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Números fantásticos en el Orgullo Gay

Por Miguel Ángel Loma Pérez

Asistentes al pregón del Orgullo en la Plaza Pedro Zerolo (Europa Press).

Asistentes al pregón del Orgullo en la Plaza Pedro Zerolo (Europa Press).

En diferentes informaciones periodísticas sobre las pasadas celebraciones del Orgullo Gay en Madrid, se ofrecía -incluso con antelación a que se produjesen- el impresionante dato de «más de un millón y medio de participantes», sin cuestionamiento alguno. Y esta aparente aceptación de tan fantástica cifra choca con lo que sucede respecto a otras grandes concentraciones, cuando es la propia Organización la que ofrece un número tan elevado de asistentes, siendo habitual que se cuestionen sus cifras, incluso por la Policía, descendiéndose a comprobaciones detalladas como el número de personas por metro cuadrado, distancias entre unos y otros manifestantes, etcétera. Pero esto no sucede con las fiestas del Orgullo Gay.

Recuerdo que hace unos años, no demasiados, cuando comenzaban a darse estas fiestas, al pasar por una plaza de Sevilla me encontré con un escenario donde se estaba celebrando una de ellas. Como ya entonces me parecía que se inflaba el dato de los asistentes, discretamente contabilicé su número: unas cincuenta personas, no más. Pues bien, aunque en los aledaños de aquel lugar era visible la presencia de Policía Local, en las noticias del día siguiente, esa misma Policía Local ofrecía el número de 500 participantes. Por alguna extraña operación matemática, de la noche a la mañana los asistentes se habían multiplicado por diez. 

El porqué se hacía eso entonces, no podría asegurarlo. Pero si ahora se hace me temo que pudiera ser porque atreverse a cuestionar los datos que ofrece la Organización, conlleva una velada acusación de homofobia que a nadie le gusta soportar.

Guerra de cifras: pierde el ciudadano

Por Javier Portela (Escuela Universitaria de Estadística. Universidad Complutense de Madrid).

Tras la manifestación en Madrid del 14 de noviembre, la Delegación de Gobierno cifró en 35.000 los asistentes. Los organizadores, en un millón. El artículo 20, 1, d) de la constitución reconoce al ciudadano el derecho fundamental de “recibir libremente información veraz por cualquier medio de difusión”. Y las instituciones públicas deberían velar más que nadie por nuestros derechos. El recuento de manifestantes suele realizarse a partir de la parcelación del espacio ocupado en áreas de igual densidad y de la estimación de las densidades en número de personas por metro cuadrado. Hoy en día la información digital facilita enormemente la tarea, y la estimación de densidades en el lugar se puede realizar con tres o cuatro equipos de 2 personas, para obtener una estimación de precisión satisfactoria para el ciudadano.

En el caso del 14-N, sin muchos medios, dividiendo las áreas ocupadas, utilizando el cálculo de áreas que hoy es sencillo obtener por Internet, y estimando densidades in situ en el momento de mayor aforo se obtiene una estimación del número de asistentes entre 175.000 y 260.000.

¿Es poco? Nuestras referencias sobre la cantidad de asistentes suelen estar sesgadas hacia valores demasiado altos, pues las cifras en eventos anteriores adolecen de la misma inexactitud que las del 14-N. Y nos acordamos vagamente de las cifras más altas, del millón, como una referencia. Pero es habitual que las cifras se inflen, aún en caso de estimaciones realizadas con cierta conciencia. Frecuentemente se utilizan densidades estándar de 3 o 4 personas por m2 cuando la densidad real es mucho menor.

La estimación de densidades in situ es más que necesaria pero no suele ser la práctica habitual. Además la construcción de áreas debe realizarse con cuidado pues los jardines, estatuas, coches, etc. reducen mucho el espacio disponible o bien la densidad. Por ejemplo, en la manifestación del 14-N el tramo de mayor densidad, la calzada central desde Colón hasta Cibeles, arrojaba una densidad promedio de poco más de 3 personas por metro cuadrado, con un mínimo de 2.5 y un máximo de 4. En los parterres y zona ajardinada de ese mismo tramo la densidad baja a 0,25-0,50 y en los laterales estaba entre 0,5 y 1 persona por metro cuadrado.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Hasta ahora, salvo en tres posibles excepciones (23-F, M. A. Blanco, 11-M), no se ha alcanzado el millón de asistentes en una manifestación en Madrid. Incluso habría que revisar bien esos datos: la cifra de 2 millones, consensuada en los medios, en la marcha tras el atentado del 11-M, situaría en un área limitada de Madrid al equivalente a la población conjunta de Valencia, Sevilla y Málaga. Son protestas que comparte casi toda la población y ello juega a favor de unas cifras espectaculares que a nadie le interesa cuestionar. Esto tiene un pernicioso efecto inflacionista en manifestaciones posteriores, donde los organizadores se ven obligados a proclamar cifras astronómicas.

Como consecuencia, mucha gente piensa que para que una manifestación en Madrid sea un éxito debe aproximarse a la cifra psicológica del millón. Eso es ciertamente absurdo, pero ¿cuándo se debe considerar que una manifestación es un éxito? Hay ciertos aspectos que nos pueden ayudar a evaluarlo en términos relativos, como pueden ser el colectivo representado, el motivo y el municipio. Puede tenerse en cuenta además la experiencia en el tiempo del mismo tipo de manifestaciones, y dónde se sitúa la que queremos calificar en comparación con las anteriores. Por ejemplo, en el caso del 14-N, aún a falta de estudios e información histórica fiable, salvo honrosas excepciones(1), la asistencia a esta marcha estaría por encima del 80% de las manifestaciones históricas del mismo motivo (contra la política de Gobierno), colectivo (general) y municipio (Madrid). Lo que los organizadores podrían considerar un éxito o no, dependiendo de sus expectativas a priori.

Es necesario por último hacer una reflexión sobre la frivolidad con que Gobierno, organizadores e incluso medios de comunicación abordan esta cuestión de las magnitudes estadísticas. No es ya que los ciudadanos tengamos derecho al saber, para ser más conscientes de nuestra realidad, y nos hayan escamoteado las cifras, conociéndolas. Es que posiblemente no se han permitido el esfuerzo de una estimación privada. Y entonces, ¿cómo puede el gobierno evaluar el malestar social, tenerlo en cuenta, o incluso permitirse ignorarlo, si no sabe cuantificarlo ni de manera aproximada?, ¿cómo pueden los organizadores sopesar si ha calado su discurso en la sociedad y si realmente esta es partícipe de la protesta?, ¿en qué se apoyan los medios de comunicación para presentar tantos análisis y opiniones cuando nadie ha dado ni una cifra cabal del número de manifestantes?

(1). Manifestómetro: recuento de multitudes y significados de la movilización. R. Adell. EMPIRIA. Revista de metodología de Ciencias Sociales nº 9 (2005).