¿Los niños mimados son adultos débiles? ¿Nos encontramos ante una generación blandita?

Hay columnas de opinión, hay libros, hay corrillos, hay una corriente que asegura que estamos criando una generación de niños mimados, que lo que obtendremos serán adultos débiles, incapaces de enfrentarse a los retos que traiga la vida.

Generalizaciones que no se sostienen en más evidencia que la observación de lo que uno tiene a su alrededor, una observación llena de sesgos.

Igual que las mías, lo reconozco.

No sé qué opináis vosotros, pero lo que yo veo me dice que estamos intentando criar a nuestros niños con más amor, más respeto, teniéndoles más en cuenta que nunca. Y me niego a creer que eso sea algo malo.

El amor da alas al tiempo que ofrece un suelo firme. No lo digo yo, hay una legión de expertos que afirman que ese sentirse querido y respaldado crea adultos más seguros de sí mismos, con más capacidad para ser felices.

Por supuesto, lo nuevos tiempos entrañan nuevos retos, suponen también que cometamos nuevos errores. Nos podemos pasar de frenada, por supuesto que sí, y acabar haciendo más mal que bien.

Sí que creo que existe eso que se llama «padres helicópteros» o «hiperpaternidad». En todo en esta vida está la aspiracional justa medida aristotélica tan difícil de alcanzar y excesos por los extremos. La lógica dicta a cualquiera que convertirse en una mezcla entre mayordomos, guardaespaldas y fans ciegos a sus defectos (al estilo Justin Bieber) de nuestros hijos puede acabar teniendo consecuencias negativas.

¿Hasta dónde mimar? ¿Dónde está el punto en el que nos estamos excediendo? Esto no es como preparar un bizcocho, no hay medidas exactas. Además, para individuo, cada familia tiene sus particularidades. Pero también parece lógico que resulte más sano excederse en el amor y en los cuidados que en la falta de atenciones y el desapego.

No sé vosotros, pero yo prefiero pecar por exceso que por defecto

Eso no quita que sea consciente de que hay que arropar, pero también incentivar que sean independientes, que sepan manejarse por la vida, que valoren lo que cuesta ganar un sueldo, que hay que respetar a los demás tanto como nosotros les respetamos.

No hay nada tan complejo como criar a un hijo. Y en nada tan complejo es tan sencillo poner el piloto automático y dejar que la vida nos conduzca dónde le dé la gana.

No creo que nos enfrentemos a una generación blandita. Cada generación es distinta a la previa, sobre todo en estás últimas décadas tan aceleradas. Distinta no significa ni mejor ni peor.

Existe cierta tendencia a dejarse llevar por aquello de que cualquier tiempo pasado fue mejor. No es verdad. Como bien dice la divulgadora Nieves Concostrina, cualquier tiempo pasado fue anterior. Sin más. 

(GTRES)

 

 

4 comentarios

  1. Dice ser Fer

    Se puede creer lo que se quiera, pero realmente muchas cosas no las saben hacer a edades y atardias….

    Será que nos avenjentamos los que fuimos jóvenes (y nunca hemos dejado de serlo)

    22 julio 2019 | 16:25

  2. Dice ser Fernando Herrera

    Blandita es poco.

    Blandita, quejica, prepotente…

    Moda de un tiempo a esta parte:

    «los niños tienen que compartir».

    FALSO. Los niños deben compartir SI QUIEREN, y tenemos que enseñarles a soportar la negativa de que otros compartan con ellos.

    Cuando obligas a compartir, le obligas a desprenderse de su propiedad, como si a tí te cogen el móvil porque «hay que compartir», o el coche porque «hay que compartir», o las llaves de tu casa porque «hay que compartir».

    «No se pega»

    FALSO. NO SE AGREDE, pero ¿defenderte? SIEMPRE. El agresor no entiende otros idiomas. ¿Que son niños inseguros, agresivos por blablablá problemas? Eso es cosa de SUS padres, no de los demás padres que soportan cómo el agresor pega a sus hijos y sale indemne porque a los agredidos se les enseña que «no se pega».
    El agresor no ve impedimentos para seguir con sus actuaciones, hasta un momento concreto: cuando le devuelven ferozmente la bofetada. Y lo está diciendo uno que hasta que no le pegó el hermano mayor de otro niño, era el terror de la calle donde vivía. Y merecida me la llevé, no volví a pegar si no era para defenderme.

    «¿Por qué has suspendido a mi hijo?»

    Esto es muy expresivo, porque es lo que más escuchamos los padres en el colegio, o en el grupo de padres: «el profe ha suspendido a mi hijo», y si pueden, bronquean con el profesor por x motivos.

    No, suspende tu hijo, porque no estudia. FIN. ¿Motivos? Los que sean, pero se reduce too a que si no ha estudiado, no aprueba. Y sí, antes (modo nostálgico) los pares veían las notas, y el bronqueado era el que tenía que haber aprobado: el hijo.

    Se les está dando tanto poder que no recuerddo haber visto acoso escolar en niños de infantil hasta ahora, y que le tocó a mi hija vivirlo. Se atajó de una forma muy simple: la mía no se mueve del centro (que es la moda ahora: la víctima es la que se tiene que ir para ser «protegida»), y o atajaban el problema de raiz y en 24 horas, o los que se iban del colegio eran los agresores. Esto lo dije en la reunión de padres, con los papis de esos acosadores, el director y la profesora. CON SÓLO 5 AÑOS QUE TIENEN.

    Y eso no nos convierte a los que pensamos así en ni malos padres ni padres que quieran menos a sus hijos.

    Tal vez me atrevería a decir que es al contrario: les amamos tanto que les enseñamos que hay que hacerse valer, hacerse respetar y a la vez respetar a los demás. Pero que respetar no signifique nunca sumisión para soportar lo que crean injusto.

    22 julio 2019 | 21:31

  3. Dice ser Flus

    Hasta dónde llega mi experiencia los niños mimados son todo lo contrario a lo que opina esa corriente. De blanditos nada de nada. Lidian fatal con el fracaso, lo quieren todo «para ayer» y pueden llegar a ser muy, muy violentos, tiranos y crueles.

    23 julio 2019 | 09:10

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