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“Mark Twain tendría hoy un blog, pero jamás habría escrito gratis”. Robert Hirst, estudioso de Mark Twain

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Las cinco reglas de Botsford para los editores de textos

Gardner Botsford

Hace unos días, el periodista Daniel Burgui recordó en Twitter un texto que publiqué en mi (abandonado) blog personal hace un año. Se trata de un extracto de Life of Privilege, Mostly, un libro donde Gardner Botsford expone unas reglas para editar texto.

Gardner Botsford fue editor de la revista The New Yorker durante casi cuarenta años. “Cogía algo que habías escrito y lo mejoraba, y resultaba muy difícil averiguar cómo lo había hecho“, explica el escritor Robert Angell. En sus memorias, “Una vida de privilegio, en general“, Botsford resume el trabajo del editor en cinco reglas que son muy útiles para los editores de textos y, por supuesto, para que quienes escriben no olviden que “cuanto menos competente sea el escritor, mayores serán sus protestas por la edición”.

La traducción es de Daniel Gascón.

UNA VIDA DE PRIVILEGIO, EN GENERAL

Gardner Botsford

A principios de 1948, la entrega de «Carta desde París» y «Carta desde Londres» se trasladó desde el domingo a un día más civilizado de la semana, y a mí me trasladaron con ella. Otra persona pasó a encargarse de las noches de domingo y empecé a dedicar la mayor parte del tiempo a editar largas piezas factuales: «Perfiles», «Reportajes» y textos de ese tipo. Seguí editando a Flanner y Mollie Panter-Downes –de hecho, a partir de entonces edité todo lo que cualquiera de los dos escribiese para la revista–, y también me asignaron a varios escritores de primera clase del New Yorker, con muchos de los cuales formé alianzas permanentes. Eso implicaba menos tiempo con los escritores de menor calidad con los que había empezado, los Helen Mears y Joseph Wechsberg. Helen Mears era una escritora olvidable; a Joseph Wechsberg lo recordaré siempre. Era un incordio, un Mal Ejemplo y un rito de paso para cada editor junior. Para empezar, era checo y en realidad nunca aprendió inglés. (Aquí hay una observación biológica de Wechsberg que he conservado intacta a lo largo de los años: «Sin los largos hocicos de los abejorros, los pensamientos y el trébol rojo no pueden ser fructificados».) Además, había empezado como escritor de ficción (ahora es más conocido, si es que se le conoce por algo, por algunos relatos que publicó en la revista antes de la guerra) y, cada vez que los datos que necesitaba resultaban elusivos, se los inventaba. Como su escritura estaba desvinculada de la gramática, el vocabulario y la cordura (ver arriba), podía escribir muy deprisa, y no había nadie más prolífico que él. Sandy Vanderbilt siempre decía que había editado más a Wechsberg que yo, y que había editado más a Wechsberg de lo que el propio Wechsberg había escrito, por culpa de una pesadilla recurrente en la que trabajaba en un manuscrito implacable e interminable de Wechsberg que seguía supurando por mucho que Sandy trabajara, pero cuando fuimos a la morgue y sacamos el archivo de Wechsberg, ninguno de los dos podía recordar quién había editado qué, o, para ser más precisos, quién había escrito qué. Lo que nos molestaba era que Wechsberg era inmensamente popular entre los lectores, lo que quería decir que nosotros éramos inmensa, aunque anónimamente, populares entre los lectores. Cuando llegaron algunos editores que eran todavía másjuniors que yo –Bill Knapp, Bill Fain, Bob Gerdy y un par de figuras más transitorias–, les asignaron a Wechsberg y yo quedé libre al fin. No totalmente libre, por supuesto.

Como la revista publicaba cincuenta y dos números al año, la mayoría de los cuales contenía (entonces) al menos dos piezas factuales, era demasiado esperar que los escritores de primera línea pudieran satisfacer esa demanda. Eso abrió la puerta a escritores de segunda fila y yo (como Sandy, Shawn y todos los demás) tenía que echar una mano. Era el tipo de trabajo que me llevó a una serie de conclusiones sobre la edición.

