Descorche Descorche

Puede que en el vino no esté la verdad, si es que sólo existe una,pero lo que es seguro es que está el placer y juntos vamos a encontrarlo

Archivo de la categoría ‘Personajes’

Los 25 más influyentes del vino español

Se que toda lista es siempre polémica, por los que están y por los que no están en ella. He escogido las personas que en mi opinión más influyen o han influido en el vino español. Personas que en su momento han marcado una línea que otros han seguido después. No quiere decir que la influencia de todos haya sido siempre positiva, pero son los que yo creo que más han marcado las tendencias del vino español, no son necesariamente los mejores, sólo los más influyentes. Para no hacerla eterna he escogido sólo 25 nombres.

Están ordenados alfabéticamente, pues no quería hacer un listado con primeros, segundos y últimos.

Esta es mi lista:

Alejandro Fernández, propietario del Grupo Pesquera.

Álvaro Palacios, propietario de bodegas en el Priorato y El Bierzo.

Benjamín Romeo, antiguo enólogo de Artadi y actual bodeguero en Rioja.

Carlos Falcó, Marqués de Griñón, bodeguero en los montes de Toledo.

Custodio Zamarra, sumiller de Zalacaín.

Frances Grimalt, antiguo enólogo de Ánima Negra y bodeguero de 4 Kilos en Mallorca.

Francisco Hurtado de Amézaga, creador de Marqués de Riscal en Rueda y director de la bodega de Rioja.

Jorge Ordóñez, importador de vinos españoles en Estados Unidos y propietario de varias bodegas en España.

José Luis Pérez, propietario de Clos Martinet y asesor de numerosas bodegas.

José Peñín, director de la revista Sibaritas y autor de la Guía Peñín.

José Polo, copropietario del Atrio y autor de su carta de vinos.

Juancho Asenjo, profesor de numerosos cursos de vinos, crítico y vendedor.

Marcos Eguren, director del Grupo Eguren, tanto en Rioja como en Toro.

Mariano García, antiguo enólogo de Vega Sicilia y elaborador de vinos como Mauro, San Román o Aalto.

Miguel Torres, director del grupo de bodegas que lleva su nombre.

Peter Sisseck, el creador de Pingus y asesor de varias bodegas.

Pitu Roca, sumiller de El Celler de Can Roca.

Quim Vila, propietario de Vila Viniteca y de la distribuidora Negociants.

Ramón Castaño, la cabeza de Bodegas Castaño.

Raúl Pérez, viticultor y enólogo, sobre todo en El Bierzo y Galicia.

René Barbier, propietario de Clos Mogador en el Priorato.

Robert Parker, crítico americano.

Telmo Rodríguez, antiguo alma de Remelluri y en la actualidad propietario de la Compañía que lleva su nombre y elaborador en diversas zonas de España.

Thierry Servant, propietario de las tiendas Lavinia.

Verema, o lo que es lo mismo José Contreras, Juan Such y Paco Higón, creadores de la página web verema.com, el gran lugar de encuentro de aficionados al vino en Internet.

En los próximos días iré explicando las razones por la que cada uno de ellos está en esta lista.

Muga, clasicismo y modernidad en Rioja

Es una de las bodegas que más tirón comercial está teniendo en los últimos años y no sólo en España.

La familia Muga está ligada al vino y a la viña desde varias generaciones. Aunque no es hasta 1932 cuando Isaac Muga Martínez, padre de los actuales propietarios, consigue su primer Registro de Embotellador y funda la bodega.

Los primeros vinos se elaboraban en una bodega típica de la parte vieja de Haro. Pero al final de su vida compra un caserón del siglo XIX en el histórico Barrio de la Estación. En 1969 muere y se hacen cargo de la bodega sus hijos Manolo e Isaac.

La bodega se traslada a las nuevas instalaciones, con más de 20.000 metros cuadrados presididos por el tradicional edificio en piedra.

