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Si la arquitectura te rodea, deberías empezar a fijarte en ella

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Buckminster Fuller, el hombre que dominó el equilibrio

No me decido hoy sobre si el tema del post es el asunto arquitectónico que os traigo, la tensegridad o el tipo que lo invento, R.Buckminster Fuller, (1895-1993) y es que si lo uno me parece apasionante, el personaje en sí, os aseguro que fue una de esas pocas mentes preclaras que cada muchos años surgen, de tal manera que no sé por donde empezar.

En la naturaleza y en las construcciones, la tensión logra la estabilidad, de tal manera que mientras existen elementos comprimidos, hay otras fuerzas que lo contrarrestan estirándose (traccionándose) para lograr la contraprestación y llegar al estado de igualdad de fuerzas que llamamos equilibrio. En el momento que uno de los elementos del sistema se relaja -da igual que el sistema sea social, constructivo, arquitectónico- todo el sistema sucumbe.

Desde el punto de vista arquitectónico es posible resolverlo mediante elementos traccionados que pueden perfectamente ser cables, ya que nunca van a estar comprimidos, y elementos rígidos que aguanten esas compresiones. Lo dificil es hacer que los elementos comprimidos no se toquen entre si sin perder la rígidez del conjunto.

Estos sistemas se llaman Tensegridad y los podéis ver en la siguiente fotografía.

Torre Needle, Kenneth Snelson. Foto wikipedia

Pero volvamos al inefable Buckminster. Este hombre con 32 años en 1927, arruinado y deprimido, con una hija recien fallecida, una comprensible afición a los destilados alcohólicos y en plena crisis, decide iniciar  «un experimento, para descubrir si un individuo puede contribuir a cambiar el mundo y beneficiar a toda la humanidad» (wikipedia). Ahí es nada.
Y tras muchos años de trabajo, nos deja unas cuantas patentes, algunos términos que hoy usamos con normalidad y que él acuño, como sinergia e inventos como la tensegridad o la cúpula geodésica  Uno de esos humanos con los que a uno le hubiese gustado tomarse un destilado de malta en un rojizo atardecer de Illinois, aderezado con una buena conversación.

Además de un prolífico autor, inventor, investigador, ingeniero, tambien era un visionario que comprendió en su momento que la energía era la que dirigiría los designios de la humanidad y que ya en su época apostó por el desarrollo de las renovables y por eliminar nuestra dependencia de los combustibles fósiles.
Aunque al bueno de Buckminster Fuller lo tacharon de utópico, hoy en día ya existen espectaculares construcciones realizadas según los principios de la tensegridad, como el puente Kurilpa en Brisbane, Australia, la pasarela peatonal más larga del mundo.


Nota del arquitectador: Os recomiendo la lectura de su biografía. Lo podéis hacer sin un refrescante espirituoso o un burbujeante fermentado, aunque pierde bastante. Vosotros veréis.

Hacer arquitectura con componentes de ordenador

Se puede hacer arquitectura prácticamente con cualquier cosa. Tenemos ejemplos maravillosos de arquitecturas a escala real casi con cualquier material imaginable. Otra cosa es la viabilidad económica o el resultado a largo plazo, la estética o la comodidad de esos materiales, pero el ser humano ha utilizado para hacer su hogar desde minerales, palos o piedras, hasta heces de animales (1)

Franco Recchia es un artista italiano que realiza montajes con componentes de ordenador para emular paisajes urbanos o reproducciones de skylines de modernas ciudades. ¡Con la de cacharricos que he tirado yo al estar obsoletos y las cajas y más cajas de cables, periféricos y otros accesorios -fruto de mi facilidad para enamorarme perdidamente de los avances electrónicos de todo tipo y condición- que andan aún por casa esperando a que haga con ellos una reproducción de la catedral de Burgos!

 

Al verlo en cosasdearquitectos.com me ha recordado como, durante mi formación, nos encargaron  investigar sobre la representación de una ciudad, partiendo desde el dibujo de una placa base de ordenador, hasta un collage de una ciudad completa. Un ejercicio de evolución del dibujo a la materializacion de una pequeña performance de papel couché. Era durante los primeros días de mi asistencia a una escuela de arquitectura y confieso que el escepticismo me invadía. Servidor venía de poner mucho ladrillo y pasar de eso a hacer collages con papeles de revistas no era precisamente lo que esperaba.
Pero la realidad es que tanto en la arquitectura, como el dibujo o el arte, la utilización de cualquier material que tengamos a nuestro alcance, puede servir no solo a nuestros fines sino también a la mejora de los sistemas, por eso cuando veo ejercicios como el de Recchia, pienso que la evolución de la arquitectura o el arte, no acabaran nunca y a la vuelta de cada esquina tendremos una nueva oportunidad.