Regla general n.º 1: Para ser bueno, un texto requiere la inversión de una cantidad determinada de tiempo, por parte del escritor o del editor. Wechsberg era rápido; por eso, sus editores tenían que estar despiertos toda la noche. A Joseph Mitchell le costaba muchísimo tiempo escribir un texto, pero, cuando entregaba, se podía editar en el tiempo que cuesta tomar un café.

Regla general n.º 2: Cuanto menos competente sea el escritor, mayores serán sus protestas por la edición. La mejor edición, le parece, es la falta de edición. No se detiene a pensar que ese programa también le gustaría al editor, ya que le permitiría tener una vida más rica y plena y ver más a sus hijos. Pero no duraría mucho tiempo en nómina, y tampoco el escritor. Los buenos escritores se apoyan en los editores; no se les ocurriría publicar algo que nadie ha leído. Los malos escritores hablan del inviolable ritmo de su prosa.

Regla general n.º 3: Puedes identificar a un mal escritor antes de haber visto una palabra que haya escrito si utiliza la expresión «nosotros, los escritores».       

Regla general n.º 4: Al editar, la primera lectura de un manuscrito es la más importante. En la segunda lectura, los pasajes pantanosos que viste en la primera parecerán más firmes y menos tediosos, y en la cuarta o quinta lectura te parecerán perfectos. Eso es porque ahora estás en armonía con el escritor, no con el lector. Pero el lector, que solo leerá el texto una vez, lo juzgará tan pantanoso y aburrido como tú en la primera lectura. En resumen, si te parece que algo está mal en la primera lectura, está mal, y lo que se necesita es un cambio, no una segunda lectura.

Regla general n.º 5: Uno nunca debe olvidar que editar y escribir son artes, o artesanías, totalmente diferentes. La buena edición ha salvado la mala escritura con más frecuencia de lo que la mala edición ha dañado la buena escritura. Eso se debe a que un mal editor no conservará su trabajo mucho tiempo, mientras que un mal escritor puede continuar para siempre, y lo hará. La buena escritura existe al margen de la ayuda de cualquier editor. Por eso un buen editor es un mecánico, o un artesano, mientras que un buen escritor es un artista.

José María Patiño: “La falta de profundidad hace que la información se quede en la espuma”

José María Patiño.

José María Patiño.

José María Patiño (Madrid, 1960) fue durante 14 años corresponsal en París de la Cadena SER. Después de reincorporarse a la redacción de Madrid, ahora se encarga de la Revista de prensa en el programa Hoy por hoy. Algunas de sus experiencias profesionales y personales en París han quedado reflejadas en Crónicas de Paname (Libros.com). “Es un libro periodístico con elementos más personales. Quería cerrar una etapa de 14 años, viviendo y trabajando en París, y combinarla con la labor periodística. Me apetecía hacer una cosa amena, no demasiado transcendente, que la gente pueda leer a gusto”, explica Patiño.

Dice Monserrat Domínguez en el prólogo del libro que el corresponsal se ha convertido en una rara avis. Casi es más una especie en extinción, ¿no?

Tal y como se concebía a inicio, el corresponsal tiene justificación porque siempre se necesita que alguien verifique sobre el terreno la información. Lo que se está perdiendo es el corresponsal/senior/embajador que da profundidad a las informaciones y representa al medio en otro país. Esos sí que somos dinosaurios y cada vez van a quedar menos.

Lo que puede aportar el corresponsal es el contexto que hace que las informaciones sean diferentes de las que todo el mundo hace.

¿Cómo una sola persona puede cubrir un país entero?

Hay informaciones que no puedes cubrir por las distancias. El corresponsal tiene que leer mucho. Leer periódicos, revistas, libros… para poder interpretar cualquier hecho informativo o noticioso aunque no estés físicamente presente. Lo interesante sería viajar a los sitios, pero las limitaciones económicas del periodismo impiden a veces los desplazamientos.

Con Internet, ahora en las redacciones pueden conocer las noticias antes que el corresponsal.