Entre sus muros se ve el dominio de la madera. Un rasgo que diferencia a Muga de otras bodegas es que aquí se siguen utilizando los métodos más tradicionales de elaboración. Métodos que se han ido abandonando con el tiempo, pues su utilización requiere más esfuerzo, más mano de obra y un mayor control en todo el proceso de elaboración y crianza.

En Bodegas Muga la madera es el único material que conocen los vinos desde su entrada en bodega hasta su embotellado. Muga cuanta con una tonelería propia, en la que se construyen las tinas y las cubas y se renuevan y reparan las barricas.

La clarificación de los vinos tintos se hace con claras de huevo y los trasiegos se realizan por gravedad, con caña de una barrica a otra barrica.

La bodega posee 200 hectáreas de viñedo, en plena Rioja Alta, el resto de la uva se compra a viticultores de la zona, con los que se tienen acuerdos desde hace muchos años, en algunos casos más de 40, y a los que se asesora y controla para asegurar la calidad de la uva.

Si Manolo e Isaac continuaron la labor de su padre, en la actualidad son sus hijos, Manu, Jorge, Juan e Isaac, quienes han heredado la pasión por el vino y participan de forma activa del día a día de la bodega.

Manolo, en la foto, con quien compartí grandes conversaciones, en las que demostraba su gran sensibilidad y su amplia cultura, y con quien asistí a mi única corrida de todos, muere en 2006.

Dos generaciones unidas por un mismo objetivo: el hacer el mejor vino.

Fruto de esa amalgama familiar, del respeto a lo clásico y el conocimiento de lo moderno, surgen dos líneas de vinos diferentes, que representan, por un lado, el clasicismo histórico con su Prado Enea, y, por otro, la nueva línea de vinos con su Torre Muga.

Dos formas de interpretar el vino, pero las dos entroncadas en el saber hacer y en la pasión diaria de una familia que ha hecho del vino mucho más que una bebida.

Los monjes y el vino

La influencia de los monjes en el desarrollo del viñedo es de vital importancia. Sin ellos el vino no hubiera llegado a ser lo que es ahora.

La Biblia atribuye el vino al patriarca Noé. En el Eclesiástico, uno de los libros Sapienciales del Antiguo Testamento, Ben Sira afirma

El vino es la misma vida para el hombre

A los trapenses, una de las comunidades más rígidas y exigentes, que estaban obligados al silencio absoluto, que no podían comer carne ni pescado, el vino nunca les faltaba en la mesa.

San Benito, fundador de los benedictinos, en su Regula monasteriorum, Regla de los monasterios, escrita en el año 540 en el capítulo XL dice

Atendiendo a la debilidad de los flacos, creemos que basta a cualquiera una hemina de vino al día

Una hemina, o emina, corresponde a 18,11 litros. No es mala cantidad de vino al día.

Una regla monástica femenina, transcrita en el año 976 para ser observada en el monasterio de las Santas Nunilo y Alodia, cerca de Nájera, permite a las monjas beber la tercera parte de una hemina.

El Monasterio de Silos, en 1338, producía 1.550 cántaras, pero consumía 3.620. Si tenemos en cuanta que cada cántara tiene 16 litros, vemos que el consumo anual se eleva a 57.920 litros.

Era tanta la pasión que los monjes tenían por el vino que, que según cuenta José Godoy Alcántara, en la orden benedictina era costumbre abstenerse un único día de vino al año, viernes santo, excepto en el monasterio de Santo Domingo de Silos, ya que un año, al verter el agua en los vasos se convirtió en vino, lo cual fue interpretado como voluntad divina de que tal día

no se privasen de aquel consuelo

Oportuno milagro.

A. et P. de Villaine, vinos de Borgoña a muy buenos precios

Siempre se acusa a Borgoña, y muchas veces con razón, de lo difícil que es encontrar buenos vinos a precios asequibles. Hoy voy a hablar de una bodega que si que los tiene. El Domaine Aubert et Paméla De Villaine es uno de los que tiene mejor relación calidad precio de toda Borgoña.

