Como aquella cantante fantasmal que interpretaba canciones de Roy Orbison en español, sola, en un escenario de luz cálida, en las avenidas angelinas invadidas por el amor latino… así, mi querida Mon, te imagino cerrando el concierto de Zaragoza, con “La vida en rosa” de la Piaf, a tu modo, como Paquita la del Barrio, como Chavela y María Gabriela. Mon, te he esperado tantos años, desde que te llamabas Ana y Los Saicos te dedicaron una canción, cuando el comandante Calamaro, saliendo de Camboya, te llevó de la mano y te pidió que cantarais aquel tema de Bohemio, “Tantas veces” frente al Estadio Azteca y tú, bella y caballerosa, obsequiaste a Andrés con una botella de tequilla y unas cuerdas nuevas para su guitarrón.
Mon Laferte, vol. 1 fue editado en 2015 y la electricidad iba y venía en tu estudio casero. Tus amigos pensaban que el mundo volvía al plan Austral y tú no sabías si seguir tocando o poner a bailar. Había rock fronterizo como Si tú me quisieras y bolero de orquesta para enamorar como Tu falta de querer. Una foto de Gloria Lasso sobre la mesilla de noche y las canciones que cantaba tu abuela mientras recorría caminos polvorientos.
El corazón es un músculo que necesita acción. Eso ya lo sabíamos. Estábamos tirados en el pasto, esperando en el hotel Plaza Francia. Dos años más tarde, aparece La trenza, con Juanes y Enrique Bunbury, con el recuerdo de la cumbia de Pa´donde se fue. Y pides que te quiera de a poco.
Enrique y Andrés. Los dos divos, los ángeles negros a los que enseñaste las canciones que quisieron cantar. Ahora, con más de cuarenta años lo pienso, tatuado como una copla de recuerdos que nunca han sucedido, elevando a voz en grito la espera de tus canciones, pop y corridos, lírica de motel, extraños en la noche buscando amor como quien busca nafta para seguir corriendo. A correr lo llaman huir los valientes.
Norma (y paraíso de negros como el poema de Federico García Lorca) grabado de un tirón en Los Ángeles, con toda la electricidad estática en las cintas de audio. Aquí estuvo en la producción Omar Rodríguez-López de Mars Volta y Bruce Botnik, ingeniero de sonido de The Doors. El amor es un jinete en la tormenta, una canción de Selena, de Gloria Trevi o de un momento festivo, honesto y brutal junto a los Auténticos Decadentes.
Y después de un disco en directo, en 2021 aparecen dos LP´s, el primero Seis y el segundo 1940, Carmen. Guitarras afiladas, belleza programada, sexualidad incontenible en “Algo es mejor”, la intensidad mediterránea de “Química mayor” y la declaración de intenciones en “Supermercado”. Qué belleza, mi amor, “Amor completo”. Y un concierto desde casa escapando de la pandemia. Pero siempre estupenda.
Pronto nos veremos. Me muero por volver. A verte. Aunque no te haya visto nunca.