Antes imperaba el criterio del corresponsal en la redacción. A veces, en los medios todo el mundo tiene opinión de lo que tú estás haciendo. Eso dificulta que puedas ofrecer un enfoque diferente. Por otro lado, la tecnología facilita el trabajo. En Bruselas, llevaba el aparato de radio al cine para escuchar el informativo por si pasaba algo salir corriendo para contarlo. El teléfono móvil facilita las cosas. Por un lado te ayudan en el trabajo y por otro quitan personalidad a los temas. Puedes hacer múltiples informaciones mientras que antes te podías concentrar en la noticia que se quería hacer, en la noticia del día. Eso va en detrimento del trabajo periodístico.

¿Se ha perdido la poesía?

Lo que se ha perdido es la profundidad. Cuando me preguntan por la diferencia que hay entre los medios españoles y los franceses, siempre respondo que ellos tienen mucha más profundidad todavía. Aquí dominan las previsiones informativas (la agenda) y hace que la información se quede en la espuma. Eso no es bueno ni para el sistema democrático. Toda la información política consiste en declaraciones: uno ha dicho esto y otro ha dicho lo otro.

La segunda parte del libro es una guía para conocer París.

Cada uno tenemos una visión de París. El libro es mi viaje personal por París. Quería compartir con los lectores mi París. También una guía de la profesión. Hasta los que viven en París pueden descubrir algunas cosas.

¿Cómo ha sido la experiencia del crowfounding?

Yo pensaba que me metería más presión trabajar para una editorial convencional por plazos y cosas así. Me ha gustado trabajar con Libros.com, una editorial de gente joven con quien he conectado muy bien. Creía que no iba a tener presión, pero cuando se concretó la ayuda de los mecenas, vi que tenía un compromiso y que había que escribir el libro. Tardé un mes más porque me bloqueé por la presión de escribir.

Ana Isabel Bernal: «La tecnología, por sí sola, no salvará al periodismo»

Presentación del libro "Herramientas digitales para periodistas". De izquierda a derecha el periodista Quico Taronjí, la autora Ana Isabel Bernal, Carlos Gámez Kindelán (20Minutos) y  Guillermo Rodríguez (HuffPost).

Presentación del libro «Herramientas digitales para periodistas». De izquierda a derecha el periodista Quico Taronjí, la autora Ana Isabel Bernal, Carlos Gámez Kindelán (20Minutos) y Guillermo Rodríguez (HuffPost).

La periodista Ana Isabel Bernal Triviño ha publicado Herramientas digitales para periodistas (Editorial UOC), donde se explican en forma de guía las herramientas que se pueden encontrar en la red de forma gratuita. Además, la autora acompaña con ejemplos reales, explicados por quienes los han llevado a cabo, que pueden servir como inspiración para otros periodistas.
Ana Isabel Bernal es licenciada y doctora en Periodismo y máster en Historia del Arte por la Universidad de Málaga.  Además de ser investigadora posdoctoral y consultora docente en la UOC, trabaja como periodista freelance.
¿Cuál es el objetivo fundamental del libro?
El principal es que las herramientas digitales ayuden a hacer un mejor periodismo, más transparente y más comprometido. Y digo «ayuden» porque la tecnología, por sí sola, no salvará al periodismo, salvo que este no pierda su función y compromiso social. Si partimos de ese supuesto, la tecnología sí puede ayudar a crear mensajes más claros, adaptarnos a otras narrativas, propiciar la lectura, producir sensaciones o conseguir una mayor implicación del ciudadano… Por eso, en el libro, se recogen las herramientas por utilidades y se desgranan qué aporta cada una a las historias, acompañadas de casos reales donde los propios periodistas que trabajaron con ellas relatan el uso que les dieron.portada_herramientas
¿Has escrito un libro para ayudar a los periodistas tradicionales a que se adapten al cambio digital?
En la presentación del libro que realizamos en Madrid asistió Carlos Gámez Kindelán, compañero de 20minutos.es, y él mismo incidía en que es un libro que va más allá. Las herramientas se actualizan y desarrollan nuevas funciones. Por supuesto pueden tener más interés periodistas ajenos a estas dinámicas de trabajo pero, dentro del propio sector digital, el libro aporta una actualización, una ampliación de herramientas y la opción de comprobar cómo cada una puede mejorar la información, a través de noticias reales en las que se han usado. Digamos que, para un periodista digital, les permite ampliar su perspectiva, conocer otros trabajos y aplicaciones.
¿Alguna herramienta informática que ahora todo periodista deba manejar?
Yo realizo cursos personalizados a periodistas sobre herramientas y, al margen de un buen uso de las redes sociales, siempre parto de herramientas de organización como Dropbox o Google Drive. A partir de ahí, hay otras herramientas preferidas por la versatilidad que aportan como Thinglink o Infogram, y conocer las soluciones para coberturas móviles.
¿Qué importancia tiene ahora mismo el vídeo y la imagen en la información en la red?
Yo realicé en 2009 una tesis doctoral precisamente sobre esta pregunta y los vídeos y fotografías eran los puntos más fuertes entre los jóvenes. El vídeo crece, sin duda. Sólo hay que observar la tendencias de los millennials en Estados Unidos, con BuzzFeed o con Vice, o aplicaciones como Vine. Y, por otro lado, pensar que trabajaremos cada vez más para dispositivos móviles y en redes sociales, lo que requiere otra disposición y articular una micro-narrativa eficaz, que puede complementarse con otras herramientas, como Periscope o Soundcloud.
¿Qué suponen las redes sociales para los periodistas?
La pregunta va más allá. No sólo para periodistas, sino para la información en general. Las redes sociales se están convirtiendo en la principal entrada de información para los ciudadanos. Por lo tanto, no estar presente en las redes es una desventaja. Con el añadido de que constituyen no solo una plataforma de difusión, sino también de actualización, de localización de fuentes y de curación de contenidos. Para un periodista freelance (y de provincias), como fue mi caso, fue la oportunidad de crearme una imagen, de darme a conocer y de contactar con unos seguidores leales, ante todo. Hablaba el otro día con un periodista que mencionaba que, en una redacción de un diario americano muy importante, la selección de personal giraba entorno al impacto y uso del redactor en las redes sociales. Es todo un síntoma de los tiempos que corren.

