Se nos ve el plumero Se nos ve el plumero

"La libertad produce monstruos, pero la falta de libertad produce infinitamente más monstruos"

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Un sujeto digno de El Mundo, en El País

No me ha gustado nada el sujeto que utiliza hoy martes el El País. Se parece demasiado a los que nos ofrece con demasiada frecuencia El Mundo cuando trata de desprestigiar o devaluar la acción del sujeto.

El País, cuatro columnas:

Un juez afín al PP denuncia a Garzón tras desvelarse la trama del ácido bórico

Sumario:

La maniobra del vocal del Poder Judicial bloquea un texto de apoyo al magistrado

Lo de «afín al PP» me sobra del titular por el sesgo excesivo que le imprime. Sin embargo, aportaría una nota de análisis informativo dentro del texto.

Tampoco me parece digno de un titular de El País el sujeto utilizado en el sumario: «La maniobra de…»

La construcción del gran titular de El Mundo (sujeto, verbo y predicado) me parece más correcta. Lo malo es que su contenido es tan pueril como sus anteriores informaciones sobre la fantasía paranoide que trata de ligar como sea el 11-M y ETA para lavar la cara al trío Pinocho (Aznar, Acebes y Zaplana).

Interesante artículo de Miguel Angel Aguilar, enla pagina 26 de El País, que nos puede ayudar a entender el comportamiento de los periodistas a la hora de titular al gusto de la cultura corporativa del medio en el qeu trabajan.

El deber de molestar

MIGUEL ÁNGEL AGUILAR

EL PAÍS – España – 03-10-2006

«¿Qué tienen que hacer los periodistas?», parece que se preguntó Juan Luis Cebrián en voz alta en un momento del coloquio que siguió su conferencia ante la 62ª asamblea general de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), celebrada este fin de semana en México. Y, según cuenta la crónica publicada ayer en estas páginas, enseguida Cebrián se respondió: «Hacer periodismo, aunque molesten a políticos, a sus jefes y empresarios». Para el primer director de EL PAÍS «hay que contar la verdad y lo que interesa a los lectores». Es como si al atardecer de la vida los periodistas fueran a ser examinados sobre el cumplimiento de sus deberes periodísticos respecto a la verdad y al interés de los lectores y su capacidad de observarlos aunque molesten al poder político pero también al de los partidos, al de las Comunidades Autónomas, al de los empresarios, al de los sindicatos, al de las confesiones religiosas, al de los clubes o federaciones deportivas, al de las ONG o al de las organizaciones filatélicas, por citar sólo algunos ejemplos.

Aclaremos que, como cada día se comprueba, causar molestias también puede ser un deporte bien retribuido, que ayude al molesto a prosperar económica y jerárquicamente en el medio al que pertenece o en el que incluye sus colaboraciones. Eso sí, siempre que en la elección de sus blancos acierte a coincidir con los objetivos a batir designados bajo parámetros de razón o de arbitrariedad por el mando correspondiente. De forma que las molestias infligidas a según quiénes pueden ser méritos computables para escalar posiciones. Pero la coincidencia requiere algún arte propio del oficio porque ahora las consignas han dejado de formularse con la zafiedad de antes y ya no figuran escritas en la pizarra de la sala de redacción o del estudio de grabación de la emisora. Por eso, cada profesional aprende nada más incorporarse a sus tareas a distinguir con claridad en el cargado ambiente electromagnético del periodismo cómo agradar a sus jefes y empresarios, cómo cultivar sus más bajos instintos, cómo jalear sus vilezas más descaradas y en suma cómo labrarse un porvenir.

Porque, por lo general, el mando gusta sobremanera de ser obedecido, estima en sumo grado la docilidad y más aún la sumisión, y premia el sentido de la anticipación del súbdito cuando hace innecesario que se le den órdenes expresas. Según las alternativas que se han sucedido en el poder en nuestro país, algunos han postulado que la independencia de un periodista se medía por su grado de hostilidad al Gobierno o a la oposición. Pero la piedra de toque de la independencia de un profesional es su capacidad de mantener con cierta autonomía sus propios criterios sin sumarse a los entusiasmos o críticas del medio de comunicación donde trabaja o colabora, sin incurrir en la adhesión inquebrantable al jefe cualquiera que sean sus sectarismos o desvaríos. Este camino de la distancia, que en ocasiones se plasma en disidencia, es menos grato. Si se extrema puede tener efectos centrifugadores que den con el interesado en el dignísimo paro, de ahí que se recomiende recorrerlo de manera dosificada.

