Los padres debemos dar ejemplo, a nuestros hijos y a toda la sociedad, de paciencia, sentido común y responsabilidad

Aún no hemos salido. Ni Jaime, aunque por tener autismo hubiera podido hace tiempo, ni Julia. Esta es la séptima semana que pasan confinados. También mi marido. Solo yo he salido para minimizar los riesgos. Al supermercado a comprar una vez por semana y dos veces al día a dar un paseo rápido a nuestra perra.

Todo llegará, probablemente pronto porque hoy mismo mi hija ha empezado a pedirlo, sin exigencias, casi en un susurro carente de insistencia. Buscaremos el mejor momento, la hora más tranquila y las calles menos transitadas.

La paciencia es una virtud que viene fenomenal en la vida en multitud de ocasiones y me parece buena idea inculcársela a nuestros hijos. Pero no critico a aquellos que ya lo han hecho, porque hay circunstancias y necesidades muy distintas.

No lo critico, en absoluto, siempre que hayan tirado de sentido común y responsabilidad. Más virtudes que conviene cultivar en nuestros niños.

No hay mejor forma, como siempre, como en todo, que dando ejemplo. Y en esta ocasión los padres debemos dar ejemplo no solo a nuestros hijos, también a toda la sociedad, para que la desescalada gradual que afrontamos culmine con éxito y en el más optimista de los plazos. Para que cuando recuperemos la libertad de caminar sin límite de tiempo, distancia o compañía, sepamos valorarlo.

Creo sinceramente que una mayoría está cumpliendo las normas. Lo que no quita que la minoría indeterminada que no lo hace, debería ser aún más pequeña; menos que anecdótica.

Paciencia, sentido común y responsabilidad son esenciales estos días para no tirar por la borda el trabajo y sacrificio de tantos.

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