeos y cubatas de relleno improcedente. ¿Quieren ustedes aprender cómo se captura en ámbar una época sin tener que acudir a experimentaciones genéticas? ¿aprender a destilar vitriolo después de tener el hígado y el riñón amaestrados por el garrafón de garitos cutres y tascas elegantes? Pues lean Barcelona Fantasma o lean a Ramón de España o, simplemente, lean.

Aquí he preparado una mixtape de temas para hacer más amena la lectura (espero)

Si lo que ustedes quieren es aprender que el periodismo gonzo no es Hunter S. Thompson o escribir puesto de anfetas o de tramadol o de diazepam, o con dos carajillos o un Larios o la destilería Dyc de Segovia, punto final de doce ediciones consecutivas de la Vuelta Ciclista a España, lean a Ramón de España. Porque todo lo anterior, el consumo de sustancias, el desorden metal convertido en aliteración fallida ya lo hemos visto en Jack Kerouac, el Sálvame e incluso en los años dorados del Mondo Sonoro. Lo gonzo, lo atrevido, lo arriesgado es llamarse Ramón de España, caminar por tu propia ciudad con corbata y gafas de pasta y saber estar en el ander y enterrando los restos momificados de la gauche divine, encararse con ironía con los lazis, demostrar que es tan catalán como cualquiera y, por suerte, no llevarse un tiro en la pierna después de que te dejen atado a un árbol. Que de todo te puedes encontrar entre el Turó Park y el Merbeyé.


Ramón de España y otros rollos, Ramón de España y Ocaña y Nazario y el alcohol en Barcelona se abreva en lugares con encanto. Un poco de barniz de rock, mucho cuplé, alguna chapa de Buddy Holly y de Los Jam. Elige la mezcla, un Gimlet y el cierre con Para ti de Paraíso. El reverso oscuro de Makoki. Porque “El Zurdo” podía estar en HB o en Falange pero escribía sin faltas de ortografía y con el zapato puesto -luego llegarán los que van descalzos tuertos, como David el lamecoches, el conductor de culos-. Tener una sintonía de Paraíso que te avisara de que era hora de irse y seguir escuchándola al día siguiente, de buena mañana, con la resaca llamando a las puertas del cielo. Cualquier noche podría salir el sol, lo cante Sisa o los Manolos. El traje de Bryan Ferry, la nariz de David Bowie, el baile en el Salón Cibeles, el espejo que devolvía a Solfa con la sonrisa de Sisa. Solían acabar en Boccacio y allí alguien decía: <<Hombre, si está aquí el STAR por casa>>. Una Orquesta Platería y una novia de Pepe Rubianes, al que, según avance la melopea de las teclas dedicaré algún exabrupto.

Bares y Cines, el Astoria, lugares a los que un día vas, otro prometes volver y al tercero ha desaparecido. El Alexis, sesiones dobles, de reestreno. Cuando no había tantas películas ni discos ni libros y teníamos, tenían, tiempos para volver a ellas. Dice Ramón de España que «Una de las cosas que más lamento es haber dejado de hablar de Roxy Music para hacerlo de Puigdemont», solo pensar en cómo le cae el traje y el pelo a Bryan vs Carles. More than this. Una redacción de Bruguera. El reportero Tribulete vs Gaston la Gaffe vs Perico Carambola de Miguel Gallardo (¿aficionado también a los electroshocks?) Hay muertos gloriosos como Moncho Alpuente que cantó a Carolina de Mónaco y todavía no sé cómo la canción llegó hasta Argentina y Los Virus, la banda de los hermanos Moura -uno de ellos desaparecido en el Proceso- hicieron un cover, como se dice en el Río de la Plata antes de que Federico muriera de SIDA.

Guillem Cifré inventó el “Viva Franco… Battiato” el día que perdió el centro de gravedad por la ingesta de destilados. Autor del Reportero Tribulete, la rima en consonante hizo felices a tantos niños españoles como las primeras revistas con vaporosos desnudos. Es como pasar en en el Victori de El Alcázar a la STAR con el simple paso del martini, rojo Cinzano, por supuesto. Hace unos días estuve en el Caixa Fórum de Madrid viendo originales de la Pilote, emocionado porque mi hijo conociera los personajes de Jack Kirby. No pasé de Asterix en su momento pero algún Iznogud, alguna casaca azul y, sobre todo, me falta en el libro que Don Ramón nos cuente la historia de Eric Castel icono del barcelonismo recalcitrante, con aquellos niños de cala que amaban al Barcelona sobre todas las cosas y ese Castel que acababa yéndose por las perras en un avance premonitorio de la falta del seny de los argentinos. Tangury y el Teniente Bluckerry, como en la versión de Bluckberry Hill de Adriano Celentano.

 

Las chicas del Drugstore en Madrid sableaban a los Burning, pillaban material para Panero y Haro Ibars y los efebos de chupa de cuero y pantalón preto (como decimos en Aragón) hacían que Luis Antonio de Villena se le fueran los ojos. El Drugstore de Gracia era la versión del puente aéreo. Luego nos quedó el VIP´s de Princesa en Madrid, para que Moris cantara lo que no cantó Sergio Makaroff, que se marchó a la Ciudad Condal y resiste, con elegancia porteña, ahora y siempre al lazi invasor.