Dice la Constitución en su artículo 20, donde se reconocen y protegen los derechos a la libertad de expresión y a comunicar y recibir libremente información veraz por cualquier medio de difusión, que «la ley regulará el derecho a la cláusula de conciencia y al secreto profesional en el ejercicio de estas libertades». Luego vino esa prometida Ley reguladora a disposición de los periodistas. Pero sucede que en casi 30 años sólo se sabe de dos profesionales que la hayan invocado para defender su independencia. Parece pues que se acabaron los gitanos que iban por el monte solos. Claro que ahí está la norma legal vigente pese a quien hoy posa de cruzado paladín de las libertades y entonces proponía que, si era el periodista quien alteraba sus convicciones respecto a las que sostenía en el momento de su contratación, la empresa editora debería tener derecho a despedirlo sin indemnización alguna.

Mientras, recomendamos al público la lectura del Manual de autoprotección contra la manipulación comunicativa, y a los colegas, atenerse al deber de hacer periodismo aunque moleste y que recuerden el viejo dicho, recuperado por Alan Furst en su novela El corresponsal (Seix Barral, Barcelona, 2006), según el cual «nada como que le disparen a uno si fallan».

FIN

El alguacil alguacilado o Pedrojota pedrojoteado

Me parto de la risa. Gracias, señor Garzón por deshacer este entuerto y por restaurar mi confianza en la Justicia.

Me acabo de enterar de la “gran exclusiva” de El Mundo de hoy por un mensaje SMS de nuestro Ricardo Villa, cofundador y subdirector de nuestro diario on line “20minutos.es” y mano derecha (¿o izquierda?) de Arsenio Escolar. Gracias, Ricardo, porque me parto de la risa. Luego me ha llamado Arsenio y nuestras carcajadas se oían por todo el Cabo de Gata.

Estoy en Almería, a orillas del Mediterráneo y lejos de los diarios de papel, pero tengo conexión a Internet y voy copiar y pegar ahora mismo la portada de El Mundo (que descarga antes que la de El País) para deleite de nuestros lectores y motivo de reflexión para nuestros troles de buena voluntad.

Ayer me preguntaba yo por donde saldría hoy Pedro Jota Ramírez, el cazador cazado. Este gran ex periodista siempre supera mi imaginación. Y como le gusta pelear con trampa –suele esconder un hierro dentro de su guante- pocos colegas se atreven a llevarle la contraria.

Cuando caiga del todo –dentro de muchos años o, quizás, nunca- le brotarán enemigos por doquier. Pobrecillo. Pero se lo está ganando a pulso. Pedro Jota es un marrullero, maestro en el arte de manipular los hechos, capaz de convencer a incautos, con el fin de arrimar el ascua a su sardina. En distintos grados, todos lo hacemos –queriéndolo o no – pero, que yo sepa, nadie le supera.

El director de El Mundo ha convertido la realidad, retorciéndola, en una columna salomónica -estilo remordimiento-, no por sabia sino por retorcida. En este caso que nos ocupa, ha estrujado la noticia de los presuntos falsificadores del presunto informe sobre ETA/11-M tal como hacemos con una toalla mojada para extraer la última gota de agua. En lugar de celebrar el “desmontaje”, acusa al juez Garzón –a quien tanto alabó en otros tiempos- de “montaje”. Estarán usedes de acuerdo comnigo en que «montaje» es una palabra muy pedrojotera

Esta es la portada de El Mundo:

Esta es la portada de El País (que me ha llevado un siglo descargar):

Éste es el comentario editorial de El Mundo

Y este es el comentario editorial de El País

¡Atención!