Es propiedad de Aubert de Villaine y su mujer, la californiana Paméla Fairbanks. Aubert de Villaine es copropietario y director del Domaine de la Romanée Conti. Su filosofía la aplica en su domaine familiar con gran rigor. Junto a ellos está Pierre de Benoist, sobrino de Aubert, a quien vemos en la foto, que dirige el día a día de la bodega, desde la viña a la comercialización.

Tienen 6,1 hectáreas de tinto, todo Pinot Noir, y 14,7 de blanco, de las que 10 son de Aligoté y 4,7 de Chardonnay. Las cepas están plantadas en laderas, a veces escarpadas. Desde 1986 utiliza la agricultura biológica.

Viticultor consciente y gran conversador, Aubert tiene un profundo respeto por la tradición borgoñona. En sus propias palabras

un buen vigneron es también en su genero un filósofo, es decir, un hombre que se interroga sobre el ser y el estar de su pago, que se esfuerza en definir el vino que cada año enseña al mundo

Para él la clave está en el retorno a los valores de la tierra. La búsqueda científica, basada en las opciones biológicas y biodinámicas, le permite conocer los mecanismos de alimentación que la viña extrae del suelo. Centra su trabajo en la cepa, pero incluso más en el suelo, que es el patrimonio fundamental de su terroir. Un patrimonio que él considera

extraordinario, precioso, pero frágil, al que hay que respetar profundamente

Por esa razón, los trabajos en el campo son poco numerosos, superficiales y, sobre todo, aplicados en el momento oportuno, siendo esta una de las grandes aportaciones que ha recibido de la biodinámica. En sus viñedos ha aumentado la densidad de plantación y tiene un especial cuidado en que toda la poda se realice únicamente en el mes de marzo. Los rendimientos son bajos, como mínimo un 20% más bajos de lo habitual en la zona.

En la vinificación intenta ser lo más simple posible. Para Aubert

un elaborador no debe dejar en ningún caso su marca, su estilo, sino su meticulosidad y su respeto

La simplicidad es la regla. Los blancos se vinifican y se crían en fudres, cubas y barricas, mezclando después las partidas. Los tintos únicamente en barrica, con muy poco porcentaje de roble nuevo.

Desde el blanco de Aligoté hasta los tintos más sencillos de pagos como La Fortune o La Digoine, el viñedo que desde la bodega se ve en la última fotografía, se nota el buen hacer de la bodega y el inmenso respeto a su terroir.

Podéis conseguir más información en este magnífico texto de Sobrevino que merece la pena leer.

Sebastián Cabrerizo, un gran comerciante

Acaba de llegar a mis manos el periódico quincenal Mercados del Vino y la Distribución. Entre sus contenidos destaca un interesante análisis de los ratios del sector español de las distribuidoras.

Uno de los datos más sorprendentes es el de la facturación por empleado. El ganador es una empresa burgalesa que conozco muy bien, Dilcasa Internacional, que facturó en 2006, todos los datos son de ese año, 10.463.750 de euros por cada empleado.

El origen de esa empresa está en Sebastián Cabrerizo, aunque en la actualidad está en manos de su hijo, que hereda también el nombre, y de Juan Carlos Benedicto, su hombre de confianza desde que, casi un niño, empezó a trabajar con él.

Sebastián Cabrerizo ha sido uno de los hombres más temidos por los bodegueros españoles y, sin embargo, si tecleas su nombre en google se ve que es casi desconocido.

Nació en un pueblo de la sierra burgalesa, casi a medio camino entre Burgos y Soria, en Quintanar de la Sierra. Empezó trabajando en la tienda de alimentación de su padre, pero su espíritu inquieto le hizo llegar a más.

Un día me encontré con él y con Alejandro Fernández, propietario del grupo Pesquera. Los dos se conocían desde sus inicios y recordaban multitud de anécdotas.

Cuando todavía mi vino no era muy conocido me acuerdo que me llamaste y en mi coche te llevé a Quintanar unas cajas de Pesquera que cargamos juntos en tu pequeño camión. Quién nos iba a decir que ahora estaríamos donde estamos

Así empezó, comprando y vendiendo por la zona. Esa fue la raíz a partir de la cual creó su imperio. Pronto se trasladó a Burgos y sus ventas empezaron a crecer. Creo la Distribuidora Licorera Castellana, más conocida como Dilcasa.

