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Entradas etiquetadas como ‘Hepatitis C’

¿Conciencia o prepotencia?

Por Amparo Domínguez Domínguez

Reflexionar sobre si será un problema de conciencia o un acto de prepotencia es algo que nos encontramos a menudo. Curiosamente si analizamos un poquito en el fondo, hay relación con motivos religiosos.

Un farmacéutico que se niega a vender anticonceptivos por aquello de engendrar una vida y no pone peros a vender, por ejemplo, un simple somnífero o analgésico o potingue que, bien dosificado, puede acabar con ella. ¿Dónde está esa conciencia cuando hay que decidir sobre una guerra? ¿Sobre la educación de un pueblo? ¿Sobre su sanidad? ¿Sobre el salario de un trabajador? ¿Sobre la usura? ¿Sobre el enriquecimiento obsceno? ¿Sobre la avaricia?

Hepatitis C

Integrantes de la plataforma gallega de afectados por la Hepatitis C. (EFE)

En su periódico vienen dos ejemplos: tarifas eléctricas que se imponen sin conciencia a personas que no pueden ni calentarse un plato de sopa y, hablando de medicina, enfermos de hepatitis C que no reciben tratamiento y mueren inexorablemente. Y hay más, muchísimos más ejemplos.

Yo creo, humildemente y en conciencia, que hay mucho de prepotencia. Hay ciertos sectores de nuestra sociedad que se otorgan poderes cuasi divinos en sus actuaciones. Por favor, señores con conciencias tan estrictas, piénsense sus estudios antes de dedicarse a algo.

Por cierto y lo más importante, un beso a esos maravillosos padres que durante toda su vida amaron a su hija, que la aman tanto que no quieren verla sufrir más, que la amarán hasta el último aliento de su existencia aun cuando ella ya no esté.

Señora vicepresidenta, ¿quiénes son los radicales?

Por Juan M. Muñoz

Resulta chocante escuchar a Soraya Saenz de Santamaría llamara radicales a los nuevos Ayuntamientos, elegidos legal y democráticamente por los ciudadanos, cuando el verdaderamente radical, como hemos podido ver por sus actos, es el gobierno que ella preside de hecho.

La vicepresidenta y portavoz del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría. (EFE)

La vicepresidenta y portavoz del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría. (EFE)

O es que a Soraya Saenz de Santamaría no le parece radical la Ley mordaza, no le parece radical acabar con la Ley de dependencia o poner la religión como asignatura obligatoria, no le parece radical la Reforma Laboral, no es radical quitar la tarjeta sanitaria a novecientas mil personas o no facilitar la curación a los enfermos de Hepatitis C, no le parece radical eliminar plantas enteras de los hospitales públicos, no es radical llevar mas de 3 años sin solucionar y ni siquiera intentar solucionar la situación de millón y medio de familias que no reciben ningún ingreso.

Podríamos seguir pero la lista sería interminable. Señora, le ruego tenga a bien respetar a los ciudadanos y las decisiones de los ciudadanos. Gracias.

Y tú, ¿a quién vas a votar?

Por Enrique Chicote Serna

Aunque el desahuciado no seas tú, ni tú el que necesita acudir a los bancos de alimentos para poder sobrevivir.

Aunque tampoco te encuentres entre los millones de españoles que continúan sin trabajo desde hace años, ni tengas a ninguno de tus hijos fuera de España buscando empleo.

Una joven protestando contra los desahucios. (GTRES)

Una joven protestando contra los desahucios. (GTRES)

Aunque tú no te veas en la larga lista de los preferentistas estafados por la banca, ni hayas sido otra víctima de esa reforma laboral infame que ha vapuleado a los trabajadores reduciendo a cenizas sus derechos laborales.

Aunque tampoco seas uno de los damnificados por la tardanza del Gobierno en facilitar la medicina que cura la hepatitis C, ni te sientas personalmente perjudicado por una política sanitaria que ha multiplicado la listas de espera en los hospitales públicos.

Aunque no te encuentres en ninguna de estas situaciones: ¿vas a votar a los representantes locales o regionales del partido que ha propiciado, consentido, fomentado, favorecido o provocado que alguna de estas circunstancias le esté ocurriendo a la mayoría de los que viven en la sociedad a la que perteneces?