Todo un pensamiento vital en los tiempos que vivimos.

(1)Nota del arquitectador: Si querido/a, eso que dices de que la casa de tu cuñado es una mierda, puede que tenga algo de cierto. Después de todo, los restos defecados por mamíferos fueron y son un excelente conglomerante para realizar durísimas y longevas construcciones en la mayoría de sociedades antes de que se dominase la técnica de cocer  el barro. Quizá no solo de barro fue hecho el hombre, lo cual explicaría muchas cosas.

 

 

 

Póngame la arquitectura a los pies de su señora

Llamadme machista pero la arquitectura que hay en la anatomía femenina es sin duda una obra maestra y servidor su más ferviente admirador. Aquí va una reverencia bien teatralizada y rematada con un buen sombrerazo como Dios Manda.
Y semejante maravilla de arquitectura natural precisa algún elemento de ingeniería que la haga cómoda y si cabe – y os aseguro que cabe- aún más elegante.

Porque no me digáis que esto no es una obra de ingeniería alucinante:

Mojito Shoes, un diseño del arquitecto Julian Hakes. Foto Carrie&Serena, 20minutos.es

 

En estos tiempos en los que se confunde la ingeniería con la arquitectura, esta profesión nuestra que mal que les pese a algunos, nunca ha estado alejada de las estructuras, los cálculos, la resistencia de materiales y ha sabido compatibilizarlo con aspectos como la estética o la belleza, el hecho de que un arquitecto, Julian Hakes, haya ideado un elemento tan bello como perfecto desde el punto de vista de la estabilidad y la estructura, debería hacernos pensar que no se trata solo de poner etiquetas y prejuicios manidos a las profesiones, sino que debemos saber ir un poco más allá.

Sí. Es una reivindicación de la profesión. Porque es la mía, y porque es una de las pocas que permite hacer estas cosas, aunque no todos tengamos la genialidad en la punta de los dedos como Hakes. Pero tampoco olvidamos que después del croquis viene el prototipo y después del prototipo otros quince prototipos y al final, un zapato, o un edificio (este no requiere quince prototipos, estos últimos miles de años algo habremos aprendido) estable, útil y bello, si es posible y los denarios de curso legal nos lo permiten.

El diseño de los mojito Shoes, que se llaman así por inspirar su forma en la espiral de lima que adorna nuestros refrescantes mojitos, es sin duda uno de los que quedará en el tiempo, como tantos otros antes. Por que no solo de arquitectura vive el arquitecto.

Julian, es usted un crack, póngame a los pies de su señora, que da gusto verlos.

Nota del arquitectador: No enseñéis este post a vuestras Santas o despistarle antes  la tarjeta de crédito y la conexión a internet,  ¡Que parecéis  nuevos!

Arquitectura y vino

Tenía ganas desde hacía tiempo de escribir un post sobre arquitectura y vino. Las memorables obras de Gehry, Richard Rogers, Iñaki Aspiazu, Maziéres, o incluso Zaha (?) o Calatrava (???)….está bien, comencemos de nuevo.

No seré yo el que descubra la relación que en los últimos años ha habido entre las grandes bodegas y los arquitectos de postín, que con mayor o menor acierto han construido nuestras vegas vinícolas con obras sin igual. Y sobre ésto tenía yo ganas de hacer un post.

Pero siempre que lo empezaba me entraba un horrible sopor que sospechaba sería mayor en el lector, allá al otro lado del teclado, hasta hacerme posponerlo durante meses.

Cada una de esas arquitecturas -con alguna mínima excepción- ha sido conocida y difundida por su espectacular aspecto exterior. Formas y volúmenes nacidos en ordenadores de Londres o Los Angeles hechas desde miles de kilómetros para albergar los caldos mientras fermentan en nuestros cercanos terruños. No me preguntéis donde, pero hay algo que me chirría por algún sitio. No son las arquitecturas, que son por supuesto impactantes y espectaculares, ni los diseñadores de relumbrón, ni por supuesto que los vinos, ese producto del trabajo del hombre y de la fuerza de la tierra, no pueda modernizar su envoltorio, su aspecto o incluso esa capacidad de marketing tan abandonada tradicionalmente en nuestro país. No sé. Es otra cosa.

