Se nos ve el plumero Se nos ve el plumero

"La libertad produce monstruos, pero la falta de libertad produce infinitamente más monstruos"

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Todos los partidos (salvo el PP) y la fiscal del 11-M: ¡Basta ya!

La verdad es que nuestros troles residentes cansan menos que Pedro Jota, Losantos y el trío Pinocho (Aznar-Acebes-Zaplana) juntos.

Mientras venía hacia mi casa, escuché un rato el programa de Carlos en Llamas de la cadena SER. Miguel Angel Aguilar, irónico crónico y brillante como él solo, hablada del papelón que ha jugado el PP en el Congreso de los Diputados. «Saturación», «cansancio», «agotamiento», y «fatiga» fueron algunas de sus palabras más repetidas.

Estaba Miguel Ángel reflejando el hastío de muchos ciudadanos hacia la teoría conspirativa del PP, jaleadas por El Mundo y la COPE (o viceversa).

¿Qué podemos hacer para ayudar a los demócratas del PP a salir del callejón sin salida en el que están desbarrando por salvar el dudoso honor del trío Pinocho?

¿Están acaso empeñados en despeñarse por la misma pendiente del 11 al 14-M de 2004 que les llevó a la derrota?

Me imagino a José María Aznar meditando sobre las noticias de los disturbios de Hungría, motivados por las mentiras del primer ministro húngaro.

¿Qué estará pensado Aznar?

Por cierto, la grave desestabilización dél Gobierno de Hungría, uno de los países socios de la Unión Europea, por las mentiras de su presidente durante la campaña electoral, apenas merece un pequeño sumario en la portada de El Mundo .

El El País, en cambio, va a dos columnas y con una gran foto de las protestas ciudadanas en el centro de su portada:

El húngaro Gyurcsany se niega a dimitir

El Mundo prefiere poner una gran foto de tanques por la calles de Bangkok, imagen que me recuerda a los tanques de Milans del Bosh ocupando las calles de Valencia, sobre este gran titular a tres columnas:

El Ejército tailandés da un golpe de Estado contra el primer ministro

Pasa lo contrario con la rebaja de impuestos de Esperanza Aguirre. Dos hermosas columnas en El Mundo con el verbo «rebaja»:

Aguirre rebaja un punto el IRPF para que los madrileños «activen más la economía»

Esta noticia ocupa en El País un pequeño sumario de Otras noticias, con el verbo «vuelve a prometer«:

Aguirre vuelve a prometer, tres años después, rebajar un punto el IRPF

Pero, como ven por las portadas, el tema estrella ha sido otra vez el 11-M y en ambos diarios.

¡A cuatro columnas en El País y a sólo dos columnas en El Mundo!

Aquí está pasando algo raro. ¿El mundo al revés?

El contenido de los titulares nos lo aclara inmediatamente.

El País:

Los partidos plantan en el Congreso al PP por su teoría conspirativa del 11-M

El Mundo:

La fiscal del 11-M a un defensor: «En los trenes estalló Goma 2. ¡Ya vale!

Ambos diarios dedican también su primer editorial al 11-M, desde ángulos naturalmente opuestos.

En letra impresa va el de El Mundo, con un titular que no admite dudas sobre su origen. Y a continuación va el editorial de El País:

EDITORIAL

Correa de transmisión

Como continuación de la interpelación planteada la semana pasada, el PP presentó ayer ante el pleno del Congreso una moción sobre el 11-M en la que interroga al Gobierno sobre distintos aspectos de la investigación; sobre aquellos, precisamente, que han venido siendo utilizados por un periódico como reclamo para su teoría de la conspiración. Lo que convierte al asunto en un serio problema político no son los delirios de un medio de comunicación, sino que un partido que representa a cerca de 10 millones de votantes se preste a ser utilizado como correa de transmisión.

Toda interpelación, dice el reglamento del Congreso, «podrá dar lugar a una moción en que la Cámara manifieste su posición». De manera que se trata de hacer que el Parlamento en pleno se pronuncie sobre una hipótesis periodística, no avalada por prueba alguna (como sus propios guionistas admiten) y cuyo mero enunciado supone un claro intento de deslegitimación de instituciones y poderes democráticos. La hipótesis de la conspiración une a actores tan diferentes como la policía, ETA y servicios secretos extranjeros detrás del objetivo compartido de provocar la derrota electoral del PP en beneficio del PSOE.

Esto último resulta tan excesivo que Mariano Rajoy ha advertido estos días de que no admitiría en su partido a cualquiera que acusase al PSOE de estar en esa trama. Sin embargo, los autores del libreto seguido por el PP en su moción no dejan de insinuarlo de la manera más retorcida: admiten que no hay pruebas, pero afirman a continuación que la negativa del Gobierno a investigar sobre el «autor intelectual» de los atentados avala la sospecha.

Desde esta lógica precisa planteó el PP su moción, exigiendo explicaciones al Gobierno y pronunciamiento al Parlamento sobre la mochila, la furgoneta Kangoo, el tipo de explosivos utilizados y otras exclusivas de El Mundo, aprovechando algunas lagunas que existen en todo sumario para rellenarlas con conjeturas atendiendo al guión previo. Con la hipocresía adicional de decir que no se acusa de nada: sólo se exige que se investigue. En los últimos días las insinuaciones han pasado a mayores, con acusaciones como que el Gobierno actual ha ocultado o hecho desaparecer informes policiales que apoyarían la hipótesis de la implicación de ETA. Es una acusación muy grave que, si no se prueba, debería tener consecuencias políticas para quienes la han lanzado.