Manuel Sánchez publica «Las noticias están en los bares»

las-noticias-estan-en-los-baresEl periodista Manuel Sánchez (Cáceres, 1967) trabajó durante 22 años en El Mundo. Hoy, presenta un libro, Las noticias están en los bares (Libros.com), donde cuenta de forma amena su trayectoria profesional y, además, explica la cocina de un diario en una época feliz para el periodismo. “Primero hice periodismo de investigación en el periodo de los escándalos de Felipe González, luego vino la etapa de los juicios que fue muy intensa. Después, trabajé 15 años en información política, fundamentalmente del PSOE. En el libro he querido contar cómo lo vivía yo y cómo se vivía en El Mundo. Creo que tiene interés explicar esa dualidad: lo que hace el redactor y lo que pasa en el periódico”.

Sánchez escribe ahora en Publico.es. A pesar de que en el libro aparecen muchos nombres de políticos y periodistas, como reconoce en el epílogo, ha querido hacer un libro amable. “No tenía ninguna intención de hacer sangre o pasar factura. Aunque me lo hubiera propuesto, no me habría salido. He podido tener discrepancias con la línea editorial, con algún columnista o, incluso, con el propio Pedro J, pero en El Mundo he trabajado siempre con mucha libertad y muy a gusto. Me parece mal la manía que hay en esta profesión de meterse unos con otros. Quería contar lo que a mí me había pasado y no hay ningún acontecimiento que no se pueda contar. No me he guardado nada en la mochila”, dice Sánchez.

A los periodistas digitales se les achaca que pisan poco la calle. “El título reivindica que los periodistas salgan a la calle, que no se queden en las redacciones, que vean las cosas y luego las cuenten, es la esencia de nuestra profesión. Estoy en contra de seguir los mítines en la cocina de casa y hacer informaciones con refritos de Google. El periodista tiene que estar en los sitios, verlo y contarlo. Por la precarización, los medios no quieren pagar viajes y ni siquiera taxis. Eso está acomodando al periodista”.

Manuel Sánchez comenta en el libro que es un periodista que necesita “dos folios y medio” para contar una historia. “En Internet, como se mide todo, se sabe cuánto tiempo se invierte en la lectura. “En ocho párrafos, a veces, no se pueden contar bien las cosas”.

