#HazEspacio al síndrome de Asperger, la ‘discapacidad social’ que en España aún no está reconocida

Es 18 de febrero. Como cada año, se celebra el Día Internacional del Síndrome de Asperger para poner el foco en un trastorno englobado dentro del autismo difícil de comprender, con mucho camino aún por recorrer en distintos aspectos, desde el diagnóstico hasta su aceptación.

Este año las reclamaciones de la Confederación Autismo España van encaminadas a que la sociedad “haga espacio” a las personas con asperger, personas que se esfuerzan en encajar en una sociedad que les cuesta entender.

El asperger se podría considerar una discapacidad social, pero que realmente no tiene una discapacidad intelectual, sensorial o física asociada con todo lo que ello implica en falta de apoyos en los ámbitos educativos y laboral.

El síndrome de Asperger es trastorno del espectro del autismo (TEA) sin discapacidad intelectual asociada ni dificultades en aspectos formales del lenguaje. Comparte las características nucleares del TEA: las personas con síndrome de Asperger tienen dificultades en la comunicación social y en la flexibilidad de pensamiento y comportamiento.

Aunque la categoría diagnóstica específica ha desaparecido de los sistemas de clasificación internacionales de salud y trastornos mentales, se mantiene la denominación social de síndrome de Asperger por una cuestión identitaria y por el sentimiento de pertenencia que pueden presentar las personas que han sido diagnosticadas bajo esta categoría.

Por eso Autismo España insiste este 2020 en la necesidad de “incluirlo en los ámbitos normativo y administrativo como un trastorno con características específicas y necesidades propias, tal y como ya está reconocido por la Comunidad Científica y la Organización Mundial de la Salud“.

Así lo explican:

Autismo España reivindica una mejora en el reconocimiento de las necesidades de las personas con síndrome de Asperger en los sistemas de valoración de la discapacidad y de la situación de dependencia, así como la incorporación del TEA de manera específica en la normativa española, para garantizar la eliminación de los vacíos existentes en la actualidad y acabar con las discriminaciones que sufre el colectivo en ámbitos como la educación o el empleo. Y es que, hasta la fecha, todas las regulaciones que identifican a colectivos especialmente vulnerables relacionados con la discapacidad emplean la fórmula “Personas con parálisis cerebral, personas con enfermedad mental, personas con discapacidad intelectual con un grado de minusvalía reconocido igual o superior al 33%”, quedando el colectivo TEA (incluyendo las personas con síndrome de Asperger) fuera de cualquier reconocimiento de derechos.

Dos de los ámbitos en los que las personas con síndrome de Asperger sufren mayor discriminación son el laboral y el educativo. Por lo que respecta al empleo, muchas de ellas no disponen del certificado de discapacidad (que acredita tener un 33% o más de discapacidad), lo que les dificulta solicitar adaptaciones en el puesto de trabajo y les impide ser contratadas dentro del cupo del 2% de contratos de discapacidad al que están obligadas las empresas de más de 50 trabajadores. Por lo que respecta al empleo público, tampoco pueden optar a las adaptaciones necesarias en los exámenes de las oposiciones. Por ello, desde Autismo España reclamamos que, aunque las personas con síndrome de Asperger no dispongan de certificado de discapacidad, se garantice la adaptación de los procesos de acceso al empleo público y el posterior apoyo en el puesto, y que se reconozca específicamente a las personas con TEA como beneficiarias de los programas de empleo con apoyo.

En el ámbito de la educación, los alumnos con síndrome de Asperger, al no tener discapacidad intelectual asociada, quedan excluidos de las becas y ayudas para el alumnado con necesidades específicas de apoyo educativo. Por ello, desde Autismo España reclamamos tanto el reconocimiento específico de las personas con TEA como beneficiarias directas de esas ayudas como la inclusión del diagnóstico de TEA en la convocatoria de las mismas, como documentación acreditativa de la necesidad específica de apoyo educativo (en caso de no disponer de los certificados determinados en la convocatoria).

Estas reivindicaciones, además, se enmarcan en tres de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), propuestos por la ONU en 2015 para que los países y sus sociedades emprendan un nuevo camino con el que mejorar la vida de todos, sin dejar a nadie atrás: ODS 4 (Educación de calidad), ODS 8 (Trabajo decente y crecimiento económico) y ODS 10 (Reducción de las desigualdades).

Por situaciones así es por las que hace imperiosa falta un plan nacional estratégico sobre el autismo , promesa electoral del actual gobierno de coalición, iniciativa que ya amagó Rajoy hace unos años, que esperemos llegue finalmente a buen puerto.

Por eso hoy desde redes sociales podemos apoyar a las personas con asperger alimentando y buceando por el hashtag #HazEspacio.

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