Europa inquieta Europa inquieta

Bienvenidos a lo que Kurt Tucholsky llamaba el manicomio multicolor.

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Hacer que duren, dejarles espacio: los mejores comentarios de lectores sobre Grecia, europeísmo o democracia

(IMAGEN: Gtres)

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Con frecuencia amigos y conocidos me dicen: «Sí, bueno, el blog no está mal, pero los comentarios… vaya tela». El contador interno de la plataforma da una cifra: 1598. Desde que hace casi dos años empezara el blog habré borrado un anémico puñado, no más de 50. Quizá menos de los que hubiera debido. En mi descargo diré que haber sido más vigilante y estricto con ellos me habría supuesto el doble de trabajo de lo que me lleva escribir semanalmente…

Lo cierto es que muchos de los miles de comentarios que hoy son visibles en los post son estupideces: barbaridades conspiranoicas sin pies ni cabeza; alusiones criminales, xenófobas, racistas; insultos hacia mi persona (o hacia otros comentaristas) que en la vida real darían para una década ininterrumpida de querellas; exabruptos cómicos, surrealistas, casi, casi siendo generoso graciosos.

También ha habido, y espero que esto no suene a despedida, comentarios brillantes, certeros, cultos y apasionados. Mucho más interesantes que los propios post que servían de lanzadera. Por desgracia, son un milagro, pero un milagro útil: demuestran que puede haber una conversación inteligente en la Red. No descubro nada con esto, lo sé. Como tampoco descubro nada si digo que el feedback más provechoso con los lectores se establece en redes sociales como Twitter.

Los comentarios del blog son, demasiadas veces, una sentina donde los insatisfechos depositan sus alegatos, sus fobias o su mala baba; con un estilo bastante pobre, por cierto. He vuelto a reeler los miles de comentarios. Considero de justicia rescatar los mejores*, los que sí aportan. He seleccionado ocho que, como dice la frase final de Las Ciudades invisibles de Italo Calvino, merece la pena hacer que duren: dejarles espacio.

(*No he modificado el contenido de ningún comentario, todo lo más, editado alguna errata, alguna mayúscula, cosas así)

Sobre el europeísmo:

Los politicos que gobiernan la nave europea, a menudo, por no decir siempre, no se dan cuenta que en muchas ocasiones las críticas que se realizan al proyecto europeo se hacen desde el más profundo europeísmo. Pero para ellos cualquier crítica es un ataque furibundo a Europa, sobretodo en los últimos tiempos. Es una pena, no se si darán cuenta que son ellos los que más están atacando al proyecto europeísta. Si son conscientes malo, si no lo son, casi que peor. (PELUS, 28/03/2015)

Sobre Grecia:

¿Seguro que fue solo Grecia la que engañó con sus cuentas? Porque si mal no recuerdo, en una importante firma financiera que asesoraba a Grecia en lo de sus cuentas para entrar en el euro trabajaba (y no como conserje, precisamente), el hoy Presidente del Banco Europeo, Mario Draghi.La Unión Europea, en el momento actual, es solo un montaje que le viene estupendamente al más fuerte de la pandilla, pero que no podía permitir que la cuna de la civilización europea como es Grecia, quedase fuera de la marca Europa, so pena de perder credibilidad. Aunque la credibilidad europea como tal “unión de países” está por los suelos, ya que en definitiva cada vez tiene más tintes de anexión que de unión. Además de que detallitos como que el Sr. Juncker, estafador confeso con sus acuerdos secretos con las multinanacionales en Luxemburgo, sea Presidente de la Comisión Europea con el férreo apoyo (imposición, dirían algunos), para nada ayuda a una Europa de todos y no solo de algunos. (FÉLIX, 25/02/2015)

Sobre ¿qué es Europa?:

Europa invertebrada, Ortega y Gasset trataba de vertebrar España a través de Europa. Los problemas planteados por la UE de la crisis son asombrosamente similares a los que diagnosticaba Ortega en su famoso libro. Parece que Europa se disgrega por las mismas “brechas históricas” que señalaba la “España invertebrada”. ¿Coincidencia…? no lo creo.¿Qué es Europa? -nos queda mucha tela que cortar-. (DOCTOR BERMEJO, 05/09/2013)

Sobre el lenguaje político:

Cuando se enmascara el lenguaje y las ideas con eufemismos lo único que se quiere reflejar es lo contrario de lo que se piensa. Palabras grandilocuentes para tiempos pobres. De eso en España sabemos últimamente mucho. (ANTONIO PÉREZ, 9/10/2013)

Sobre la inmigración:

