Desde una pequeña semilla

Me gustan las plantas. No tengo demasiadas en casa, un decena apenas y todas en la terraza. Faltan tiempo y espacio para poder tener más. Algunas de ellas son veteranas, tienen más años que nuestros hijos.

Hay un ficus que tal vez no sea el más bonito del mundo, pero que vino de casa de mi abuela Adriana, una extremeña con la mano verde. Verlo me recuerda a ella, que murió hace ya doce años. Apenas le dio tiempo a conocer a Jaime, su primer bisnieto. Lo conoció dominada ya por el alzhéimer, pero verle le hacía sonreír y preguntaba por él acunando un bebé imaginario entre sus brazos.

También hay un par de plantas que vinieron de nuestro anterior hogar, otro par de plantas de mi madre y de mi suegra y un pequeño arbolito de aguacate que hicimos germinar de una semilla.

Ahí quería llegar yo, a hacer nacer, ver crecer y valorar así los alimentos que tomamos. Con niños pequeños, es una actividad muy recomendable conocer todo del ciclo por el que una planta aparece a partir de una semilla. Especialmente aconsejable para los niños que se mueven eminentemente en entornos urbanos.

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No supone apenas coste, aunque venden kits preparados y pensados para niños que pueden ser un buen regalo, no resultan en absoluto imprescindibles.

Podemos emplear una legumbre (lentejas, judías o garbanzos), el hueso de aguacate que os comentaba, semillas de tomates o pimientos o de aromáticas que compremos preparadas, bulbos de flores como el fragante jacinto e incluso podemos convertir una piña (de las tropicales) en una planta.

De hecho, es una actividad que se lleva a cabo con frecuencia en los colegios, una clase práctica de Conocimiento del medio (nuestras viejas Naturales). ¿Qué necesitan para vivir? ¿Cuáles son sus partes y para que sirve cada una de ellas? ¿Qué sucede con el agua? ¿Podrían crecer a oscuras? ¿Para qué necesitan la luz ?, ¿qué pasaría si las metemos en un recipiente de cristal o una bolsa transparente?.

Hay multitud de actividades y experimentos que se pueden hacer, Internet está llena de buenas ideas. Pero simplemente hacerse preguntas y buscar la manera de responderlas ya es ejercicio suficiente.

También una manera de aprender a asumir responsabilidades si les implicamos en su cuidado y de aprender a respetar al medio ambiente.

A partir de unos dos años, ya se puede empezar a aprender y a jugar haciendo nacer plantas. Y no hay una edad tope para dejar de disfrutarlo.

¿Lo habéis hecho? ¿Os animaréis a hacerlo?

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