Pedrojota no ha perdido el juicio. No se hagan ilusiones. Le costará reponerse de este ridículo tan espantoso («clamoroso» dice el ponderado José María Brunet en La Vanguardia), pero se repondrá. Saldrá por peteneras, ya lo verán.

¿Acaso no superó orgullosamente el feo que le hicieron sus enemigos, y en mala hora, con el video íntimo-sexual de Exuperancia y el corpiño rojo? Nunca quise verlo, porque me pareció una puñalada trapera y de muy mal gusto. Pero Pedro Jota hizo de tripas corazón y utilizó entonces la misma palabra (“montaje”, como si el video sexual fuera falso) que utiliza hoy para intentar desacreditar sin éxito al juez Garzón.

Lo del GAL –que él cubrió valientemente antes que El País– le dio un crédito periodístico que ya agotó hace tiempo a base de tantos abusos.

Sus heroicidades pasadas no valen ya para pagar sus excesos presentes. Será interesante seguir con atención sus próximas contorsiones editoriales, dándole conscientemente la vuelta a los hechos, para –como decimos cínicamente en todas las redacciones- “que la realidad no le destroce una buena crónica”.

Pedro Jota tiene una gran facilidad para corregir sus yerros y «decir digo donde dijo Diego». Es de sabios rectificar… pero ¿tanto?

Hay multitud ejemplos impresos y guardados en las hemerotecas. Por eso, no me extrañaría que abandonara pronto a su amigo Aznar, compañero de pupitre de su ex amigo Villalonga, y volviera su mirada hacia Zapatero o, incluso, hacia Pepiño Blanco. Nunca hacia Rubalcaba, a quien teme como a una vara verde.

No, no se escandalicen. Ya veo venir los editoriales de Pedro Jota lamiendo el c–o a Zapatero, como hizo con Mariano Rubio y Felipe González antes de pasarse al bando del acorralado Mario Conde.

Me dirán ustedes -y con razón- que no es bueno “hacer leña del árbol caído” y que “a moro muerto, gran lanzada”. Estoy de acuerdo. Pero convendrán conmigo también en que yo no le critico sus fechorías profesionales ahora, por primera vez, sino que vengo criticando las malandanzas de este tal Pedro Jota (¿recuerdan cuando se me escapó lo de Pedro Jeta?) desde que comencé este blog, hace ya más de un año. Y desde mucho antes, si miramos en las hemerotecas. Desde que tengo mi casa pagada y mis hijos crecidos, suelo hablar como si fuera libre y digo mucho de lo que pienso.

Para beneficio de los más incrédulos, voy a buscar un viejo ejemplo de contorsionismo editorial (o sintonización de la conciencia con el dueño del periódico) de nuestro insigne manipulador. Internet lo tiene todo. Por ejemplo, cuando Pedro Jota era director de “Diario 16”, a las órdenes de Juan Tomás de Salas (hermano de Alfonso de Salas) amigo y protegido de Mariano Rubio Jiménez (gobernador de Banco de España) y de Miguel Boyer Salvador (superministro de Economía del PSOE, antes de pasarse a las filas de Aznar), no de dolían prendas a la hora de deshacerse en piropos al Poder; unos piropos –créanme- que harían sonrojar a cualquier colega mínimamente pudoroso. Pero este hombre carece de pudor y de pundonor. A los hechos me remito.

He aquí uno de los artículos (“Carta del director”) publicado y firmado por Pedro J. Ramírez en “Diario 16”.

No quiero hacer más leña del árbol caído. Y no por falta de ganas sino porque tengo que recoger a mi hija Andrea y preparar la comida para unos amigos yanquis (compañeros míos de pupitre como Nieman´77 en la Univerdad de Harvard hace 30 años) que están de visita en nuestra casa almeriense. Bill es un “gurú” de las tecnologías de la información y estamos todo el rato hablando de Internet. ¡Qué pasada! Ya les contaré mis conclusiones cuando se me pase el ataque de risa que me ha provocado este Pedro Jota “pedrojoteado”.

Le han metido una cuña de su propia madera…

¿Duele?

¡Que le vamos a hacer!