Archivo de diciembre, 2016

¿Valen lo que cuestan la mayoría de juguetes que vemos en los catálogos?

(Jorge París)

(Jorge París)

Tengo la sensación, acumulada tras varios años de charlas que refuerzan mi propia percepción del asunto, de que muchos padres consideran la mayoría de los juguetes que se ve en los catálogos que abundan por estas fechas para inspirar a los niños en la elaboración de sus cartas a los Reyes Magos como mierdecilla de plástico que cuesta mucho más de lo que vale.

La semana pasada, visitando de nuevo los cientos de páginas llenas en su mayor parte de cacharrero de colorines, volvía a pensarlo. La mayoría de las cosas que veía no me parece que valgan lo que cuestan. Al menos si se mide en horas de juego infantil.

Hace unos días decidí preguntar por mis redes sociales a otros padres cómo veían ellos la relación calidad/precio/horas de juego de todos esos juguetes que meten por los ojos a nuestros hijos en la publicidad con la que anegan los espacios de televisión infantiles por estas fechas. Me sorprendió que participó muchísima gente y que la opinión era unánime: efectivamente, no valen lo que cuestan y suelen pasar pronto al olvido.

No sé qué opináis vosotros, y me encantaría saberlo.

Tanta unanimidad me hace pensar que, si lo creemos así, algo deberíamos hacer por evitar tirar el dinero, que cuesta mucho ganarlo. Evitar que los niños estén expuestos al bombardeo de publicidad televisiva ayuda mucho, lo digo por experiencia. Razonar con ellos ante el catalogo si con eso de verdad van a jugar tanto es una opción. Otra consiste en prescindir de esos catálogos y buscar y presentarles en Internet otras opciones: experiencias, viajes, productos distintos… Incluso conozco a una madre que elabora su propio catálogo con todo eso, ya os hablaré más despacio de esa opción.

Aquí tenéis algunas opiniones que he recibido:

Victoria: Puf.. Casi todo carísimo. Nos quedamos flipados cuando vimos un camión de la Patrulla Canina por más de 100 €. ¿Están locos?

Ata. Tal cual. Hay muchos juguetes que son «injugables», que no pueden responder a estudios sobre jugabilidad, sino para despertar una ansiedad de compra instantánea. Por ejemplo, un personaje de Disney que habla y se mueve no sirve para jugar. Sirve para verlo 5 minutos y ya está. Y de eso están los catálogos y los anuncios llenos. Son ganchos, no juguetes.

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