En estas estaba, cuando me invitaron a una cata de vinos en una pequeña bodega del Alto Alberche, una zona que tradicionalmente no es conocida ni por sus vinos ni por su arquitectura, y mientras el director de la bodega nos contaba con entusiasmo juvenil, como transforman esas viñas nacidas de la piedra en uvas garnachas que dotan al vino de esa fuerza que explota en las papilas gustativas y revisten nuestro animo de taninos y sabores de fruta, yo como de costumbre observaba paredes y techos, ya me conocéis.

Entrevigado construido con duelas o listones de barrica

Entrevigado construido con duelas o listones de barrica

 

Al observar aquellos entrevigados realizados con duelas -listones con los que se forman las barricas- pensé que a diferencia de otras bodegas en las que la arquitectura, el exterior, el envoltorio se ha convertido en lo importante, a veces incluso por encima del vino que cobija, en este lugar – que nadie visitará por su arquitectura – incluso el hogar del precioso caldo está construido de tal manera que te sientes dentro del proceso, dentro incluso de la barrica, mirando siempre hacia el motivo principal, el nacimiento y crecimiento del vino. Y os puedo asegurar que así me sentí, por que la buena arquitectura, como el buen vino, es la que te hace sentir, y para eso siempre hace falta algo más, de lo contrario el arquitecto se convierte en escultor.

En fin, Frank, Zaha, Richard, o incluso tu, Santi, no me lo toméis a mal, que vuestras bodegas son maravillosas, no es una crítica, es solo que esos pequeños e ingeniosos detalles constructivos salidos del espíritu humano, últimamente me hacen pensar si en arquitectura no debemos volver a replantearnos algunas cosas, desde dentro.

Nota del arquitectador: Para curiosos y  aficionados a los caldos de uva la bodega es la Bodega Garnacha del Alto Alberche en Navaluenga, Ávila.

 

 

Cómo vivir en un contenedor de mercancías

contenedores¿Vivirías en un contenedor marítimo?

No es una idea nueva. Desde los años 90 son abundantes los ejemplos en todo el mundo de construcción con contenedores marítimos. Después de todo, la idea de modular y estandarizar la producción de viviendas o soluciones residenciales es antigua. El contenedor además, por sus características de diseño y apilabilidad (no lo busqueis en el diccionario de la  RAE, no existe), ofrece la enorme ventaja de poder unirlos entre sí para proporcionar soluciones de una, dos, tres o más habitaciones además de simplificar y estandarizar huecos, accesos y poder adaptarse con relativa facilidad a solares sin demasiadas complicaciones geométricas.

Personalmente me parece un trabajo maravilloso el poder dedicarse a la planificación de una vivienda mediante estos módulos, que tantas veces vemos en los puertos secos de las ciudades o simplemente abandonados en vetustas naves, o peor aún coleccionando micras de óxido y corrosión junto a puertos marítimos que antaño fueron más prósperos.

Cuando menciono este asunto y proclamo las posibles virtudes de este sistema, me lo suelen rebatir aludiendo al presunto aspecto industrial y poligonero del contenedor: «No queremos ciudades de casas repetitivas y aburridas fachadas», me dicen. Yo siempre hago lo mismo, me levanto, miro por la ventana y oriento el dedillo acusador al exterior, hacia la fachada de enfrente, con sus ventanas perfectamente ordenadas y su ladrillo rojo Toledo de medio pie: «¿me lo decís en serio».

Resulta que el contenedor, no solo puede tratarse por dentro para dotarle del aislamiento térmico necesario, sino que también podemos jugar con la disposición de los módulos  su alineación a fachada y por supuesto su color o acabado final. Claro que no es el bálsamo de Fierabrás que todo lo cura, y no termina de solventar los males de nuestra arquitectura actual, pero desde luego y dado que la mayor parte de la mano de obra se realiza en taller, -por lo que a falta de cimentación, uniones y sellados, prácticamente todo puede hacerse de manera industrializada- resulta que los costes de mano de obra pueden reducirse y sobre todo conocer de antemano, ese gran caballo de batalla que tenemos los que trabajamos con presupuestos y esa incertidumbre que hace que los propietarios no vuelvan a dormir, desde que firman el contrato de obra más de dos horas seguidas sin despertarse gritando, bañados en fríos sudores.

Como ejemplo de lo que se puede hacer con estos elementos os cuelgo un vídeo de una curiosa actuación. No llevo un céntimo de comisión, lo juro. Estos tipos son holandeses y me lo pagarían en queso Gouda que me sienta fatal.