«El recuerdo, La Librería Francesa de Barcelona y el Drugstore vive mientras viva el último que estuvo allí y, después, el último que escuchó hablar de aquellos lugares. Así, que queda por escrito, siempre habrá alguien que lo recuerde».

Y la Avenida de la Luz. Ya escribí sobre ella en un artículo que planeaba la idea de la ciudad dentro de la ciudad, más en el Madrid de Edgard Neville y su Torre de los Siete Jorobados. Pero la canción de Sabino Méndez y el videoclip de Loquillo dan para mucho juego. Busco y copio: «La Avenida de la Luz, inmortalizada por Loquillo y Trogloditas en la canción que se cerraba su EP ¿Dónde estabas tú en el 77?, fue una galería comercial subterránea en la Barcelona preolímpica, cerca de la Plaza Cataluña, al lado de los ferrocarriles de la Generalidad. Estuvo abierta desde los años 40, cuando se convierte en la primera galería subterránea dedicada al comercio de toda Europa. Es el verdadero mito de ciudad sumergida, la que utilizan los que no pueden vivir en ella mientras los demás duermen. En aquella Avenida de la Luz había locales de apuestas para carreras de galgos, una churrería, un cine para adultos, una tienda de máquinas de hacer punto y una expenduría de vinos que en su puerta tenía un muñeco vestido de baturro que escanciaba de forma continua un chorro de tinto. El final del sueño, la avenida de la luz, la que ata el subsuelo de una ciudad sin lazos hasta los años 90, cuando la decadencia del lugar es absoluta, convertida en vertedero emocional de una ciudad que se prepara las olimpiadas. La escritora María Zaragoza publicó en el año 2015 un más que olvidable libro con ese título, donde trataba de otorgar un cariz sobrenatural, de agujero temporal a aquel sueño arquitectónico y futurista, el Heartbreak Hotel de la aquella Barcelona».


 

De la Barcelona de Spinola y Sabino Méndez, que también escribía tebeos y vendía costo en el Parque de Cervantes. El Rrollo enmascarado y el Pollo Urbano. Los tebeos son el objeto más precioso al que un niño podría aspirar. En lo único que hemos mejorado en estos tiempos es que entre japoneses, héroes con mallas y los clásicos eternos de la línea clara, cada vez quedan menos capitales de provincia sin su librería especializada. Busco entre las revistas viejas, como si fuera un coyote, encuentro lujosas revisiones de el Rrollo Enmascarado y grabo en casetes falsos, digitales e infinitos. Extraño el jugo de las distintas flores y me conformo con el ánimo con receta.

Pero creo, como creía Andrés Calamaro, en la divinidad de Héctor Lavoe, o en la de Gato Pérez, en este caso con el sacerdote Miqui Puig. Una maldición, la del Bar Hawai, los fans de Loquillo, que aparece poco, porque el que tenía las mejores camisas de lunares era Sabino Méndez, suena Carles Prats y sus documentales y hay un desfase entre El Cairo y El Víbora.

Entre la portada después del 23F que guardaba mi tío en un ático de Salou a escondidas de mi abuela. Yo leía las historia de los Freak Brothers de Gilbert Shelton y acabé pillando la integral del Gato Fritz por si algún día quiere ejercer el autoaprendizaje mi hijo.

«Yo, los tebeos no los enseño, los guardo como el tesoro del pirata, que cada uno se busque la vida. Tienes cinco minutos para un café, el cáncer se ha llevado a los fantasmas de Barcelona, como si fueran dos ciudades, una neblinosa construida a base de recuerdos y otra plena de basura y sarna. Pero ciudades, ciudad, resistencia y que cada uno vote lo que considere mejor. Un fantasma es Enrique Vila-Matas en la sala Bikini peleando con la puerta como si fuera un saloon del oeste».


Aunque dedicaré el final a Casavella, el Watusi aparece antes, joven promesa en la Casa de los Enanitos, del Turó Park y las guitarras eléctricas. Me gusta que Vázquez-Montalbán supiera distinguir que la lucha de clases no estuviera enemistada con una cogorza, aunque su PSUC me parezca la enfermedad mayor del reino. Pero nadie se puede meter con Vázquez-Montalbán o Pepe Rubianes, porque son seres de luz. Así que no opino, yo aquí estoy para hablar de Ramón de España , no de Pepe Carvalho o del Makinaja de segundo plato. La puta España decía Pepe. Manolo, que reventó en Bangkok.

De una mano la copla y de otra el sí pero no del nacionalismo. Qué bien viven o mueren algunos. Barcelona post franco y pre Pujol, lo repito porque la frase es buena y puede que se le haya escapado al lector.
La semana que viene, más. Espero.

1 comentario · Escribe aquí tu comentario

  1. Dice ser De lo más a lo menos en un plis plas

    De aceptar el desnudo en público a prohibir ir en chanclas.

    05 agosto 2022 | 10:35 am

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