Su secreto era comprar y vender barato. Compraba en todos los sitios de España y la mayor parte de las veces la mercancía no llegaba a entrar a sus almacenes porque ya estaba vendida en otro lugar.

Si algún distribuidor de algún remoto lugar de España necesitaba vender urgente algo pues andaba necesitado de dinero Sebastián era el primero en enterarse y comprar su mercancía a un precio más bajo de lo habitual.

Eso le generó varios enemigos, sobre todo entre los bodegueros menos acostumbrados a estos trueques que los licoreros. Pero también fueron muchos los bodegueros que en momentos de crisis acudieron a él para vender sus vinos a bajo precio.

Utilizó todo tipo de métodos. Todavía recuerdo una supuesta exportación a Rusia de vinos de las mejores bodegas de Haro que acabó en su almacén para desesperación de los bodegueros que se sintieron engañados, aunque no por él.

Tuvo un pretendido escándalo judicial por fraude que le afectó mucho. Digo pretendido pues su única implicación fue en la prensa donde apareció como implicado y en algunos casos hasta se le situó en la cárcel. La realidad es que ni siquiera llegó a declarar como imputado pero todavía hoy al teclear su nombre en google es lo que más aparece.

En 2002 vendió, cuando facturaba más de 150 millones de euros, su empresa al grupo Miquel Alimentació y teóricamente se retiró, aunque pronto apareció Dilcasa Internacional.

Su tipo de negocio es totalmente diferente al mío y muchas veces he salido perjudicado, pero le tengo un gran respeto y aunque hace ya varios años que no le veo al leer el artículo me he acordado de él y me ha parecido interesante contar su historia.

Por cierto, no he encontrado ni una foto suya buscando en google. Por eso, por primera vez, el texto va sin fotos.

Un barrica de la Ribera del Duero y un Cabernet Franc del Loira

El primer vino que recomendamos hoy viene de la Ribera del Duero y es el Marqués de Velilla Barrica 2004.

Nunca he ocultado mi personal debilidad por Gabriel Rivero, para mi uno de los mejores enólogos que actualmente trabajan en España.

Conocí a Gabi hace ya muchos años cuando dirigía Château Sociando Mallet, vino que con su trabajo contribuyó a situar entre los más grandes de Burdeos. Después se marchó al Líbano a Château Kefraya y hace poco más de 3 años se volvió a España, donde nunca había trabajado, para dirigir Marqués de Velilla.

Se encontró con una bodega bastante abandonada en su día a día. Vinos normales, sin demasiadas pretensiones y en muchas ocasiones con marcados defectos. La labor de levantar la bodega era dura pero Gabi se puso a ella con la fe que le caracteriza.

Su primera tarea consistió en hacer un estudio de suelo de las 183 hectáreas de viñedo, situadas en el entorno de La Horra, que tiene la bodega. Encontró 18 tipos de suelo, desde arcillosos que proporcionan a los vinos potencia, hasta gravas y arenas que aportan más delicadeza.

Su pasión por el viñedo hace que no sea extraño verle paseando a primeras horas de la mañana, cuando el sol todavía se niega a salir del todo.

Marqués de Velilla Barrica 2004 es el primer vino que elabora Gabriel Rivero en la bodega. Una añada marcada por el granizo que destruyó la mitad de la cosecha.

Tiene un 95% de Tempranillo y 5% de Cabernet Sauvignon, procedentes de las parcelas Curillas, La Vega del Conde, La Encina y El Membrillo. Ha tenido una crianza de 12 meses en barricas de roble, sobre todo francés.

Cuando salió al mercado algunos se quejaban de que era un vino duro y difícil. Han pasado algunos meses y el vino está en un momento impecable, con los taninos finos y redondos, para nada agresivos y con una frescura de fruta muy destacable.

