‘Anastasia’, un musical de extraordinaria calidad que es perfecto para acudir con niños

El pasado jueves pude disfrutar, en compañía de mi hija de nueve años, del musical Anastasia que se estrenó por primera vez en Broadway el pasado año, coincidiendo con el veinte aniversario de la conocida película de animación de Don Bluth y Gary Goldman. Tras Nueva York, la primera ciudad que tiene el privilegio de alojar la preciosa historia imposible de la hija pequeña de los últimos zares ha sido Madrid.

Y la Anastasia de Gran Vía no merece otra cosa que repetir el éxito que está teniendo su gemela en Broadway.

Dirigida por Darko Tresnjak (ganador de un Tony), con libreto de Terrence MacNally (cuatro premios Tony), toma el cuento que conocemos por la película y lo eleva. Profundiza y pule la historia animada hasta el punto de lograr ser un disfrute perfecto tanto para los niños (a partir de unos siete u ocho años, sobre todo por su duración), como para los adultos. Es, a mi parecer, la mejor opción musical para acudir en familia.

El resultado es espectacular gracias a la conjunción cuidada con mimo e inteligencia de la historia, las interpretaciones, la música, las luces y su perfecto ritmo, que nos lleva de la mano hasta la conclusión con una constante sucesión de escenarios y cambios de vestuario.

No tiene nada que envidiar en maravilla a El rey león, que sí debería envidiar a Anastasia por su capacidad de sorprender.

Más fiel a lo que podría haber sido la historia, la caída de los zares y los peligros a los que se enfrenta la protagonista no procede de los hechizos de un Rasputín de ultratumba con un murciélago de mascota. Afortunadamente tenemos a Gleb, la encarnación sobre las tablas de la flaqueza del bolchevique al que da vida de manera sobresaliente Carlos Salgado.

Pero la estrella indiscutible, el gran descubrimiento, es la jovencísima Jana Gómez. Su Anastasia cautiva, con su canto, presencia e interpretación. Escuchar esa voz de cristal que te quiebra por dentro es un privilegio.

Tanto brilla Anastasia que el noble canalla Dimitri, el hijo de un anarquista enamorado de la ciudad en la que ha tenido que sobrevivir interpretado por el solvente Íñigo Etayo, corre el riesgo de ser eclipsado cuando comparten escenario.

De hecho, el único aspecto a mejorar que señalaría es que la historia de amor entre la princesa y el ladrón no logra alzar el vuelo, queda desvaída. Al buen bribón le falta magnetismo en momentos clave. Hay más fuerza sobre el escenario cuando Anastasia lo comparte con Vlad. La verdadera historia de amor, la que te llega al corazón es la de la emperatriz viuda (perfecta Ángels Jiménez) con la nieta que dio por perdida.

El punto humorístico, muy bien llevado, que no resulta en ningún momento excesivo, recae en manos de Vlad, el veterano acompañante de la pareja protagonista. Javier Navares borda su papel. También la condesa Lily (Silvia Luchetti), que es igualmente maravillosa.

Pero no acaba ahí el elenco del musical. Tanto San Petesburgo como París logran convertirse en protagonistas de pleno derecho. Oficinas bolcheviques, trenes que parten, el refugio parisino de los nobles rusos exiliados, palacios, puentes y callejones, e incluso un preciado sorbo del lago de los cisnes, están recreados con gran belleza.

Y más allá del goce estético, quiere ser representación histórica. Abundan los detalles inspirados en la realidad para aquel que los sepa capturar al vuelo. Es fácil despertar en nuestros niños el interés por lo ocurrido, por la Historia, tras ver Anastasia.

Igual que hacerles ver lo que realmente es importante, que no son los bienes materiales. O que ni la maldad ni la bondad son compartimentos estancos, que los seres humanos estamos hechos de todos los matices del gris.


FOTOS: STAGE ENTERTAINMENT/JAVIER NAVAL

1 comentario

  1. Dice ser LaCestitadelBebe

    Tiene muy buena pinta, seguro que está genial para disfrutar de una rato inolvidable con los peques!

    Besos!

    Anabel

    08 octubre 2018 | 08:11

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