Se nos ve el plumero Se nos ve el plumero

"La libertad produce monstruos, pero la falta de libertad produce infinitamente más monstruos"

Entradas etiquetadas como ‘prats’

ETA y el 11-M, en El Mundo; islamistas, en El País. ¿Les suena?

El Mundo dedica hoy sus cuatro columnas de primera al viejo y socorrido «periodismo declarativo» (Fulafo dice, Mengano denuncia, Zutano advierte, etc.).

Arriba, a cuatro:

Egibar advierte que «ETA tiene el gran poder de hacer tambalear al Gobierno»

Arriba, a una columna:

Víctimas del 11-M denuncian al juez Del Olmo por no facilitarles la declaración de Manzano sobre los explosivos

A falta de noticias, buenas son las declaraciones que sirven a la línea editorial o a los intereses de la empresa editora.

Por yuxtaposición, como de costumbre, los dos principales titulares de la portada de El Mundo ligan a ETA con el 11-M. Siempre hay lectores de buena fe que pueden fijar en su mente -queriéndolo o no – el mensaje subliminal que lanzan dos titulares contiguos, aunque pertenezcan a noticias completamente distintas.

Sobre estas viejas técnicas -meter la cuchara para orientar a lectores ingenuos o a creyentes ciegos- ya sabemos que Pedro Jota Ramírez aspira a una cátedra vitalicia. Le sobran méritos.

Las cuatro columnas de arriba de El País van dedicadas a los islamistas como sujeto:

Los islamistas de Ceuta contactaron con tres soldados para robar un polvorín

En toda la portada de El País no hay alusión alguna a ETA ni al 11-M. La única referencia indirecta a ETA es este pequeño sumario con Zapatero como sujeto:

Zapatero dice que dará «pasos firmes, no en falso», en el proceso de paz

El nombre de Pinochet es citado en ambas portadas, aunque con un tratamiento bastante desigual, tanto en el sesgo ideológico y tipográfico como en el espacio asignado.

El Mundo da un pequeño sumario en «Otras noticias» con el nieto del dictador como sujeto:

El capitán Pinochet Molina, nieto del dictador, expulsado del Ejército por alabar a su abuelo durante el funeral

El País destaca la acción de otro nieto muy distinto -el nieto del general Prats, un demócrata asesinado por esbirros del dictador- a dos columnas:

Salivazo sobre el féretro de Pinochet

Sumario:

El nieto del asesinado general Prats escupió sobre el ataúd del dictador. «Era una cuenta pendiente muy personal»

Cuando leí esta noticia de El País, por primera vez, me alegré.

¿Podemos medir la intensitad de una venganza?

Pensé en una cita de Mario Benedetti -creo- que decía:

«Un torturador no se redime si se suicida, pero algo es algo»

.

Cuando leí por segunda vez lo del escupitajo contra el muerto, me alegré menos. Recordé otra cita importante -esta vez de Mafalda– que decía algo así como:

«Me dejó una basurita en el corazón…»

¡Qué complicados somos!

(Señor Fraga, arrepiéntase, retire sus palabras de ayer y condene al sanguinario torturador Pinochet).

Manuel Fraga ha hecho, sin duda, algunas cosas buenas para la democracia española. Sin embargo, cuando pasen muchos años, será recordado como ministro que fue de un dictador ilegal que firmaba penas de muerte igualmente ilegales.

Fraga aún está a tiempo de hacer méritos para mejorar su historia y no enredarse defendiendo ahora al golpista Pinochet.

Un parte del PP se lo agradecerá. Y todos los demás demócratas, también.

Fraga era el ministro de Gobernación cuando fui secuestrado y torturado, tras la muerte de Franco. Pero siempre he celebrado su evolución desde el paleofascismo hacia la democracia.

¡Qué lástima que ahora Fraga estropee su curiculum de demócrata, tratando de justificar el golpe de Estado ilegal, los asesinatos masivos, las torturas y los robos del general Pinochet!

Con este dibujo, El Roto (a quien debemos un homenaje) resumió ayer de maravilla en El País el sentimiento más generalizado sobre el dictador Pinochet entre todas las personas de bien.

¿Podríamos haber publicado algo así en España a los pocos días de la muerte del dictador Francisco Franco? Impensable. Estábamos aún muertos de miedo.

Pequeña diferencia: Franco murió matando (dos meses antes de su muerte fusiló a varios jóvenes) y ocupaba el poder; Pinochet había perdido el poder desde hacía muchos años y murió perseguido por la Justicia por los cuatro costados.