Su precio en tienda está sobre los 7 euros y es muy difícil encontrar un vino de la Ribera del Duero mejor por este precio.

Una demostración más del buen hacer de Gabriel Rivero y de que los grandes vinos de esta bodega están por llegar.

El segundo vino es del Loira francés. Ya hablamos el otro día de los hermanos Foucault, viticultores a los que tengo especial respeto. Su feudo está en Saumur-Champigny, en el Loira.

El nombre de Champigny viene del latín campus ignis, que significa campo de fuego y posiblemente sea porque tienen la temperatura media más alta de la región.

Clos Rougeard siempre está elaborado únicamente con Cabernet Franc, conocido en la zona como breton, debido a que en el siglo XVII Richelieu encarga al abad Breton que replante los viñedos y utiliza para hacerlo plantas de Cabernet Franc compradas en Burdeos.

Cuando las uvas llegan a la bodega, que está entre 10 y 12ºC, permanecen entre 4 y 5 días a esta temperatura, haciendo una maceración prefermentativa en pequeñas cubas de cemento. El encubado se hace en cubas de cemento abiertas y dura de 3 a 4 semanas y a diario se hacen bazuqueos con los pies y remontados. No se incorporan los vinos de prensa. La maloláctica se hace en barricas de roble. Se hacen 3 ó 4 trasiegos por año.

Clos Rougeard 2003 proviene de 4,5 hectáreas de viñedo, situadas en diferentes parcelas. Las cepas oscilan entre los 15 y los 70 años. El rendimiento medio es de 40 hectolitros por hectárea. Ha tenido una crianza en barrica de 18 meses, parte importante de las cuales son barricas usadas procedentes de Château Margaux y Château Haut-Brion.

La añada 2003 en el Loira, como en el resto de Francia y también de España, fue especialmente calurosa, por eso el vino tiene un poco más de color y algo menos de acidez de lo que es habitual, aunque, debido a su buen trabajo en el campo, tiene una acidez realmente sorprendente para las características de la añada.

La frescura, la profundidad y la mineralidad son rasgos siempre característicos de este vino.

Es un vino destinado a vivir muchos años pero que empieza a estar en buen momento. Yo aconsejo abrirlo cuando menos 1 hora antes de beberlo.

Con su prestigio y su baja producción es un vino difícil de conseguir pero se puede encontrar a unos 29 euros en las tiendas.

Clos Rougeard, los grandes vinos del Loira

Hace poco que ha salido a la venta la guía de La Revue du Vin de France que bajo el título de Les meilleurs vins de France 2009 selecciona las bodegas y les da una puntuación de 1 a 3 estrellas, muy en la línea de la Guía Michelín.

Uno de los ascensos más destacados del año es de los hermanos Foucault y su Clos Rougeard en Loira, que han conseguido su tercera estrella.

El domaine está situado en Chacé, y es propiedad de los hermanos Charly y Nadi Foucault, cuya familia lleva ocho generaciones siendo viticultores. Un viejo acta de 1663 ya demuestra que la familia tenía presencia en la zona.

En palabras de Nadi

El terroir es algo vivo. Evoluciona con el tiempo por la acción del hombre y por las huellas geológicas y climatológicas que deja el paso del tiempo. El terroir es la artesanía frente a la industria

En total tienen 9 hectáreas de viñedo únicamente con Cabernet Franc y 1 con Chenin Blanc. Desde hace 30 años los métodos vitícolas empleados son biológicos, sin recurrir a productos químicos ni herbicidas. El cultivo es ultra tradicional, con rendimientos que nunca superan los 40 hectolitros por hectárea. Tienen de 5.000 a 6.000 cepas por hectárea.

En el suelo de sus viñas hay una primera capa arcillosa, silícea, calcárea y muy pedregosa, con un espesor de unos 30 centímetros, y después está la toba. Los suelos tienen muy buen drenaje y eliminan rápidamente el agua de la lluvia. Las raíces profundizan mucho entre las fallas de la toba y se alimentan del agua que allí se guarda y que se mantiene incluso en las épocas más calurosas y secas.