Las interpretaciones fantasiosas sobre asuntos dramáticos siempre encuentran audiencia. Que haya medios de comunicación que aprovechen la credulidad de muchas personas para intrigar sobre los verdaderos autores del 11-M, a despecho de las evidencias materiales y de la semejanza con otros atentados islamistas de masas, resulta penoso; pero no tanto como ver al PP exigiendo explicaciones al Gobierno de España sobre esas fantásticas insinuaciones. La respuesta de todos los partidos ayer en el Congreso, al plantar en redondo al PP y negarse a debatir con su portavoz, no hace sino institucionalizar un creciente malestar que el primer partido de la oposición haría bien en pararse a sopesar. FIN

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Recomendable también la lectura de Javier Pradera en El País:

Sumarios paralelos

JAVIER PRADERA

La interpelación urgente presentada la semana pasada por el portavoz parlamentario del PP para exigir el «esclarecimiento de la verdad» del 11-M prosiguió la estrategia puesta en marcha por el principal partido de la oposición desde que perdió el poder hace dos años y medio: encenagar las aguas, negar las evidencias y restar legitimidad a la investigación judicial de la Audiencia Nacional; a juicio de Eduardo Zaplana, seguirían existiendo «muchas más sombras que luces» en torno al sangriento atentado. Dictado ya el auto de procesamiento, los hechos acreditados por la instrucción sumarial se corresponden a grandes líneas, sin embargo, con las pautas seguidas por el terrorismo islamista en las matanzas de Nueva York, Casablanca, Londres y Bombay. Los intentos políticos y periodísticos de condicionar desde fuera las diligencias a fin de buscar otra autoría han sido infructuosos: también las presiones para arrebatar la instrucción del sumario al juez Juan del Olmo -poco sumiso a las órdenes dictadas por los medios de comunicación- fracasaron definitivamente la semana pasada cuando el Consejo General del Poder Judicial se limitó a considerar como falta leve una equivocación inintencionada en un trámite menor. Los huecos, discontinuidades y confusiones -inevitables- del relato judicial resultante se deben en gran medida a las dificultades intrínsecas de una investigación compleja, agravadas tras el suicidio en Leganés del núcleo fundamental de los autores de la bárbara acción: las incógnitas aún por despejar no afectan ni al sentido ni a la trama básica de los acontecimientos.

La nueva moción del Grupo Popular sobre la materia debatida ayer en el Congreso retomó los supuestos puntos oscuros de las investigaciones sumariales (la furgoneta abandonada en Alcalá, la mochila trasladada a Vallecas, la dinamita utilizada, etc.) para invalidar la instrucción en su conjunto. A la hora de sembrar dudas, lanzar sospechas y sugerir insidias en torno al trabajo policial y judicial del 11-M, el PP ha contado con la inestimable ayuda de los periodistas de El Mundo y de la radio de los obispos, que se han dedicado desde hace dos años a construir un sumario paralelo de la señorita Pepys para fundamentar unas conclusiones prefijadas de antemano: un enloquecido cómic de imágenes abigarradas dibujado por un lápiz delirante.

El procedimiento de esos supuestos periodistas de investigación es presentar, como si fuesen hipótesis de trabajo verosímiles, una serie de conjeturas descabelladas para exigir a la policía y a los jueces que centren todos sus esfuerzos en investigarlas. Esa falseada narración atribuye a los terroristas islamistas una participación a lo sumo subalterna en la ejecución material del atentado, supuestamente organizado por un estado mayor conjunto formado por ETA, espías extranjeros y miembros de los cuerpos de seguridad y de inteligencia españoles a fin de hacer perder las elecciones al PP y elevar a Zapatero al poder; sabedor de su deuda con los terroristas, el presidente del Gobierno boicotearía conscientemente la investigación del 11-M. Esa extravagante tesis se acoge a las reglas de la probatio diabolica: quienes la formulan no están obligados a demostrar su veracidad y corresponde a quienes la rechazan probar su falsedad. En el montaje de esa tergiversación desempeñan un papel estelar los delincuentes comunes y confidentes policiales que ayudaron a los islamistas a preparar el crimen y que están imputados en el sumario: sus declaraciones -inverosímiles, cambiantes y autoexculpadoras- son aceptadas como la verdad del Evangelio.

Las motivaciones de los periodistas que tratan de sustituir en su tarea investigadora y enjuiciadora al Poder Judicial mezclan las apuestas políticas con las estrategias comerciales; su ensordecedor ruido mediático se mantendría, sin embargo, dentro de esa burbuja lunática si el PP no hiciese suya tal fabulación. Los dirigentes populares han roto los códigos de comportamiento democrático propios de un Estado de derecho al utilizar la sede del Parlamento para poner en cuestión no sólo la independencia del Poder Judicial sino también la lealtad institucional de los miembros de los cuerpos de seguridad que practicaron las detenciones de los sospechosos del 11-M en las semanas siguientes a la perpetración del crimen: mientras era ministro del Interior el hoy secretario general del PP, Ángel Acebes. FIN

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¿Se arrepentirán ahora los líderes del PP, tendrán dolor de corazón, se confesarán, harán propósito de enmienda y cumplirán cierta penitencia por el daño que están causando a las instituciones democráticas, y a ellos mismos, con su teoría conspirativa del 11-M?

Que nadie se haga ilusiones. Nos llevarán por este vía crucis hasta las elecciones municipales y, quizás, hasta las generales para perderlas otra vez por las mismas mentiras del 2004.

¡Que lástima! La alternancia en el Poder, base de la democracia, se nos aleja!