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Entradas etiquetadas como ‘23-F’

Despedida a Adolfo Suárez

Suárez, un presidente para la historia
Por Agustín Arroyo Carro

Jura de Suárez como presidente. (ARCHIVO)

Jura de Suárez como presidente. (ARCHIVO)

Nunca voté a Adolfo Suárez, ni compartí sus posicionamientos políticos e ideológicos. Ahora que ha muerto, tras 11 años de una enfermedad cruel, puedo decir que creo fue un hombre equivocado al ser falangista en su juventud y primera madurez.

Sin embargo, al pasar el tiempo, su dimensión personal e histórica, contribuyendo decisivamente a la implantación de la democracia, se ha engrandecido por su inmolación política ante las fuerzas más reaccionarias del tardofranquismo y del llamado búnker de la ultraderecha española. Su tragedia personal con las implacables enfermedades y muertes prematuras de su mujer y de su hija le destruyeron y le minaron tan profundamente por dentro que le dejaron derrotado por aguantar tanto dolor en poco tiempo. No fue un político brillante, ni un gran orador, ni tampoco un intelectual. Fue un hombre equilibrado y pragmático de coyuntura, un converso a la democracia liberal, que por su sencillez, honestidad y austeridad personal le colocan en un lugar honroso y honorable de la reciente historia de España.

Su dignidad y valentía ante las bochornosas imágenes del asalto de Tejero al Congreso de los Diputados el 23-F de 1981, nos muestran a un hombre íntegro que supo entender el deseo incontenible del pueblo español de vivir en democracia e iniciar una nueva época de pacífica e irreversible convivencia civil definitiva en España. Descanse en paz.

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Ni tanto, ni tan calvo
Por Francisco Javier España

A tenor de las loas y editoriales que está suscitando la figura del Adolfo Suárez, parece que los que vivimos como adultos la transición lo hicimos en otra realidad y no está de más hacer una reflexión desde una perspectiva algo más crítica.

Que la figura del ex presidente fue clave, no hay duda, pero de ahí a convertirlo en el héroe de la democracia, creo que es desairar a los que realmente vivieron y murieron como héroes por dejarnos una España con derechos y libertades. Y de una larga lista he querido significar los siguientes: los tres albañiles asesinados a tiros por la policía en Granada en la huelga de la construcción de julio de 1970; los sindicalistas del proceso 1001 en 1973; los tres delegados de la Politécnica de Madrid detenidos en octubre de 1975 y torturados hasta dejar a uno de ellos al borde de la muerte y los abogados laboralistas de Atocha asesinados a sangre fría en 1977 por las consentidas hordas fascistas. En suma, que fue el pueblo español el que dio lecciones de democracia a aquellos que solo se limitaron a gestionar la herencia y el oprobio de la dictadura. Y es que Suárez y el Rey solo hicieron lo que Europa les demandaba, porque de lo contario ese tren se hubiera perdido.

El mejor homenaje que podemos hacer a la figura de Adolfo Suárez es dejar que el tiempo escriba la verdadera historia y no los epitafios fariseos a cuerpo presente.

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Una política para el pueblo
Por Víctor M. García

El rey Juan Carlospasea con Adolfo Suárez. (EFE)

El rey Juan Carlos pasea con Adolfo Suárez. (EFE)

Hubo un tiempo en que la política en este país se escribía con mayúsculas. Política de coraje, de darle la vuelta a muchas cosas. De tocar lo intocable. Con aciertos y errores, pero honesta. Una política para el pueblo y no para el capital. Y al frente de la misma un abulense valiente y honesto que nos enseñó hasta dónde se puede llegar con determinación.

Ahora, el primer presidente de la democracia nos deja y la estirpe política actual, enfangada y corrupta se vuelve un poco más pequeña y mezquina bajo su sombra. Queda eclipsada por un grande con auténtica vocación de servicio.

La vida, como la política, no fueron justas con él. El maldito Alzhéimer le privó en sus últimos años de disfrutar del justo reconocimiento que este país le tiene. Descanse en paz señor Suárez.

Los fanáticos de hoy

Por José Morales Martín Protesta primero de mayo

Es comprensible que el malestar ciudadano ante los efectos de la crisis se traslade a la calle, como ha sucedido en diversas ciudades. Pero cosa bien distinta es que la protesta se adultere con eslóganes como “No al golpe de Estado financiero”, en directa alusión al golpe de Tejero con motivo del 23-F. Tal paralelismo sólo conduce a la banalización de lo que ocurrió aquel 23-F, cuando el rey y los ciudadanos salvaron la democracia incipiente. Y, lo que es peor, revela que los fanáticos de hoy pueden ser tan destructivos como los fanáticos de ayer.