Esta tarde a las 19,30 presentará Las noticias están en los bares en el Café Comercial. Le acompañarán Esther Palomera y Raúl del Pozo (el maestro, según aparece en el libro). Asistirán “muchos amigos periodistas y algunos políticos que conozco”. Desde Twitter ha invitado a todos sus amigos. “Yo solo quiero que acabe”, apostilla en el tuit.

Íñigo Domínguez: “España interesa fuera cuando pasa algo folclórico”

Íñigo Domínguez. Foto: Antonello Nusca.

Íñigo Domínguez. Foto: Antonello Nusca.

Íñigo Domínguez es desde 2001 el corresponsal del diario El Correo y del grupo Vocento en Roma. En 2008, el periódico le encargó que recorriera la costa mediterránea española en un descapotable. La serie veraniega de 17 etapas se publicó en otras tantas entregas.

Siete años después, Libros del KO las ha recogido en Mediterráneo descapotable (Viaje ridículo por aquel país tan feliz). El libro incluye un apéndice realizado por el autor que actualiza y resume los “efectos de un fiestón inverosímil”.


¿Cómo ves ahora la España de 2008?

Se observa una convulsión política que viene de algunas de las cosas que cuento en el libro y que han producido un hartazgo generalizado contra la clase política, contra cómo se han hecho las cosas, contra cómo se gestiona la crisis… Después del trastazo de la crisis se ha reactivado la conciencia crítica. La crisis ha sido un drama, pero nos ha puesto los pies en el suelo. La gente comenzó a ser más exigente y a pedir respuestas. Como no llegaban, han surgido nuevos movimientos.

España es ahora más interesante para los corresponsales, ¿no?

España interesa fuera cuando pasa algo folclórico. Solo tienen salida noticias como que un toro coja a un torero o cosas muy de ‘colorín’. Casi nada tiene un seguimiento constante por parte de la prensa extranjera salvo por cosas muy peregrinas. Tal vez, con la crisis, en los últimos años, ha podido tener más interés. Le sucede lo mismo que a otros muchos países. Los medios solo están pendientes de los grandes asuntos y de lo que pasa en unas pocas ciudades del mundo. La RAI, por ejemplo, no tenía corresponsal en España. Lo pusieron, pero no salía nunca en las noticias. Creo que al final cerraron la corresponsalía. Los periodistas extranjeros quieren ir a España porque es un país bonito y divertido donde se vive bien. Es un buen destino.

Portada Mediterráneo¿Crees que algún periódico español encargaría hoy una serie de reportajes como Mediterráneo?

A mí en su día ya me parecía increíble. Hoy, ni te cuento. Como quedó bien, al año siguiente hice un crucero y el tercer año fue el Transiberiano, que es el máximo camelo que conseguí colar a mi periódico. Terminó en 2010. En su día fue insólito. En verano los periódicos hacen algunas locuras y cosas originales. ¿Por qué no tendrán la actitud todo el año de hacer cosas distintas, originales y de esforzarse un poco?

¿Qué etapa del recorrido mediterráneo te llamó más la atención?

Lo que más me impactó fue ese mundo de Marina D’or. Me pareció increíble por lo que representaba. El proyecto había llegado a la mitad y todo lo que querían hacer era delirante. Estaba en medio de la nada, pero era perfecto como símbolo y me fascinó. También aluciné con Benidorm. Nunca había estado allí. Llegué de noche. Cuando me asomé a la ventana del piso 41 del hotel Bali, no me lo creía. No sabía que en España existiera un lugar como Manhattan. No tenía ni idea. Había frecuentado poco el Mediterráneo. Viajaba sin nada previsto. Me atraía el desafío de empezar por la mañana sin tener una historia y buscarte la vida para conseguirla. Salir del hotel para ver de qué escribes. Fue asombrosamente fácil porque en cada lugar había cosas increíbles. Como digo en el libro, en todos los sitios había algo que era «lo más» del mundo: el mayor parque de atracciones de Europa, la mayor ciudad de vacaciones…

Ahora, ¿por dónde te gustaría viajar?

Me atrae el mundo árabe. Y más ahora. Nos interesa a todos. Lo desconocemos, nos da miedo, pero creo que hay que acercarse de alguna manera para contarlo. También con sentido del humor. Después de lo que ha pasado, te lo piensas. Pero me resulta interesante de todas las maneras.