Vivo en Lavapiés y puedo decir que el mejor sitio del mundo para criar un hijo, tengo dos y quieron que vean la diversidad del mundo: Racial, cultural, social… Es falso que haya inseguridad, no más que en otros barrios de Madrid, lo que hay es conciencia de lo que ocurre, de la realidad social que padecemos en toda su expresión, sin tapujos ni medias tintas. Lo penoso es que haya trabajadores que miren a los que han venido de fuera a ganarse la vida, como enemigos. Sólo os pondré un ejemplo: ¿Qué pensaríais si un trabajador alemán maltrata a uno de esos jóvenes españoles que han tenido que salir de nuestro país para labrarse un futuro? Sólo un perro hambriento disputaría un mendrugo a otro perro tan ambriento como él. A los hombres se nos suponen ideales más elevados, si nos va mal deberíamos buscar a los culpables en lugares enmoquetados y perfumados donde, por cierto se frotan las manos con el resurgir de estos partidos neonazis. Los trabajadores debemos estar unidos contra los capitalistas no contra los otros trabajadores. Miserable el que apedree a otro tan pobre comoe el. Héroe el que apedree al señorito que le insulta con su prepotencia. Pero para esto último hay que tener más huevos que para lo primero. (JORGE, 16/10/2013)

Sobre democracia y Estado de Bienestar:

Europa a sufrido dos grandes guerras y una guerra fría. Era la envidia del mundo porque creo un sistema llamado Estado de Bienestar. Sin emabargo, se relajarón los sistemas de control y aparecio la avaricia y codicia de sus dirigentes. La clave de ese estado de bienestar era una clase media pujante, emprendedora, que era y es la que paga todas las facturas. Unos iluminados crearón algo llamado globalización, lo que hizó bajar las rentas de estas clases medias y sobre todo precarizando su trabajo en nombre de algo pomposo llamado competitividad. Ahora bien, se deshizo el equilibrio que existía y todos nos engañamos a nosotros mismos con un orgía de crédito barato, lo que disimulaba esa bajada de poder aquisitivo. Ahora somos una sombra de lo que eramos, nos han vendido a un sistema injusto, pero lo gracioso es que quieren que sigamos comprando coches y casas, y sobre todo sufragar todos los impuestos. Porque los ricos no pagan, y lo pobres no pueden. Resulta que han matado a la gallina de los huevos de oro. Pero la gran culpa es de los europeos que hemos permitido todo esto, perdiendo nuestro poder democrático. Es así de sencillo…. (CARLOS, 06/11/2013)

Sobre el negacionismo:

Existe tanta información al respecto que es terrorífica. Lo de negarlo es porque alucinan, simplemente creen que con repetirlo mil veces conseguirán… pero cualquiera que haya leído, con la cantidad de bibliografía que hay al respecto (aquí has puesto muchos enlaces) sabe y buf, no es algo que le guste a nadie leer. Lo más fino que cuentan los libros basados en hechos reales no es del caso de exponer por lo cruel, despiadado, inhumano, bestial, no tengo más palabras porque me acabaría el diccionario y necesitaría palabras nuevas. Sorprende, debemos buscar los motivos de que nieguen el holocausto, probablemente serán motivos políticos basados en la ignorancia. (DARWIN, 25/11/2013)

Sobre el proyecto europeo:

Eso de las presidencias rotatorias es una pamplina que de poco sirve, más que para gastar unos dineros que no sobran. Si se quiere avanzar hace un modelo de Unión más real y menos artificiosa, deben tomar cada vez más importancia las instituciones europeas, el parlamento sobre todo. Y en base a él, hacer unas instituciones más fuertes y menos dependientes de los poderes locales de cada estado. Esos poderes estatales que se centren en sus competencias en sus propios países que bastante mal están, y para Europa, los ciudadanos ya votarán lo que quieren concretamente. Porque es más que probable que lo que representa un determinado partido política para sus electores locales, no es la mismo que represente en Europa, por lo que es más que probable, que un ciudadano vote a unos para lo local y otros para lo europeo (cosa que ya sucede aquí con los locales, autonómicas y nacionales), porque esos gobiernos estatales se sienten legitimados para hacer políticas europeas cuando no han sido votados para ello? (PELUS, 14/01/2014)

Elogio de la normalidad en tiempos convulsos

Pero los signos externos del poder no son indispensables para la marcha de los asuntos públicos  y en cambio ofenden inútilmente la vista del ciudadano (Tocqueville, La democracia en América, I).

