Seguimos en el camino, seguimos escuchando, saboreando, encontrando las claves básicas y las menos conocidas de la grabación de Sin documentos y el excelente libro que Sílex ha publicado sobre la obra, escrito por Héctor Fouce y Fernán del Val el año pasado. Dejamos en la primera parte a una banda acabando las canciones, una banda que tenía el éxito en varios temas y la eternidad en otros. Pero también una banda que se deshacía con el dinero y la fama golpeando en la puerta. Sigamos el camino. De Madrid a Buenos Aires y vuelta otra vez.
En las dedicatorias Miguel Abuelo. Miguel Ángel Peralta. Y Albert King. Y el primer Bob Dylan, el Dylan que comenzaba a fluir entre la juventud española, impregnando los libros… y también Guille Martín, el primer bajista, que se acabaría convirtiendo en la diestra de Andrés en sus años solistas (además del resto de bajistas: Daniel Zamora y Candy Caramelo). Y Alfonso Pérez, el tipo que fue capaz de darlo todo por ellos.
Después del lanzamiento: las reseñas
Ricardo Rocha
Y el Madrid que no acierta con los centrales. ¿Quién se juntará con Sanchís? Primero 89/90 el cabezón Ruggeri, campeón de todo con River y Argentina en la 85-86 que viene del Logroñés. Amigo íntimo del Diego. En la 90-91 traen a Spasic, que ha estado en la zaga que elimina a España en el Mundial de Italia, para dejar vídeos en youtube con sus goles en propia meta. Qué malo, qué feo. El fútbol de feos llega a su fin con los ochenta. Llega el bigote de Ricardo Rocha, que hace dos temporadas, 91-92 y 92-93. El Real Madrid está perdido en la liga. El Barcelona los pasa por encima, pero Andrés se hace una camiseta con su cara. Repito, se hace una camiseta con la cara de Ricardo Rocha y su bigote. Entre el Sao Paulo y el Santos. Andrés siempre en la vanguardia. Andrés está dentro, está en Madrid, en España. Víctor Coyote, Antón Reixa, los Gabinete Caligari y Burning (“Ponían algo bueno por televisión”). Y se llevará a Guille Martín para hacer su repertorio solista por Argentina. Después hablaremos de eso.
Andrés Calamaro y Ariel Rot en Zona de Obras, en los primeros números. Maquetación demencial. Calamaro y Scaramuzzino, emigrantes de segunda o tercera generación. Calamaro es el Dr.Feelgood un día y, al siguiente, es Hunder Davies. Es Enrique Symms mezclado con Lester Bangs. Si no saben de qué hablo, sigan leyendo este blog.
Después de la publicación del disco, Los Rodríguez empiezan a ser banda de verano, de bolos de fiestas populares, con un buen repertorio y sencillos conocidos. Los Rodríguez van a la Argentina, que empieza a despertar con la euforia falsa de Ménem. Hacen tres bolos una noche hasta que se desmaya Ariel. Como dice Andrés en sus distintas biografías (aun con versiones distintas cada noche, por supuesto), el siguiente disco de Los Rodríguez, “Palabras más o menos” podría no haber existido, el Grandes Éxitos cuando todo está terminado, con un valium y una botella de vino mediante, entre las nubes del avión, Calamaro quiero todo, lo quiere ya. Y quiere volver a tomar las decisiones en formato solista. ¿Es el último disco real de Los Rodríguez? Es igual una afirmación demasiado exagerada.
7 de septiembre de 1993 en Las Ventas, en Madrid. Cuatro días después de la salida del disco. Con el Calamaro toreo, con la montera auténtica, pesada y excesiva, versiones de Makaroff por partida doble, de Moris, versiones de la vida, la mala y la buena. Habrá un disco que lo recoja al completo unos años después. Era la versión que mezcla Dyc y Fernet. Con el piano y las voces en primera línea. Antes de las tres guitarras y la pérdida de rumbo. 46 galas en 1993. El número de bolos se traduce en un fajo de billetes, son los últimos tiempos donde la mezcla no provoca resaca: Gabinete Caligari, Burning, Moris, Charly García y algo de Fito Paéz. Pero las cosas terminan. Y terminan mal. El viaje a la Argentina, escuchen. Y las Grabaciones Olvidadas, cuando España, con el éxito de los Rodríguez, pide más Calamaro.
Argentina, 1994.
16 de abril de 1994 Los Rodríguez en el Gran Rex haciendo el repertorio clásico y colando Ni hablar y Adiós, amigos, adiós, un tema como No se puede vivir del amor, hit de las Grabaciones Encontradas, egoísta y reservado. Revisan a Sui Generis e, incluso, besan a la ciudad en los labios con el hit “Costumbres argentinas” de Los Abuelos de la Nada. Gringui Herrera, el compañero argentino de Andrés, sube y está ahí, amando, en la tristeza de la ciudad. Invitan a Fito Páez, con la melena larga, para que haga Los Buenos Tiempos.
Es curioso que elijan un tema de “Tercer mundo”, de 1990, el disco anterior a la explosión del “Amor después del amor”. En el disco de Fito, en el tema que le daba título, se podía escuchar esta frase: Y ya era día y no era verdad/Andrés Calamaro y Lou Reed/Pensando, pensando en salir de aquí/Afuera los pibes en la ciudad. También nombra a La Mona Jiménez, la única que sale en el documental que ruedan aquellos días, que acompaña a Calamaro por las calles de Buenos Aires, a la Mona Jiménez lo reconocen en los kioskos las señoras. Es una estrella. Andrés no.