 

Rajoy, cuando le conocí no era así

Por Jorge Castaño Castillo*

Cuando nos conocimos, no era así. Aunque mi pareja nunca ha ejercido la violencia física, hace tiempo que me ha destrozado la vida. Un día volví de una entrevista de trabajo y cuando le comuniqué que no me habían dado la plaza, me gritó «¡qué te jodan!»; parece que disfruta si me ve en la miseria mientras goza de un tren de vida desmesurado. Antes en los ratos de ocio, nuestra relación era lo más importante; ahora ocupa ese tiempo en jugar al Candy Crush o en irse de clubs con una tarjeta de crédito que me ha ocultado durante años. Aun así decido continuar la relación, pero ¡no paso ni una más!

El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy (EFE)

El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy. (EFE)

No me permite ocuparme de la economía doméstica: me dijo que nuestro contable nos había robado parte de nuestros ahorros y que después de una denuncia este “chorizo” había acabado en prisión; las últimas noticias que me llegan cuentan que este delincuente está esquiando en los Pirineos. Sospecho que mi pareja me mintió en este asunto, revisé sus mensajes del móvil y vi que aún mantienen la comunicación. Aun así decido continuar nuestra relación, pero ¡no paso ni una más!

Envió a mi hijo mayor al extranjero prometiéndole una bonita experiencia; sospecho que le molestaba en casa porque él siempre me defendía. Por suerte tengo al benjamín en casa, el pequeño Jordi. Hace tiempo que la relación entre Jordi y mi pareja es complicada. Mi pareja ridiculiza a mi hijo en público continuamente y el 9 de noviembre del año pasado nuestro pequeño nos comunicó su intención de alejarse de nosotros. Mi pareja actuó tarde y mal. Aun así decido continuar la relación, pero ¡no paso ni una más! Esta vez es la última.

Mi pareja ha accedido a mis cuentas y me ha robado la prestación por desempleo. Parece ser que cortando mi libertad económica puede ejercer más influencia sobre mí. Aun así decido continuar la relación, pero ¡no paso ni una más! Esta vez no.

Como no le gusta que trabaje, me ocupo de las tareas del hogar y de cuidar de mi padre político. Lo hago altruistamente, siempre me ha gustado ayudar a los demás. Un día mientras cuidaba de mi suegro, contraje una de las enfermedades contagiosas más letales. Cuando la muerte se acercaba, me culpó a mí de esa situación. Con suerte pude sobreponerme, pero tuve la mala fortuna que en una de las transfusiones que se me proporcionó contraje la hepatitis C.

Como se supone que nos queremos en la salud y en la enfermedad, en la pobreza y en la riqueza, le pedí a mi pareja ayuda económica para pagar el caro medicamento y me la denegó. Prefirió usar ese dinero para dárselo a uno de sus amigos, concretamente a un amigo banquero que le ha prometido devolvérselo, pero quizás cuando lo haga, si es que lo hace, sea demasiado tarde para mí. Para colmo me cuentan que ese miserable no es de fiar: estafa abuelitos, echa a la gente de sus casas y usa el dinero prestado para pagar lencería cara a sus amantes, comer en restaurantes caros y emborracharse con champagne francés.

¡No paso ni una más! He abierto los ojos. ¿Cómo no me daba cuenta de su manipulación? Quizás a medida que perdonaba cada uno de sus maltratos, relativizaba sus nuevas torturas. Pero ahora todo ha cambiado. Ha aparecido alguien más joven, más preparado, más atractivo, más honrado y más comprometido con mis problemas. Este chico me ha devuelto la ilusión. Nos casamos en diciembre y estáis todos invitados.

* Zamorano exiliado en Poitiers (Francia).

Hepatitis C, ¿qué es más importante: el dinero o las personas?

Por Víctor García Úbeda

Afectados por la Hepatitis C (EFE)

Afectados por la Hepatitis C (EFE)

El lunes 19 de enero fui con mi madre al Hospital 12 de Octubre. Al entrar nos encontramos con gente que estaban recogiendo firmas. Le pregunté a mi madre que significaba esto. Me explicó que estas personas estaban allí porque se ha inventado una cura para la Hepatitis C, el Gobierno no se la va a dar a todos los enfermos.

Yo tengo una enfermedad que aún no tiene cura y durante toda mi vida, si no se encuentra una solución, tendré que seguir tomando medicinas que están malísimas y haciendo una dieta en la que no puedo comer apenas nada de lo que me gusta: la carne, el pescado, las patatas fritas…

Me pregunto por qué no les dan su medicina a todos, creo que no hay derecho a que sólo unos pocos la tengan y otros no. También me pregunto por qué es tan difícil que teniendo una cura para una enfermedad no se la den. ¿Qué es más importante, el dinero o las personas?