Los Premios Goya son Miseria y Ley Mordaza. Por eso hay que verlos y sufrirlos solidariamente, por eso son irresistibles, penosos, adorables, horribles, etc.
Grandes humoristas –Joaquín Reyes y Ernesto Sevilla–, bloqueados, paralizados por el miedo a ir a la cárcel o, pero aún, a que no les contrate el Estado 155.
Todo es miedo y hambre en Las Vegas. Poltergeist con un rictus de risa. Miseria energética y alegría de posguerra.
La lista de asuntos innombrables ha crecido tanto que apenas se puede mencionar un 10% de la realidad. Y nada de humor. No vaya a ser…
Los Goya reflejan la vida española de posguerra, de esta posguerra de crisis interminable, sueldos levísimos, paro, emigración, ciencia destruida, R’78 agónico y descomposiión.
Y todo eso… hay que fingir que no está ocurriendo. Fingir y disimular hasta la extenuación.
Buen rollo, aguantar, 21% de IVA clavado en la espalda… hay que seguir… el milagro está al caer.
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Pd.: Como dice Antón Castro, también se olvidaron de nombrar a Alfredo Castellón. Fue todo terrible.
Aunque quizá como pasarela de moda es un éxito.
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La crónica de Carles Rull en el blog El cielo sobre Tatooine