‘Mirai, mi hermana pequeña’, el niño que saltaba a través del tiempo

Este viernes Sherlock Films estrena en los cines españoles una de las cintas de animación más relevantes del último año. Se trata de Mirai, mi hermana pequeña (Mirai no Mirai, no entiendo que no hayan traducido el título de manera más literal, como Mirai del futuro), la última película de un director japonés al que conviene no perder la pista: Mamoru Hosoda, del que tal vez os suenen La chica que saltaba a través del tiempo, Los niños lobo o El niño y la bestia. Sobre todo las dos últimas son películas que se pueden disfrutar mucho junto a niños a partir de unos siete u ocho años.

Decir que es una de las películas de animación más relevantes es algo evidente cuando uno se da cuenta de que fue una de las nominadas en la categoría de mejor película de animación de los Oscar, en los Globos de Oro y en los Critics’ Choice Awards. En nuestro país fue la ganadora de la Sección Anima’t del Festival de Sitges y se llevó el premio al mejor guion y el premio del público del festival Nocturna.

Yo tuve la oportunidad de verla hace unos días y me pareció una plasmación magistral de la cotidianidad de una familia en la que ya hay un niño pequeño y acaba de llegar un bebé. Su protagonista es un niño de cuatro años, cuyos perfectamente imperfectos jóvenes padres acaban de tener otro bebé, una niña que le hará sentirse príncipe destronado. Un cambio que coincide además con tener a su joven padre, un arquitecto con muchas inseguridades, asumiendo una mayor responsabilidad en la crianza de los hijos para que su mujer, periodista, crezca profesionalmente.

Hosoda es un maestro de lo que se llama slice of life, mostrar fragmentos de la vida del todo cercanos, en su caso siempre salpicados de elementos fantásticos. Esta película no escapa a ello, aunque en este caso queda la duda de si en verdad estamos ante un universo con sus propias reglas más allá de la lógica o ante la imaginación desbordante de un niño superado por las circunstancias y marcado por los álbumes de fotos familiares.

Los viajes imposibles del pequeño Kun, cuyo detonante es la morena de su pequeño jardín, le llevarán a conocer a su hermana pequeña siendo mayor, pero no solo eso. Nada más lejos de mi intención que estropear la sorpresa de ese dejarse llevar tan distinto con el que el pequeño aprenderá y crecerá, pero atención a la conmovedora parte en la que el viaje es al pasado, a un Japón de posguerra.

Mostrar lo más cercano, situaciones que a todos nos resultan familiares, es la mayor maravilla de esta película, por encima incluso del componente fantástico, que en gran medida también se dedica a enseñarnos eso. Tiene más de Los niños lobo en ese sentido que de otras películas de Hosoda. Con pulso firme Mirai, mi hermana pequeña logra conmovernos, hacernos sonreír reconociéndonos en lo que vemos en la pantalla, darnos cuenta de nuevo de cómo pequeños detalles aparentemente insignificantes pueden marcar una vida y otras muchas sucesivas, algo que también está en todas sus obras.

Hay muchas lecturas en esta película a poco que se esté atento y se reflexione al respecto. La más obvia tal vez sea el valor de la familia, del amor que sus miembros se tienen y cómo están todos, incluso los que ya no están presentes, relacionados. También algo tan obvio pero que se nos olvida como que todos fuimos niños, que todos seremos jóvenes y ancianos.

No es una película apta para todos los paladares en cualquier caso. Hay que apreciar la animación japonesa; no esperar el ritmo vertiginoso de otras producciones que nos llegan para toda la familia, como el reciente estreno de Capitana Marvel sin ir más lejos. Tal vez los niños (y los mayores) que estén más acostumbrados o deseosos de historias que transcurren a esa velocidad, más convencionales en su desarrollo, se sientan algo desconcertados ante las andanzas del pequeño Kun, porque no es que la cinta de Hosoda sea lenta, pero sí es muy íntima, y no sigue una línea argumental clásica.

No obstante, es una cinta de animación de una calidad muy superior a la media de la oferta que nos llega en todos los sentidos (atención por ejemplo al nivel de detalle de los escenarios), por lo que bien merece el intento. Puede resultar especialmente interesante acudir con niños que vayan a tener o tengan hermanos y experimenten o hayan experimentado esos celos imposibles de contener, para ver si son capaces de reconocerse en Kun y aprender a reírse de sí mismos y comprender que la dedicación de los padres puede tener límites, pero no su amor.

1 comentario

  1. Dice ser cesarfuenla

    Los niños lobo me gustó, pero más su primer tramo que el segundo, se me hizo un poco larga… aunque el final es bellísimo. El niño y la bestia me gustó más de principio a fin, pero porque es más ligera.

    15 marzo 2019 | 11:45

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