Desde que en abril de este año se celebró la última sesión de la séptima legislatura del Parlamento Europeo hasta hoy han pasado más de siete meses. Durante este tiempo la UE ha renovado su maquinaria ejecutiva y legislativa. Un proceso institucional lento y trabajoso, al que ya le queda poquito, y que salvo algún diente de sierra la negociación para aupar a Juncker, el test a Cañete, etc ha transcurrido con previsible y parsimoniosa efectividad.

Imagen de la primera sesión plenaria del PE de la nueva legislatura (EFE).

Imagen de la primera sesión plenaria del PE de la nueva legislatura (EFE).

Existe una mística gastada en torno a los cambios de Gobierno, una molesta efervescencia que aún se mantiene a nivel estatal en algunos países y que en los menos desarrollados aún es motivo de denuncias por sospechas de fraudes y pucherazos que no se da en la UE, un experimento gigante que no solo no es ingobernable, sino que sigue funcionando de forma eficiente aun cuando su gobierno está mutando.

A menudo nos quejamos de la tupida burocracia europea, del exceso de directivas y normas que entretejen su día a día. Puede ser cierto, aunque con matices (en porcentaje sobre la población, el cuerpo de funcionarios europeos no es tan elevado como erróneamente se cree), pero no conozco otra propuesta realista tan efectiva a la hora de movilizar un gobierno de 28 Estados soberanos sobre la base de la cooperación mutua.

Deberíamos felicitarnos los ciudadanos y los especialistas lo hacemos poco con los temas europeos por la normalidad con la que las instituciones del continente cambian la piel. Una mutación que esta legislatura, con novedades sustantivas a la hora de designar a la cabeza de la Comisión, tiene si cabe más mérito. Un poder que se renueva sin recurrir a los fastos ni a la retórica sublime, más bien al contrario: se da a ejercicios gimnásticos de control democrático (los hearings de estos días) que cumplen con exquisita pulcritud el mandato de Tocqueville.

¿Qué hay detrás del euroescepticismo?

¿Qué hay detrás del euroescepticismo? ¿Es una reacción hipodérmica a la crisis económica o tiene raíces más profundas? La prensa, mayormente, y también algunos políticos (de los bisoños, por lo general) suelen preferir la perspectiva economicista: los medios porque han encontrado en ella una omniexplicación a casi todo, los políticos porque logran así aislar el foco, pulir las aristas de una realidad demasiado compleja. Norte contra sur, centro y periferia, acreedores y deudores… o lo que es lo mismo, simplificando, buenos contra malos.

Frente a esta visión urgente, análisis más reposados ofrecen razones diferentes para lo que se ha venido a llamar «europeización negativa». Uno de estos trabajos es el de Albert Aixalà i Blanch, Crisis económica y euroescepticismo (Fundación Alternativas, 2014), que estudia el periodo de la crisis atendiendo a factores como la evolución de la opinión pública, el déficit democrático o la confianza en las instituciones. La principal conclusión, con la que estoy muy de acuerdo (aviso: aunque no lo estuviera también os habría hablado de este artículo), es que el euroescepticismo tiene su origen más en una crisis de legitimidad democrática que en el impacto de la crisis económica.

mapa¿Y por qué, diréis? Pues principalmente porque la desconfianza hacia el proyecto europeo se deja sentir, casi por igual, en todos los países de la Unión… con independencia de que la crisis económica les haya afectado más o menos. Además, la desafección hacia los poderes de la UE no es de ningún modo inseparable de la deslegitimación de las propias instituciones políticas nacionales, lo que lejos de ser tranquilizador, indica que no estamos ante un problema coyuntural, sino ante una especie de crisis de civilización. En este sentido, aquellos que aducen principalmente motivos económicos tienen razón (aunque por motivos algo equivocados): tras la crisis nada volverá a ser igual.

Aixalà recuerda muy bien que en la Unión Europea la crisis política precedió a la económica. La fallida Constitución Europea naufragó paradójicamente en un momento donde la economía no era una preocupación, sino todo lo contrario, una fuente de optimismo. A aquel borrón en el proceso de construcción se sumó, tres años más tarde, el impacto de la crisis económica y, todavía más de fondo, la resaca del malestar democrático nacional.

El ‘policies without politics’, como definió Schmidt al sistema político europeo, un sistema eficiente en lo legislativo, pero timorato en puramente político, está en la base de muchas de las contradicciones a las que se viene enfrentando Europa en estos últimos cincos años. En resumen, y con sus palabras: «Las causas profundas del malestar democrático [en la UE] están relacionadas con la pérdida de poder transformador por parte de las instituciones políticas en un contexto de globalización política y económica».