Pensaba que ya nada me podría sorprender de Linday Lohan, pero estaba muy equivocada.
La actriz y cantante, juguete roto de la factoría Disney, cuenta con una extensa experiencia vital: películas taquilleras, series, premios juveniles, discos exitosos, conflictos familiares, drogas, arrestos por conducir drogada y bebida, trabajos sociales en la morgue, tres visitas a centros de rehabilitación, varios accidentes de coche, amputación de un dedo, un aborto, varias relaciones turbulentas con hombres y mujeres, un reality sobre su vida y adicciones, extirpación del apéndice… Y solo tiene 30 años.
En realidad Lindsay Lohan es un titular con patas. Lleva alimentando a la prensa durante muchos años, y no ha dejado de hacerlo aunque prácticamente ya no trabaje. Con su carrera destrozada por sus excesos, y tras varios intentos infructuosos por hacer borrón y cuenta nueva, parece que Lindsay Lohan ha encontrado ahora un remanso de paz en el Islam.
En octubre de 2016, varios medios publicaron unas fotos en la que se veía a la turbulenta ex-estrella juvenil sosteniendo un ejemplar del Corán. Ella misma confirmó después que estaba estudiando el Islam.
«Soy una persona muy espiritual y estoy abierta a aprender. América ha dado una imagen del Sagrado Corán muy diferente de lo que realmente es. Todos creemos en algo y al final todo se relaciona con un dios o un consejero espiritual», dijo.
Poco a poco se fueron desvelando sus nuevas amistades en Oriente Medio. La más reciente ha sido el presidente de Turquía, Erdogan.
El presidente Recep Tayyip Erdogan y Lindsay Lohan posan en el palacio presidencial de Ankara a finales de enero de 2017. (GTRES)
«Qué sueño es que el Presidente Erdogan y la Primera Dama me inviten a su casa. Sus esfuerzos para ayudar a los refugiados sirios son realmente inspiradores», escribió en su cuenta de Instagram, junto a unas instantáneas de su visita.
Lindsay Lohan saluda al presidente Erdogan y ala Primera Dama de Turquía. (GTRES)
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