¡Pobre y desafortunado rey!

Por Carlos Giraldo Llanes

110465[Réplica a la carta ‘Sorprendente fuego real’, página 10 de este PDF] Leo en 20minutos que hay quien duda, dada su improbabilidad estadística, que la explosión e incendio registrados en la clínica donde ha estado ingresado el rey sea, como se nos ha dicho, casual. Le pido a ese ciudadano que se tranquilice.

No se trata de otro caso de censura real, sino que ese rey ha tenido siempre, como ahora, mala pata. Incluso con su propia familia: en sus relaciones con su padre, hermano, mujer, hija y yernos. Y con tener que aguantar de cerca tantos años a Franco para recibir su herencia.

Hasta con el acto por el que más se le alaba, acabar con el golpe del 23-F, tuvo la mala suerte de que fue realizado por sus amigos y que él mismo  —sin duda por el shock— sólo pudo rechazarlo pasadas muchas horas.

¿Qué más? El yate ‘Fortuna’ le fue regalado como propaganda efectiva para la marca de tabaco que lleva el mismo nombre y que es la empresa que fabrica la droga que mata a más españoles. ¡Pobre y desafortunado rey!

Cargas policiales el 23-F

Por José Luis Rodríguez Gómez

A las 20.45 h  del sábado 23 de febrero un buen número de personas abandonábamos por el hall principal del edificio Sabatini del Museo Reina Sofía, ya que faltaban escasos minutos para que cerrase sus puertas. Al salir a la plaza Sánchez Bustillo, empezamos a oír tiros y ver a los antidisturbios de la Policía corriendo hacia nosotros, para dispersar un grupo de alborotadores que en su huida se habían dirigido hacia la entrada del Museo.

Mi mujer y yo vivimos mome108751ntos de pánico, ya que nos acompañaban nuestros hijos, muy asustados por la situación. Mi hijo de siete años, preso de un gran nerviosismo, lloraba y no paraba de decir: «¡ Nos van a matar!», ya que nunca se había visto en una situación parecida. Un grupo de personas nos dirigimos corriendo al interior de un restaurante de la plaza (frente al conservatorio), que nos abrió las puertas generosamente y cuyos camareros tranquilizaron a mi hijo.

Pasados unos minutos, cuando la Policía perseguía a los “antisistema” calle Santa Isabel arriba hacia Lavapiés, salimos bastante asustados del restaurante y caminamos cautelosamente  bordeando el Reina Sofía, ya que debíamos bajar hacia Delicias. La glorieta de Carlos V estaba literalmente tomada por los furgones azules antidisturbios, cortando bastantes carriles de la circulación. Había bastantes contenedores de basura volcados, alguno ardiendo; tambíén pudimos ver a varios de estos furgones con las sirenas a todo trapo bajando en convoy por el Paseo de las Delicias abajo en dirección a Legazpi, donde habían huido parte de estos revienta-manifestaciones, así como el helicóptero de la Policía volando en todo momento por encima de nuestras cabezas.

Lo que había sido una tarde entretenida, enseñando a mis hijos la colección permanente del Museo, familiarizándoles con el arte contemporáneo , se convirtió en una pesadilla hasta que pudimos alejarnos de la batalla campal y llegar a casa.

Bochornoso debate, pero atentos al 23-F

Por Santiago Medel Martínez

Soporífero, bochornoso, caro e inútil. Soporífero por previsible y vacuo. «Y tú más, y tú más, y tú más…». Bochornoso que con nuestro pago se comporten así, jaleándose, aplaudiéndose, risotadas, abucheos… ¿AúDebaten no les parece suficientemente serio y grave el estado de la nación? Pues no, probablemente no, dado que ellos mantienen aún íntegros sus privilegios. Caro en lo que cobran y caro en sus dietas de comida -en el Congreso el menú vale 5 euros- y en sus dietas de pernocta -cuando la mayoría tiene casa en Madrid-. E inútil. Si de verdad les interesa analizar o averiguar el estado de la nación tan sólo tienen que salir el 23-F a la calle y lo verán con precisión. No creo que fuera lo que de verdad les importaba. A los hechos me remito, parece que les importara más reírse, insultarse, seguir cobrando…y buscar, tan sólo, o bien renovar el mandato o bien volverlo a tomar.

Guerra de cifras: pierde el ciudadano

Por Javier Portela (Escuela Universitaria de Estadística. Universidad Complutense de Madrid).

