El síndrome del abuelo caramelo (los abuelos indulgentes pueden perjudicar la salud de sus nietos)

Espero que mi padre no se ofenda leyendo esto, porque él es un ejemplo perfecto de lo que me ha dado por llamar el síndrome del ‘abuelo caramelo’.

Mi padre es un hombre noble, un hombre bueno que ama a sus nietos por encima de todo y que les bajaría la Luna si estuviese a su alcance. Y eso ayuda a que no sólo no pueda evitar darles dulces en abundancia si se los piden, sino que se los ofrece aunque ellos no los hayan pedido solo por verles felices.

Hace ya tiempo que di la guerra por perdida, por mucho que un dentista a Jaime, por su autismo, le pueda suponer anestesia general.

Siendo justos, no sólo los mima a chuches y chocolate, también a alimentos saludables jamón o castañas asadas, lo que se tercie si les gusta.

Recordaba todo aquello inevitablemente cuando leía un reciente informe de la universidad de Glasgow que ha recogido datos de 56 estudios realizados en 18 países diferentes.

El informe, publicado en PLOS One journal, centraba en la influencia de los abuelos que no son los principales cuidadores de los niños, pero sí tienen una presencia significativa en sus vidas, en tres áreas: alimentación y peso, actividad física y relación con el tabaco.

Los padres de los diferentes estudios tienden a describir a los abuelos como demasiado “indulgentes” con los niños, con tendencia a darles más comida de la necesaria (cebarlos, en román paladino), darles comida con mucho azúcar o grasa, usar la comida como una “herramienta emocional” (chantajes, premios… eso tan desaconsejado para tener una sana relación con la comida, recordad a Julio Basulto y que hay que respetar el apetito de los niños, el “no quiero más” y el “tengo hambre”) y peor informados que ellos.

En el estudio apuntan que hay abuelos muy activos y abuelos sedentarios, y tanto lo uno como lo otro influye en los niños. Respecto al tabaco, parece que los abuelos fumadores tienden en mayor medida que los padres fumadores a darle a ese vicio insano delante de los niños.

Sobra decir que fumar delante de los niños, incentivar su sedentarismo y el consumo de alimentos con exceso de azúcar, grasa o procesados, activando además mecanismos que fuerzan a comer a los niños, que les identifican la comida poco recomendable  con un premio o recompensa, no beneficia precisamente la salud de los niños. No conviene olvidar que hace poco fue noticia que El número de niños obesos en el mundo se multiplicó por diez en las últimas cuatro décadas.

También sostiene que muchos padres se sienten incapaces de interferir por la confianza que les tienen, también por la ayuda que los abuelos les prestan.

En la balanza de la relación, mejor callar o protestar poco si abusan de los dulces o en algunos aspectos educan de manera que nos chirría, teniendo en cuenta todo lo demás y que lo hacen con la mejor intención.

No sé en vuestro caso, pero en el mío sí que sucede. La única línea roja, lo único que no toleraría, sería el que convirtieran a mis hijos en fumadores pasivos.

Y que conste que muchos padres caen (caemos) en errores similares. No es patrimonio exclusivo de los abuelos ni mucho menos, aunque este estudio haya puesto el foco en ellos.

¿Qué sería de muchos de nosotros sin los abuelos? Aquel niño que tiene un buen abuelo, tiene un tesoro. Sus padres también. Y no me refiero ni mucho menos solo a cuestiones prácticas, de intendencia.

En mi caso particular, si el peaje son unos pocos caramelos, bienvenidos sean.

* Fotos: GTRES

Para terminar os dejo una foto que hice de un cuadro que hay en el libro de Julio Basulto Se me hace bola con aquello que los adultos jamás deberíamos decir a los niños en la mesa. Si os reconocéis leyéndolo, por favor, leed a Julio, también a Juan Revenga  o Mi niño no me come de Carlos González.

la foto(19)

4 comentarios

  1. Dice ser LaCestitadelBebe

    Hola,

    sí sí, esto siempre pasa, yo siempre que viene de estar con los abuelos le pregunto a la peque, menos mal que ahora otro de los abuelos que está él lidiando con el azúcar se ha mentalizado e intenta no darle tanta.

    Besos!

    Anabel

    16 noviembre 2017 | 08:05

  2. Dice ser PSS

    Yo estoy hasta los huevos de que mi padre le estuviera dando constantemente a mi hijo gusanitos, patatas, bollos…. ¡¡incluso cuando acaba de terminar de comer!!!
    ¿La solución? Dejar de llevarlo a su casa. Para que seguir discutiendo cuando la solución es tan sencilla….

    16 noviembre 2017 | 08:31

  3. Dice ser marian

    Cierto los abuelos mayoritariamente son eso y francamente no lo veo nada grave, si las comen con ellos, no hace falta que las coman con nosotros, eso, y enseñar a los niños que ciertas cantidades de chuches no son buenas, además de enseñarles a pedir menos, que para eso somos sus padres.

    En cuanto a «malnutrir a un niño….», a mi me aplicaron la mayoría y yo también las he aplicado y seré la excepción, pero fenomenal.

    Cada uno educa como cree conveniente y no preciso de libros para que me digan qué o cómo.

    16 noviembre 2017 | 10:15

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