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Algunas palabras sobre LOS RODRÍGUEZ Sin documentos de FOUCE, HÉCTOR / DEL VAL, FERNÁN (Sílex Ediciones,2023)-segunda parte-

aquí la primera parte

Seguimos en el camino, seguimos escuchando, saboreando, encontrando las claves básicas y las menos conocidas de la grabación de Sin documentos y el excelente libro que Sílex ha publicado sobre la obra, escrito por Héctor Fouce y Fernán del Val el año pasado. Dejamos en la primera parte a una banda acabando las canciones, una banda que tenía el éxito en varios temas y la eternidad en otros. Pero también una banda que se deshacía con el dinero y la fama golpeando en la puerta. Sigamos el camino. De Madrid a Buenos Aires y vuelta otra vez.

En las dedicatorias Miguel Abuelo. Miguel Ángel Peralta. Y Albert King. Y el primer Bob Dylan, el Dylan que comenzaba a fluir entre la juventud española, impregnando los libros… y también Guille Martín, el primer bajista, que se acabaría convirtiendo en la diestra de Andrés en sus años solistas (además del resto de bajistas: Daniel Zamora y Candy Caramelo). Y Alfonso Pérez, el tipo que fue capaz de darlo todo por ellos.

Después del lanzamiento: las reseñas

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Algunas palabras sobre LOS RODRÍGUEZ Sin documentos de FOUCE, HÉCTOR / DEL VAL, FERNÁN (Sílex Ediciones,2023)-primera parte-

Desde Sílex ediciones se lanzan a la aventura arqueológica, pop, necesaria, de recuperar la historia detrás (y delante y, sobre todo, dentro) del capital disco Sin Documentos de Los Rodríguez. Con la mano exquisita de Héctor Fouce y Fernán del Val, se analiza la situación histórica que provocó que la banda hispano-argentina redefiniera un cambio de siglo a base de multitud de electricidad especiada. Desde otra mirada, desde los ojos subjetivos de los distintos huéspedes del Motel Margot vamos a recordar qué pasaba en la piel, los pulmones, el corazón y, a veces, la nariz, de los duendes que poblaron el alma de aquellos genios y cómo influyó en su carrera posterior, tanto grupal como solista. Vengan con nosotros en este viaje, en este recuerdo.

Con un Calamaro dispuesto a volver a la Argentina. Con unas maquetas en cintas TDK. El horno todavía está caliente en Buenos Aires y, además, los tiempos de los apagones en los estudios Panda parecen haber terminado, Alfonsín ha sido sustituido por Ménem (una pequeña errata en el libro sitúa la fecha en 1999, cuando, evidentemente, son diez años antes) y estamos en los años de la paridad, la falsa sensación de euforia. Fito Páez, el tecladista de Charly, con una irregular carrera solista como la de Andrés ha vendido millones de discos con “El amor después del amor”. Andrés graba su parte vocal en “La rueda mágica”, con García al lado. Se da cuenta de que los solistas funcionaban, el Plan Austral moría, los dólares, las pesetas, el peso. Fito y Cecilia se gastaban cien mil pesetas en una tarde comprando ropa sin salir del hotel.

A Calamaro, tras los años en el rancho de Ariel en el mejor barrio de Madrid, comiendo pasta, ligando con muchachas de Malasaña, ejerciendo de Peter Pan castizos, le empezaba a cansar. Se daba cuenta de que en España no había estrellato. No había estrellas del rock. Y él quería trajes de Armani y quería Nueva York y Miami. Quería el sushi y el champán con el que calentaban Cerati y compañía antes de ponerse duros con la Merluza. En la valija, acabada la relación con Pasión (discográfica de la que hemos hablado mucho en Motel Margot, por su magnífico catálogo, desde Más Birras hasta Antonio Vega y con el olfato de publicar el primer LP de la banda, “Buena suerte”) buscan su sitio.

Como confiesa Andrés a Nathy Peluso: “Éramos demasiado viejos y demasiado yonquis” y ella se ríe, a lo que Calamaro añade la coda: “Cosa que era formalmente cierta”. En Pasión las adicciones estaban presentes, pero los noventa no entendía de confrontación puritana. Pero Alfonso Pérez, que había vendido DRO a Warner, pero seguía siendo el tipo que levantó GASA, que le hizo el aguante a Corcobado, que escribió letras para su mujer en Esclarecidos, que tenía a un miembro de Alphaville sentado junto a él en el despacho, recibe la cinta del mánager el día de antes de Navidad (ojo al guiño con la canción “Parte del aire” incluida en el disco “La, la, la” que grabaron conjuntamente Luis Alberto Spinetta y Fito Páez en 1986).

Todos conocen la historia, de Alfonso Pérez, la cinta, las compras, el contrato, el cara a cara con Warner, de aquí no me bajo. La mañana del 24 de diciembre. La valija de Andrés, Aerolíneas argentinas. La maqueta, la maqueta de “Algo se está rompiendo”. Una demo que ya suena a canción. Las Grabaciones Encontradas, el Hornero Amable. Y toda la mitología del disco, de la historia, tiene su momento cumbre en el encuentro de Ariel, Andrés y Alfonso en Café Gijón, donde Francisco Umbral protegía su perennemente irritada garganta mientras atravesaba Madrid, hambriento de cuchillo, manzanas y leche. Un disco gestado en el Café Gijón, un disco robado a Buenos Aires.

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