La selección es casi una religión para los Foucault. Durante la vendimia se hacen dos selecciones, una en el campo y otra en la bodega con una mesa de selección que elimina los racimos que no están perfectos.

El encubado se hace en cubas de cemento abiertas y dura de 3 a 4 semanas y a diario se hacen bazuqueos con los pies y remontados. Su filosofía es no intervenir demasiado en la elaboración, para que sea la procedencia de las uvas la que marque las diferencias.

La crianza se hace en la cava milenaria, construida por los romanos, excavada en la toba, fresca y sin cambios de temperatura. La procedencia y las características de la madera se cuidan especialmente, siguiendo la tradición familiar, pues hasta su padre, su familia había sido a la vez viticultora y tonelera.

Viticultores de los de verdad, de los que están todo el día en la viña, los Foucault elaboran vinos de una asombrosa autenticidad. Son una auténtica leyenda y la gente se pelea por su pequeña producción, pero a ellos no les importa, siguen trabajando a fondo en el viñedo y elaborando vinos frescos, con una inmensa capacidad de envejecer.

Jacques Selosse, el Champagne llevado al extremo

Gran parte del éxito que el Champagne de vignerons, el Champagne de los viticultores, está teniendo en España y en el mundo se debe a Anselme Selosse, que ha conseguido situar su Champagne entre los más grandes.

La bodega la crea nada más acabar la II Guerra Mundial Jacques Selosse, pero la época de esplendor llega cuando su hijo Anselme y su mujer, Corinne, se hacen cargo de ella.

Anselme estudia enología en Beaune y sus experiencias en Borgoña influyen claramente en su idea del vino, hasta convertirle en el vigneron más original y personal de Champagne.

Parte de 6,6 hectáreas de Chardonnay, situadas sobre todo en Avize, aunque también hay parcelas en Cramant, Le Mesnil, Aÿ, Ambonnay, Mareuil su Aÿ y Oger. Tiene también 0,9 hectáreas de Pinot Noir, situadas en Aÿ. Todo el viñedo es Grand Cru. En total hay 8.500 cepas de Pinot Noir y 65.000 de Chardonnay, plantadas en 47 parcelas.

El trabajo en el campo es biológico. La poda es muy corta, buscando rendimientos mucho más bajos de lo habitual en Champagne.

La vendimia se hace en función del color de las pepitas y de los perfumes de la piel de la uva. Son estos dos parámetros los que llevan a Anselme a determinar que las uvas están ya maduras. Suele recoger las uvas con un grado alcohólico más alto de lo normal en la zona. La vinificación se hace en barricas de roble borgoñonas de 228 litros, con un porcentaje muy pequeño de barricas nuevas.

No hace regulación térmica y deja que la fermentación vaya su propio ritmo, llegando en ocasiones hasta el mes de julio. Gracias a su alta acidez natural, los vinos no hacen la fermentación maloláctica.

La crianza se hace con las lías, realizando un batonage a la semana en invierno y una vez al mes en verano. Los vinos base están en barrica el primer año y en fudres de roble después.

En todas las botellas, en la contra etiqueta, aparece la fecha del degüelle.

Un Champagne diferente a los demás, es mucho más un vino de Borgoña con carbónico que un Champagne al uso. Oxidativo, con cuerpo, con más presencia en boca, menos ligero, intenso, personal, único.

La producción es muy limitada, la demanda muy alta y los precios están en consonancia, subiendo, además, cada año un poquito más. Requiere un esfuerzo económico pero las satisfacciones van a ser también muy altas.

Quinta da Muradella, el fruto de un viticultor de verdad

José Luis Mateo es uno de los pocos vignerons auténticos de España. Tímido, serio, callado y siempre centrado en su trabajo en el campo, ha conseguido colocar a Monterrei entre las zonas de grandes vinos.

Situado en la parte sur de Orense, Monterrei es un valle marcado por el río Tamega, que lo atraviesa de norte a sur.

