Conciliación y corresponsabilidad tienen que ir de la mano

He hablado mucho de conciliar, he reflexionado mucho sobre la conciliación. La conciliación que no es solo una reivindicación vinculada a tener otros (niños, mayores o personas con discapacidad) a los que cuidar, pero que se hace especialmente patente en esas circunstancias. La conciliación, cuyo fomento puede llegar a ser motor de impulso económico. La conciliación, ante la que surgen numerosas barreras mentales y estructurales.

(GTRES)

Todos lo hemos hecho especialmente, imagino, a lo largo del último año. También ayer mismo, que fue el día de la conciliación, escuché el término en numerosas ocasiones, sobre todo en tono reivindicativo y de la mano de Laura Baena, fundadora del Club de Malasmadres, que acudió a la Comisión de Igualdad del Congreso de los Diputados para poner de nuevo sobre la mesa la necesidad de contar con un Pacto de Estado por la conciliación, consensuado por partidos, empresas, sindicatos y familias, «con medidas concretas para acabar con la desigualdad a la que se enfrentan miles de mujeres madres, destapadas especialmente desde que estalló la pandemia».

En definitiva, hemos hablado, reflexionado y reivindicado mucho sobre conciliación. Lo seguimos haciendo. Pero al menos yo no me había paseado por la RAE para ver cómo describe a este verbo tan difícil de conjugar en todos los sentidos. Me he encontrado con que la segunda acepción, «hacer compatibles dos o más cosas», y me atrevería que es la que solemos tener presente cuando abordamos esta problemática, que ha alcanzado una nueva dimensión durante la gestión de la pandemia de Covid-19. Pero hay otra, la primera, que reza así: «Poner de acuerdo a dos o más personas o cosas».

Me gusta más porque evoca otro término clave en la consecución, no solo de la conciliación, sino de la construcción de una sociedad mejor para todos a muchos niveles, que es la corresponsabilidad. Con la única acepción en la RAE de «responsabilidad compartida», estoy convencida de que va a ser la piedra de toque que transforme la realidad, haciéndola más justa e igualitaria. Y soy optimista, tengo fe en que se irá alcanzando. Tengo los suficientes años como para haber visto un tiempo en el que este término era inexistente en cualquier conversación, en el que los hombres que se equiparaban en los cuidados a sus parejas, eran de una rareza casi mitológica. Incluso aunque deseasen corresponsabilizarse, chocaban con sistemas que no lo contemplaban, con una sociedad en la que la incomprensión era la moneda de cambio. Hoy día estamos estrenando unos permisos de paternidad igualitarios, una vieja reivindicación que ya podemos celebrar y va a suponer un auténtico cambio de paradigma; también estamos viendo florecer una forma creciente de entender a quién corresponde, criar, ayudar a crecer y cuidar.

Y la corresponsabilidad no solo hace referencia a los hombres, a nuestros compañeros, también involucra a las empresas, a las instituciones. Por suerte, en ese plano también se están viendo avances. Es cierto que el camino por delante es largo, con trabas, pavimentado en angustia y oportunidades perdidas. Pero es visible que avanzamos a poco que miremos.

Así tal vez logremos alcanzar la tercera acepción del verbo, «granjear un ánimo o un sentimiento determinados», sintiéndonos a gusto, felices manejando los diferentes ámbitos de nuestra vida, aspirando a la realización y la aceptación, en lugar de a la frustración por no llegar a todo.

(GTRES)

1 comentario

  1. Dice ser ddfdf

    el mismo rollo de siempre peroluego la mayoria de las madres no dejan que los padres se ocupen igual

    24 marzo 2021 | 19:24

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