¿Por qué decidiste utilizar en los reportajes «el viajero» para referirte a ti mismo?

Lo normal era que utilizara la primera persona, pero no me salía. Por pudor o por la costumbre de que no debes ser el protagonista, y de hecho se debe evitar, me chirriaba la primera persona. Pasé una mañana pensando cómo lo hacía. Empezaba a escribir en primera persona y dudaba de que le pudiera interesar a alguien lo que yo pensaba. Me vino el recuerdo de Viaje a la Alcarria, de Cela, del que cito una frase al comienzo del libro. Lo leí de adolescente y me gustó porque era sencillo y transparente. Me ayudó a encontrar la fórmula para escribir los reportajes. Luego empecé a escribir en el blog y perdí el miedo a la primera persona, pero sigo intentando evitar el protagonismo.

Puede sonar a tópico, pero parece que los corresponsales pertenecéis a una especie en extinción.

Es un hecho. Estamos viendo como medios internacionales cierran corresponsalías en sitios como Jerusalén. Es verdad que el corresponsal origina un gasto, pero da peso a un periódico. Es la única manera de entender lo que pasa en el mundo. Da la sensación de que han aprovechado la crisis para pegar un tajo a algo que parecía intocable. Después de la crisis no sé si se va a volver a lo de antes porque son cosas que te quitan y luego no hay manera de que vuelvan. Lo que realmente está en peligro de extinción es el periodista medianamente bien pagado.

Luis Solano, editor de Libros del Asteroide, recomienda leer «El maestro Juan Martínez que estaba allí», de Chaves Nogales

el maestroLibros del Asteroide ha publicado cinco libros de Manuel Chaves Nogales, «el mejor periodista español junto con Larra», en opinión de Andrés Trapiello. Al periodista sevillano le gustaba estar allí donde se desarrollaban los acontecimientos para contarlos de primera mano. Luis Solano, editor de Libros del Asteroide, recomienda uno de los libros de periodismo que mejor ha sido acogido por los lectores españoles en los últimos años.

¿Interesan los libros de periodismo?

A los lectores les interesan sobre todo los buenos libros, que estén bien escritos sean entretenidos y que les enseñen cosas que no sabían antes de leerlos;  me parece que hay pocos libros de este tipo que cumplen esas características. La clave es que estén bien escritos y traten temas que tenga interés para el lector.

¿Qué libro de periodismo de los que habéis publicado ha tenido mejor acogida?

El maestro Juan Martínez que estaba allí, de Manuel Chaves Nogales, que hemos reeditado 10 veces

¿Alguna recomendación?

El maestro Juan Martínez que estaba allí. Creo que es, sin duda, uno de los mejores reportajes escrito en España en todo el siglo XX, por su ambición (se publicó por entregas y acabó formando un libro de más de 250 páginas) y por su capacidad por mezclar hábilmente el periodismo con técnicas literarias (ceder la voz narrativa a los protagonistas, dosificar la información para mantener el ritmo narrativo, construcción de personajes, etcétera.)

Jill Abramson, ex directora del New York Times, cobrará un millón de dólares por escribir un libro de periodismo

Jill Abramson  en 2012, cuando era directora de The New York Times. Foto: Wikipedia.

Jill Abramson en 2012, cuando era directora de The New York Times. Foto: Wikipedia.

Jill Abramson, ex directora del New York Times, ha llegado a un acuerdo con la editorial Simon & Schuster para publicar un libro sobre el futuro de los medios de comunicación en un ecosistema de las noticias que cambia con tanta rapidez. La periodista de 61 años cobrará un millón de dólares por escribirlo.

Para decepción de quienes disfrutan leyendo los detalles más escabrosos, no será un ajuste de cuentas sino un texto de análisis de tono académico.  William Morris Endeavor, agente de Abramson, cerró el acuerdo solo un día después de realizar la oferta a varios editores.

Despedida del New York Times en mayo de 2014, Ahora, Abramson imparte un curso de periodismo narrativo en la Universidad de Harvard. Además, pone en marcha un proyecto, junto a Steven Brill, para publicar una crónica de largo formato al mes por la que pagarán 100.000 dólares al reportero que la escriba. Se trata de publicar «pocas piezas pero muy buenas”, cuya extensión sea más larga que un reportaje convencional y más corta que un libro.