El 19 de noviembre están La Plata y suena un breve fragmento de Jugo de Tomate Frío de Manal (miren el vídeo de Hong-Kong de C.Tangana) e invitan a Manolo Tena a que suba a cantar con ellos . En Buenos Aires los presentadores de televisión le piden versiones de Sui Generis. Andrés va y viene. Ya lo avisamos al principio. Calamaro y Rot le dan vueltas a la vida. Dicen por ahí que Fito y los Cadillacs la están rompiendo.
«La mentira de la paridad. Tocan en el Gran Rex, es una noche extraña, puedes ver a Julián Infante enseñándole a hacer palmas rumberas a Charly García. Charly le cuesta, pero, al final, lo consigue. Apoyado en el quicio de la puerta está Alejandro Sanz. Sí, Alejandro, que sabe de merca y de flamenco, de Bambino y de capitanes intrépidos. Alejandro sabe que los palmeros de Peret iban más fuertes que Keith Moon. Alejandro Sanz y Charly García en la misma habitación. Antonio Flores estaba en lo más alto. Pero quedaba poco de él».
Si el disco aparece el 3 de septiembre de 1993, unos pocos meses después aparecen Grabaciones Encontradas Vol 1. Aparece Lou Bizarro. Aparece No se puede vivir del amor (que se utiliza como recurso para el directo de la banda, como Adiós, amigos, adiós, puramente solistas de Calamaro) y algunos experimentos, la mayor parte grabados en los estudios caseros bonarenses de los años de cortes de luz y masterizados en Madrid. En el mismo 1994 hay una grabación pirata de Calamaro en Prix D’ami, Presenta Grabaciones Encontradas Vol 1. Presenta lo que se está viniendo. Canciones que empiezan antes de la inflación y se terminan en Madrid.
Prix D’ami sale en una canción de Fito Páez. Yo tengo el sencillo promocional en vinilo, “Fue amor”. Otra vez “Tercer mundo”. Una canción de amor a Fabiana, a Fabi. La última canción a Fabi. Todo el mundo me habla de vos/Y no puedo dejar de reír/Lo que hacés y adónde vas/De tu depto siempre a Prix D’ami”
Hace Presente de Vox Dei, Años de Pablo Milanés (que había grabado con Luca Prodan y el mítico locutor Tom Lupo: “Nos vamos poniendo tecnos” y que se recuperaba en Grabaciones Olvidadas). El Chino, que había grabado con Celeste Carballo en su disco “Chocolate inglés” de 1992 (ojo a este tema que es una macarrada preciosa) y también con Fito “El oso” de Moris y “Naranjo en flor”, tango clásico de los hermanos Expósito, famoso en la voz del «Polaco” Goyeneche y que Andrés siguió y persiguió hasta grabarlo en estudio en su “Honestidad Brutal”.
Hace un tema de Pappo (oráculo primigenio, como Maradona), “El Tren de las 16” y revisa su mejor etapa solista, la “Nadie sale vivo de aquí”, con “no tengo tiempo” y la maravillosa “Señal que te he perdido”, que había seducido a Hilda y Laura, Lizarazu y Ramos, los meses antes de partir a España. Ya se intuye qué temas de Los Rodríguez son parte del imaginario de Calamaro, los que van a sobrevivir…”7 Segundos”, del que hemos hablado en este artículo una y otra vez, “Algunos Hombres Buenos”, un estreno, un tema que iría en el siguiente disco y último de la banda, “Mi enfermedad”, que ya había pegado por la petición de Maradona de que fuera la banda sonora de su retorno a los campos de juego en Sevilla, en el Sánchez Pijúan, en la versión de la Cantilo, que lo acompaña en el escenario. En internet hay dudas.Lo importante es el repertorio, los amigos, Buenos Aires y un madrileño, Guille Martín a la guitarra. Tomen nota. No olviden.
Otros dicen que se ese concierto se hizo en Obras. Que tocó “En el último trago” y recuperó “Dos Romeo”, los hermanos Arizona, personajes de Laura Ramos, amigos de Rodrigo Fresán. Con Fabiana, con Celeste Carballo. Piano y voz. En 1994 Calamaro estaba recuperando grabaciones. Calamaro estaba entre Lou Bizarro y el Dr. Feelgood, en una metamorfosis ideológica, en un discurso complejo, que iba entre la cocaína, las lecturas, las grabadoras de cuatro pistas y los mejores músicos de estudio. Madrid se acaba, Madrid es un cuarto alquilado.
Este libro, maravilloso, es una demostración de valentía y orgullo. Es Sílex puro. Es pura historia. Es una reflexión sobre una banda única, es Calamaro y es Rot, pero, sobre todo, es la realidad de España, un país sin estrellas del rock. Mis meses en Buenos Aires me dejaron claro que, hasta que las abuelas y los que limpian las calles no sepan quién es Fernando Alfaro, no seremos un país auténtico. Quizá sí más ordenado.
El libro muestra la realidad de una banda que ya no lo era. Una banda que apostó durante los noventa, que fue canon, que es sonido definitorio para muchas reseñas, pero que tuvo éxito cuando era un cadáver ambulante. De vino y orfidal. Y que, al final, luego vinieron discos solistas que no sonaron tanto en las fiestas y las discos, en los garitos a los que van las infantas y los universitarios, pero que ya tenían las semillas, las malas semillas, de las canciones que pinzan el alma.