Josep Ramoneda nos ilumina sobre este asunto en su columna de El País de hoy:

El doble de Franco

JOSEP RAMONEDA 14/12/2006

Paradojas de las transiciones: la justicia española jugó un papel muy importante en las inculpaciones contra Pinochet y, sin embargo, los españoles fuimos incapaces de echar a Franco en vida y de juzgar sus crímenes.

Sin duda, la orden de detención internacional contra Pinochet emitida por Garzón el año 1998 es un hito en la historia del derecho y habrá contribuido a hacer más difícil la vida de los dictadores que, aunque en general son poco dados a viajar, todavía tendrán que ser más cuidadosos con sus desplazamientos. Pero sospecho que Pinochet ha jugado en el imaginario español una especie de papel de doble de Franco. Papel que él mismo reforzó con su presencia en las exequias del dictador. En la ira contra Pinochet se han proyectado buena parte de las iras contra Franco, y en el afán de conseguir que fuera condenado por sus crímenes tengo la sensación de que la opinión democrática buscaba, quizá inconscientemente, una satisfacción compensatoria por no haber podido condenar a Franco. De aquí la contradicción: hemos hecho por Chile lo que no fuimos capaces de hacer por nosotros mismos.

A los historiadores corresponderá decir si el ruido de sables, como se decía en la época, era una amenaza suficiente como para que los partidos demócratas hicieran tantas concesiones sobre el pasado. El hecho es que la creencia de que las relaciones de fuerza estaban del otro lado hizo que se aceptara una amnistía general que significaba poner al mismo nivel los delitos cometidos por los antifranquistas conforme a la legalidad franquista que los crímenes de un régimen autoritario que dos meses antes de la muerte del dictador todavía fusiló a cinco personas. Lo aceptamos y este lastre de partida no ha impedido que el balance global de la Transición se considere positivo.

Del concepto jurídico de amnistía se pasó al político de amnesia. La derecha tenía todo el interés del mundo en dejar pasar el tiempo para después empezar a blanquear el franquismo como hizo cuando regresó al poder en 1996. Y los partidos de tradición democrática, puesto que sabían que no había posibilidad de alcanzar condenas y reparaciones significativas, prefirieron olvidar también, aunque fuera para evitar problemas y frustraciones. Al fin y al cabo, la cultura de solidaridad de la resistencia estaba dejando paso a la lucha por el poder entre partidos, con lo cual el pasado también podía ser un estorbo.

Se murió Pinochet, y no podremos seguir dando caña a este monigote en el que veíamos un doble de Franco, su maestro, precisamente cuando estamos enfrascados en el debate de la memoria histórica. El Gobierno no ha acertado en el planteamiento. Ya el propio concepto es absurdo: la memoria no la establecen las instituciones. Ni siquiera los historiadores, cuya tarea es la explicación e interpretación del pasado sobre la base de las metodologías de las ciencias sociales. Lo cual sólo indirectamente puede tener que ver con la creación de imaginarios colectivos. La memoria forma parte de la conciencia de los ciudadanos y es una construcción que en las sociedades heterogéneas modernas nunca será cerrada. Pasó el tiempo de los grandes mitos nacionales, como, por ejemplo, el de la resistencia en Francia que el general De Gaulle convirtió en comunión obligatoria a pesar de la evidencia de que un gran número de ciudadanos -la mayoría- optó por la colaboración y por la adaptación. El Estado tiene poco que decir sobre el pasado. Pero sí hay dos tareas que le corresponden por elemental pedagogía democrática: el reconocimiento a los que dejaron su vida por negarse a aceptar el régimen dictatorial y la defensa de la superioridad política y ética de un régimen democrático respecto de una dictadura.

La derecha quiere hacernos creer que entre el franquismo y la democracia sólo hay diferencias de matices. Y utiliza las crueldades de la guerra, abundantes en ambos bandos, como argumento para igualar la preguerra, la guerra y la posguerra. Ésta es una falsificación de la realidad que sólo debilita la democracia. Rajoy dice repetidamente que no sería admisible que ETA pudiera conseguir ventajas políticas con el chantaje de la violencia. Y tiene razón. Pero Rajoy no ignora que el régimen franquista consiguió permanentemente ventajas políticas mediante el uso de la violencia, empezando por el modo en que tomó el poder. ¿Por qué no quiere que se sepa?

FIN

¿Quién acumuló mayores crueldades? ¿Franco o Pinochet?

La historia (y la memoria) no absolverá a ninguno de los dos.

Eso no les redime ni nos consuela, pero algo es algo.