«Pero no tanto la parte que prohibe la discriminación por razón de la orientación sexual».Exacto.El juez Ferrin es muy libre de tener las ideas que quiera, pero no de aplicar justicia conforme a esas ideas suyas. Igualdad ante la Ley significa tanto que la Ley es igual para todos como que todos son iguales para la Ley, y está muy claro que para él no todos somos iguales. Oh, noooo…Para empezar, porque este juez se cree que él está por encima y tiene derecho a enmendar la plana a las leyes. Y después, porque se ha arrogado el derecho de decidir por su cuenta y riesgo, por ejemplo, ¡quitarle sus hijas a una madre por su orientación sexual!Y por si fuera poco, pretence imponer también a la mujer que despida a su abogado por haber tenido la osadía de no callarse y aguantarse ante las barbaridades caciquiles de Su Señoría…
Impresionante el retrato de cómo se ve un juez a sí mismo, que se desprende de las palabras de éste personaje. Independientemente de su adscripción moral, sorprende el pataleo que se evidencia, no puede soportar que un inferior, el letrado, le cuestione e imponga su criterio sobre el suyo. Este es el problema de crear «intocables» con material humano. La soberbia inherente a nuestra condición humana hace su aparición y convertirse en juez es sinónimo de convertirse en déspota. He conocido a unos cuantos «Su Señoría» y estoy deseando conocer por fin una excepción (…..que confirmaría la regla que acabo de exponer).
Desde el centro del universo, os digo que el Juez Ferrin no tiene la última palabra, la última palabra la tengo yo, que por eso soy el centro del universo (de mi universo, claro) y digo que mientras estemos en un Estado de Derecho y el Derecho lo administren personajes como el Juez Ferrin, como ejemplo de un número ingente de jueces que, en mi opinión (recordemos que yo soy el centro del universo), no están capacitados para la administración de “justicia”, no existirá tal Estado de Derecho.Saludos
Gracias por pegar el artículo de Javier Pérez Royo.Me parece buenísima la idea que presenta. Si nuestra monarquía no es compatible con esa caricatura, la que falla es la monarquía y no la caricatura.Perfecto.No sé si puede expresarse así, pero lo intento. La libertad de expresión no es un derecho de «la oferta», sino un derecho de «la demanda».Cuando se secuestra la publicación no se priva de los derechos de libertad de expresión a quien ha hecho la caricatura, sino que se nos priva a todas las personas mayores de edad de este país de tener acceso a esa caricatura.Eso está siempre implícito, pero me da la impresión de que a veces se nos olvida. No es sólo un problema de «libertad de expresión» de quien dibuja o escribe, sino (y sobre todo) un problema de libertad de elección de quienes queremos acceder a ese bien, a esa información, a esa «creación artística» como la define cabalmente Pérez Royo (aunque sea una mamarrachada)Un saludoJavier
«Pero no tanto la parte que prohibe la discriminación por razón de la orientación sexual».Exacto.El juez Ferrin es muy libre de tener las ideas que quiera, pero no de aplicar justicia conforme a esas ideas suyas. Igualdad ante la Ley significa tanto que la Ley es igual para todos como que todos son iguales para la Ley, y está muy claro que para él no todos somos iguales. Oh, noooo…Para empezar, porque este juez se cree que él está por encima y tiene derecho a enmendar la plana a las leyes. Y después, porque se ha arrogado el derecho de decidir por su cuenta y riesgo, por ejemplo, ¡quitarle sus hijas a una madre por su orientación sexual!Y por si fuera poco, pretence imponer también a la mujer que despida a su abogado por haber tenido la osadía de no callarse y aguantarse ante las barbaridades caciquiles de Su Señoría…
28 julio 2007 | 21:12
Impresionante el retrato de cómo se ve un juez a sí mismo, que se desprende de las palabras de éste personaje. Independientemente de su adscripción moral, sorprende el pataleo que se evidencia, no puede soportar que un inferior, el letrado, le cuestione e imponga su criterio sobre el suyo. Este es el problema de crear «intocables» con material humano. La soberbia inherente a nuestra condición humana hace su aparición y convertirse en juez es sinónimo de convertirse en déspota. He conocido a unos cuantos «Su Señoría» y estoy deseando conocer por fin una excepción (…..que confirmaría la regla que acabo de exponer).
29 julio 2007 | 10:15
Desde el centro del universo, os digo que el Juez Ferrin no tiene la última palabra, la última palabra la tengo yo, que por eso soy el centro del universo (de mi universo, claro) y digo que mientras estemos en un Estado de Derecho y el Derecho lo administren personajes como el Juez Ferrin, como ejemplo de un número ingente de jueces que, en mi opinión (recordemos que yo soy el centro del universo), no están capacitados para la administración de “justicia”, no existirá tal Estado de Derecho.Saludos
29 julio 2007 | 10:44
Imagina, 10 puntos.
29 julio 2007 | 15:17
Gracias por pegar el artículo de Javier Pérez Royo.Me parece buenísima la idea que presenta. Si nuestra monarquía no es compatible con esa caricatura, la que falla es la monarquía y no la caricatura.Perfecto.No sé si puede expresarse así, pero lo intento. La libertad de expresión no es un derecho de «la oferta», sino un derecho de «la demanda».Cuando se secuestra la publicación no se priva de los derechos de libertad de expresión a quien ha hecho la caricatura, sino que se nos priva a todas las personas mayores de edad de este país de tener acceso a esa caricatura.Eso está siempre implícito, pero me da la impresión de que a veces se nos olvida. No es sólo un problema de «libertad de expresión» de quien dibuja o escribe, sino (y sobre todo) un problema de libertad de elección de quienes queremos acceder a ese bien, a esa información, a esa «creación artística» como la define cabalmente Pérez Royo (aunque sea una mamarrachada)Un saludoJavier
29 julio 2007 | 22:30