Abramson cree que el público está dispuesto a pagar por buenas historias. En su reciente visita a Espña en el mes de febrero, habló de la importancia de la narrativa ante más de 400 profesionales en el encuentro «Conversaciones con«, que se celebró en Madrid (aquí se puede ver la conferencia completa en inglés y también con traducción simultánea al español), donde también defendió que «se puede seguir ganando dinero con historias periodísticas bien construidas y bien contadas«.

Donatella Lanuzzi: «El periodismo parece haber encontrado un nuevo espacio de expresión en los libros»

Portada_MontanelliDonatella Lanuzzi, editora de Gallo Nero, es uno de los mejores ejemplos que se pueden poner en España a la hora de hablar de edición independiente, indie, nueva edición o como se quiera llamar al ejercicio más personal de la publicación de libros. En sus cuidadas colecciones se encuentran algunas joyas del mejor periodismo.

¿Interesan los  libros de periodismo a los lectores?

Mi impresión es que sí. En los últimos años es cada vez más común ver libros de periodismo en las mesas de novedades así como hemos asistido al nacimiento de sellos especializados. En una época donde el periodismo de autor parece un género en vía de extinción debido a la desaparición y/o pérdida de credibilidad de los periódicos, el periodismo parece haber encontrado un nuevo espacio de expresión en los libros.

¿Qué libros de periodismo de los que ha publicado Gallo Nero han tenido una mejor acogida?

Sin duda alguna Sobre el periodismo, la conferencia que dio Joseph Pulitzer inaugurando la primera Facultad de Periodismo en la Columbia University. Son palabras que apelan a la vocación, a la honestidad, al respeto y plantean una muy acertada reflexión sobre la estrecha relación entre la prensa y el poder político.

¿Alguna recomendación?

Me gustaría recomendar nuestra última novedad: La sublime locura de la revolución, la crónica de la Revolución de Hungría de 1956 que escribió Indro Montanelli para el Corriere della Sera. Me parece que es una buena muestra de aquel periodismo apasionado que caracterizó el siglo XX.

También me gustaría señalar Un séptimo hombre de John Berger, que ha publicado Capitán Swing, un relato periodístico escrito en 1975 sobre la experiencia de los trabajadores emigrantes en los países occidentales.

John Naranjo: «Gracias a Caparrós se está descubriendo la crónica periodística»

John Naranjo

John Naranjo, la semana pasada en el Centro de Formación de la Cooperación Española de Cartagena de Indias. Foto: FGM

A veces como editorial independiente y en otras ocasiones como estudio de diseño, Rey+Naranjo publica en Bogotá libros muy bien editados y con un cuidado diseño. “Estamos convencidos de que la época actual es la más emocionante para estar vinculados al mundo editorial. Desde los tiempos de Gutenberg no se presenciaba tanta emoción vinculada al libro. Somos especialistas en concebir y producir contenidos de gran impacto cultural y, como editores, esperamos compartir nuestra pasión por los libros”, explican en la página de un sello editorial que se conoce por los apellidos de un matrimonio: Carolina Rey y John Naranjo.

Tras intervenir en Talento Editorial, un encuentro que se llevó a cabo en el marco del Hay Festival de Cartagena de Indias, Colombia, John Naranjo (Bogotá, 1973) continúa hablando con pasión sobre su editorial en el patio de la casa colonial que ocupa el Centro de Formación de la Cooperación Española, mientras su hijo corretea por los pasillos.

Rey+Naranjo ha logrado un interesante catálogo de libros ilustrados y cómics. Algunos, como Chico y Rita, de Trueba y Mariscal, y la novela gráfica Gabo: Memorias de una vida mágica se encuentran con facilidad en las librerías españolas. También han iniciado la colección Latitud que dedican a la crónica periodística, donde, por el momento, han publicado dos títulos.

Naranjo ha sido director de arte de las revistas Número, El Malpensante y del diario El Tiempo. “Desde que trabajé en El Malpensante me interesa mucho el periodismo literario porque abre nuevos mundos al lector”, dice mientras recuerda nombres de autores de “periodismo de largo aliento”, como Tom Wolfe, Jon Lee Anderson y Alma Guillermoprieto.