Tras la manifestación en Madrid del 14 de noviembre, la Delegación de Gobierno cifró en 35.000 los asistentes. Los organizadores, en un millón. El artículo 20, 1, d) de la constitución reconoce al ciudadano el derecho fundamental de “recibir libremente información veraz por cualquier medio de difusión”. Y las instituciones públicas deberían velar más que nadie por nuestros derechos. El recuento de manifestantes suele realizarse a partir de la parcelación del espacio ocupado en áreas de igual densidad y de la estimación de las densidades en número de personas por metro cuadrado. Hoy en día la información digital facilita enormemente la tarea, y la estimación de densidades en el lugar se puede realizar con tres o cuatro equipos de 2 personas, para obtener una estimación de precisión satisfactoria para el ciudadano.

En el caso del 14-N, sin muchos medios, dividiendo las áreas ocupadas, utilizando el cálculo de áreas que hoy es sencillo obtener por Internet, y estimando densidades in situ en el momento de mayor aforo se obtiene una estimación del número de asistentes entre 175.000 y 260.000.

¿Es poco? Nuestras referencias sobre la cantidad de asistentes suelen estar sesgadas hacia valores demasiado altos, pues las cifras en eventos anteriores adolecen de la misma inexactitud que las del 14-N. Y nos acordamos vagamente de las cifras más altas, del millón, como una referencia. Pero es habitual que las cifras se inflen, aún en caso de estimaciones realizadas con cierta conciencia. Frecuentemente se utilizan densidades estándar de 3 o 4 personas por m2 cuando la densidad real es mucho menor.

La estimación de densidades in situ es más que necesaria pero no suele ser la práctica habitual. Además la construcción de áreas debe realizarse con cuidado pues los jardines, estatuas, coches, etc. reducen mucho el espacio disponible o bien la densidad. Por ejemplo, en la manifestación del 14-N el tramo de mayor densidad, la calzada central desde Colón hasta Cibeles, arrojaba una densidad promedio de poco más de 3 personas por metro cuadrado, con un mínimo de 2.5 y un máximo de 4. En los parterres y zona ajardinada de ese mismo tramo la densidad baja a 0,25-0,50 y en los laterales estaba entre 0,5 y 1 persona por metro cuadrado.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Hasta ahora, salvo en tres posibles excepciones (23-F, M. A. Blanco, 11-M), no se ha alcanzado el millón de asistentes en una manifestación en Madrid. Incluso habría que revisar bien esos datos: la cifra de 2 millones, consensuada en los medios, en la marcha tras el atentado del 11-M, situaría en un área limitada de Madrid al equivalente a la población conjunta de Valencia, Sevilla y Málaga. Son protestas que comparte casi toda la población y ello juega a favor de unas cifras espectaculares que a nadie le interesa cuestionar. Esto tiene un pernicioso efecto inflacionista en manifestaciones posteriores, donde los organizadores se ven obligados a proclamar cifras astronómicas.

Como consecuencia, mucha gente piensa que para que una manifestación en Madrid sea un éxito debe aproximarse a la cifra psicológica del millón. Eso es ciertamente absurdo, pero ¿cuándo se debe considerar que una manifestación es un éxito? Hay ciertos aspectos que nos pueden ayudar a evaluarlo en términos relativos, como pueden ser el colectivo representado, el motivo y el municipio. Puede tenerse en cuenta además la experiencia en el tiempo del mismo tipo de manifestaciones, y dónde se sitúa la que queremos calificar en comparación con las anteriores. Por ejemplo, en el caso del 14-N, aún a falta de estudios e información histórica fiable, salvo honrosas excepciones(1), la asistencia a esta marcha estaría por encima del 80% de las manifestaciones históricas del mismo motivo (contra la política de Gobierno), colectivo (general) y municipio (Madrid). Lo que los organizadores podrían considerar un éxito o no, dependiendo de sus expectativas a priori.

Es necesario por último hacer una reflexión sobre la frivolidad con que Gobierno, organizadores e incluso medios de comunicación abordan esta cuestión de las magnitudes estadísticas. No es ya que los ciudadanos tengamos derecho al saber, para ser más conscientes de nuestra realidad, y nos hayan escamoteado las cifras, conociéndolas. Es que posiblemente no se han permitido el esfuerzo de una estimación privada. Y entonces, ¿cómo puede el gobierno evaluar el malestar social, tenerlo en cuenta, o incluso permitirse ignorarlo, si no sabe cuantificarlo ni de manera aproximada?, ¿cómo pueden los organizadores sopesar si ha calado su discurso en la sociedad y si realmente esta es partícipe de la protesta?, ¿en qué se apoyan los medios de comunicación para presentar tantos análisis y opiniones cuando nadie ha dado ni una cifra cabal del número de manifestantes?

(1). Manifestómetro: recuento de multitudes y significados de la movilización. R. Adell. EMPIRIA. Revista de metodología de Ciencias Sociales nº 9 (2005).