La pubertad puede empezar a manifestarse en nuestros hijos ya a los ocho o nueve años, ¿sabrías reconocerla?

La adolescencia. Los padres vivimos la infancia de nuestros hijos apartando de nuestra mente la llegada del temido lobo feroz, ese que convertirá a nuestros adorables pequeños que hoy cantan villancicos sin ser capaces de pronunciar bien “Rodolfo el reno” y sueñan con la mañana de Navidad y Reyes en desconocidos a medio camino entre la infancia y la edad adulta que tal vez nos nieguen sus besos y abrazos y anden buscando estrategias para pasar más tiempo con sus amigos y menos con nosotros.

Pero antes de que la adolescencia llame a la puerta, tendremos en casa a la pubertad, una fase que es fácil que pase desapercibida si no estamos atentos. Y cada vez llega antes. El percutor no está claro si son factores ambientales, el aumento del índice de masa corporal de nuestros niños, pero su llegada se ha constatado que que se ha adelantado en torno a un año en Europa.

La pubertad, el inicio de la maduración sexual que dura entre dos y cuatro años aproximadamente, puede empezar ya desde los ocho años y hasta los trece en las chicas. En los chicos el inicio se retrasa un poco y puede iniciarse a los nueve o diez. Si comienza muy pronto o antes de esas edades conviene acudir al pediatra para que se evalúe, si lo considera necesario, que la edad ósea del niño sea acorde con sus años y que valore si se está ante un caso de pubertad precoz que requiere tratamiento.

En las niñas notaremos que la pubertad se inicia porque se producen estirones notables y empieza a apuntar el botón mamario. Uno o ambos pechos parecen algo inflamados y si palpamos bajo el pezón podremos notar una zona más dura. Suele ser el primer síntoma visible y entre año y medio o tres años después aparecerá la primera regla o menarquia, de la que ya hablaremos más a fondo en un futuro. Hay otros cambios, que en algunas niñas se adelantan al apuntar del pecho, como la aparición del vello púbico y axilar (pubertad viene a fin de cuentas del latín pubere que significa pubis con vello), algo de acné y el pelo más graso o mayor olor corporal.

En los niños lo que suele manifestarse primero (en torno a los once años, pero es normal que sea hasta un par de años antes) es que aumente el tamaño de los testículos, con la posibilidad de que se oscurezca la piel de la bolsa escrotal. Puede haber un testículo más alto que otro, pero sí están ambos en su bolsa es normal. También aumentará el tamaño del pene, pueden producirse las erecciones espontáneas y esas primeras poluciones nocturnas que tanta literatura han generado, también puede apreciarse una secreción blanca llamada esmegma bajo el prepucio que también es normal. No obstante, ante cualquier duda, ahí están los pediatras.

Además puede empezar a cambiar la voz. Otros cambios como el estirón, el acné, la grasa en el pelo, más sudor con más olor o el vello en el cuerpo con comunes con las niñas.

Podéis encontrar más información sobre la pubertad en nuestros niños y en nuestras niñas en la Asociación Española de Pediatría y en la web de Pediatría Integral de manera más técnica, menos divulgativa. También hay en la AEPED información sobre la pubertad retrasada (os adelanto que es aquella que no se ha iniciado a los 13 años en las niñas y a los 14 años en los niños) y aquí tenéis un PDF muy completo sobre pubertad precoz y adelantada.

Da un poquito (o un mucho, dependiendo de la persona) de pena a los padres ser conscientes de estos cambios. Queremos seguir viendo a nuestros hijos de nueve, diez u once años como niños pequeños, pero conviene ser realistas y conscientes de que están empezando a dejar de serlo.

Y a título particular creo que no hay que tener tanto miedo a la llegada de la adolescencia. Es una etapa que es complicada, sobre todo para la que pasan por ella, pero la gran mayoría hemos sobrevivido. Los hay que incluso hemos tenido una adolescencia bastante plácida con pocos sobresaltos para nuestros padres.

Si aún tenemos niños pequeños o púberes incipientes, estamos a tiempo de sembrar para luego recoger. Sobre todo con el ejemplo. Además de llevarnos las manos a la cabeza cuando oímos noticias de comas etílicos en preadolescentes o en la edad de inicio de las relaciones sexuales, podemos ser ejemplares en nuestra relación con el alcohol desde ya mismo o hablar con ellos sobre el sexo cuando aún nos escuchan y estamos a tiempo.

Y también podemos y debemos fijarnos en esos adolescentes que dedican las mañanas de los fines de semana a hacer deporte, que entrenan a niños pequeños y los arbitran, que son voluntarios en protectoras de animales o retirando plásticos de las playas, que leen con voracidad y se entusiasman hablando de esos libros que les apasionan, que empiezan a hacer sus trabajitos para ayudar en casa, cuidan a sus hermanos pequeños o se esfuerzan en los estudios para obtener una beca. También los hay si somos capaces de verlos.

Fotos: GTRES

1 comentario

  1. Dice ser vivian

    Yo creo que la adolescencia es la explosión de la infancia. Si has tenido una infancia plácida, tu adolescencia será más llevadera (dejemoslo en eso, por si acaso), pero si tu infacia ha sido difícil, lo más seguro es que tu adolescencia lo sea.
    En mi caso, mi infancia y adolecencia fueron difíciles, y no toda la culpa fue de mis padres, sólo que no estuvieron pendientes. Así que mi respuesta a la adolescencia les pilló desprevenidos. Debido a esto, he querido educar a mi hijo de manera diferente. Igual me equivoco, quién sabe…

    13 diciembre 2018 | 13:21

Los comentarios están cerrados.