Balas por encargoEn España, a partir del mes de abril, se podrá comprar Balas por encargo, un libro que es una apuesta personal del editor (también se puede conseguir en ebook). “El autor, Juan Miguel Álvarez, siempre ha tenido una gran visión para la crónica. En El Malpensante publica textos de 6.000 a 8.000 palabras. Son investigaciones pensadas para revistas de periodismo narrativo, que no hay muchas, o para ser publicadas en un libro. «Balas por encargo» es una investigación, que realizó a lo largo de cinco años, sobre los sicarios. Intentaba encontrar la respuesta a por qué la vida no vale nada en Colombia, un país donde la gente se mata por 30 o 40 euros”.

John Naranjo reconoce que no hay muchos medios donde se puedan publicar reportajes de 6.000 palabras. “Es una apuesta a largo plazo. Editamos 4.000 ejemplares de «Balas por encargo». Pero el común de las gente no sabe qué es la crónica. A mí me interesa mucho el género y me gustaría llegar a publicar un libro de crónica al año”.

Martín Caparrós, con su imprescindible investigación sobre el hambre en el mundo, genera esperanza en el editor colombiano. “ Después del éxito de El hambre en la feria de Frankfurt, gracias a Caparrós se está descubriendo el género de la crónica periodística en español”.

Emilio Sánchez Mediavilla (@librosdelko), recomienda la lectura de «La banda que escribía torcido»

En la lista de deseos para 2015 de Nassim Nicholas Taleb figuraba no leer libros escritos o en los que hayan colaborado periodistas. En Twitter, alguien le dijo que quién habría sabido de Taleb si periodistas. El autor de El cisne negro respondió algo así como que los periodistas tienen un propósito, pero su intelecto es generalmente muy estrecho para producir trabajo intelectual y entender con profundidad.

Aunque Taleb tendrá sus razones para dudar de la capacidad de los periodistas para escribir libros (todo un debate que si queréis podemos iniciar en el blog. ¿Ideas y opiniones?), prefiero quedarme con «la lista de diez libros que habría lamentado perderme en 2014«, que publicó el maestro Enric González en Jot Down. La última recomendación, Océano África, de Xavier Aldekoa , concluye con una afirmación rotunda: «Comparando este libro con cualquier periódico, uno entiende por qué estamos dejando de comprar periódicos«.

PORTADA-WEIN_6d5b2ba9-ca56-4b67-a7e6-241ec59d785aA los que pensamos que en los libros se encuentra el mejor periodismo, coincidimos con Enric González y nos resulta útil la recomendación de títulos. Por eso le hemos pedido a Emilio Sánchez Mediavilla, editor de Libros del KO, que nos aconseje lectura.

Pregunta: ¿Interesan los  libros de periodismo a los lectores?

ESM: Quiero creer que sí. La demanda de no ficción fue nuestra apuesta-pálpito-deseo cuando lanzamos Libros del K.O. hace tres años. Hay un público muy interesado en este género, la duda es saber si se trata de una tribu minoritaria en vías de extinción o de un virus colonizador que va ganando terreno. Apostamos (nos va la vida en ello) por la segunda opción.

P: ¿Qué libros de periodismo de los que habéis publicado han tenido una mejor acogida por parte de los lectores?

ESM: Nuestros mayores éxitos de ventas (varios miles y subiendo) son Plomo en los bolsillos, de Ander Izagirre y Crónicas de la mafia, de Íñigo Domínguez.

P: ¿Alguna recomendación? 

ESM: Si el libro es nuestra editorial, recomendaría La banda que escribía torcido (Marc Weingarten), una historia del nuevo periodismo estadounidense que produce un efecto euforizante en el lector. Es una bomba de relojería periodística, lleno de inspiración para sacudirse la rutina y lanzarse a escribir los reportajes más asombrosos.

Si el libro es de otra editorial, recomendaría Gottland, de Mariusz Szczygiel: un sutil puzzle checoslovaco que consigue la aspiración del periodista más ambicioso: contar la historia de un país y de un siglo a través de un puñado de historias mínimas.