Me llegó hace pocos días una nota de prensa de ASPAD (Asistencia Para Animales Domésticos), empresa que trabaja con 320 clínicas veterinarias, asegurando que el 10% de las consultas veterinarias que reciben están relacionadas con problemas de comportamiento.
Aseguran que es una cifra que está al alza, sobre todo en zonas urbanas. Les creo, aunque no sé si porque hay más casos o hay gente buscando ayuda experta cuando un problema de conducta surge. Particularmente, creo que lo segundo y que, por tanto, se puede considerar una buena noticia. Buscar ayuda es precisamente lo que hay que hacer.
Según el último estudio de la Fundación Affinity, el más serio y completo que tenemos, los problemas de comportamiento que los dueños no han querido o sabido gestionar están detrás del 13% de los abandonos, solo por detrás de las camadas no deseadas (que pone de manifiesto la necesidad de generalizar la esterilización de animales de compañía, aunque ese es otro tema).
De la información de ASPAD extraigo tres conclusiones.
En los perros el 90% de los casos «están provocados por una mala sociabilización en su época de cachorros y por no respetar las improntas». Es de vital importancia, por tanto, no separar a los cachorros de su madre antes de los cuatro meses. Es algo que no se está haciendo, sobre todo con los cachorros de raza a la venta. E insisto en que los cachorros son para los que más saben de perros, los que entienden lo que es socializar y educar bien a un animal. Para los más novatos o con menos tiempo adoptar un adulto que se sepa ya que tiene buen carácter es la mejor opción.
Las consecuencias de estas deficiencias pueden dar lugar a la ansiedad por separación -lo destrozan todo cuando están solos-, a la agresividad y la tendencia a morder, a orinarse cuando llegamos a casa o a montar a las personas.
Con los gatos el problema es otro. «Los gatos son animales territoriales y su principal problema es el estrés asociado a cambios en el entorno o por la introducción de otro animal». El gran reto con los gatos es entender bien su naturaleza. No son perros pequeños a los que no hay que sacar a pasear. Veo con demasiada frecuencia a gente que tiene gatos hace muchos años sin llegar del todo a comprenderlos. También a bastantes que optan por los gatos como un plan B dado que querían un perro pero no tenían capacidad para gestionar sus exigencias. Si se desea un gato, hay que ponerse las pilas y saber lo importante que es su entorno para ellos, como se comportan, su teología.
El caso de los gatos es bien distinto. Al ser animales territoriales, la gran mayoría de trastornos se deben al estrés provocado por un cambio en su entorno. Una mudanza, la introducción de otro gato, o el simple hecho de mover un mueble de sitio, pueden desencadenar en situaciones de estrés para el felino. La mejor solución es emplear un difusor (o spray para los viajes) de feromonas, unas moléculas que se dispersan en el ambiente y reproducen un ambiente confortable e inocuo para las personas.
Más complicada es la introducción de otro animal. Al contrario de lo que se cree, introducir a un perro es más sencillo, porque no compiten por el territorio. En cambio, la convivencia con un gato nuevo no es tarea fácil. Si no se da una agresividad manifiesta, deberíamos no intervenir y esperar a que ellos mismos establezcan de forma natural, su jerarquía y su manera de convivir.
Y llegamos al tercer punto: los etólogos. Los expertos en comportamiento animal, el equivalente (salvando las distancias) de los psicólogos en humanos.
En ASPAD aseguran, y estoy de acuerdo porque también me están llegando cada vez más peticiones de asesoramiento, que la demanda de etólogos se ha disparado estos últimos años, que en el último año se ha triplicado las consultas buscando uno de estos profesionales y que encontrar un buen etólogo es complicado.
“El problema es que la etología es una especialidad relativamente nueva y aún muy poco explotada”, apunta Soledad Soler, responsable veterinaria de ASPAD. Y tan nueva, no por nada el corrector se empeña en cambiarme la palabra a etnólogo o teólogo.
Efectivamente, es complicado encontrar buenos etólogos. También distinguir a los buenos. A veces son también veterinarios, adiestradores incluso voluntarios que han pasado años bregando con animales de protectora. No hay una carrera reglada, la mayoría son autodidactas, algunos usan pseudociencias al mismo tiempo que técnicas efectivas. He encontrado incluso malos adiestradores con viejas técnicas, de esos de «déjame el perro un mes y te lo devuelvo como nuevo» haciéndose pasar por etólogos.
La conclusión principal es que necesitamos buenos etólogos y en mayor número. Necesitamos que los que ya son buenos formen a otros, que tomen aprendices, porque la práctica, la experiencia, es imprescindible en ese nuevo oficio que vendría bien que se estructurase de alguna manera.
El gato que ilustra este post se llama Roces, tiene apenas un año y es cariñoso y sociable. El perro, el precioso Mastín, se llama Maño y no llega a los dos años.
Ambos buscan un hogar desde Asturias, su adopción la gestiona Amigos del Perro. Formulario de adopción de Maño y de Roces. También se les puede apadrinar, que puede ser un estupendo regalo de Navidad para un amante de los animales.
Lo que necesitamos es que la gente recoja de la calle los escrementos de sus mascotas.
19 diciembre 2017 | 13:50
Creo profundamente que necesitamos más etólogos con un precio razonable pues los pocos que hay cobran precios desbordantes…
19 diciembre 2017 | 15:06
Sí, necesitamos (más) etólogos y terapeutas felinos, pero en los refugios. Para darles una (nueva) oportunidad a animales «dañados» y maltratados.
En caso de perros y gatos viviendo con sus humanos, cómo la mayoría de los casos (en perros 90% por mala sociabilización y separarlos demasiado pronto de la madre; en gatos por no comprenderlos ni cubrir sus necesidades especie-específicas) se dan por desconocimiento de sus humanos, se pueden prevenir con INFORMACIÓN y EDUCACIÓN.
Hacerse cargo de un animal de compañía no es sólo alimentarlo y llevarlo al veterinario. Es APRENDER acerca de sus particularidades y necesidades para garantizar su bienestar físico y emocional.
Seamos responsables. #TenenciaResponsable
19 diciembre 2017 | 15:41
Bueno, aparte de los defectos de conceptos del artículo, como veterinaria etóloga agradezco este tipo de publicaciones. A la hora de buscar un buen etologo siempre recomiendo que sea veterinario, ya que su preparación científica y base médica hará que, al menos, no cometa graves errores.
Desde el Consejo de Veterinarios se está comenzando a intentar evitar el intrusismo en esta preciosa especialidad y recomienda que SOLO los veterinarios especializados en comportamiento puedan llamarse etólogos. De está manera, profesionales ee non omportamiento no veterinarios serían educadores o adiestradores caninos.
Y matizó algo importante. Un etólogo no veterinario sería el equivalente al psicólogo en personas y un etólogo veterinario sería un psiquiatra.
19 diciembre 2017 | 18:51
Gran post, tanto que me ha picado la curiosidad y ya estoy mirando un master de etología ^^
#6 Lidia aparte de veterinarios existimos los biólogos que tampoco tenemos mucho que envidiaros -.-
19 diciembre 2017 | 22:18