Su especial situación hace que en sus suelos encontremos materiales de lo más diversos, desde pizarras a granitos, pasando por esquistos, hierro y cuarcitas.

El proyecto de José Luis Mateo nace en 1991 y se centra en Quinta da Muradella, una propiedad de 14 hectáreas, distribuidas en pequeñas parcelas.

La diversidad de variedades es uno de sus rasgos diferenciadores. En tintas están Bastardo, Mencía, Caíño Redondo, Caiño longo, Zamarrica, Brancellao, Sousón y Arauxa. También se están haciendo pruebas con Tinto Serodio, Verdello Tinto, Garnacha Tintorera, Touriga Nacional, Prieto Picudo, Syrah.

En blancas hay Dona Blanca, Treixadura, Verdello y Monstruosa de Monterrei, con pruebas de Bastardo Rubio, Torrontés, Albariño y Sauvignon Blanc.

Variedades que en muchos de los casos no había oído en mi vida. Algunas al borde de la desaparición como es el caso de Bastardo, Zamarrica o la Monstruosa, una uva de enorme tamaño al que posiblemente deba su nombre.

Todas las nuevas plantaciones de José Luis Mateo las ha hecho con material procedente de una selección masal de los viñedos más viejos. Todo el viñedo se cultiva siguiendo a rajatabla los principios de la agricultura ecológica y biodinámica.

En el año 2000 José Luis entra en contacto con Raúl Pérez y juntos empiezan a diseñar los diferentes vinos que ahora se comercializan.

Las distintas variedades y las distintas fincas se vendimian y se elaboran por separado. Para la fermentación se utiliza la madera o el acero inoxidable dependiendo de cada añada. No hay reglas fijas de tiempo de crianza, ni del tipo de crianza sino que se estudian las características de cada añada y se actúa siguiendo la intuición para conseguir reflejar las peculiares características de este singular terroir.

Todavía recuerdo la primera vez que probé sus vinos, sentí la sensación de estar ante un proyecto emocionante. Vinos auténticos, diferentes, atlánticos, frescos, geniales.

Ha muerto Didier Dagueneau, el gran viticultor del Loira

El miércoles pasado moría en accidente Didier Dagueneau.

Inconformista, rebelde, crítico con las prácticas de cultivo de sus vecinos y con la actitud ñoña de las administraciones, Didier Dagueneau, nacido en 1956 en Saint Andelain, era indudablemente uno de los grandes.

Apasionado de la viticultura llevada al extremo, trabajaba cada cepa de forma particular hasta conseguir sacar de ella lo mejor. Su filosofía la resume fácilmente

Yo no busco elaborar vinos para los coleccionistas, mi objetivo es reflejar un saber hacer, un cepage y un terroir. Nada más

Y nada menos. Pero también tenía claro que había que arriesgar en la búsqueda de ese objetivo

Un gran vino es un producto cultural y hay que defender la excelencia no la facilidad

Venía de familia de viticultores pero su primera pasión fueron las carreras de sidecar. Pero dos accidentes seguidos le hicieron volver a la tierra.

Se instala por su cuenta en 1982 dispuesto a demostrar a su padre y a sus tíos que era capaz de hacer un vino mejor que el suyo

Mejorar lo que hacían ellos era una gran motivación para mi en esa época

En 1989 construye su bodega, conocida por muchos como la catedral. Una importante inversión puesta al servicio del vino. En sus blancas paredes están escritas frases que reflejan sus ideas.

No es necesario conquistar si todo está en venta

O la máxima del Che Guevara, personaje con el que muchos le comparaban, por su barba y su melena

Se realista, pide lo imposible

Propietario de 11,5 hectáreas elaboraba 5 vinos diferentes. En Chailloux, Buisson Renard, Pur Sang, Silex y Astéroide. Este último elaborado con cepas no injertadas, que vigilaba con mimo para evitar que la filoxera las atacase.

Para Denis Dubourdie, el impulsor de los vinos blancos de Burdeos

era uno de los grandes bodegueros de nuestra generación

Su hijo Louis Benjamin, que llevaba años trabajando con él, será su continuador.