(Foto: Eneas de Troya)
Ya sé que los perros y gatos son los protagonistas de este blog, pero espero que me permitáis que hoy haga una excepción.
Este verano íbamos en el coche de regreso. Agosto, autovía castellana al rojo vivo. De repente veo a un camión aparcado al sol en una estación de servicio con casi 40 grados. Probablemente su conductor estaría comiendo. Estaba Llenito de cerdos apiñados entre hierros. Los de la imagen iban la mar de espaciosos comparados con ellos.
«Ya podían obligar a que los llevaran en camiones climatizados, como hacen cuando transportan la carne», comenté.
«Pero es que la carne se pudre», fue la respuesta automática e inocente de mi acompañante.
«Y ellos están aún vivos y sufren».
Es tan buen motivo como el otro. Y menos egoísta.
Hoy he recordado esta anécdota, que comenté en su momento en mi página de facebook, tras la nota de prensa que me ha llegado de la Asociación Nacional para la Defensa de los Animales (ANDA), que este jueves se ha concentrado frente a la sede de la Comisión Europea en Madrid para alertar sobre la necesidad de aumentar el grado de información que se ofrece a los consumidores sobre los factores relativos al bienestar animal.
Creo que tienen razón en sus peticiones. La incorporación de más información en los huevos que consumimos ha hecho que un número razonable de personas busquen huevos con categorías que aseguren que las gallinas están en mejores condiciones.
¿No os gustaría saber en qué condiciones han sido tratado los animales que os estáis comiendo? Si es que coméis carne, claro.
“Actualmente, no existe ninguna escala de bienestar animal, similar a la que ya hay en los huevos, para que los ciudadanos podamos valorar si nos interesa un producto procedente de un animal que ha sufrido innecesariamente”, afirma Alberto Díez, portavoz de ANDA. La asociación ha entregado un documento a la comisión pidiendo que apoye la campaña “Labbelling Matters”, puesta en marcha por Compassion in World Farming (CIWF), la Royal Society for the Protection of Animals (RSPCA), la Soil Association y la World Society for the Protection of Animals (WSPA).
Según un estudio independiente encargado por estas organizaciones, 8 de cada 10 consumidores desean saber de dónde procede la carne y los productos lácteos. “Si nos basamos en la experiencia llevada a cabo con los huevos, en los que se ha establecido un código claro que refleja el bienestar de las gallinas, esta medida supondría una clara mejora para los animales, pues las ventas de huevos de gallinas criadas en libertad ha aumentado considerablemente”, destaca Díez.
“Para un consumidor ahora mismo es casi imposible saber cómo ha vivido el animal que se está comiendo, e incluso de dónde procede. Abundan los ejemplos de etiquetas que sugieren vacas, pollos o terneros pastando felices, pero que nada tienen que ver con la realidad”, explican desde ANDA.
El pasado mes de julio, Holanda propuso en el Consejo de Agricultura de la UE que la carne procedente de animales sacrificados sin aturdimiento por motivos religiosos -principalmente halal y kosher- sea etiquetada ofreciendo esta información al consumidor. Actualmente, la Comisión Europea está desarrollando un estudio para conocer la opinión de los ciudadanos al respecto.
Sin embargo, la delegación española no se mostró a favor de reflejar en las etiquetas de la carne si el sufrimiento del animal ha sido minimizado. Actualmente en España parte de la carne procedente de mataderos donde -supuestamente por motivos religiosos- no se aturde a los animales previamente a su matanza llega al mercado como si fuera carne de animales sacrificados con el mínimo dolor.
La Comisión ha recordado que este tipo de sacrificio sólo puede hacerse por causas religiosas, puesto que la legislación europea trata de proteger en lo posible el bienestar de los animales, y el hecho de integrar estos productos cárnicos de manera habitual atenta contra este principio, así como contra el derecho de los consumidores a estar bien informados.
Otro fraude relativo a la carne, la introducción de caballo enmascarado como ternera en varios productos cárnicos, también ha sido tratado por el Consejo, que pide más controles oficiales y reglas más estrictas respecto al transporte y comercio de caballos.
Por todos estos motivos ANDA considera que es imperativo esclarecer a los consumidores de dónde proviene la comida, y muy especialmente si los productos de origen animal provienen de animales que han vivido y sido sacrificados en las mejores condiciones.