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Siempre busco la manera de acabar una serie cuanto antes... para ponerme a ver otra.

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Vis a Vis: la sorpresa del drama carcelario español de calidad

Mi primera reacción tras saber de la existencia de Vis a Vis fue la siguiente: «Una aspirante a copia de Orange is the New Black que se va a meter un hostión». Las apariencias influyen en los análisis prematuros. Más aun los prejuicios. Que los tengo con la mayoría de las series españolas no es un secreto y no estoy orgulloso de ello. Estoy en proceso de curarme, vamos. Por eso está muy bien que una serie, que encima es de Globomedia, me haga escarmentar. Porque parece que todos los elementos sospechosos de alumbrar un bodrio se han puesto de acuerdo para darme la hostia a mí y crear una de las que apunta a estar en la lista de las mejores del año junto a El Ministerio del Tiempo.1

Vis a vis es un drama carcelario de calidad que va camino de ser la gran del sorpresa del año. Sus fallos y carencias son muy pocos comparados con los aciertos y recursos que dispone en cada episodio. La historia de una chica joven a la que un ricachón con el que se lía convence para ayudarle a desfalcar su empresa y luego echarle el muerto encima es creíble. También las relaciones entre las presas, sin exageraciones ni dramones. No lo es tanto la gestión de la cárcel que hacen la directora y el personal. Quizá esto sea lo que chirríe más, ya que tanto buenrollismo es lo que más me ha desconcertado. Como ejemplo, la escena de Fabio dándole los bombones a Macarena. Una anécdota que resta dentro de una buena estructura y unas tramas bien hiladas.

2Quizá lo que más mole de la serie de Antena 3 son sus detalles. Todos lo que la rodean dan sensación de realidad. El más llamativo es el del supuesto reportaje que se está haciendo en la cárcel y por el que podemos ver cómo las reclusas hablan a cámara contando sus vidas. Una suerte de mockumentary que en España tiene pocos precedentes (no recuerdo ninguno ahora mismo) y que da otro aire al desarrollo de la historia. Pedir que se integrasen estos momentos en las tramas de la prisión sería pedir demasiado y le quitaría credibilidad.

Pero no todo es tan bueno. La culpable de esto es la propia protagonista. Maggie Civantos tiene un papel complicado, al tener que hacer de niña buena tonta que no sabía lo que hacía. Los paralelismos con Orange is the New Black se acaban aquí, afortunadamente. Porque Civantos no es Taylor Schilling. Esta última es buena actriz. La española, no. Que esté todo el rato en cámara tampoco ayuda a que se disimulen sus carencias. Y la verdad es que no es tan interesante como el resto de personajes. Aquí falta ese salto al reparto coral. Aunque es cierto que puede que en España sea más difícil relegar a la que lidera el elenco en favor de la villana de Najwa Nimri, por ejemplo, que es la mejor de toda la ficción con diferencia. Ser tan buena como Nimri debe doler. A la zaga le van Roberto Enríquez (ya pensaba que era gafe con las series), Carlos Hipólito y Alba Flores, a los que tenemos que ver mucho más aún.3

Cualquiera que conozca un poco el mundo televisivo sabrá lo chocante que resulta que Vis a Vis sea de Globomedia. Una productora que durante toda su vida ha sido a la ficción lo que la Fábrica de la Tele al entretenimiento (Sálvame y demás). Es impresionante que del eje del mal Globomedia-Daniel Écija-Alex Pina haya salido este pedazo de thriller. Sin desayunos familiares ni product placement. Ni chistes absurdos dentro de presuntuosas comedias que a la vez quieren ser dramas trascendentales. Cuesta creer que la idea haya sido suya.

4La lectura más interesante de este giro en una productora que ha sido responsable de lo peorcito (Bienvenidos al Lolita y similares) es que algo está cambiando. Que Globomedia haga series que no recuerden a su pasado es una buena noticia. Que permite ilusionarse con un vuelco en esas ideas y argumentos tan cargantes, aburridos y penosos que hemos sufrido estos últimos años. Pero hay que ser prudentes. Hay mucho que corregir. Por ejemplo, ¿no sería Vis a Vis igual de buena durando 20 minutos menos? Una duración estándar y asumible por cualquiera. Y, además, ¿no podría empezar antes? Son aspectos a tener en cuenta y que también influyen en el impacto que genera un producto en el espectador. Aún falta que una española dé un salto en ese aspecto.

El fracaso de Hermanos: el escarmiento a una serie choni

Ha ocurrido algo excepcional. Un hecho que no solemos ver. Que evidencia el desgaste que empiezan a tener ciertos productos habituales en las cadenas españolas. Por lo que nos deberíamos alegrar mucho: una serie española protagonizada por «actores» que están buenos se la ha pegado de manera considerable en términos de audiencia. Se trata de Hermanos, la miniserie de seis episodios que acabó este martes en Telecinco con un 9,1% de share. Y todo apunta a que el público la ha castigado con la indiferencia porque se ha dado cuenta de su mediocridad general. Además de por ser muy choni en lo técnico.1

¿Por qué Hermanos ha sufrido este escarmiento? ¿Qué le ha faltado para reventar los audímetros? Diría que todo. La historia es repetitiva, y por tanto nada atractiva: dos hermanos, uno triunfador y otro macarra, a los que les gusta la misma chica. Esa mujer a la que desean es su vecina de toda la vida, que ha demostrado el mismo afecto por ambos y tampoco tiene claro con cuál quedarse. Todo esto en un ambiente de dramas y conflictos continuos, donde nada les sale bien y tienen que tomar atajos para salir adelante. Vamos, un argumento digno de la peor época de la cadena The CW. Aunque esta comparación sea injusta para el canal norteamericano.

4Y es que en Estados Unidos al menos todos los actores son creíbles ante la cámara. De esta serie me he creído a Antonio Velázquez (y solo a ratos), a Carlos Hipólito y a Elvira Mínguez. El resto ni han estado a la altura ni se les esperaba. El caso más grave es el de María Valverde, que cuyo primer y último papel decente fue el de La flaqueza del bolchevique. De Álvaro Cervantes habla su interpretación por sí sola. La risa que me entró cuando leí a alguien decir que era «el mejor actor de su generación» se escuchó en todo mi bloque.3

Más allá de las pobres interpretaciones, los aspectos técnicos son los que más dejan en mal lugar a Hermanos. Un montaje atropellado, donde el paso de una escena a otra a veces no tiene ningún sentido, provoca que te pierdas y no sepas de dónde ha salido una escena. Buscar la agilidad provoca a veces unos disparates que percibe hasta el espectador menos ducho. La iluminación, de discoteca de los 60, y recursos como el bullet time de Matrix provocan que podamos referirnos a la serie como «la ficción choni». Porque no se puede ser más cani técnicamente.

2El acierto ha estado en el formato: una miniserie de seis episodios con un final tan definitivo que no se puede reconducir. El otro fallo ha sido la duración. Y es que Hermanos es tan mala que le sobraban 30 minutos a cada uno de sus episodios. Quizá la podrían haber estirado un par de capítulos más a cambio de recortarle metraje. O no, porque la habrían cancelado por el batacazo en share.

Como decía al principio, este baño de realidad para Telecinco sugiere varias reflexiones. Por ejemplo, ¿se ha dado cuenta la gente de que no bastan caras guapas para hacer una serie? ¿O de que la historia era manida y con una carga dramática absurda, de las que provocan la risa? ¿De que NADA resultaba plausible? A lo mejor algo está cambiando. Quizá su fracaso sea el principio de una mejor etapa para la ficción de este país.